Textos

(Aquí puedes leer la entrevista que Yanko González le hizo a Jorge Polanco.)

Se dice —y la poeta argentina Tamara Kamenszain recordó alguna vez esta idea— que existe un dualismo entre la poesía y la filosofía. Un dualismo que descansa en que la poesía posee pero no conoce y la filosofía conoce pero no posee lo que conoce. Tan sugerente dicotomía se craquela constantemente en este libro de Jorge Polanco (Valparaíso, Chile, 1977). Un libro que no es una anomalía en la producción del autor, pues he constatado con cierto júbilo que es un escritor indisciplinado, inquieto y desafiante en cuestión de géneros —se podría decir un “des-generado” literariamente hablando, aunque no suene del todo elegante—. O mejor, un indócil a las fronteras escriturales. Decía que no es un libro necesariamente anómalo (pero sí, al menos, multisituado) que cambia de sitio, de voz y de trazo, si atendemos también a las ilustraciones que lo acompañan. La prosa de Jorge ya la conocía, pues me obsequió hace tiempo un libro que aquí aprovecho para recomendar muy y mucho, titulado Cortes de escena (2018), libro que, transitando en horizontal, va dejando estelas, “instantáneas” de poesía y pensamiento por donde va pisando con sus breves párrafos. En Paisajes de la capitanía general (2022), sin embargo, se ensancha la prosa y abre un paréntesis de delicadas crónicas para cobijar, en medio, espejismos de lo que podríamos llamar docuficción, teñida de variados ensueños y reflexiones tan ácidas como hilarantes. Pero que no haya equívoco: la cabaña que construye con esos paréntesis es tan valiosa como lo que contiene, pues se plantea como principio y axioma el no castigar a la crónica con cualquier presente. Así, los primeros tabiques contenidos en la sección que abre los fuegos (titulada “Familia militar”), aunque apuntalados con madera autobiográfica, no se solazan en el “sí mismo”, en ese mucho yo que hace estragos, sino en lo que ese yo, esa bios, pudo capturar en relación con los microdisciplinamientos, literales y atmosféricos, diseminados en el mundo urbano-popular por una cotidianeidad regimentada. Dicha cotidianeidad proviene no sólo de los húsares y sus tropelías sino de esa autocracia propia e impune, capaz de transformar una clase de filosofía en una interminable tiranía. Son crónicas con vocación de registrar lo “efímero que permanece” y que, por lo mismo, se detienen en esquinas de baja luminosidad, en obras y autores —como lo hará decididamente la última parte del libro— nublados por la memoria oficial, como Ariel Santibáñez, poeta del grupo Tebaida —hermano del derrotado entrenador de la selección nacional de fútbol—, asesinado y desaparecido por la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA); el director de orquesta Claudio Abbado o aquel olvidado documental de Alejandro Segovia, Un verano feliz, producido por la Central Única de Trabajadores, sobre el turismo social y los veraneos populares en tiempos de Salvador Allende. La sutileza estriba en que el registro epocal no nos obliga a un presente; nos lo sugiere: esa es la pátina que le permite adherir, retener lo evanescente, lo etéreo. Mejor y más lucidamente lo dice el propio Jorge: “Las imágenes se van, pero dejan un color”.

Al interior de esta cabaña de paréntesis aparece, decíamos, la sección “Paisajes”, una serie de espejismos docuficcionales que arrojan al libro de manera decidida al cuento, al “relato de imaginación”, a la dramaturgia mental, pero sacudido intermitentemente por la “real realidad” a través de pinchazos vivenciales, cavilantes o de ironía crítica y, por momentos, desopilantes. En el zaguán de esta sección nos espera “Agua de insomnio”, quizás uno de los relatos más concentrados y finos del conjunto que, acompañado de John Berger, no sólo sitúa las ilustraciones de Jorge que acoplan su libro, sino que también solfea tenues y profundas notas sobre la escritura como hecho visual y reflexivo: “la página entera cambió en respuesta a lo que había pintado, al igual que cambia el agua de un acuario en el momento en que metes un pez”, dice Berger. “Ésta es también la experiencia del poema al introducir o restar una palabra, por eso se puede seguir infinitamente. La corrección es sólo un descanso”, apostilla Jorge. Contiguo, y casi en el living del libro, surge el notable relato múltiple “9 estilos de filosofía de la natación” sobre el homo academicus, las letanías literatosas, las imposturas políticas e hiperespecializadas; todo batido en nuestro paisaje artístico-cultural, donde se ha “quinchamalizado la política” y el “postestructuralismo no es más que folklore francés”. Lo interesante aquí es que, sin buscarlo, sólo evocando detalles y microscopías socioliterarias, Polanco deja rondando, a mi juicio, la idea de que la mala filosofía, como la mala poesía, nos demuestra que se puede ser tonto de un modo no sólo refinado sino increíblemente complejo. Los “9 estilos…” se acompañan perfectamente por “Referencias críticas”, un relato angulado sobre el campo literario, pero más concentrado en sus sospechosas y ampulosas estructuras que en sus gestos y prácticas mínimas, como diciéndonos que finalmente se trata de una comedia —y que, como toda comedia, sucede en el suelo y no en el cielo—. En esta dirección se sospecha que el relato es, también, una metáfora de la abdicación: pareciera que todo intento por entender o aprehender el hecho literario es como querer agarrar un alfiler con guantes de box.

Paisajes de la capitanía general cierra con una sección poderosa desde el punto de vista territorial, titulada “Actores secundarios”, donde retoma la crónica pero acentuando lo afectivo-testimonial para adentrarse en algunas vidas, especialmente literarias, acaecidas en Valparaíso y en el sur de Chile. Aunque se deslizan, íntimos, algunos retratos “de memoria” muy logrados, el de mayor desarrollo y hendidura es el dedicado a Ximena Rivera, pues deja que el contorno dibuje a la poeta y, con ello, a todos los actores secundarios a los que se aboca Jorge en este último apartado. Jirones de sus vidas, sus lugares y sus posturas ante el oficio, hacen que Ximena se reúna, por ejemplo, con la poeta Maha Vial de Valdivia, tocándose en una lucidez esencial: una literatura en las antípodas del capitalismo escritural y el último cobijo libertario. Un acto totalmente gratuito: nadie te lo paga, nadie te lo pide, nadie te lo cobra. Una lucidez con consecuencias, por cierto; pero quizá, como decía René Char, la lucidez es la herida más cercana al sol.

