No. 73 / Octubre 2014 |
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Poesía en lengua quechua Lenguas originarias |
Si lo latinoamericano es la construcción permanente, la constante discusión y propuestas, la reafirmación de nuestra historia y su espacio desde sí mismo con relación al entorno mundial, considero que la poesía en lenguas originarias no puede estar alejada de esta búsqueda. Para esto se tienen elementos fundamentales como son sus lenguas e historia. La historia de la poesía latinoamericana es fundamental para comprender el proceso de la poesía en nuestras lenguas originarias. La primera es cuestionamiento –exploración frente a una metrópoli y proposiciones–; y ha creando una enorme y fuerte tradición que comienza desde el modernismo hasta lo visual y sonoro, el juego y la crítica contemporánea. Así hemos tenido poetas necesarios como: José Martí, Rubén Darío, Vicente Huidobro, César Vallejo, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Octavio Paz, Nicanor Parra, José Lezama Lima, Pablo Neruda, son éstos algunos de la enorme lista. |
No. 73 / Octubre 2014 |
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Poesía en lengua quechua Lenguas originarias |
Si lo latinoamericano es la construcción permanente, la constante discusión y propuestas, la reafirmación de nuestra historia y su espacio desde sí mismo con relación al entorno mundial, considero que la poesía en lenguas originarias no puede estar alejada de esta búsqueda. Para esto se tienen elementos fundamentales como son sus lenguas e historia. La segunda, la poesía en lenguas originarias de Latinoamérica ha seguido un camino muy diferente; es la periferia que ha venido viajando de manera incierta. Así lo muestra el poeta Ranulfo Amador Fuentes Rojas (Ayacucho, 1940) quien fue ganador del Concurso Nacional de Literatura Quechua en 2001 y cuyos poemas fueron publicados por la Editorial Universitaria de la Universidad Nacional Federico Villareal. En este libro, Ranulfo no es un poeta experimental: todos los poemas del libro tienen la misma estructura, parten de una raíz y cultura, siguen el camino de la lengua y la historia en contacto íntimo con la naturaleza y el entorno. Su poesía resalta, no la literaturalidad como planteaban los rusos de principios del siglo, lo extraño ni lo oscuro; sino lo directo y lo claro. Quizá el libro debiera incluir una introducción para un público más amplio, que incluyera un panorama de la situación cultural para acercarnos a una lectura desde la lengua misma. Lo que se aprecia en la obra de Ranulfo es a un poeta tradicional, ligado a su comunidad: resalta su oficio de profesor de su lengua y su literatura. Veamos el primer poema Orfandad. Aquí, el poeta se desahoga de su situación, se lamenta, describe lo que ello implica, se transforma en un animal volador pero concluye siendo hombre: regresa a lo antropocéntrico. La idea y el poema no están mal, pero siento que debiera preponderar el animal comunitario al animal racional, ya que éste es producto de la modernidad. La palabra razón es crítica porque tal parece que solamente se puede estar consciente de una situación a través de la razón. Veamos la estrofa final: “¡Huérfano y desvalido niño fui!,/ mis sendas alitas de pronto despegué,/ y surcando sobre bosques y abismos/ ¡aprendí a ser hombre! ¡aprendí a ser varón!.” Por supuesto que la palabra varón bota, es molesta; en México equivale a señor, a don, no es sinónimo de respeto sino de inferioridad. No, la trascendencia se adquiere no desde el deseo de ser otro a través de lo existente, es decir, del mestizo, sino desde la reafirmación de tu lengua, cultura, historia, filosofía. Nuestras lenguas no son huérfanas por su carencia, sino por su silencio e inmovilidad. En el poema titulado Lluvia dice: “Día y noche he estado aguardando/ con tierra reseca en mis crispados puños,/ para que mi corazón gorjee su alegría/ mientras tú danzas sobre mis sementeras.” Poema dedicado a la lluvia, de petición, de celebración y auto celebración. Estos tiempos sin duda son de cambios profundos, ahora todo es rapidez y velocidad indetenible e inatrapable; pero las culturas originarias son milenarias por ese contacto y cercanía. No están atrasadas, funcionan con otra lógica de convivencia. La lluvia es la sangre de la tierra, como la voz y la fuerza que hacen abrir la semilla. El poema Cóndor dice: “¡Oh, cóndor que planeas sobre los Andes!/ quiero irme cabalgando en tu recio cuello/ el amor ha fugado de nuestra tierra/ ¡el escarnio y el odio están creciendo!”. Ave de inmensas alas, sueño que levanta, tiempo que vuela, viento hermano. Sabiduría que nos observa y no somos capaces de entender, lectura de la justicia comunitaria; niños que observan y admiran. Animal-hermano, animal-nahual, animal-yo. Ranulfo titula su libro Llaqtaypa harawin, Poesía de mi pueblo. Un recorrido con el inti (sol) que todo lo mira, que provee energía a cualquiera. Un viaje por vías donde llevamos a cuestas las huellas de nuestros Abuelos y Abuelas; el caminante que somos todos como la arena. Es necesario, entonces, salir de la lengua y comunidad para poder aprehender el entorno, pero lo interno no se aleja, se amplía la visión, entra en crisis. El estar afuera y adentro es la condición de todo poeta –esta orfandad y exilio o auto exilio se tienen que mostrar en el trabajo literario. Una rápida comparación entre la poesía en lengua quechua —la de Ranulfo— con las originarias de México, nos recuerda: hay que continuar, hay que jugar, hay que perder más, hay que escribir desde la orilla de todo: historia, lengua, poesía. Suerte para la lengua que cuenta con el mayor número de hablantes —más de 5 millones— en Latinoamérica, el quechua.
Wakcha wawa Wakcha wawa niwarqaku ¡Wakcha wawan kallarqani! Watcha maqtacham kallarqani, ¡Wakcha maqtacha kallaspaymi!, Orfandad Cuando mis padres apagaron la luz de sus ojos ¡Huérfano y pobre pronto me hallé!, ¡Fui yo un desvalido y pobre infante!, ¡Huérfano y desvalido niño fui!, Para Yana puyupa chuya wiqin, ¡para! Tuta punchawmi suyakurqayki ¡Amamá panillay! saqiwankichu, Lluvia ¡Lluvia!, diáfano llanto de nube negra, Día y noche he estado aguardando ¡Ay no, hermana mía! no me abandones, Kuntur Urqun pawariq katún kúntur, Qamqa riqsinkis mayman chayayta Chaypim ichapa tarpukamusun Cóndor ¡Oh, cóndor que planeas sobre los Andes! Tú que conoces todos los destinos, En aquel pueblo de esperanza y justicia |