IV
Le quitaron dos quistes a Mireya
unas pequeñas bolitas se mueven en sus senos
recorren la piel
la grasa
si fueran canicas serían “agüitas”
—yo las coleccionaba de niña
las prefería blancas y azul turquesa—
el doctor ha dicho que es necesaria la biopsia
—lo más seguro benignos—
de todos modos da miedo
la mamá de Rosa murió de cáncer cuando teníamos once
Rosa era blanca y olía a leche
alta y de pelo crespo
ese año repitió grado
no volvimos a ser amigas
los días de escuela transcurrían iguales
rezábamos a oscuras y en silencio
yo no rezaba
pedí a Dios que me hablara
jamás lo hizo
pero sentía calor
—sudaba—
Menstrué a los once
—mientras la madre de Rosa moría—
ensuciaba la falda
y Marimar descubría con vergüenza
la mancha roja en la silla
ella nunca fue mi amiga
pero sabíamos de toallas femeninas
a los dieciséis: cirugía ambulatoria
—valium de diez miligramos
anestesia local
potente luz en el quirófano—
Veo a Mireya un poco pálida
aún no tiene hijos
yo sí
—la amamanté hasta el año—
ahora tiene seis
—casi siete—
Mireya bromea con sus senos
distintos
dolidos
—uno de vedette
otro de top model—
también me río
me recuerda a los hospitales
por sus exploraciones y medicinas
—padece migraña
mami la mima
le gustan los perros
las bolsas de marca
los novios con beemedobleú—
ahora está frágil
es franca
igual que yo después de la ooforectomía
la salpingectomía
la miomectomía
la próxima vez que corten mi cuerpo pediré una abdominoplastía
—aprovecharé la anestesia
las horas de quirófano
las noches y el desayuno—
dos meses de recuperación y luciré unos jeans ajustaditos
Hace seis meses
Maggy murió de cáncer
—era tres años mayor que yo
y nunca tuvo hijos—
VII
A los quince me hice un vestido turquesa
probé las zapatillas negras y altas
salí a pasear
paseaba por las habitaciones de mi casa
subía y bajaba escaleras
jugaba golpeando los tacones
pintaba y despintaba mis uñas
alargaba mis pestañas con maybelline
cada tanto asomaba a la ventana
ansiosa esperaba el caribe blanco
como toro bufaban sus escapes
retumbaba en la radio Styx
entonces corría
abría la puerta
inventaba una tarde ocupada:
—tareas en casa
la escuela—
pero él sabía que lo esperaba
miraba astuto el exceso de rojo
las uñas recién pintadas
las altas zapatillas
y yo de azul
—turquesa—
abría mi sexo involuntariamente
ofrecía una taza de café
a esa edad los hombres no tienen nombre
se llaman lindo o flaco
y te persiguen por los rincones de la cocina
tras el refrigerador
para arrancarte un beso y una caricia
subirte el vestido
explorar lo que hay entre tus piernas
¿qué hacer con ese cuerpo que te arrincona?
escurrirse entre sus brazos y evadir sus caricias
bajar pronto el vestido
invitarle un café
la casa está sola
Carmen frente al televisor,
al fondo el sonsonete de un melodrama emboba a la sirvienta
le arranca lágrimas y suspiros
esos que a mí me roban entre sartén y cafetera
hay tiempo entonces para tomarse de la mano
decir cien veces te amo
y comenzar de nuevo las caricias
ser invadida
acorralada entre mesa y silla
el mueble clavado a las costillas
mi cuerpo de contorsionista
—esto es un circo—
arriba del trapecio
—la cuerda floja—
o en la plaza de toros
—recibo una estocada—
En la televisión gritan a una buena mujer
Carmen odia a la amante rubia de un hombre millonario
se inyecta los ojos de románticas historias
se le hace miel el deseo
su sexo es dulce y mojigato
detengo mis quejidos
siento dolor en la espalda
placer en todo el cuerpo
las manos que lo estrujan
un cuerpo que deja de ser mío
y otro que se funde en mí
Carmen lejana
llora la emoción de la primera vez de la protagonista
se cree los cuentos de cenicientas
y tolera los anuncios para amas de casa
conmigo sucede distinto:
he teñido de rojo el azul turquesa
pongo algo de música
—Babe I’m leavin’
I must be on my way
the time is drawing near—
tallo la sangre hasta que desaparece
empiezo a conocer de limpiadores y escobillas
de manchas difíciles y hogares impecables
—le invito a mi chico un café—
VIII
Mi mejor trabajo ovárico duerme a sus veinte años,
más allá de mediodía.
La veo recostada, respirar lento, soñar. En algo sueña.
Mientras la miro pienso en los cuatrocientos noventa óvulos
que arrojaron mis ovarios durante cuarenta años.
Me quedan pocos, o ninguno:
hace unos meses una perla enrojecida se reventó a la entrada,
tiñendo de manera casi imperceptible mi ropa interior.
Mi último óvulo cayó en silencio, vencido.
Después de ese tiempo, pienso en la delicia de ser madre,
en la magia de ser cuna y alimento.
Me paro frente al espejo a manera de despedida,
lo que sucede en apariencia es un trayecto sin descanso:
tantos años el tejido del vientre hinchándose de posibilidades,
mientras mis extremidades se mueven de forma rutinaria.
Ahora que tengo los ojos al fin quietos,
la respiración en paz para mirarme desnuda,
comprendo que el deseo es distinto y la soledad elegida.
Sabes que en mi cuerpo tañe el placer muy dentro,
que hace primavera en un bosque imaginario,
y aunque veas flores y diversos insectos
revolotear los eucaliptos,
no podré ser madre de ningún hijo tuyo.
* Poemas pertenecientes al libro póstumo La próxima vez que corten mi cuerpo, publicado por Los Libros del Perro en 2023.
En la amplitud del campo
una flecha atraviesa al zorro
que llevo pegado al pecho
el corazón se abre
y una flor púrpura se derrama
sigo su cauce
sobre el vientre
a lo largo de mis muslos
la muerte del zorro se desliza:
un pájaro vuela a la altura de mis ojos
Un pájaro vuela a la altura de mis ojos
rasga el aire
me canta en el esternón
lírico me sangra
guardé en el corazón la astucia de la bestia
su olfato
sus incisivos
no tengo voz para hablarle:
el amor me entorpece
* Poemas pertenecientes al libro inédito Una lengua oscura y solitaria.
