septiembre 2024 / Inéditos

La restauración de los necesitados

 
IV

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Soñé con la Higuera de mi infancia. Hay un jardín azul y, al fondo, un ángel juega entre el polvo de mi pasado; escucho las risas de los niños, saltan alrededor de la babilónica Higuera y, de un brinco, me arrojo al rincón, y la luz, intensísima, me empolva los ojos y miro al cielo, y caen los higos, y me confundo, porque esos frutos ya no existen.


 
VIII

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Soñé en otro sueño el sueño de un sueño que soñaba un muerto. En dicho sueño el soñador estaba vivo y yo estaba muerto. En el sueño, que es la narración de un cuento del siglo XIX, ocurría una metamorfosis y, entonces, yo volvía a la vida, mientras el otro, repentinamente, caía dormido en su sueño. Ahora yo no sé si ese sueño del muerto es mi sueño o el sueño del otro, porque permanezco eternamente atrapado en el sueño. ¿Quién de ambos está vivo?


 
XVI

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Soñé con un árbol de fuego, con un cirio de agua, con una cruz de tierra y con una paloma de aire. Entonces volvió a pronunciarse en el Génesis: Bereshit bará Elohim et hashamáyim ve´et ha´arets. Y ya no había más tierra vacía, y ya no había más oscuridad, pero todavía faltaba el espíritu en las aguas. Entonces, una palabra, en las profundidades de las aguas, se repitió: Vayomer Elohim: yehí-or, vayehí-or. Y Dios se dio cuenta que la luz era buena, pero Dios se dio cuenta que la oscuridad era buena y, la luz, pues, fue una, y Dios no separó más ya nada. No le quitó su parte a su complemento y, entonces, fue mañana y fue tarde un día uno.


 
XVIII

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Soñé con Samuel Beckett, ese quien nunca llega a la cita. Estaba en el parque esperándolo y, finalmente, apareció. Le pregunté las razones de su personaje en el valle del absurdo y me dijo que Godot sí consiguió llegar aquella noche, pero nunca lo reconocieron. Le pregunté quién era en su obra y me dijo: ‘“El Muchacho de la víspera’, pero todos lo han confundido con Dios”. No había huellas de sus pasos sobre el terreno. Me dijo que arribó antes del suicidio y que hoy regresaba con tiempo para prevenirlo todo. Ahora despierto y pregunto por Godot, y me han dicho que hace mucho tiempo estuvo aquí, antes de la restauración de los necesitados.


 
XXX

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Desperté… desperté con el aliento invertido, con la sombra suplantada, la carne y el cuerpo inhiestos sin sueño ni consuelo y lejos de mi alma. Lo único propio eran los sueños macerando el alma pegada al apolillado hueso. Después de todo sí existe la muerte y detrás mío una inacabada fila esperando su ingreso a este sueño que no es sueño, sino carcoma.

 

 


Autor

Fernando Salazar Torres

/ Ciudad de México, 1983 – 2024. Poeta, crítico, ensayista, editor y gestor cultural. Licenciado en Filosofía por la UAM-I, maestro en Teoría Literaria y doctor en Literatura Hispanoamericana por la BUAP, con estancia de investigación en la Universidad de Salamanca. Autor de los poemarios Sueños de cadáver (2015), Visiones de otro reino (2018) y Morfeo: fragmentos nocturnos (2024), así como el libro Ghazhal/Gacelas (2021), en conjunto con el artista plástico Fernando Gallo, y Divã da Hispânia (2022), que obtuvo el XX Premio Literario Naji Naaman, en Líbano, en el área de creación. Fue director de la revista literaria Taller Ígitur.

septiembre 2024