marzo 2016 / Inéditos

No.088_Indira Isel Torres Cruz

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No. 88 / Abril 2016


Indira Isel Torres Cruz
(Colima, 1984)


Confesión*

Le robé a mi padre dos mil quinientos pesos
se los robé con mentiras y él los puso en mi mano
                                 Soy una perra bíblica

pero púdrete pensamiento
púdrete y déjame sola
En esta furia tan reseca y fértil
es un sinónimo
palabra de mierda
palabra del tiempo arrepentido
cómo me arrepiento
cómo me arrepiento
me trueno los dedos
para sostenerme
por lo menos
sosteniéndome yo
tan llena del inicio y del espacio

vas a ver cómo dejo que me amarren las manos

Las botas

Mi madre me pegaba porque no usaba los zapatos negros que ella quería
yo sólo deseaba usar mis botas con cabetes cafés
subir  montañas
escalar rincones
dar por hecho que los pies son un pulpo terrestre
una epifanía
Fui al salón de las sillas rotas y las sombras matutinas
me esperaba Juan Manuel
el chico destinado para ser médico
habíamos acordado besarnos
pegar nuestras lenguas
no quería hacerlo
pero Janet, la chica de ojos verdes
insistía en que yo lo necesitaba
me preguntaba para mí misma
¿Este es el camino que tengo que elegir?
me troné los dedos de la mano y pude ver que el meñique no quiso tronar
fui al salón donde habíamos acordado
y allí estaba Juan Manuel con otro amigo
no dijimos mucho
se acercó, me abrazó y me puso su lengua
lo interrumpí cerrando mi boca
Juan Manuel arrugó la frente
y un tanto tieso se dio la vuelta
yo me quedé viendo mis botas con cabetes cafés
luego me las quité y me quedé pensando en mis dedos flacos
y en mis uñas largas
bien podrían arar la tierra mis uñas largas
como zurcos de limones y hojas amarillas
bien podría besar a cualquier niño y sentir lo mismo
o bien, me podrían salir dos lenguas por no sentir la lengua de Juan Manuel
Janet me dijo que era muy probable que eso me pasara en la noche
Lo único que había descubierto
es que sentía unas ganas tremendas por darle una patada  a esa niña que me asustaba,
no sé, quizá bolear  mis botas y acariciar mis dedos meñiques o esperar la noche y tentar mi lengua bífida.

Lloramos

Mamá lloró en la mañana
por mi abuela Emma
que se había enfermado y estaba internada en el Hospital Regional
mamá gritó de nuevo
−¡Cierras los ojos y con eso crees que ya la hiciste!
Me salí de la casa
aventé la puerta
y fui a buscar a  la abuela
le dije que mi madre lloraba por ella
me vio seria, con su nariz roja y chata
vio el suelo
alzó la ceja y  contestó arrogante como suele hablar
−qué ridícula es tu madre−
le di un beso y me despedí rápido
volví a casa
tomé la ruta veintidós
por el camino el sol se me pegó en la frente
y yo tenía ganas de seguir el otro camino de las bugambilias
de llegar y decirle a mi madre que es verdad que cierro los ojos y todo resiste
que es igual que la abuela, que en todo se parecen
que estufa y lumbre
y que cuchara y olla hacen el mismo caldo
que ambas son la misma carne
en el mismo hueso de tuétano y nervio.

 

 *Poemas ganadores del Premio Estatal de Poesía de Colima 2015

marzo 2016