Debo decir que este libro puede pensarse enormemente auspicioso y generativo en la escritura del autor. Lo leí y lo vi como un campo de pruebas para los registros de su prosa, sus acentos y sus tintas. Pese a la heterogeneidad de temas y nombres, incluso de la procedencia de los escritos, hay una soltura, un singular discurrir por el que asoma un punto de vista suspicaz y sensible a partes iguales, con una atención y tensión textual que nos deja esperando muchos otros libros de esta misma madera. En este sentido, Jorge está aportando de forma rotunda —en su forma y fondo, es decir, con su calidad expresiva y su capacidad reflexiva— al engrosamiento y a la intensificación de las escrituras descentradas y no-centropolitanas escritas desde nuestro aquí.

 

* “Crítica literaria chilena en el Periódico de Poesía de la UNAM (México) y en Vallejo & Co. (Perú)”. Proyecto seleccionado por el Fondo del Libro y la Lectura del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio 2021.
Responsable: Rodrigo Landau.

 

 
Traducción de José María Micó
 
 
Presento en las siguientes estampas un avance de mi versión de La Jerusalén liberada de Torquato Tasso, que será publicada por la editorial Acantilado a lo largo de 2024.

—El traductor

 
 
1. Olindo y Sofronia
(II, 33-36)

Los rodea la pira, ya dispuesta,
y el fuelle empieza a producir su efecto,
cuando el joven, con férvidos lamentos
de infinito dolor, le dice a ella:
—¿Es este el lazo con el que esperaba
estar atado a ti toda la vida?
¿Es este el fuego en el que yo creía
que nuestros corazones arderían?

Amor prometió un fuego y unos lazos
distintos de los de esta inicua suerte.
¡Ella nos alejó y ahora ella
nos reúne por medio de la muerte!
Ya que morir debemos de tal guisa,
al menos soy tu cónyuge en el fuego,
si no en el lecho. Tu final lamento
y el mío no, porque a tu lado muero.

¡Qué feliz y completa es mi fortuna!
¡Qué alegres mis dulcísimos martirios,
si ocurre que, reunidos nuestros pechos,
yo exhale el alma dentro de tu boca,
y al tiempo tú, mientras desfallecemos,
viertas en mí tus últimos suspiros!—
Así dice él llorando. Y ella intenta
consolarlo con dulce reprimenda:

—Otros lamentos, otros pensamientos,
son los que pide la ocasión, amigo.
¿No piensas en tus culpas? ¿No recuerdas
el premio que a los buenos Dios promete?
Sufre en su nombre estos tormentos dulces,
y aspira alegre a la más alta sede.
Mira qué hermosos son el sol y el cielo:
parecen ofrecernos su consuelo.—

 

2. La belleza de Armida
(IV, 29-32)

No conocieron Argos, Chipre o Delo
formas tan bellas ni de tal prestancia:
su melena dorada asoma un poco,
y otra parte la oculta un blanco velo,
igual que cuando el cielo se serena
y el sol asoma tras la blanca nube
y comienza a expandir todos sus rayos
y el día resplandece aún más claro.

El viento crea con su soplo nuevos
tirabuzones en el crespo pelo;
avaramente esconde la mirada
y las otras riquezas que atesora.
El color de las rosas en su rostro
con el marfil se mezcla y se confunde,
pero en su boca ardiente y amorosa
sólo está el rojo de la simple rosa.

El torso muestra su desnuda nieve,
en que el fuego de Amor se nutre y crece.
Enseña un trozo de sus pechos jóvenes
y otro lo cubre la celosa tela:
celosa cierra a la mirada el paso,
no a la imaginación, que, insatisfecha
con la belleza que se ve, se interna
en las carnalidades más secretas.

Del mismo modo que atraviesa el rayo,
sin romperlos, el agua o el cristal,
así penetra la cerrada tela
el pensamiento hasta lo prohibido.
Allí se regodea contemplando
todas las maravillas con detalle,
para luego contarlas al deseo,
y aumenta todavía más su fuego.

 

3. Primer duelo de Tancredo y Argante
(VI, 40-49)

Pusieron en el ristre y levantaron
los dos guerreros las nudosas astas;
jamás hubo carrera, salto o vuelo,
jamás un frenesí como el mostrado
por Tancredo y Argante al atacarse.
En los dos yelmos dieron las dos lanzas,
y al instante volaron por el aire
astillas y centellas a millares.

Los golpes retumbaron por los montes
y lograron mover la inmóvil tierra,
pero la fuerza de las sacudidas
no les quitó ni pizca de soberbia.
Los caballos chocaron con tal ímpetu,
que les costó bastante levantarse.
Los héroes desmontaron, aferraron
las espadas y a pie continuaron.

Los dos con gran cautela van moviendo
manos, ojos y pies al golpearse,
con quiebros y defensas nunca vistos:
ora gira, ora avanza, ora recula,
ora amaga un fendiente y da de tajo,
ora hiere en lugar inesperado,
se cubre y se descubre con mil fintas
y a la pericia engaña con pericia.

Provocador, Tancredo muestra el flanco
desprotegido y el maltrecho escudo;
el pagano lo ataca, y al hacerlo
deja sin protección su lado izquierdo.
Tancredo para el golpe con su espada
y logra herir con ella al enemigo;
después, para evitar la retirada,
se reafirma en posición de guardia.

El fiero Argante, al verse malherido,
sucio y bañado por su propia sangre,
con insólito horror tiembla y suspira,
enloquecido de dolor y rabia;
y siguiendo el impulso de la ira,
alza la voz al tiempo que la espada
y recibe otra herida inesperada
donde el brazo se junta con la espalda.