El presente ensayo es el prólogo de la nueva edición del libro Poética de Josu Landa, que será publicado por Ediciones Poesía, sello auspiciado por la Dirección Central de Cultura de la Universidad de Carabobo (Venezuela). Este prólogo se reproduce en Periódico de Poesía con permiso de la editorial.
—La Redacción
El libro que Josu Landa (Caracas, Venezuela, 1953) nos entrega es de altos vuelos, pues se trata de una poética o, mejor, de una filosofía de la poesía. De hecho, filosofía y poesía han ido juntas, pues ha habido filósofos poetas, como los presocráticos Empédocles, Heráclito y Parménides, que escribían sus ideas en poemas, y también poetas filósofos, como Lucrecio, Dante y Goethe. Sin embargo, el mayor reto es escribir una filosofía de la poesía, porque es tan arduo como intentar una poesía de la filosofía.
Esta empresa se conecta con la filosofía del lenguaje, pues así como ella debe explicar en qué forma una serie de ruidos o de marcas de tinta adquieren significado, aquí se trata de explicar cómo llegan a tener el estatuto de poesías.
Y lo mejor es lo que hace Landa, a saber, no ir a ese ente ideal, pero demasiado abstracto, que sería La Poesía, sino tomar ejemplos de poemas, es decir, textos con una intención de poetizar, para analizar el proceso por el que alcanzan ese cometido y lo realizan. Es que no basta con tener una intención poética, sino que el texto debe ser aceptado como poema tal por quienes lo reciben.
Nuestro autor atiende no a los cánones establecidos, incluso los clásicos, sino a los elementos sintácticos, semánticos y pragmáticos que se dan en el texto, para ver cómo colaboran a la realización de lo poético. Por eso toma en cuenta la materia verbal y las formas que se le imponen, sobre todo si son canónicas, como el soneto, el romance, etc. Ni solos ni en mera conjunción determinan el ser poético, sino en la estructura que conforman.
La gran pregunta que se plantea Landa es: “¿Qué clase de cosa es un poema?”. Esto llega, de alguna manera, a la ontología: el ser de la poesía. Se responde con una construcción parecida al hilemorfismo de Aristóteles: hay una materia verbal que recibe una forma poética; pero el poema no puede prescindir de esa parte material ni del aspecto formal que lo constituyen. Nos recuerda la labor de una forma que organiza una materia, tanto para Kant como para Husserl.
Pero nuestro autor renuncia a esas categorías metafísicas, y se va a algo más hermenéutico. El poema es, por así decir, un acontecimiento semiótico, y Landa lo examina en su proceso, como algo dinámico, vivo. Adopta un método más inductivo, atento a los fenómenos poéticos, para dilucidar los procesos culturales que los construyen como tales.
En ese abordaje semiótico de los textos con intención poética nuestro autor ha considerado, de manera crítica, los aspectos relacionados con el lenguaje, como el carácter inlocutivo y perlocutivo del habla según Austin y Searle; el juego de lenguaje en el que actúan, dentro de formas de vida, de acuerdo a lo que trazara Wittgenstein; o las funciones que adjudicaba a lo poético Jakobson, gran seguidor de Peirce.
Landa ofrece aquí una teoría suya: la de la “transignificación”, consistente en que no basta con que los significantes que participan en el texto con intención poética funcionen como tales para que se dé el poema. Tiene que operarse en ellos una verdadera transformación de sus significados. Es toda una transubstanciación, un cambio de forma, porque es lo que hace que dejen de ser meros signos para adquirir el estatuto de símbolos, según ese carácter simbólico que atribuía Heidegger a la poesía.
Nuestro autor persigue esa transignificación desde la composición del texto, en la que se procura una cierta autonomía de las palabras con respecto a las cosas que designan, para romper las reglas pragmáticas ordinarias. Es el juego en el lenguaje, más que un juego de lenguaje, una especie de metaforización de la lengua, para sacarla de su registro prosaico y elevarla al poético.
Además del principio de transignificación, Landa agrega el de relevancia, según el cual el texto poético adquiere un relieve que lo saca del fondo indiferente de los lenguajes y lo convierte en un lenguaje nuevo, en una manera fresca de hablar, incluso acerca de lo que se habla cotidianamente.
En su línea pragmatista, el autor se da a la tarea de analizar los elementos culturales que concurren al poema, para evitar el esencialismo y destacar el carácter relacional de la creación poética. Por eso, así como en la teoría del conocimiento se habla de comunidades epistémicas, aquí se habla de comunidades poéticas, que son aquellas en las que el poema se produce, dentro de una tradición, como indicara Gadamer, pero también gracias a una ruptura de la misma, ya que la creación conlleva cierta transgresión.
Este abordaje pragmático es una suerte de sociopragmática, además de psicopragmática, ya que se analiza la figura del autor, se aplica la teoría de la recepción, se examina la forma de vida poética, el solipsismo y el relacionismo del poeta, así como otros elementos.
Percibo en nuestro autor una valiente independencia y alejamiento de las estéticas más influyentes en nuestra época (estructuralismo, analítica, hermenéutica y otras), para proponer algo nuevo: una topología de lo poético. Nos avisa que es algo provisional, en marcha; pero creo que da excelentes pistas para su construcción.
La propuesta filosófica de Landa me parece a la vez seria y abierta, consistente y dúctil. Me suena cercana al concepto de la analogía. Gracias a un amigo común, hace muchos años pude hablar en dos ocasiones con Octavio Paz acerca de la analogía, y él me decía que la analogía era el núcleo de la poesía. Algo de esto me ha hecho recordar Landa, pues para transignificar sin distorsionar se necesita una sensibilidad analógica. Es incardinar en los tropos poéticos lo que es mero lenguaje llano.
Me parece claro que lo que nos muestra Landa es que la poesía está cercana a la filosofía. Son diferentes, pero también semejantes. Aristóteles decía que la poesía era más filosófica que la historia, porque ésta versaba sobre lo particular y aquélla sobre lo universal. Lo que ha hecho nuestro autor nos hace ver que la buena poesía universaliza, porque el poeta habla de su alegría personal, o de su tristeza, o de su enamoramiento…, pero nos alude a todos, y todos nos vemos reflejados en su texto, como en un espejo.
