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No. 89 / Mayo 2016
Lo degollamos con las uñas, todos babeamos. Nos damos el lujo de tragarnos hasta las plumas de la cola, sin piedad. Retumban dientes, la unción de los hambrientos. Sebo en siete frentes y catorce sobacos. Montones de cera que comemos con gusto. Cuarenta y nueve kilos, latido en espiral. Una sensación peliaguda invade a siete gargantas.
Pulpos llevándose al mar entre sus tentáculos. Una pinaza a cuarenta y nueve brazadas. Hacen falta dos brazos rivales entre nosotros. Una canción de cuna a la distancia. El Mongol no regresa a la fogata. Llamamos al lodo. Seis sobacos influyen la disposición del aire.