marzo 2025 / Inéditos

 
Aquí se puede descargar el libro completo.

 
Selección coordinada por la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM.

 

Claudia Magliano
(Montevideo, 1974)

EMIGRAR COMO LOS INSECTOS VERDES AZULES que golpean el aire entre las páginas del libro/ emigrar más allá de la urdimbre del alambrado/ de la urbe del ojo calcinado de la vaca por el sol por la lluvia ácida que hiere de cerca la mirada/ ser un animal de tropilla un animal que podría ser fiera y no lo es que podría ser selva y no lo es un animal domado como un gato o un pájaro en su jaula cantando quién sabe qué lamentos/ las arañas y las moscas son más libres/ cuanto más pequeña es la forma más libertad para emigrar y si se tiene alas mejor/ el miedo es proporcional al tamaño no es posible darle un marronazo a una hormiga a una vaca sí hay más espacio para no errar el golpe.

 
COMEMOS CARNE TODO EL AÑO viernes santo cuaresma herejía/ muerte al ganado impreso con fuego/ un lote de corderos se exhibe en las vitrinas frías de los supermercados una pata de cabra/ abracadabra la muerte del ganado es mágica porque no la vemos como aquellos muertos flotando en el río no la vemos y tragamos una y otra vez tragamos ni la sangre se salva de caer en el vacío para volverse espuma roja disecada por el aire no queda ni un solo resto nada salvo el rabo de las ovejas que nadie quiere/ hay ciertas cosas que no se comen/ agradecer al señor este alimento no el viernes santo no cuaresma herejía/ hoy morirá aquella vaca. No lo sabe.

 
NOS FUIMOS QUITANDOla luz de los ojos.
Todo lo que habíamos visto no era nada más que la forma de la nieve.
Nunca dejamos nuestra huella camino a la montaña
nunca pudimos tocar el frío, sentirlo en las palmas de las manos como otras cosas sí se sienten
algo más delicado todavía
algo más suave que ese frío estático por donde se deslizan los inviernos
unos tras otros
como los pequeños pájaros de Dante que van cayendo tras de sí ante el llamado
implacablemente caen
pesan más que su propio cuerpo
algo los empuja hacia la Estigia
donde Caronte espera
a punto de zarpar.

Nos quitamos la luz de los ojos como si fuera un manto
entonces pudimos ver la nieve
pudimos tocar ese paisaje blanco por los siglos de los siglos dibujado para nosotras
que sólo habíamos vivido de los cuentos
y no conocíamos más que el tejado por donde iban las niñas
masticando el corazón de las ciruelas.

 

*

Lucía Delbene Azanza
(Montevideo, 1974)

Tecnología de las Costumbres

#tecnologías del hogar
En el centro de la casa brota la hoguera, se alimenta
de las costumbres, donde arde la leña del quehacer
tu cuerpo huele a pino y a jugo de animales caseros
la quema nos muestra el rojo, púrpura de los pueblos:

—No todos fueron sangrientos —preguntó
muchas decapitaciones en las despensas en los patíbulos
primero estuvo el fuego, después la ley y luego la costumbre.

—Las llamas tienen el color de nuestros corazones —dudaba él
y la andrógina montaña engendra al rubí en su seno
el fuego cuece despacio el vientre de una guayaba.

En todas las casas se baila con una fogata en el centro
su lengua nos dicta el relato y dice desde el principio
ofrendamos nuestros papeles como leyendas absurdas
para quemar el pasado en el futuro se encienden,
seguiremos girando alrededor de las brasas
bajo las hachas de luz seremos otra vez sombra
la historia es el contraste de la llama que ilumina.

La música te incendia —negaron.

 
#tecnología de los andamios
Deberías afirmar la casa en un andamio de magia, mira
el fino rayo al filo de las cosas tajeando en la alacena
firma los contratos como espectros dudosos, sonríen
en la celdilla de los días para una miel endemoniada
pues no hay campanario donde suene el llamado
la vigilancia quemando su trasto mecánico, la ciudad
porque soy una máquina de humo devorando
los corazones trincados en la cocina.

Las cuotas que pagaste por tu alquiler de estrellas vencieron
deberías haberte ido a un cuerpo ficticio como la patria
las prácticas de la soledad apuntan a lo contrario
escuchas a los planetas bajar explicando algo en órbita
mientras conectan las hebras de una red inexpugnable:

para blandir el áspid de la locura y grabar otra vez la ilusión
debes ir y volver de cacería.