Lo que ha hecho Landa en este libro es algo novedoso, pero que tiene la consistencia de lo clásico, de lo que está inmerso en la tradición pero la sobrepasa. Es que él es, al mismo tiempo, filósofo y poeta, porque ha transitado en las dos veredas, la de la filosofía y la de la poesía, que a veces se entrecruzan, y es lo que aquí ha ocurrido. Y cuando se encuentran, una luz diferente resplandece.
Nuestro autor, al hacer una filosofía de la poesía, ha hecho una verdadera filosofía poética. Esto nos muestra a Josu Landa como uno de nuestros filósofos más creativos y originales, porque la mejor filosofía es la que participa del carácter simbólico de la poesía, como ha ocurrido en este caso.
1. Mientras Yo sea Otro
var i = “me”
do {
indifferent();
} while (i != “other”);
2. Colapso
if (this.hábitos){
if (temperatura.aumenta){
if (deshielo){
if (extinción.especies){
if (deforestación){
if (desertificación){
return colapso;
}
}
}
}
}
}
3. Prototipo Súper Clase
function superClase() {
this.roll = “Acumulación”;
this.medios = “Privados”;
this.imprimir = “CAPITALISMO”;
this.metodo = function() {
CrearCrisis()
.then(CrearExpansion())
.then(CrearShock())
.then(CrearDesorientacion())
.then(CrearAislamiento())
.then(function(){
return new superClase();
});
};
}
4. Hace tiempo que no sé a qué huele la noche,
abro la ventana con el único deseo de respirar,
de mantener en pie la barricada.
Que aguanten los músculos,
que no se inflamen los tendones,
que los órganos soporten el paso del tiempo
como una armadura que resiste la afilada hoja de una lanza.
Abro la ventana
en un mundo que consume a un ritmo
de cuarenta y tres vidas cada día.
Hace tiempo que no miro por encima
de mi poco más de metro y medio,
camino arañando las esquinas
sobre un suelo que no asegura soportar mi peso.
Si paro, caigo.
El corazón no aguantará
el imparable descenso del bombardeo.
5. Inversionista
Inversores de capital
gestoras,
fondos buitre
sobrevuelan la carroña.
Convertirán
toneladas
de raíces
en cemento.
Versiones al español por Natalia Gómez López
Poema en sobre A514
Hablamos
la una de la otra
entre nosotras
Aunque ninguna
de las dos habló –
+
Estábamos demasiado
absortas con
las Carreras del Segundo
Y las Pezuñas
del Reloj –
Pausando frente a
+
nuestras
Caras
Sentenciadas
que la Decisión del Tiempo
sacudió –
Arcas de Alivio
él abrió
ante nosotras –
Tomamos –
Ararats –
+
Escuchábamos
las
Caras
+ Hundidas
por las que el Tiempo tuvo
compasión
We
talked with
each other
about each
other
Though neither
of us spoke –
+
We were too
engrossed with
the Second’s Races
And the Hoofs of
the Clock –
Pausing in front
+
of our Sentenced
Faces
Time’s Decision
shook –
Arks of Reprieve
he opened
to us –
Ararats –
we took –
+
were
listening
to the
+ Foundering
Faces
Time compass
sion took
Poema en sobre A351/352
La Sociedad para mí
mi miseria
desde el Obsequio de
Ti –
O Fama erecta
el sitio de ella sin Ciudadela –
Society for me
my misery
since Gift of
Thee –
Or Fame erect
her site less Citadel –
Poema en sobre A514
Alumbrar, y
luego volver –
To light, and
then return –
El día de los perros
Maniobrando estábamos atrás de los paraísos
cuando escuchamos los primeros ladridos,
un perro venía corriendo y atrás dos más,
los ladridos se multiplicaron sin pausa
cantidades de perros empezaban a pasar
corriendo sin prestarnos atención
una presa más lejana perseguían,
nos atravesaban, nos subimos
al acopladito para protegernos,
desde arriba se vio el campo cubierto
de esta invasión, hasta el horizonte,
corriendo en tropel, ladrando con frenesí,
flotábamos en un mar de perros,
ensordecían el aire, había que gritar para hablar,
algunos caían arriba
descuartizados y muertos,
los teníamos que tirar fuera
porque nos invadían los pedazos
explotados y chocados contra el acopladito,
de a poco empezaron a menguar
hasta que sólo se vio algún perro
medio desorientado atravesar el arenal…
La casa de mami
Una casa blanca
soleada y amplia
con grandes ventanales
en los cuatro costados
que dan a un jardín propio.
A pleno entra el sol
y las brisas la atraviesan.
Ventanales grandes
con cortinas blancas y suave
que al menor suspiro inflan
las velas y la casa vuela.
Una casa blanca, amplia y soleada
con ventanas en los cuatro costados
que dan a un jardín propio.
A pleno entra el sol y las brisas la cruzan.
Ventanales grandes
con cortinas blancas y suaves
que al menor suspiro
inflan las velas y la casa vuela.
Una casa blanca.
Spray
Tenemos muchas palabras
para designar a la lluvia,
en español y en rioplatense,
pero hay una muy fina,
que casi no cae y se mantiene
suspendida en el aire,
es una especie de spray, a esa
nunca pude encontrarle palabra.
El spray denso de esta mañana
borronea todos los objetos
que tratan de avisar
que hoy es domingo.
De manera que nos hallamos
ante un ningún día.
Afuera los de la calle deambulan
buscando un toldo para pasar la tarde.
Acá adentro tengo de todo y en orden,
y sin embargo busco un error, una falla,
algo para hacer entre medio de los mates.
Abuelo, tripas y collares
Cansado de ver fotos geniales
en todas las pantallas, cierro los ojos:
veo al abuelo caminando despacio
por el caminito de ladrillos musgosos
hacia el baño de afuera, lo sigo, mete
un alambre doblado en una punta
en el pozo del inodoro, saca
unas tripas largas de pollo
y las guarda adentro de una bolsa,
repite la operación varias veces
diciendo, todas estas vísceras
son para mí. Casi llena la bolsa cuando
de repente, saca un collar de piedras
preciosas, y con una parsimonia
más de gestos que de palabras
me dice, estos collares son para vos
para que los aproveches cuando seas grande.