Como la osa en las agrestes selvas
al sentir el venablo se enrabieta,
y abalanzándose contra las armas
afronta los peligros y la muerte,
así reacciona el circasiano indómito:
se suman las heridas, los agravios,
y de tal modo la venganza ansía,
que no piensa en el riesgo y se descuida.

Y sumando a su arrojo temerario
fuerza bruta y vigor infatigable,
vuelve a blandir la espada impetuoso.
La tierra tiembla y centellea el cielo.
No hay tiempo ya para parar su golpe,
para cubrirse ni tomar aliento:
no hay protección que pueda ya librarle
de la potencia y rapidez de Argante.

Tancredo, agazapado, espera en vano
que acabe la tormenta de mandobles.
Ora procura detener el golpe,
ora lo evita con veloces quiebros;
pero el fiero pagano no se cansa
y el único remedio es reaccionar,
y con gran violencia y mayor rabia
empuñar y agitar también la espada.

La ira vence a la razón y al arte
y es el furor quien manda en el combate.
No hay golpe vano, pues la espada siempre
hiende o parte la malla o la coraza.
Caen por tierra pedazos de armadura
llenos de sangre y de sudor mezclados.
Son las espadas llamas al lucir,
truenos al chocar, rayos al herir.

Cristianos y paganos ven con pasmo
el terrible e insólito espectáculo,
barajando el temor y la esperanza
e intentando entender quién pierde o gana;
y entre la multitud no se percibe
ni una voz ni aun el más pequeño gesto;
todos están callados y en silencio:
sólo su corazón sigue batiendo.

 

4. Herminia entre los pastores
(VII, 5-13)

No despertó hasta oír el trino alegre
con que al albor los pájaros saludan,
y el murmurar de ríos y de ramas
prodigando sus ondas y sus flores.
Abre sus ojos lánguidos y advierte
albergues solitarios de pastores,
y las ramas y el agua se diría
que a seguir sollozando la convidan.

Mas sus lamentos son interrumpidos
por un claro sonido que le llega
y parece de cantos pastoriles
que se alternan con rústicas zampoñas.
Se levanta y se acerca lentamente
y ve a un anciano que en el fresco teje
cestas de mimbre junto a su rebaño
mientras oye cantar a tres muchachos.

Al ver aparecer tan de repente
la insólita armadura, se asustaron;
mas los saluda Herminia y dulcemente
se descubre el cabello y la mirada:
—Continuad vuestro trabajo—dice—,
gente feliz, del Cielo predilecta,
porque estas armas no declaran guerra
ni a tu labor ni a vuestras cantinelas.—

Y añadió: —Oh, padre, ahora que la guerra
está incendiando toda la región,
¿cómo vivís aquí, plácidamente
sin miedo de los bélicos ataques?—
—Hijo—le respondió—ni mi familia
ni mi ganado han padecido daño
ni oprobio, y el estrépito de Marte
no turbó nunca estas remotas partes.

O es la gracia del Cielo, que respeta
la humildad e inocencia de un pastor,
o bien, igual que el rayo que descarga
en las excelsas cimas, no en el valle,
así el furor de las espadas sólo
da en las altas cabezas de los reyes,
y nuestra vil pobreza no despierta
ni la avaricia de la soldadesca.

Es vil pobreza para los demás,
mas yo no quiero cetro ni riqueza,
y mi tranquilo pecho no cobija
ni la preocupación ni la codicia.
Sacio mi sed con agua clara y nunca
tengo miedo de que alguien la envenene,
y en parca mesa el huerto y los rebaños
me sirven alimentos no comprados.

Ni deseamos ni necesitamos
mucho para seguir con nuestra vida.
Estos que ves son hijos míos; cuidan
los rebaños y no tengo criados.
Así vivo en mi claustro solitario:
veo saltar las cabras y los ciervos,
culebrear los peces en el río
y sus alas abrir los pajarillos.

Hace tiempo, a la edad en la que el joven
abriga vanos pensamientos, quise
cambiar de vida y descuidé el rebaño;
abandoné el lugar en que nací
y viví un tiempo en Menfis trabajando
al servicio del rey, y aunque fui sólo
el guardián del jardín, conocí a fondo
la inicua corte y su corrupto entorno.

Llevado de insensatas esperanzas,
soporté humillaciones mucho tiempo,
pero cuando, al llegar la edad madura,
menguaron mi candor y mi arrogancia,
eché de menos esta vida humilde
y lloré por la paz que había perdido.
Dije: “¡Adiós, corte!”, y, vuelto al bosque amigo,
recuperé la dicha en que ahora vivo.—

 

5. La muerte de Clorinda
(XII, 64-69)

Pero ha llegado ya el fatal instante
en que acaba la vida de Clorinda.
Él en el bello pecho hunde la espada
y el filo bebe ávido su sangre;
y un cálido torrente va empapando
la delicada túnica dorada
que cubría sus senos. Ella siente
que le fallan las piernas, y que muere.

Él sigue persiguiendo la victoria
y acosa a la doncella agonizante.
Ella suspira mientras se desploma
y pronuncia sus últimas palabras;
palabras que le dicta un nuevo espíritu
de fe, de caridad y de esperanza;
Dios lo infunde, pues si ella fue rebelde
en vida, hoy devota es en la muerte.

—Amigo, me has vencido: te perdono.
Perdóname tú a mí, no al cuerpo impávido,
sino al alma, que es digna de tus ruegos;
dame el bautismo que mis culpas lave.—
Resuena en estas lánguidas palabras
un no sé qué suave y melancólico
que a él le traspasa el pecho, el odio aplaca
y que lo deja al borde de las lágrimas.

No muy lejos de allí brota un pequeño
río en la cavidad de la montaña.
Él en el manantial llenó su yelmo
y regresó a su compasivo oficio.
Las manos le temblaban mientras iba
a descubrir el rostro aún ignoto.
La vio, la conoció y se quedó mudo.
¡Triste el ver y el saber! ¡Triste infortunio!

