…………………………………….. Palimpsestos Édgar Reza, Universidad de Guanajuato (Biblioteca Universitaria, colec. Anaquel/Poesía), Guanajuato, 2007 Por Juan Carlos Calvillo ……………………………………..
…………………………………….. Cuadernos de la lengua y el viento Avelino Gómez Guzmán y Carlos Ramírez Vuelvas, Plan C editores (colec. La Piel de Judas), Ciudad de México, 2007 Por Carlo Ricarte ……………………………………..
…………………………………….. El Horizonte y La música Gastón Alejandro Martínez, El horizonte, Trilce Ediciones, México, 2006 La música, Ediciones Sin Nombre, México, 2006 Por Jorge Elías Priani ……………………………………..
NOTAS COLOMBIANAS Las presentes “notas colombianas” aparecieron originalmente como una columna periodística en los diarios mexicanos Uno más Uno y Reforma, y fueron recogidas recientemente en el volumen Lluvia de letras. Lección antológica de poesía iberoamericana y de otros lugares, publicado este 2007 por la Dirección de Literatura de la UNAM. Agradecemos a su autor, Adolfo Castañón, su autorización para publicarlas como parte de este “Dossier Colombia” del Periódico de Poesía.
Poemas colombianos Fernando Herrera Jorge Cadavid Gabriel Arturo Castro Nelson Romero Ramón Cote Baraibar Juan Felipe Robledo Álvaro Neil Franco Catalina González Restrepo Sandra Viviana Romero Obando
Poemas colombianos Fernando Herrera Jorge Cadavid Gabriel Arturo Castro Nelson Romero Ramón Cote Baraibar Juan Felipe Robledo Álvaro Neil Franco Catalina González Restrepo Sandra Viviana Romero Obando
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A 20 años de Periódico de poesía …………………………………………………………………….. Al igual que Periódico de Poesía, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara celebra veinte años de existencia. Para conmemorar el doble aniversario, presentamos en este Dossier Colombia algunos poemas de autores de ese país, publicados durante dos décadas de vida de nuestro Periódico…
PANORAMA ACTUAL DE LA POESÍA COLOMBIANA Entrevista con Jorge Cadavid Por Fernell Tabare En esta entrevista, el poeta Jorge Cadavid ofrece una brújula oportuna para navegar por el vasto mar de la poesía colombiana de las décadas más recientes.
DEFENSA DE LA POESÍA Los poemas nacieron seguramente en un conglomerado que mezclaba gestos del rostro, movimientos corporales, jadeos, aspavientos y probablemente un contacto directo con los interlocutores. Quien por primera vez alcanzó ese poema iniciático, desdoblamiento de necesidades y respuestas anteriores y presentes, compartía con sus semejantes una experiencia propia. Hay que imaginar ese momento en que la gestualidad aprendida se reconducía en una abstracción individual y regresaba como emoción en común. Ahora bien, ese ortopoema tenía que ser efectivo en su contacto. Si no, a ese individuo lo habrían subido al árbol como al bardo de Asterix para seguir disfrutando de la cena, o se habrían vuelto a mirarlo con curiosidad y seguido de largo. Algo en esa maraña expresiva tendría que resonar o retumbar en los otros para detenerse y escuchar. Y entonces oír. Más que en un escenario de teatralidad pura, los poemas hubieron de surgir en un espacio performativo, es decir más inestable, más transitable y más forzado aún, efímero y punzante cada vez que aparecían e imposible de instituirse en su representación. Y sin embargo se fueron guardando, quedando y acomodando en la memoria de quien los decía y también de quienes lo escuchaban. Con la escritura, los poemas pudieron por fin conservarse. Pero la exclusividad en el conocimiento de la lectura, y la escasez de materiales escritos hizo que esa lectura fuera durante un largo tiempo un ejercicio compartido. Los vecinos o los amigos se reunían alrededor de quien sabía leer, y esa persona desplegaba las palabras sabidas o leídas hacia la compañía, la multitud o la muchedumbre. Muchos siglos después, el invento de la imprenta permitió que los poemas se organizaran y repitieran en un espacio ajeno a la viva voz del grupo. Y conforme el ejercicio de la lectura comenzó a extenderse y alcanzó un despliegue democrático, su actividad se fue haciendo cada vez más privada, más individual y más en silencio. Los lectores se recluían en espacios cerrados, se recogían en sí mismos, y entonces los poemas dejaron de resonar en la vía pública para hacerlo en la mente de cada uno. O quizás así fue siempre y no hay contradicción entre una cosa y otra. En el ruedo del fuego original cada individuo recogía el poema para sí y lo hacía suyo. Si podía repetirlo y reactivarlo, y si esa reactivación era efectiva, el resultado era la ampliación de su propio movimiento apropiatorio, respiratorio aunque fuera en su mente y aunque fuera en fragmentos. Quien lo escuchaba se hacía del poema, en el doble significado de poseerlo y ser convertido, y una vez hecho esto lo guardaba en sí y lo reacomodaba en una emoción propia. Y así sigue siendo. Cada manera en la que el poema se acomoda es distinta, cada vez la forma del poema es la misma. Pedro Serrano {moscomment}