El endecasílabo más corto del mundo
14414
Soneto mudo
( )
[ ]
[ ]
( )
[ ]
( )
( )
[ ]
{ }
– –
{ }
– –
{ }
– –
Superación de la soledad
Mi perro estaba encerrado en casa.
Los vecinos de enfrente también tenían uno
encerrado en su casa.
Los dos perros se ladraban a través de dos puertas.
Se podían escuchar, y a veces se encontraban en el pasillo.
Eran perro y perra pero no se aparearon.
Todos sabemos que a los perros les gusta revolcarse juntos,
pero estos dos no eran amigos,
se podría decir que la hostilidad era
más fuerte que la amistad,
mucho mejor para superar la soledad.
Esto terminó cuando el perro de ellos se murió,
pero mi perro igual le seguía ladrando,
un enemigo imaginario es mejor que uno real
para superar la soledad.
Este paisaje
Vivimos demasiado alto,
a veces veo águilas planeando afuera.
Paralelo al edificio, en un momento muy cerca
un ojo de águila penetró en la habitación
y las luces del techo se encendieron de repente.
La ubicación del edificio no cambia.
Es el águila que gira, dando vueltas
confirma algo con el otro ojo.
Por la tarde, a la luz del día
el niño gatea despreocupado por el suelo.
El águila se esconde en el cielo oscuro y profundo
como la sombra de una nube.
No es por el águila
pero la noche puede caer en cualquier momento,
será mejor que cierre la ventana.
Notas de la funeraria
Estuve ahí muchas veces
pero no puedo escribirlo bien,
hay una evasión en el corazón,
no es miedo ni tristeza
simplemente aburrimiento.
Todo se vuelve sin sentido.
Todo es mármol
pegado en la pared o colocado en el suelo.
Todo solemne y lamentable.
No hay nada en todo.
Todo lo que se ve no es en sí mismo.
Cuando bajaba las escaleras llorando
me crucé con una mujer llorando,
nos miramos entre lágrimas,
pareció algo muy afectuoso
pero no fue más que un malentendido.
Me dio un pañuelo – ¡eso fue demasiado!
En el pañuelo no había pañuelo
solo cenizas de la verdad.
* Poemas pertenecientes al libro Lupa de la inmersión (2023), publicado por Caleta Olivia.
Aprendiz de sirena
aprendí a acomodar el cuerpo
para que a lo lejos
y con la bruma del mar
pareciera atractivo
logré esconder por un tiempo
las garras, los colmillos, los cuernos
enredé las piernas con fuerza
pasé del calambre al dolor
del dolor al entumecimiento
supe modular la voz de tal manera
que atraje de todo:
marineros,
embarcaciones pesqueras,
residuos plásticos,
especies marinas que los científicos habían declarado extintas
habiendo convencido a todo el mundo
comencé a preguntarme
¿para qué canté?
Juzga menos, acepta más
Prohibido juzgar a los plátanos del mercado por su apariencia un poco menos amarilla que la de sus semejantes o por esas formaciones suavecitas que delatan la magulladura de su pasado. Prohibido juzgar a los señores que esgarran en la calle, a las señoras que le dicen a su hija ya estás muy gorda, ten cuidado. A los que se cuelan en la fila. A los que te invitan a salir y luego se desentienden. Prohibido juzgar la cantidad de aire que traen las bolsas de Sabritas o la estrategia nacional para fomentar el turismo y a los trenes que atraviesan las selvas. Prohibido juzgar por su sabor ácido al jamón que lleva más de una semana en el refrigerador. Los orificios en los calcetines ajenos. Los pelos en el jabón. El modo casi gracioso en que tu tía se pinta las cejas y que le deja un gesto de estar enojada para siempre. Pero decir casi gracioso es juzgar, así que prohibido. Prohibido también que una mano se entere de lo que dio la otra. Los chistes son, a fin de cuentas, la puesta en evidencia del absurdo y eso también es una forma de juzgar así que prohibido.
Retiro espiritual
de preferencia había que llorar
después de la confesión
pero no era un requisito
escuchábamos canciones
que nunca pasaban en la radio
“nadie te ama como yo”
decía un cantante a título de dios
dos mil años de culpa
cayendo sobre veinte adolescentes
una aritmética que no admitía divisiones
todos habíamos mentido
algunos habían probado drogas
muchas nos acostábamos con nuestros novios
pero matar a Dios
es un delito que no prescribe
cada pecado que cometes, nos dijeron:
si no quieres estudiar geografía
si miras con lujuria al chico de tercero be
si dices que vas al cine pero vas a una fiesta
si no te duermes temprano
si deslizas la mano debajo de tu ropa
si piensas con deseo en el de tercero be
si mano y deseo caballos desbocados
si inventas escenarios con desesperación
si por tres segundos o cinco
darías un dedo para acortar las distancias entre tu casa y la del de tercero
después ya no, por fortuna
el de tercero lejos
las falanges en su sitio
cada pecado que cometes, dijeron, es una espina
una herida al señor nuestro dios
le llamábamos retiro a esas ocasiones de encierro
breves ensayos del infierno
en que éramos aislados del mundo
escuela del arrepentimiento
entrenamiento de la resignación
fortalecimiento del sosiego
Análisis
“Tomando en cuenta que es usted la soñante”
me dice
como quien ostenta la fotografía
de una evidencia dactilar
ambos sabemos que es mía
la mano que me sujeta el talón
tomando en cuenta que yo soy la soñante
y bailo conmigo
sin poder zafarme
de una coreografía de mi invención
tomando en cuenta mi carácter de espectadora indignada
por el ridículo de la puesta en escena
donde soy primera actriz y personaje secundario
en el teatro que construí
y que sostengo la lata vacía de gasolina
y el fósforo que dejé caer
como quien no quiere la cosa
sobre el telón de terciopelo
que tardé tantísimas noches en costurar.
“tomando en cuenta que es usted la soñante”
repite
como si en mis manos estuviera
la palanca que detiene el mecanismo
Desiré
¿Qué tanto del deseo habita
en la palabra deseo?
Ana Martins Marques
(Trad. Sergio Ernesto Ríos)
Mi madre planeaba otro nombre para mí
no se lo permitieron
Yo iba a ser Desiré
pero una hermana suya le dijo
ese nombre es colocarla demasiado cerca de la carne
peligrosamente próxima al pecado
así que mi madre guardó el nombre y el deseo
los reservó para su siguiente parto
a mí me quedó un nombre extraño que eligió mi abuela
me quedó también la posibilidad del deseo
que no llega a concretarse
la potencia del anhelo.