No murió entonces, porque todo el ánimo
acudió al corazón, y reprimiendo
su dolor, con el agua dio la vida
a la que con la espada dio la muerte.
Mientras él pronunciaba el sacro rito,
ella rio, transida de alegría;
y al morir parecía estar diciendo:
“Me voy en paz, porque me acoge el cielo”.

De hermosa lividez se tiñe el rostro,
como un lirio mezclado con violetas;
vuelve al cielo los ojos, y parece
que ante ella el sol y el cielo se conmueven;
y alzando su desnuda y fría mano,
sin decir nada le hace al caballero
el signo de la paz. De esta manera
la vida entrega, como si durmiera.

 

 

En el fuego del tiempo tu voz es un campo que arde.

Coral Bracho

 

Tu voz se filtra en el cuerpo.
Desnudas las garzas
vuelan dentro de la pupila.
Un solo parpadeo para saber lo escrito.
En el fuego del tiempo
tu voz
es un campo que arde.
Solía ser felicidad infinita dictando templanzas de gloria.
Un idioma tan preciso para saber lo que había que sentir.
Trazábamos el tiempo con nuestros pies sobre la arena.
Las manecillas se movían a nuestro ritmo.
A veces
éramos cama haciendo el amor.
Un ruido lejano de madera crujiendo.
Sábanas que de pronto caían y tu voz
ahora arde.

 

En el cuerpo
las llagas aparecen
sólo por la noche que me guarda,
sólo por no haber atendido al corazón
antes de tiempo.
Me miro cansada y fría
tratando de tomar un poco de tu voz para silenciarla.
Hay veces
en las que el ave se suicida cayendo de un edificio,
nada lo para.
El tener alas no te salva de la muerte.

 

Conocí hace tiempo
a un hombre que sabía
un poema de Baudelaire.
Me lo dijo de memoria entre una
cortina de luces
y de humo.
Luego me habló de su Gato
y hablamos de los gatos de Charles.
De las mujeres que los odian
y terminan matándolos
y luego no saben qué hacer
con los pobres animales.
Lo conocí cuando apenas
entraba el invierno.
Nos hablábamos como conocidos,
nos besábamos como conocidos.
Hicimos el amor como conocidos.
Aunque éramos dos personas
que acababan de conocerse.
Conocí a un hombre
que después se hizo fantasma.
Desapareció entre humo de sonidos
y ráfagas de cigarros.
Solo tengo algunos
de sus cuentos acústicos,
imágenes en jpg
y un número en whatsapp.
Mensajes que nunca se contestan.
Citas que nunca se cumplen.
En fin.
Somos desconocidos
que se conocieron con las miradas
en una sola noche.
Pero suelo enamorarme
de las desapariciones.
De los ojos brillosos
de los fantasmas.

 

Conocí hace tiempo a un hombre
que tenía tatuado en su torso
un colibrí.
De su carne nacían
un par de estrellas y sus ojos.
Manos de torbellino en mi cuerpo.
Nos hicimos juntos un ramaje
un canto de ave con el sexo a
432 mega hertz.
Un hombre con labios de
lava y marea.
Y su lengua como serpiente
derrumbaba toda mi coraza.
Conocí hace tiempo a un hombre.
Tenía tatuado en el torso un colibrí.

 

 
Para leer una poética

 
Como un rumor, sin estridencias, aun con el sonido reverberante de la belleza extraña, la siempre viva pequeña voz del mundo encarna en una poeta que, afincada en el sur más austral, irradió una obra insoslayable y hoy se erige en faro y guía para las nuevas generaciones de escritores de la Patagonia.

La poesía de Niní Bernardello (Cosquín, Argentina, 1940 – Río Grande, Argentina, 2020), producida a lo largo de casi cincuenta años, esplende en poemas de versos compactos de sutil orfebrería e imágenes prístinas que no desdeñan la metáfora opaca ni soslayan lo indescifrable. Preguntas que, para la poeta, son imperecederas: las que se sostienen en verso y también las que perduran sin respuestas para seguir escribiendo, las que tensionan el hilo de la lírica en cada pieza. No hablo de preguntas retóricas, sino de esa capacidad profunda de las grandes voces: no aseverar en el vacío, ni jugar a ser poseedora de iluminación alguna, mucho menos como vehículo de grandes verdades. La pequeña voz del mundo.

Una obra única, sin concesiones ni atisbos de demagogia (eso que los otros quieren escuchar), alejada del ruido de la urbe y abriéndose a una infinita vagancia: la del deseo, la del amor, la del viaje interior y atravesando un paisaje familiar y extranjero. Tal es la línea invisible que une todos sus libros, desde Espejos de papel hasta Atardeceres marinos.

Dueña absoluta de su poética, Bernardello explora en la poesía como lo hace en su obra pictórica. No es regular en el acercamiento al poema: cortes de verso, sangrías, saltos de párrafos y justificaciones en medio de la página o en el margen derecho, versos tachados, mayúsculas y minúsculas conviviendo amablemente. Como quien dice: pintura, dibujo, acrílicos y lápices, collages, fotografías, tomas directas y Photoshop. Mixturas como infinitas posibilidades.

Hija dilecta de las vanguardias, su trabajo nunca se ciñe a los dictados de la moda ni mucho menos a las maneras correctas —cuando no homogéneas— de la poesía universal. Para entrar en su obra, hay que despojarse de prejuicios y dejarse ir por las aguas mansas y cadenciosas de su lírica. Reflexiva, sin la opaca sinuosidad de los discursos de la teoría o de la filosofía, los poemas de Niní son pequeñas piezas para pensar y pensarnos en una poética de aristas múltiples.