 

*

Ana Strauss
(México, 1977; vive en Uruguay desde 1999)

 
Ororó (fragmento)

Ahora bien
ahora, sin mis pies pisando el suelo

la mirada hastiada
encuentra belleza
ahora la mirada
mira las sillas y la mesa
el sol se posa con cierta alegría en el cuenco
la palabra sol
derrama su luz
el color en la vocal donde me ovillo
y buscando algo de sombra
allí cuando la mirada se vuelve
y la mirada descubre el rostro en la mano del que mira
la línea del rostro donde fuimos manos
el minuto donde las manos otean
el rostro, la línea de cada letra hecha
y la línea del rostro
dirá
velada
y qué se mira en el rostro
qué se mira en la cara querida
qué se mira en la línea que define el gesto
la cara hecha a media hora
y cuando en los ojos cerrados qué
memoria de dátil
de ovillo
donde la mirada se opaca

una imagen que borre otra imagen
y acaso volver a
amar

 

*

Ann-Marie Almada
(Norrköping, Suecia, 1981)

Itinerario

Fumar
fumar
desayunar
fumar
tomar mate
fumar
pintar mandalas
fumar
almorzar
fumar
tomar mate
fumar
poner música
fumar
poner música
fumar
merendar
fumar
bañarse
fumar
61
jugar a la conga
fumar
poner música
fumar
esperar médico cenar
fumar
hablar
fumar
dormir
esfumarse.

 

*

Lucía Courtoisie
(Montevideo, 1986)

Visiones inaugurales — del después (fragmento)

I

En el día del sol detrimentado e impecable
del invierno helado el estío seco y las astucias
de la hora retraída en las inmediaciones del dios
de lo que está entre
     el dios
que tomaba carrera en el discurso
          enrevesado diciendo va a decir
                    que ya había dicho

que éste es el principio de otros tiempos.

Éste es el presente del pasado del después
que ahora sí comienza ahora
con el exilio de cada quien afuera
con el nuevo claustro afuera de cada quien
de la tierra
       comprometida.

Los desiertos serán del aire puro
y el aire azulado con la meditación volátil
                 en tropel
satelital de las muchedumbres en silencio
que protesten que digan
   lo que quieran.

El cielo y la tierra serán reunidos
con la rara murmuración de ese sistema
de los nombres de dominio
y los mítines volátiles y la polisemia
obsesional y todos
    los peros que valgan
se irán asimilando como tos convulsa
en la convalecencia inflacionaria de la mundiala neumonía
o en la rebelión si Terry Gilliam dirigiera
fuera el dios
de esta película.

Irrumpen con la luz los emisarios
del más allá        acá nomás
los arieles truculentos los cerúleos
con el disfraz transparente del respiro
con metralleta de versiones de aforismos
con la fingida iniciativa de la ráfaga
con la lisa voz virtual del campanario
a anunciar los momentáneos cataclismos
en la historia de esta hora
                 reseteada.

 

*

Elisa Mastromatteo
(Uruguay, 1988)

A destiempo

En los días quietos
la luz entra repentinamente
por la ventana
y ahí se queda
como un mar que asume
en calma
la llegada de la siguiente ola.

Mis pies se hunden
en el colchón amarillento
sobre una sábana mal puesta
(pienso que también
esperan algo
mientras doblo aún más los dedos
y mi cintura se afloja
involuntariamente).

En los días quietos
no hay verdad, ni siquiera
una verdad pasajera
para conversar sobre ella.

Hay el resto de un día anterior
que resuena impreciso.
Se tiene sólo la sospecha
la suposición de un ayer.

Suficiente para ver en la luz una ilusión
y sostenerse al margen de las olas
a la orilla de la espera.

 

*

Marina Cueik
(Florida, 1991)

 
Esa noche vinieron. Se llevaron todo.
En el lugar de mi memoria dejaron un cuerpo.
Lo cubrieron con flores, lo bañaron de cenizas.

Además se llevaron mi muerte.
—Los pájaros pertenecen al viento —decían.

 
Traer el cuerpo de regreso nunca fue volver.
Condenada al exilio de la lengua
aún no aprendo a morir:
¿es que ya no viven aquellas palabras?

Y tú dices que rezas
—¿para qué?

 
Has encontrado flores debajo de la máscara.
Ahora crece un jardín donde antes hubo un incendio.

 

* Poemas pertenecientes al libro Todo es muy simple… y sin embargo. Poetas uruguayas actuales (DLFL UNAM/Libros UNAM, 2024).
 

 


Autores

Claudia Magliano

Montevideo, 1974.

Lucía Delbene Azanza

Montevideo, 1974.

Ana Strauss

México, 1977; vive en Uruguay desde 1999.

Ann-Marie Almada

Norrköping, Suecia, 1981.

Lucía Courtoisie

Montevideo, 1986.

Elisa Mastromatteo

Uruguay, 1988.

Marina Cueik

Florida, 1991.

marzo 2025