Gallina cronos
Hay que temer a la gallina que destroza sus huevos
decía mi abuela
era una advertencia sobre lo irreversible de transgredir
la osadía de ir contra natura
no hay más remedio, nos decía
una vez que la catástrofe del pico horadando el cascarón
una vez que la viscosa desobediencia por todos lados.
Ni que le cortes el pico
el cuchillo
la olla con agua hirviendo
como único destino posible para ese animal
No te comerás el fruto de tu vientre, gallina cronos
emplumado ser
en autosustentable solipsismo.
No sé por qué creo que el pasado existe todavía
en alguna parte y que el futuro no existe en
ninguna.
Antonio Deltoro
Como dijo Elsa Cross a los pocos días de la muerte de David Huerta, nunca, ni en mis más oscuras pesadillas, imaginé que iba a estar algún día en una situación como ésta: recordar a David después de su muerte. Su partida no alcanza a cobrar existencia para mí. Eso pasa cuando el amor, la admiración, la prolongada compañía o las tres cosas lo impiden. No quiero hacer la evaluación del crítico literario. David ha estado en mi casa todo este tiempo. Apenas podré platicar de modo deshilachado en torno a algunas imágenes que me han estado rondando desde el pasado 3 de octubre. Son apuntes y recuerdos.
La fecha más remota es 1972, hace 51 años, cuando llega a mis manos El jardín de la luz y lo leo en una tarde. Es hijo de Efraín, está en la Facultad. Lo conocen los de la generación de arriba. Yo lo veo pasar por el aeropuerto. Sé quién es pero él no me conoce. Ernesto Mejía Sánchez me dice un día: “¿Usted es David Huerta, verdad?” Los amigos comunes me dicen que vive David con Paloma Villegas; también a ella la veo en los pasillos de la facultad. Ambos escriben en el suplemento de Siempre!, el mejor del país, muy lejos de nosotros.
En julio de 1975, Coral y yo entramos a una oficina que emitía credenciales de estudiante en el Boulevard Saint Michelle, en París. Nos pusimos en la cola con nuestra credencial de la UNAM en la mano. Al llegar al mostrador veo a Paloma, a quien nunca había saludado, y le pregunto: “Tú eres Paloma, ¿verdad?” David, que iba con ella, se voltea hacia Coral, a quien nunca había visto, y le dice: “Tú eres Coral”, luego voltea hacia mí y me comenta: “Ayer leí tu poema”. (Se refería a un poema recién publicado en México que David ya había leído.) Comimos algo y hablamos un rato. Quedamos de ir juntos al día siguiente a una gigantesca exposición de Max Ernst. Enorme, eterna, la vimos toda lado a lado, poco a poco, tela por tela, escultura por escultura, locura por locura. Nos despedimos, alucinados por las horas pasadas casi en trance viendo obras de Ernst.
*
Recuerdo su alegría en una fiesta al poco tiempo, porque ese día había firmado contrato con Era para la publicación de Cuaderno de noviembre. Entonces yo no lo había leído y no sabía lo que ese libro iba a significar para mí y para muchos. Y menos sabíamos ninguno de los dos cuál iba a ser mi papel en Era, años más tarde.
Murió Davo y muchas palabras se irán con él para siempre; palabras con formas raras —“estileras”, decía él—; palabras con picos, con colores terrosos, con sonidos agudos, con chirridos. Palabras sabias, datos precisos, regalos. David necesitaba dar regalos. Cuando le gustaba especialmente un libro iba y compraba cinco, siete, diez ejemplares, si podía, y los iba regalando a la gente que tenía a su alrededor. Con ese ánimo, a lo largo de años, recorrió el país hasta el último rincón e introdujo a cientos de jóvenes a la lectura atenta y al disfrute de la poesía. Creo que se puede afirmar que nadie, ningún gobierno, ninguna institución ni persona en el siglo XX y en lo que va del XXI hizo tanto por contagiar el gusto por la poesía como David.
Desde mediados de los setenta nos veíamos casi a diario; comíamos, cenábamos en La Veiga, escuchábamos el rock que iba saliendo. David decía que el rock era inabarcable como la filatelia; sin embargo, él siempre parecía estar al día y haberlo escuchado todo. Sabía los nombres y las vistosas vidas privadas de todos los rockeros. Compartíamos libros, viajábamos, teníamos lecturas de poesía juntos por todos lados, hablábamos sin fin durante noches enteras. Él nos llevó a casa de su hermana Andrea y Eduardo Lizalde, y muchas noches cenamos y escuchamos música con ellos hasta las altas horas. Cuando David tuvo la beca Guggenheim, la dedicó entera a comer con sus amigos. Hablábamos por teléfono todo el tiempo, siempre sabíamos dónde estaba el otro. Cuando nos fuimos a Maryland, él vino detrás nuestro como profesor visitante y se quedó en la casa, como familia. Yo le cocinaba. Él estaba allí, dormido, cuando un día a las dos de la mañana Coral y yo nos fuimos al hospital a que naciese Lorena. David fue su primera visita en el hospital.
Treinta y tantos años después, él mismo ofició la boda pagano-literaria de Lorena en la casa de Era, con su ejemplar de la primera edición de las obras de Góngora en la mano, a manera de libro sagrado. Nada más sagrado para alguien que vivió la poesía como pasión de vida, como una celebración religiosa del gozo de la palabra.
Cuando entré a trabajar al Fondo de Cultura Económica, en 1977, David era parte del elenco del edificio. Se llevaba con todo el personal de nombre propio y conocía sus aflicciones y alegrías. Una, dos, tres veces por semana cruzaba por mi oficina, se sentaba, se quedaba a fumar (todos fumábamos). Ahí aprendimos a hablar el uno con el otro. Como el mejor prestidigitador siempre tenía una cita, una anécdota, una palabra, una canción, un poema o sacaba, de plano, un conejo del sombrero. David afirmaba que el truco está en saber conducir la conversación hacia las lecturas recientes. Salíamos juntos en busca de Coral para ir a comer.
