No. 40 / Junio 2011 |
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Madrugada
De madrugada
las calles se tornan feraces, el vaho vivifica las raíces que brotan de las calzadas y el violento carmín de los tacones de aguja se protege de la lluvia en los párpados ocres de centeno que duermen en las fachadas. En los portales, Es oscura la noche entonces. A esas horas, la luz es un animal herido, Cuello La perpendicular enhiesta que separa tu cuerpo y el mío tiene una pequeña falla corva, exactamente a cinco pies sobre el nivel del mar. En ese punto, descienden un número finito de vértebras hacia el vértice meridional. Remontando los peldaños, en las regiones boreales, la cerviz conserva su frescor primitivo y pervive en ella la estela olvidada de antiguos exploradores. Si yo fuera Kurt Cobain En mi veintiocho aniversario
Si yo fuera Kurt Cobain ya estaría muerto. En esos días, en algún lugar ignoto, alguien alabaría mi obra, Si yo fuese él, nada diría. Albada El temblor del alba, Abrir los ojos, El viento bate las ventanas. No retornarme nunca. Una centella anuncia el día. |
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