ángelus
[interior-6 pm]
la tarde transcurre imperturbable
es un libro cerrado
una calle que se esfuma
en medio de una diáspora de pájaros
y sonidos de metales
las luces atraviesan mi ventana
como una ola que borra los mensajes
puestos sobre la arena
esas partículas de luz son parte del silencio
que me hace imperceptible
que me descuartiza
que me hace sentir tan pequeño
cada objeto espera la noche
bajo un sol que sobrevive
como un viejo farol
alumbrando una falsa eternidad
sobre mi cabeza
a esta hora el espejo
no hace ruido
no hay una mirada narcisista que lo perturbe
una musculatura con brillantes gotas de sudor
que exija su atención
ninguna vejez que haya dejado
la puerta entreabierta
[exterior-traveling]
(desfilan motores/árboles/casas
peatones/iglesias/cigarrillos/paraguas
y ratas
que se alternan sobre la tierra con
humaredas/ensueños/tribus
difuntos/herejes/fumadores/nubes
y ratas)
con el resplandor vesperal del matriarcado
la mantis hembra ha vaciado a su macho1
[interior-6 pm]
he pensado romper la osamenta del espejo
su médula espinal
para hallar los rostros que me han abandonado
regarlos como sílabas
dispuestas a ensamblarse
en el rompecabezas de los deseos
y las prohibiciones
(incapaces de olvidar las
tijeras y las agujas de la memoria
yacen al lado de una lista de nombres
de cabezas y miembros cercenados)
al final de la tarde
maduran las huellas del odio puro y duro
del odio ciego y mineral que resiste las derrotas
que va al frente
como un viejo pugilista
incapaz de hacer virajes
el odio que se pasea ileso
sobre caminos de agua
que no retrocede
frente a la atracción de la luna
el odio que detesta a los mirones
que acompañan
una a una
todas las lapidaciones
que no cede al veneno de las treguas
que no siente nostalgia
ni se oculta detrás de una frontera
es el mismo odio
que decidió no guardar mechones de la patria
en una cajita muy mona
o en vitrinas o en féretros
el enorme odio
de quien nunca más quiere encontrarse
en la granja de idiotas adictos a la obediencia
en el depósito de cadáveres disciplinados
que cucharean platos de ponzoña
no hay alzheimer que mate ese odio
pero la tarde es un muelle
bajo el silencio del moho
¿qué es lo que se me ha perdido aquí?
¿con qué intención he detenido los relojes?
un sol gótico cavila en las paredes
como un insecto que cuelga de su antiguo cordaje
detrás de los cristales
el grifo gotea una interminable letanía
¿acaso soy el niño solitario que se dibuja a sí mismo
en la penumbra de una habitación?
(la lluvia amenazó buena parte del día
pero cedió ante la herrumbre del sol
frente a la luz menguante
que levita como un templo fantasma)
[exterior-toma cenital-7 pm]
me tiro sobre el pasto de un pequeño jardín
mastico chicle
el oleaje vegetal moja mis pies
el olor a yodo penetra mis pulmones
como una caricia lejana e improbable
aparecen las primeras estrellas
los mapas de las paredes están hechos de hojas secas
de copos invernales
del olor a barro y sopa fría de otros veranos
no es raro que las cosas memoricen las estaciones
y las horas del día
su grafía está escrita en la humedad
en la belleza sin rastro
en las miles de horas desolladas
que nadan como garabatos en nuestras fotografías
muy pronto
la noche pondrá su escalera
sus sombras
sus voces primitivas
se estacionará en mi casa —que tampoco olvida—
ocupará el vacío de un sueño recurrente
el viento es ligero
puedo apostar que tararea una canción demodé
la tarde se hunde como un barco herido por música de arpas
la gente se pierde
en el mercadeo vespertino de una ciudad
que clava sus ojos en tierra
al lado contrario de la ventana de la noche
una ciudad que busca altares
que hurga debajo de las piedras
y que más tarde dormirá tranquila
esposada a la cabecera de una cama
[exterior-traveling]
(desfilan cerraduras/máquinas de coser
hoteles/parques
oficinas/cines/ calles
circos/ ferias
y ratas
que debajo del cielo se alternan con
ojos/hilanderas/putas/vagos
zombis/actores/peatones
elefantes/fenómenos
y ratas)
el hormiguero se mantiene enamorado
de su propia escatología
vacía la vejiga roe noticias busca el teatro de la luna
el hormiguero prefiere dormir en el lecho materno
como siempre
tiene prisa
pero en el nido ya no caben sus coches
sus hijos
sus zapatos
sus perros
sus camellos
no hay suficiente espacio
no hay suficientes rincones
la tarde se apaga
el gato que me mira desde la azotea lo sabe
el gato tirado sobre la primera
y la última línea del día que oscurece
el gato que vaga y esparce conjuros
el gato inaprensible como eclipse
que nunca está fuera de foco
[interior tarde/noche]
imperturbable
la tarde no ve
no oye
por fin
borra nuestras huellas
termina sus minutos con un antiguo asombro
que se alimenta con imágenes imágenes imágenes imágenes
con cuerpos absortos en un arco cenital
que nos hace preguntas y forma atados de lumbre
si no estuviese tan cansado
dibujaría el mapa de ese mundo
de sus mares nocturnos y sus catástrofes diurnas
la inquietante sutura de sus hazañas y sus miedos
[fundido en negro-flashback-6 pm]
aunque un extraño sentimiento de paz
se mete en mis muslos y en mis dedos
en mis pupilas y en mi semen
el silbido de un tren iracundo se filtra
en los paisajes de un invierno inserto en mi cráneo
(ahora el girasol gira con
el sonido de un helicóptero
que mantiene los ojos muy abiertos)
he dejado el rebaño de mis sombras
he olvidado las pieles de caza que siempre me honraron
los muros crecen
en los recovecos de la calle
me envuelven hasta hacerme sentir molido
no obstante
prefiero las mordidas del frío
los dientes destemplados de la intemperie
la pesada piedra de los ojos
estoy mejor aquí
en el camino afilado de la tarde
que funde la muerte con los astros
que me hace temblar con su lenguaje de sombra
creo que me he ganado el día
lejos de las inútiles oraciones del miedo
lejos de los que lloriquean por su única vida
me pregunto cómo hacer
para que los caracoles del sentido
rompan el laberinto de lo visible
de lo audible
de lo creíble
cómo hacer para que en unas horas
duerman los perros y los taxis
los calvos y las cucarachas
que nos espían con cierto celo
cómo hacer para que duerma
con armonía prenatal todo lo que vuela conmigo en el planeta
poco tiene que ver la noche
con la obsidiana
es sólo la aproximación a los oscuros labios
de un muerto
es solamente la lectura fallida que me muerde
las uñas de los ojos
la risible fe en la genealogía de nuestras grietas
no es poca cosa que el mundo cambie de rostro
por un momento
que naufrague
cogido de un pedazo de madera
o que insista en alcanzar la otra orilla
o que felizmente no llegue a la cita

1 Salvador Dalí, El mito trágico del Ángelus de Millet en Obra completa (vol. 4), Barcelona, Ediciones Destino, 2005, p. 375.
Autor
Sergio Raúl Arroyo
Ciudad de México, 1953. Doctor en Arte y Antropología. Durante dos períodos ha sido Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Fue director fundador del Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM. Ha sido colaborador del periódico El Universal y de la revista Letras Libres, entre otras publicaciones. Sus libros más recientes de poesía son fragmentos como residencia (2023), once (2023) y Génesis personal (2020).