mayo 2008 / Miscélanea

Tematizar el infinito: en torno a la poesía de Enrique González Rojo




Tematizar el infinito:
en torno a la poesía de Enrique González Rojo


Por Jorge Santiago Barrios


gonzalez2.jpgEn 1972 Enrique González Rojo publica un título clave para entender el proyecto poético que en ese año inicia y que delineará su producción durante las décadas siguientes: Para deletrear el infinito. El libro está compuesto por quince cantos, precedidos por un “poema-índice” donde el autor resume las materias que aborda y anticipa la tarea que intentará emprender:

a través de estos cantos quisiera
encender tales imágenes
que mereciesen cada una todo un libro

(Para deletrear el infinito)

Cuando la pluma toma la palabra”, poema antes citado, esboza, al enumerar temas a tratar,  no sólo el derrotero de este libro sino también el de las próximas publicaciones. Posteriormente, González Rojo específica:

Estoy dedicado, pues, a la tremenda tarea de deletrear el infinito. Deletrearlo, sí, porque mi pluma, incapaz tanto de ignorarlo cuanto de conocerlo, sólo puedo balbucirlo. ¿Qué significa entonces “deletrear el infinito”? en primer lugar tematizarlo, tenérselas que ver con él, tomarlo por los cuernos, convertirlo en el personaje del drama

(El antiguo relato del principio)

Ante la imposibilidad de hacer una lectura completa del “infinito”, el autor opta por un acercamiento que, si bien  inestable, pueda dar cuenta de este intento por “hablar de todo”: “deletrear” o  “balbucir”, acercarse al fenómeno de una forma fragmentaria, pero no del todo inconexa. Aunque la agrupación en cantos pretende ceñir ciertas inquietudes, objetos e ideas en un mismo grupo, tanto temas y motivos se comunican e interrelacionan a lo largo del poema. La causa es evidente: hablar del universo en su “totalidad”,  “tematizarlo”, y pretender circunscribirlo, es imposible. Sin embargo, la mirada del poeta no está exenta de un orden específico. Como cronista de un nuevo mundo, González Rojo comienza a describir —diremos ahora a “deletrear”— el orbe que lo rodea para después estudiar al hombre.

Para deletrar el infinito abordamaterias de muy diversas índoles: preocupaciones que tocan varios puntos en común  como el pasado del hombre —histórico, mítico y ontológico— (en los cantos “Aquí con mis hermanos” o “La gran marcha”), el surgimiento de la civilización y sus relaciones de poder (en “Por los siglos de los siglos” o “Sentencia a muerte”), los ídolos y creencias religiosas —en el sentido etimológico de nuevo lazo o unión— (en “Que deje el castillo estar en el aire” o “Astillas de infinito”),  o la naturaleza de la poesía y sus relaciones intrínsecas con la filosofía (presentes en los cantos  “En cierto gris sentido” o “Apolo musageta”).

Tematizar el infinito: la magnitud de la empresa se refleja en varios aspectos formales del libro: primero, la extensión del mismo: cerca de trescientas páginas para un volumen de poesía en un década marcada por la brevedad y la fragmentación del discurso lírico. Para deletrear el infinito privilegia el verso libre y el poema de largo aliento aunque practica diversos esquemas métricos, desde las formas tradicionales como la décima o el soneto o piezas breves con forma de epigrama, aforismo o incluso  las “metáforas con humor” de Gómez de la Serna, y cuyo título es de de “Neuronerías”, porque, dice el autor, “van autocráticamente de las neuronas a las neuronas”.

Varios aspectos hacen de Para deletrear el infinito un libro “clave”. Menciono dos de ellos: primero, muestra algunas formas figurativas características del poeta: recursos estilísticos, uso de metáforas, imágenes y concatenaciones semánticas, recurrencia en la selección del vocabulario y las constancias en el uso de neologismos que predominaran en algunos títulos posteriores. Segundo, la intención de crear “imágenes que mereciesen cada una todo un libro” debe entenderse, metonímicamente, como el deseo de transformar cada canto en un libro posterior. El afán por dar cuenta del todo no se puede completar con un sólo atisbo al infinito. De tal forma que si el “poema índice”, “Cuando la pluma toma la palabra”, es una especie de guía para adentrarse a Para deletrear el infinito, este último esuna guía “temática” (o más bien, “programática”)  para leer los libros que se publican a partir de 1972 y hasta 1990, fecha que concluye el proyecto. 

Tras la publicación de Para deletrear el infinito devienen una serie de entregas que constituyen una prolongación autógrafa que continúa la obra de 1972,  no para llevarla  su término, sino al contrario, para conducirla más allá de lo que inicialmente se consideraba como su término. En el prólogo a El Antiguo relato del principio (1975) González Rojo explica el proyecto:

voy a intentar  transformar cada uno de los quince de los cantos que conforman la obra de 1972 en quince libros  […]. Si me diera tiempo y vida y pudiera dar término a los quince libros que me propongo escribir, con la inclusión del presente, podría publicar un nuevo Para deletrear el infinito, o Para deletrear el infinito II, que en vez de quince cantos poseyera quince libros.  Y ya colocado en este carril del optimismo temporal, hasta podría imaginarme que una vez terminado el texto […] podría reemprender la tarea creativa y convertir los cantos de cada libro en nuevos libros, y así… al infinito

(El antiguo relato del principio)

Baste decir que el proyecto concluyo con la publicación de Al pie con tu mirada, última entrega de Para deletrear el infinito IV, en 1990. El proyecto, en su totalidad,reúne once títulos publicados  y cuatro entregas que quedaron inéditas.

Dieciocho años  de poesía que guardan un aire de familia. La re-escritura se perfila como característica central en las intenciones textuales del autor. El poema de 1972 se convierte en un “palimpsesto” que se continuará revisando para dar vida a más formas poéticas.

  

 

 


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