David está asociado para mí desde siempre —es decir, desde hace medio siglo— al baile, a la travesura, a Lezama Lima, a las noches largas, a la pasión desbordada por el hallazgo, a la complicidad, al saber, a la novela policiaca, al cine, al pasmo ante algunas joyas literarias encontradas en Tom Waits o en el propio Góngora. “Nadie sabe más cosas inútiles que yo”, me dijo un día.
Hace años, en medio de una reunión, soltó la sentencia que atribuía a algún personaje oscuro: “La poesía se divide en dos: la romántica y la modernista. La romántica es la de amor, y la modernista, la que no se entiende”. Poco antes de su muerte le repetí la sentencia; le dio mucha risa y creyó que era mía. Lo desmentí. “Es tuya, Davo”. No se acordaba. David era un duende chocarrero. Él me había regalado esa frase y la había borrado ya de su memoria.
*
Eran los tiempos en que escribía Incurable —entonces llamado Caldo— en cientos de impecables y apretadas cuartillas de papel revolución. Decía que el libro iba a pasar a la historia de la mecanografía mexicana.
Él y Coral leyeron juntos decenas de veces por todo el país. Ella, de Peces de piel fugaz (1977) y El ser que va a morir (1981); él, de Caldo. Vivió siempre en estado de creatividad total, como Vicente Rojo, a quien ambos admirábamos, amábamos y respetábamos como un hombre de rara perfección.
En una de esas largas noches de rock y baile en la calle de Magnolias, hacia 1977, David ponía obsesivamente un disco, o más bien una larga canción del lado B de un disco: “Get up, stand up, stand up for your rights”, cantaba alguien. ¿Quién? Bob Marley and The Wailers, gritaba Davo, saltando y bailando en medio del escándalo. ¿Quién? Bob Marley and The Wailers, pero al rato había vuelto a olvidarlo. Era el disco Live!, grabado en Londres en 1976. Nadie sabía quién era Marley entonces.
Cuando salió Google Earth, en la imagen del Parque San Lorenzo que allí aparecía, se veía a David parado en el balcón del mismo departamento de Magnolias, mirando hacia los árboles del parque. Allí está, allí sigue, congelado por la tecnología como un recuerdo íntimo y colectivo que vibra en el aire cibernético de la ciudad.
*
En Huellas del civilizado (1977), él mismo parece recordar la época de El jardín de la luz:
estuve aquí o allá no sé
perdí los anteojos los rompí
qué sé yo (carajo)
a la orilla de un cristal anochecido
escupiendo los dientes
saturado el pecho de signos lunares
perfectamente borracho
y escribiendo poemas sobre la Luz, la Tarde
el Agua el Tiempo como si todo eso
fuera materia de celebración o contemplación
Entre ambos libros salió Cuaderno de noviembre (1976), un volumen que dejó definitivamente de hablar de la luz, de la tarde, del agua y del tiempo, y abre el caudal de una obra que se extiende incesante, sin fisuras, hasta el día de su muerte.
Cuaderno de noviembre me hace pensar a veces en Relación de los hechos (1967), de José Carlos Becerra. Becerra y David tenían más o menos la misma edad (29 y 27 años, respectivamente) cuando aparecieron en Era sus respectivos libros. Ambos son textos radicales que trastocan las ideas de poesía en circulación. Tanto Incurable (1987) como El otoño recorre las islas (1973) han tenido larga vida editorial, lectores y reimpresiones a lo largo de las décadas. Algo aparentemente inexplicable para dos compendios tan exigentes con el lector.
Estas líneas se han detenido en unos cuantos granos de arena del interminable Sahara que es la obra de David: igual y cambiante como el mar, eterna e inconfundible como las cantatas de Bach.
Como Lezama, que de Muerte de Narciso (1937) a Fragmentos a su imán (1978) se expresó con una voz única, David, a partir de Cuaderno de noviembre hasta El viento en el andén (2022), su último libro, se expresó con una voz que no se parecía a ninguna en nuestra poesía. Como los grandes compositores y los grandes intérpretes, su música y su instrumento tendrán siempre un sonido inconfundible.
* Palabras leídas el 14 de febrero de 2023 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Courtney Love
novios rubios y bajitos, callosidades en el talento visible.
los tutores de nadie señalan diversos rasgos, aunque ya
no hacen más comentarios acerca de cuerpos infantiles.
artistas o fantasmas breves de cintura, ella ha dejado el
tema
porque nadie espera a niñas que dicen mentiras vistosas
mentiras que se vuelven la única opción de ir a espacios
públicos
o la única verdad posible durante la sesión con la doctora
Smitherson
:
dice que nadie la obliga a un carajo pero
recuerda el Olimpia y después dice Aberdeen como decir
cuerpo de agua dulce o mar de galilea
decir una estrella de rock que gime luz
y se interna en los mantos freáticos de la audiencia
una de nosotras fue al frente en aquella guerra a patadas
regresó desde el sol de zapatillas Emily —aunque no ilesa
y nos dijo
que al final del arcoíris de leña no había más roadies más
músicos insolentes
más terapias largas de conversión al trabajo remunerado
más patanes con playeras en que se promueve la muerte
de las ideas
cada vez que ella se cuelga la guitarra los barbudos temen
—prefieren torso sudoroso, menos tetas de azafrán o labios
pintados en los que nunca ocurrió
cada vez que vuelve a gritar salvaja
se abre la veda del odio,
sitios como Malibú, Londres, Las Vegas o Mexicali
salas de ensayo donde aprendió a dejarse ir llevando púas
en lugar de encaje
vestidos de abuela triste de quince años
un río de plata cruje en su garganta, pero nadie se oculta en
la lluvia
durante el sexo oral
Adultos
me emocioné con un desnudo en primera persona, hace tiempo que
era la misma catedral, pero desdibujada en palabras de nuestro chico
la respuesta favorita del hermano que llevo al anverso del collar azul
de un pueblo santo es: mira tus manos colgar de los muebles, mira tus
zapatos altos, mira tu perrito falso
la piel al calce parece la misma anotación, ciertos relatos porque un día
nos invitaron a derretirnos juntos al recordar los últimos cinturonazos:
en aquella ocasión fui el ganador
:
mi padre vestía grandes y plateadas hebillas
no recuerdo la parte inicial de la súplica, la llaga del velo del paladar que
se contrae cual si no existieran telones recamados en payasos de shantú
los adultos inventaron la infancia
porque aman romper cosas delgadas
o un grito desde el pozo de la impotencia
que aterriza junto a camas pequeñas
los adultos llevaron perros al espacio, pero también
ciencias blandas como la pedagogía.
investigaron a fondo los miedos que venían en el paquete
además, inventaron otros
más robustos
menos explicación en el patio
en control de las opiniones que dejan poco espacio para pensar
y les dieron de comer
hasta crecerles escupideras
en las palabras del cuerpo
Poemas para el chico de las trivias, Donnie Smith
I really do have love to give!