Hablar de su poesía es hablar de la mirada de la artista: una marca, un dibujo en la hoja, una tachadura; dice y así lo expresa: “Quisiera anunciarte en la blancura/ del papel/ y soy sólo/ una línea que se ondula,/ se repliega y calla”. Un silencio para dejar lugar al poema, a veces como error o desvío, a veces como una presencia, siempre un ojo avizorando lo terrenal y lo celeste. Imbuida de las oleadas del surrealismo, la obra de Bernardello se abre con singular prestancia al juego de las formas, a la libertad compositiva. Ahí funda su territorio y ahí se funden los mitos, las lecturas, el amor y el paisaje. Como si en el gesto de escribir, el error o el desvío reinara: “Quiero escribir y dibujo flores,/ mares, signos, barcos de tinta…”

De aquel primer atisbo, rumoreado en Espejos de papel (“el dibujo irrealizable/ de una palabra de amor en el aire”), la voz poética de Copia y transformaciones profundiza ese deseo y afirma: “Toca lo que ves/ mira lo que tocas./ Mirada y mano desatando/ palabras ropas cuerpos”. Es el erotismo de las formas lo que desvela a la poeta, y otra vez la mirada de escritora-pintora impera: “Tachones, borrón, guerrero del deseo”, porque lo que viene de aquella que se miraba en un espejo de papel ahora se transforma para no ser copia de sí misma, sino para volver a una pregunta existencial: “¿Quién fueras aquí?: una embarcación,/ una tela en el viento, una llama, o escritura./ ¿Quién eres?: una línea, un hueco, un espacio,/ un vértigo”.

Vertiginoso, el paisaje mítico de los primeros libros comienza a difuminarse o a fundirse con la experiencia de una nueva geografía y el eco del eco del paisaje de infancia. Lo testimonia la autora en uno de sus grandes poemas (en este caso, de Malfario), donde afirma, contundente: “Inconsolable mar escrito, detallado en su/ espuma mínima, inconsolable mar atlántico/ letra muerta, restringida, orlada”. Y hacia el final: “Nacida entre montañas, mi mano toma/ el gesto de las letras grabadas en el aire/ y escribe/ todavía/ toda vida”. 

En el centro de su poética, entonces: la pintura, el dibujo, el trazo. Y el paisaje, familiar y extraño, lejano y en el borde de su mirada, al que se le une, como una amalgama indestructible, el mito fundante de los pueblos originarios. En el transcurso de los años, un libro único: Puente aéreo. “Yo insisto: leo en el paisaje/ pero no recuerdo nada”. Para desandar el camino de la memoria es necesario decantar la evocación, adentrarse en el terreno inasible de los mitos fueguinos, para afirmar “Soy Selknam, en mí rompe/ lo primero, lo nunca escrito”, y volver en vuelo rasante a eso que la mirada devuelve en poesía (“Río Yuspe”, “Pasaje Cosquín-Río Grande”). Esa experiencia vital, encarnada, signa los poemas de Niní Bernardello hasta el final: “Barco encallado en la sierra” (Salmos y azahares); “Amada voz que une en el pecho/ el corazón a un sueño, el mar a una montaña./ Único paisaje erguido como una llama.” (Natal); “Atlántico, te hallé en mi fervor/ de huir y huir desbocada hacia/ el pliego cerrado de un enigma/ el mío” (Atardeceres marinos).

 

—Juan Fernando García

 
Espejos de papel (1980)

 
Vida que se deshace
vida que no se nombra
más que oscuridad fulgor
vida subiendo
entre el corazón y los ojos,
paisaje pequeñito,
azul, de papel azul
tapándome el sol
y la vida que apenas respira
animal tristísimo
durmiéndose
al borde del abismo.

 

rama cargada de lluvia
curva preciosa como la del amor.

quiero y no puedo dejar de estar
asomada a estos paisajes calcados
en alcohol y sangre,
patria de mi desasosiego, tierra mía

vacío, leve línea cruzando
la nada,
espacio iluminado
centro de oro.
rama única cargada de lluvia

 

Quiero sumergirme en un paisaje pintado,
vagar por su niebla de témpera,
enlazarme en sus luces de oro,
remontar un río de delicado lecho
tocando el aliento de quienes lo miran.
Y de pronto colocarme en un extremo,
y ser un triste personaje de pintura
estático, pequeñísimo, único.

 
 
 
Malfario (1985)

 
Lecturas

Negarás acaso que un pequeño rumor
puede devolvernos años de vida,
todos sus detalles
en un mínimo espacio?

Hallar allí un resabio,
la huella pavorosa del amor
que nunca fue compartido.

Contemplar un muestrario de muertes
y opciones.
Intentar la escritura
y pensar en el fusil,
arriesgar el alma
y quedarse con lo más mezquino.

Hoy he sumado un libro más
a mis días.

 

Una ciudad pequeña
con dos estaciones marcadas
te dio la maravilla del amor.
Cerró la gracia de la escritura,
cercenó los sueños dejando
tu alma en la orilla del equilibrio.
Estás aquí.
En el goce de vivir sin importarte
la falacia de ser en la literatura
papel, tinta y misterio.

 
 
 
Copia y transformaciones (1990)

 
Inconsolable mar escrito, detallado en su
espuma mínima. Inconsolable mar atlántico,
letra muerta, restringida, orlada.

¿Qué será mi voz entre tantas voces?

Maqueta de plata, hermética escritura.
Galvaniza por fin este corazón de grave
luz, que escribe y escribe amenazado.

 

¿Quién fueras aquí?: un rumor, un insecto solar
un rubor, un abrazo, un silbido.
¿Quién fueras aquí?: un grito, un arrebato,
una luz, un gemido, un puñal certero.
¿Quién fueras aquí?: una embarcación,
una tela en el viento, una llama, o escritura.
¿Quién eres?: una línea, un hueco, un espacio,
un vértigo.

 
 
 
Puente aéreo (2001)

 
Es deseo de mí. Viene de mis páginas buenas.
Del lugar sin bordes de los sueños.
Es deseo de mí. Profundo en su cauce
te lleva realzada en su luz.
Es deseo de mí asegurar el abrazo
cerrar tu corazón sobre mis labios
darte el bálsamo, aquel perfume
de olvidada santidad
que tiene la mirada enamorada.
Es deseo de mí.

 

 
Toma de mí este trozo bendito de mi lengua
deja en ella la oración que unidas
murmuramos en el alba de nuestra pasión

Toma de mí este rubor, la dulce canción
que entre tus dientes dejo como agua
sagrada. ¡Boca de tu amor sobre mi llaga!

