Salió a la calle
Tomó la ruta. Se sentó frente a la ventana.
Vio las pintas sobre los muros
hasta encontrar el nombre.
Llovía.
Ni todas las gotas de agua
podrán con el dolor de esta frontera.
Llegar al trabajo
Mirar al patrón, escuchar la radio y los números,
ese nombre que jamás quiso escuchar tras las bocinas
y que entraba a los oídos como una bala
destrozando todo a su paso.
Entonces limpiar, alejarse de todo, hacer el día cotidiano,
no hacerse daño,
aunque el sonido de las ambulancias
le desengrasara el alma.
¿Recuerdas? se preguntó él mismo.
Sí, se dijo de tajo,
como preguntándose para que servía la memoria
¿para qué puta madre?
El recuerdo para él
era una bala que destrozaba su cerebro
que entraba y volvía a salir.
como un golpe en los riñones
y seguía parado con tanta disposición a la muerte.
Miró al fondo de la calle. Vivía en un noveno piso.
Calculó si sería mejor caer o colgarse.
Seguía mirando a la calle.
Era la primera vez que lo pensaba.
Sonó el teléfono en la sala
era como si un miserable cable la mantuviera en vida
Entró a la sala.
Tomó la llamada. Preguntaron por alguien.
No contestó. Colgó y se hizo el silencio atroz.
Aquel el nombre rebotaba en su cerebro.
Hubiera preferido escuchar:
le tenemos buenas noticias
aquí está el cuerpo.
Caminar
Quedarse aunque esto implique
irse quedando solo.
Ser una calaca en el asfalto
un montón huesos
y un corazón ardiendo.
Apostar a vivir.
Se pensaba al caminar,
lleno de cartas y de pensamientos,
para qué pensar en el precipicio,
en la ausencia, si él mismo era una sombra
un espejo donde quisiera verse,
mirarse como todos.
* Poemas pertenecientes a La versión de los espejos (2021).

Autor
Carlos Macías Esparza
Ciudad Juárez, Chihuahua, 1978. Es adherente a la Otra Campaña y pertenece al Colectivo José Revueltas. Autor de Sobre ruinas (2013), Escribir con luz (2014), Bicicleta (2019) y La versión de los espejos (2021).