I just don’t know where to put it!
la reserva natural de la memoria
abre sus puertas para el fracaso infantil
:
litros de tecnología contextual aquella barra
de imágenes y diagramas
pie de figura el ocio pero que no te llamen
porque
eres el cimiento de un ábaco de dientes
*
– que venga el chico y nos hable del partido de los yankees
Quiz Kid se mueve desesperado de amar
entre el patetismo y la búsqueda
se pone el casco invisible de la explotación,
se encuentra en sintonía
para un nuevo fracaso
– que venga el chico y nos hable de perderlo todo
*
maldito adonis con brackets, esta es tu oración
:
caigo en tus brazos de ciertas horas de gimnasio
estos son los peldaños de la sangre en mi rostro
la escalera del anhelo que me escupe hacia arriba
Versiones al español de Martha Mega
Póquer
I
Hay algunos errores
pronto no tendré nada que morder
en tu cuello
todas las olas del sur
no van a ayudarte
aunque hayas rezado
aunque se lo hayas contado a cada una de las algas
El caparazón debe ser comido
crudo crudo
nacido apenas
porque bajo este sol divino
todas las cosas se rostizan.
II
Moi, je m’en fous des poètes, Christine.
Ahora como ensaladas.
Si viene alguien,
no debe entrar mientras duermo.
Tú también lo sabes, Christine,
la que vino de lejos.
Vuelvo a decirte,
cierra la puerta
este hedor a comida
va a llenar todo el departamento.
III
Oh billy loo billy loo
siempre negaste
haber dormido con otro
al final billy loo
hablaremos de eso
pero no ahora
ahora necesito paz billy loo
Me senté en El Club del Tranvía
el tren de mis sueños
pensé que de hecho
no necesitaría los boletos
por qué los llevo entonces
por qué
También pensé:
qué tal que chocamos
con este tren El Club del Tranvía
Llevar o no llevar los boletos
este es el dilema billy loo
Ya limpié el plato con el pan
y lo alcé hacia la luz de Dios
impecable y desnudo como el hueso
ponlo en la alacena billy loo en la alacena
Devoré todo
así el pan como mi propia vida.
IV
Estás aquí de nuevo maldito viento seco
con la saliva de todos los veranos
cuando yacíamos sobre la piedra caliente
y cerca Piero navegaba en su barco
Loreley lili loreley
dijo el mago
y olvidó
por eso también juego póquer
Por eso también juego póquer
a pesar de que escucho la voz
de las lejanas cuerdas del tendedero
cuando secábamos las sábanas en la calle
Tendremos que tumbar la higuera
dijo mi madre una mañana
reclinada sobre el ventanal
comenzaba a cantar nuestra vieja canción
V
Sublime madre del mar
todavía fluye
pero él no conoce la crueldad de ella Señora
ni tiene un presentimiento
sobre por qué las aves vuelan tan profundo a la montaña
por la ribera sólo por la ribera
no mirará alrededor nunca más
tristes son estas viejas canciones Señora
Su trompeta tampoco
desprende la luz blanca de las paredes
así que vaya desate a su animal
y sienta orgullo
orgullo a lo largo de toda la Cale Dei Martirie
por la noche todo será distinto
por la noche cuando el último rastro
blanco abandone mi pared
el último rastro blanco Señora
Así se fue toda mi juventud
luego una mañana la ceremonia
ella gritó por la ventana
sto qua xe l’suo fio Mario
VI
El hombre está obligado a ser
sano fuerte y sabio
oh mi padre
como si yo fuera tu tataranieto
y el mar
con su caliente y promiscuo aroma
en abril cuando despierta
y en junio cuando el mistral,
el viento más propicio, llega
comandano lori de montagna
dijo el viejo pescador
cierto
vienen deprisa como langostas en domingo
y sumergen las piernas en él
piernas en él
piernas en él
cada domingo las piernas en él
marinai dell’acqua dolce
bonazza suave y tibia bonazza
el viejo del palangre está muerto
y Piero tu barco
y siora Pesaro
quien no soportaba el aceite de boquerón
el mundo estará ebrio por alguien más
el mundo estará ebrio por alguien más
VII
Los peces nadan delante o muy adentro del océano
Más allá de las colinas es como aquí
quiero decir plano, sin veranos
peces en el agua, aves en el aire
y piedras en el camino.
Vi Niniche desde lejos
cuando ya muerto
dijeron está saliendo el sol
cosa que no creo
increíbles pulcros son los jilgueros
la amapola y la sensación del amarillo
pero si arrancas un ombligo con los dientes
escúpelo
VIII
Fragmentos, sólo fragmentos
me hundo en la nieve
palas en la tierra
en los caminos
en el pasto y las montañas
Entierra bajo lava
las islas de la memoria
pisotea a los pájaros cansados
porque viento que vuelve vuelve muerto
y la piedra que bebió levedad no recuerda
que un río corre hasta el mar es una mentira
una mentira las hojas cuando se cansan del sol
caen al suelo
el sol es un impostor
un engaño que fundes con otros cuerpos
todas las cosas caen en el espacio vacío y muerto
Cómo es perforar el acero
Cómo es perforar el acero
IX
No volaré ninguna oreja de un disparo para recordar
no quebraré al tiempo en dos
sin zorzales decantados para el vino
el acoso de fragmentos
astutas disposiciones fiscales en pequeñas tablillas
el moho invade nuestro parquet
el tiempo bebe
nosotros no
el tiempo adhiere sangre al papel tapiz
hace que el suelo gotee
lo despliega en el espacio
hirtus hirsuto
hippotoxotae arqueros a caballo
aquí pastaban bestias salvajes
aquí pastaban bestias salvajes
jugaban cartas por un lugar donde dormir.