Toma de mí el látigo de piel humana
que construí en mis peores días.
Toma de mí mi absurdo rencor y viértelo
sobre el atlántico como una saliva amarga.

Toma de mí este trozo bendito de mi lengua
y deja en ella la oración que juntas
murmuramos cada día al nacer el alba.

 

 
Mirando siempre el mismo lugar
siempre el mismo lugar
sin palabras, desértico, áspero.
Soy Selknam, en mí rompe
lo primero, lo nunca escrito.
Espalda cubierta, ojos atónitos
silencio muscular, siempre sentada
sin poder quemar los deseos.
No hay paredes, un techo cónico
abierto al cielo empuja la mirada
a los cuatro espacios conocidos.
Antelación del símbolo. Opacidad.
-¿qué dices mujer en tu caída?-
Olvidé todo. Soy Selknam,
centro de la mirada, sólo fuego
y obediencia. Excluida de los ritos
sólo canto. En la inmensa noche canto.



 
Salmos y azahares (2005)

 
Te contemplo como un diamante infinitamente biselado. Suavidad. Regencia. Lo que castra y no da sombra. Derecha o izquierda árbol frutal. Necesito de tu presencia y de tu voz bienamada. Te salvo de toda guerra, piedra mate, terciopelo de ronda, luciérnaga muerta, asunción de una clave, llave maestra.
 
Y es la palabra bálsamos y hoguera. Te encierra en cal viva, une tu voz al sollozo. Es la corteza de la palabra ¿quién avanza entre tanto despojo? ¿Quién, en la profundidad del día, en la tibieza de una mirada, avanza?
 
Sonoridad oscura adscripta a la noche, palabra insana, revés de todo. Un cuarto en penumbras donde reinas, emperatriz del combato. Rojos labios abriéndose en un cristal de aguas negras.
 
Sumada al llanto y a las naves, tu ala de hielo corta los sueños.
 
Lo sabes todo, lo ignoras todo, diosa velada, diosa asesinada.
 
Viajo hacia atrás. Se abren puertas antiguas.
 
Lo que escribí hace veinticinco años vuelve a mí, rehago el mismo dolor.
 
¿Es posible establecerse en el mismo camino, con las mismas flores y los mismos perfumes? Ponte tu sombrero rojo y huye. No quieras verte más desnuda, embadurnada de miel y atada como una víctima.
 
Todo es lúgubre, húngaro, sospechoso.
 
Envoltorios envejecidos moviéndose en un rincón del sótano. ¿Alguien está ahí? Arroja tus flechas amadas, déjame gozar. Desata estas piernas, estos brazos. Abrázame.
 
Años hundida en mí como si mi pecho fuese una hornacina. Si es así, ¿quién te colocó en el suntuoso hueco que te guarda? Cierro los ojos y estás al lado de mi cama, abro los ojos y estás sobre mí ardiente, sola para mi delirio.

Me volví loca de amor. Como Al Hallaj yo moría de amor, moría de ardor en tus brazos, en tus lágrimas.

 

Cosquín, la casa está encallada en el azul
de tal modo que es como si sangrara.
Entonces golpeo mi cabeza hasta que
desapareces.
Golpeo tanto que se hace pedazos
y cae en mis manos mojándolas.
¡Oh! casa, pura lágrimas y sangre.

 
 
 
Natal (2011)

 
No soy buena nombrando flores
o plantas. Son un verde prodigioso,
de sueño amazónico, verde imaginario
de agua y cielo juntos. Llamo apenas
trébol, azucena, después es
un jardín salvaje, sin orden aparente
enredaderas caídas, unidas tallo a tallo
un universo mate hundiéndose
en un charco nocturno, sin un piar
sin un volar. Tendida entre cicutas
y corolas rotas empujo el olvido
como un velero antiguo tocando
un borde
    labios
       lengua
          boca

 
 
Poética II

Dimensión oculta
un desparpajo
para seguir hablando.
¡Qué sé yo de qué!
Pienso siempre en un papel de calcar
colocado sobre textos
antiguos, sagrados
Sobre escrituras ajenas
copiarlos y copiarlos
como si fuesen
dibujos de maravillas
quitarle partes
transformando otras
hasta realizar una copia
que no deje vestigio
del original.

 
 
Oficio

Extensiones plomizas de cielo
y de mar galvanizados
en un plano único
demorado en el abismo

En esa densa penumbra veo
un punto de luz roja
dibujando en el horizonte
un movimiento de vaivén
de perpetua oscilación
sobre el vacío

Es el resplandor del fuego
encendido en el fondo
de una canoa yámana

En medio del viento y de la nada
crear día a día pareciera
ser idéntico a este oficio extremo
de cuidar más allá de sí mismo
la vida de la llama

 
 
 
Yeso tango (2012)

 
Señora de los Buenos Aires

Te perdí, mi señora
de los Buenos Aires
en un corte y una quebrada
giro del pie en la sentada.
Me voy sin verte
del Plata mi Señora.

Este tango chiquito
te pide otra vuelta
con punta y taco
y un as de espadas
que marque el cruce
de mis piernas malas.

Que para siempre tengan
el don de la danza
que nunca pierdan
el poder de sus alas.
Que nunca pierdan
el poder de sus alas.

 
 
En un solo pie

Quiero retruco.
Olvidé mi tarde
y mis sueños.
Deme de mi flor
lo que traiga la dama.
¡Aguarde amiga
voló mi zapato!
   Me quedé sin bailar.
En un solo pie
haré la danza.
Tango chiquito
en un solo pie
para la dama
que es rubia.
La Mireya no
en un solo pie
para que sí.

Para que sí
en un solo pie
para que sí.

 
 
 
Agua florida (2013)

 
Vienen de lo arcaico
de la nobleza del doblez
aquello montaraz que riega
en seco el pasto nocturno
y deambula en la sangre
hasta ser sintagma febril

 

Patria

Patria carbón, carbonada
sistema musical de rodajas
metálicas rayando un cielo
de carbón, negrura sutil
abalanzándose sobre
banderitas de hule, de tiza
y lápices infantiles
sombreando la noche

 
 
 
Atardeceres marinos (2019)

 
Estepa

Palio protector de lluvias estivales.
La razón, la mía, ha fracasado.
Sostengo estos días sin hablar
sin resonancia alguna, estériles
como semillas en el desierto
como un suceso vacío, sin revés.

 
   Brote azaroso del día
   Deslumbrante
aquí estoy
   aquí

 
envuelta en la tibia marea
de un sueño estepario
blanco, invariable, eterno.

 

Parpadea el recuerdo intermitente
relámpago revelando la corriente
espejada de un río de aguas claras
que salpica el deseo de olvidar.
Traspaso el líquido que moja
bordes aéreos de textos antiguos.
Quien los trajo aquí olvidó que eran
sagrados. Abandonados en la playa
el agua, la nieve y el viento
los reescriben sin pensar en nadie.
Secretamente sé que alguien
mantendrá por siempre en vilo
el bordado oscuro de la historia.

 

Acordé la paz conmigo misma
mirando caer la tarde sobre el mar.
En viejos relatos guardé mi corazón
y el espejo ya no los reconoce.
Soy otra pensándose irreal.
Caminando entre hojas otoñales
fogatas y humos atávicos soñé
con un borde marítimo y el vaivén
eterno de sus aguas parecido al amor
como cuando una entra en la otra
para desaparecer del mundo unidas.

 
 
* Poemas pertenecientes a Oficio. Obra reunida (1980 – 2019), editada por Juan Fernando García y publicada por Editora Cultural Tierra del Fuego en 2023.

 
Laboratorio de gastroenterología

La endoscopía, esa lectura
terminó hace algunos minutos.
Papá, como un náufrago,
recupera el sentido de las superficies
y me agradece por estar,
como estuvo Michael Corleone para Don Vito
e incluso hace con su dedo
la pantomima de una lágrima:
le sale del ojo mientras dice, voz de arena,
                                                                               “Michael…”
Una enfermera entra, me deja quedarme.
Le retira las puntas de oxígeno.
Él se sofoca, se retuerce, abre los ojos,
se lleva las manos al cuello.

                          ¡Aghhhhhhhhhhhh-a-a-a-a-a-a!

La enfermera pega un salto.
Se inclina sobre la cama para ayudarle.
Papá desanuda la carcajada y yo niego con la cabeza,
avergonzado, porque sabía que podía ocurrir.
A mi padre siempre se le ocurría algo.
                                            Ay, ¿ya ve?
                                 ¡Cómo es! Me asustó.

La enfermera le retira ahora los sedantes.
Él vuelve a fingir que se ahoga, que se muere.
Eso es: finge que se muere
porque sabe que no es así como se muere.
Ella ya no le cree.

Padre
el Lobo
y los tres nos reímos.

 

The Four of Us are Dying
Transmitido el 1 de enero de 1960

Las cortezas del cuachalalate revelan su rotura y menguan en el agua.
             Árbol del destierro del árbol
mengua, se hace chico, chico, chico
y tiñe el agua
con su sangre se hace té.

Mi padre roto se deshace en la cama.
             Hombre costra del hombre,
no hirvió más que al centro de la vida y sin embargo
mengua, se hace chico, chico, chico
sus pies se repliegan a la almohada
y él se sucede sueño.

Dejamos el té enfriar antes de dárselo;
             a veces él también queda flotando,
le da frío
y si lo dejamos,
                                        desaparece
cráter al centro de un colchón de fauce abierta.

             Lo incorporamos en ele sobre la cama,
le toma varios segundos rezurcir su aliento.

             Tomando el té entre gemidos se bebe a sí mismo:
carne viva de un árbol partido a la mitad.

 

The Changing of the Guard
Transmitido el 1 de junio de 1962

 

Mi patrimonio es este germen que fui naciendo en el tapiz dilapidado de su casa tapiz de un millón de años que después de dilatarse en hilos y heridas se hará mi padre patrimonio es el pañal de mierda henchido que dice Philip Roth limpiamos porque nos toca porque nuestros padres se convierten después de un tiempo en nuestros hijos y en patrimonio erijo la pelusa de otoño que restó en el lavabo cuando las manos que me enseñaron a rasurarme no pudieron rasurarse más solas porque nuestros padres después de un tiempo son patrimonio estos lentes de gota a cuentagotas la mirada asolada es decir dada al sol es decir mi padre al sol a quien llamaba Dada da de patrimonio las palabras y los gestos de esta última tribu nómada de sí misma que alojó el Río Ebro la calle el segundo piso de un edificio de focos epilépticos que ordeñan relámpagos y patrimonios los días que nombramos como nuestros padre e hijo cada sábado y cada domingo patrimonio en sí mismo el sol de diciembre que encalla en los espacios y los te quiero a mansalva buenos días en la sala de espera donde los desahuciados de la evolución entendieron lo que el mundo no que es preciso saludarse y amarse darse fuerza porque compartimos una cicatriz por patrimonio tengo el espagueti de mi padre capaz de tumbarnos como búfalos en la alfombra de risas es mi patrimonio saber que los fosfenos son luciérnagas que nos viven en los ojos patrimoniales los fonemas que repetía mi padre entre sueños de archiveros que crecían hacia arriba hambre sed radioterapia concéntrico patrimonio es la luz amarillenta de su cuarto y el nudo en el estómago al abrir la puerta a mi patrimonio lo veo tumbado en una cama caminando mientras su mano resguarda sus ojos de lo que quema es decir los asombra es decir les da asombro mi patrimonio es una urna en lo alto de mis libros un libro en lo alto de mis urnas el nombre de una voz que me reclama mucho más que la memoria es mi padre es el poema trampa de lo vivo es el poema me repite es el poema mi patrimonio ES LA VIDA ENTERA.

 

* Poemas pertenecientes a Adiós, Rod Serling, a publicarse próximamente por Los Libros del Perro.