X
Te quedaste de pie en el comedor
montañas que giran, caminos y el cielo entre tus dedos
demasiado duro para la nostalgia
muy blando para la muerte
la piedra permanece
permanecen los rastros
estirado sobre tu espalda
juegas con los pies Simónides
en vano amaste al viento
de la arena
de la arena él vendrá
el profeta del mundo
la lengua tragada de la eternidad
pende de su ombligo
llevando el pulso como el péndulo de un reloj
redimido de los vivos
cerrado para la esencia de las cosas
parce mihi domine quia Dalmata sum
cristiano o marinero
éste locamente enamorado de Dios
éste enojado con los muslos blancos de mujer
violetas oh violetas
la memoria bebe viento
el barco sobre su costado
madera pudriéndose
y largos largos aullidos de sirenas
Montanara
Montanara
Honguitos
I
Hacía un calor inmenso
debo decirles
Caminábamos en un rebaño como ganado
algunos devotos
algunos no tanto
como pasa en las fantasías de cada quien
Deberían poner un taxi aquí
la gorda teutona se desvanece
TÁCITAMENTE
me encanta la solemnidad de este tipo
Hacía un calor inmenso
debo decirles
Por doscientas liras Sonny maneja una carroza sin rumbo
c’est quand même drôle tout
y San Francisco aparece con sus pájaros
sale de la lata y la cierra
poverello con suoi occhi ingenui
impresionante cómo me gusta
esta última etapa constructiva
de la historia de Europa
Hacía un calor inmenso
debo decirles
II
Así son las cosas
lo mejor de todo son los honguitos
honguitos en la sopa
nada nada nada nada
piiuuuuu un honguito
un perejil verde en esmoquin
luego oscuridad por mucho mucho tiempo
luego corren a buscar un limpiador
responsable de todo
nada nada nada nada
piiuuuuu un honguito más
saludable aun así
excepto que la sangre no es de la mejor calidad
se recuperó de la hepatitis
Pesados, son pesados estos honguitos
pesados Madre Santísima de Dios!
III
Erradicaremos los zapatos de goma
porque ya no los tenemos más
y la muerte y las moscas
sin sus puertos en orden
Erradicaremos algunos números tontos
para que comencemos al fin a respirar
y contar libremente
uno dos tres diecisiete
Erradicaremos todas las palabras
cinco letras o menos
porque está tan claro
estas palabras sólo ruedan
y las cordilleras
Erradicaremos círculo
porque tenemos cuadrado
porque por qué debería el hombre tener
una pierna como ésta
y un segundo como éste
y la tarde
porque el sol se pone
Erradicaremos el bazo
porque qué debemos hacer con el bazo
cuando tenemos hígado pulmones
y demasiadas cosas de estas
y Sicilia
porque es un fenómeno llanamente patológico
el linóleo
porque no sabe dónde queda Baku
y las sudaderas porque nos las quitamos por encima de la cabeza
Erradicaremos respirar
porque apesta
porque apesta
porque apesta
y el cáñamo
porque lino y cáñamo
suena demasiado raro
Erradicaremos cielo
y valle porque empieza con V
sólo mírala
cómo se equilibra en una pierna
y bosteza hacia arriba
y, finalmente, el tiempo
y la pulcritud
porque toda pulcritud se ensucia
y entonces qué, entonces qué
IV
Sin ti letra P el mundo se va al infierno
pomelo pedigrí política
alguna vez has visto a un perico sin la letra P
o a un plomero, o a Pensilvania
sin la letra P todavía tenemos
algo de bálsamo aguamarino para extender y sobar
pero todas las cosas se apoyan sobre una plancha
veamos el lío
que se arma en geografía
caminas por el mundo y vienes a la Patagonia
te detienes frente a un hoyo negro
ni siquiera hay un palo
para recargarte en él
prepatagónico y pospatagónico
lo entiendes en un instante y dices HAZ
o incluso el Haz cae dentro del hoyo
porque no hay planchas
nunca comes a la carta
pero siempre masticas el menú
quieres ir a dormir pero sólo bostezas
pero bostezas desnudo porque no tienes piyamas
así es como se fomenta la fornicación
así es como se fomenta la fornicación
plenipotenciario partículas tiempos prepastoreo
Eclipse
Retiro la piedra
—la había hundido en la noche con mi mano helada, la puse
en la pequeña mesa del balcón para que reciba sus señales
pero ahora la retiro, leí
que no conviene, ni tampoco hacer celebraciones,
ni actuar como si nada, ni poner a cargar el tarot,
nadie conoce su verdadera edad,
cuán cerca está del día
en que será menos joven que nunca.
Una noche en el morro
mientras los monos se colgaban entre sí,
también retiré de la noche
la suerte que había decidido poner al servicio
de fuerzas mayores.
Titubea mi pulso débil;
es tarde para esas cosas y para todas
las que configuran un destino,
se llega tarde del todo, siempre,
cuando no se ha llegado a tiempo,
pero la luna y sus mares
su robusta indiferencia
también tiemblan.
Por qué entro en las iglesias
Por el silencio, y contra nadie,
por el silencio húmedo de las iglesias
y sus mosaicos,
por lo que las iglesias le hacen a la luz,
cómo la dulcifican y la tiñen y la devuelven
al lugar del que proviene
por lo que esa luz, antes de irse,
transforma en las estatuas,
en las figuras esmaltadas
y sus manos perfectas
por la perfección, además,
de los confesionarios
en los que nunca me arrodillo
aunque las primeras muecas de la fe
como las del terror
jamás nos abandonen.
Porque en medio de la ciudad
y del ruido
hay silencio,
y porque el silencio es húmedo
y esmaltado
porque casi siempre estoy sola
en las iglesias
donde hasta las flores que se pudren
son hermosas
y porque no entro
con la mirada lacia
de los que van de visita.
Falso banano
Miren lo que hacen las hojas
de este falso banano
a mi derecha:
sus contorsiones,
sus espectáculos en las sombras.
Largas uñas morenas
como avergonzadas
de aquello en lo que están
a punto de convertirse,
aquello
que pronto va a revelarlas
y no quisieran;
ahora más bien preferirían
no dárselo a nadie,
quedárselo
en una esquina del jardín
la más remota
la más serena
la esquina
por la que se escurre el agua
que ninguna de las demás plantas
se quiso quedar.
* Poemas pertenecientes al libro Emociones lentas, a coeditarse próximamente por Ediciones Antílope y la UANL.