 

There are no tears in film noir.
Foster Hirsch

 

—Shut up and deal!

se encuentran en un cruce
entre algo que no existe
y algo que olvidaron

ella quiere saber
What is a man

           él dice Taxi!
What are you talking about

como siempre el deseo
no quiere la mitad de nada

se conforma con ser
la falta entera
de todo

ella indaga
qué diferencia existe
entre The End
           y Largo de aquí

él dice
            Un hombre multiplicado por cero
es igual a cero    Here’s looking at you, kid!

y a todo esto el cuerpo
in the City of Angels
se aboca a los delitos
como un lector oblicuo

son extrañas las fiestas
del mundo con el mundo

 

—It keeps getting worse.

de noche
mi querido
nada es
          lo que parece

una mujer semidesnuda
su escote
          su corset
                     su portaligas

amor sin duda
es decir
          illogical actions such as tears

de afuera a adentro
de nada a nadie
como nunca
el insituable miedo
el arte
          bipolar
                     del sentimiento

hundirse en suma
en ese invernadero

es decir cielo abierto
a cosas no nombradas

arriba
          abajo
                     de costado
hasta alcanzar el punto débil

touch me there

no es lenta querido
la escuela del deseo

 

—What happened?
—Small accident. The road curved but I didn’t.

todo lo que tiene
es una imagen

callejones nocturnos
para atrapar al animal
más traicionero del mundo

tacos altos
cosidos al asfalto
mojado por la lluvia

es decir cicatrices
de un bar de mala muerte

e inmundas melodías
que confunden
lo real
           con lo real

y después ya es tarde
el cadáver vino y se sentó en el sueño

y el deseo abrió las piernas
en ese hogar vacío

 

—A black pool opened up at my feet.
I dived in. It had no bottom.

la noche es una casa
para perder la casa

           algo así
           como una izquierda erótica
primero ardiente después glacial

o bien nada viene
y después está

el corazón lisiado
la brusca sangre

asíntote diríase

cuanto más cerca
más lejos

mejor hubiera sido
aclimatarse

prestar oído
           a las diáfanas
                      patrañas del amor

en la jungla de asfalto
los pájaros estudian
           lo imposible

la noche tiene
mil ojos
y un ojo

 

—You’re a cookie full of arsenic.

medias de seda
sandalias altísimas

despampanante la rubia
en la barra del bar

me pareció adorable
totalmente arruinada
por el placer

me la hubiera puesto
en el bolsillo ahí mismo

para poder después
odiarla a mis anchas

no pude
ella pensaba rápido

sin contar
su propensión a indagar
mi madriguera de infancia

tuve que llamar
a la policía

Adiós muñeca dije

y me interné en la noche
cantando bajito

Little Lost Lady

 

—I write with a goose quill dipped in venom.

nada es seguro
en la noche del crimen

y menos
si el que narra la historia es un muerto
es decir un artista
como yo

esa noche
te amé como nunca

como un pretendiente cualquiera
fui de tu ausencia
a tu ausencia

me dejé seducir por tus aires
de heroína viciosa
          atrapada en un cuadro

          me gustan las poses

las flechas que van
del salón a la cama

de la cama
          a la trampa

de todos los objetos
de mi colección
          fuiste el más preciado

un maniquí nocturno

una lastimadura
más bien estilizada

 

Como resultado algo tardío de un hallazgo hecho hace una década en los riquísimos archivos mexicanos conservados en la Universidad de Princeton, terminó de imprimirse y comenzó a circular hace un mes la compilación Encadenado a esta ausencia. Diez cartas inéditas de José Gorostiza (Monte Carmelo, 2023), con presentación y notas mías.

Animado por la convicción de que “una carta de Gorostiza vale lo que un poema de Gorostiza” y por su corolario de que nunca es tarde para leer una misiva suya (menos en 2023, en que se conmemora el medio siglo de su muerte), se reúnen en dicha compilación ocho cartas dirigidas a Bernardo Ortiz de Montellano, dos más a José Martínez Sotomayor, más (en apéndice) una antes divulgada de la que no he podido identificar a su destinatario.

Además de la revelación de pasajes poco conocidos de los meses de sus estancias diplomáticas en Londres (agosto de 1927 a noviembre de 1928) y, una década después, en Roma, por los días en que preparaba la publicación de Muerte sin fin (1939), las cartas nos hacen el regalo invaluable de darnos a escuchar la inconfundible tesitura de la voz del poeta tabasqueño. A título de vista rápida a la compilación, se ofrecen aquí dos de las cartas (CUML).

—Carlos Ulises Mata

A Bernardo Ortiz de Montellano. Londres, 11 de diciembre de 1927

Carta manuscrita, redactada en papel oficial del Consulado mexicano de Londres y conservada en el Department of Rare Books and Special Collections de la Universidad de Princeton.

 

JOSÉ GOROSTIZA

 

Londres, 11 de diciembre de 1927

Querido Bernardo:

Contesto tu carta del 25 de octubre.1 ¿La contesto? Hemos convenido en que la carta es un género monológico, necesariamente oscuro, a menos que el monólogo se torne diálogo interior, filosofía —como en Hamlet, en cuyo caso no es necesariamente claro.2

Tu carta ha sido, pues, como un grito al que me toca dar resonancia para que vuelva a ti en el eco. Esta es la palabra segura, eco. Destierra del lenguaje el sí y el no, la pregunta y la respuesta, y es el modo más inteligente de la comunicación. Pero por eso mismo, Bernardo ¿me permites que hoy, uno de mis días tontos, la conteste?

He escrito para la antología de poetas modernos, la nota que encontrarás adjunta.3 Unas cuantas palabras tan solo, porque me es particularmente difícil escribir de mí mismo. Hablar no. Nunca hablo de otra cosa. La mandaré al Dr. González Martínez, suplicándole que me la vuelva si no está a tono con las de Uds. y me dé las instrucciones necesarias para corregirla. En realidad, no tengo una idea exacta acerca de la antología, y he procedido casi a ciegas. ¡Pero sale de tan buenas manos que mi único temor es que las mías, tan lejanas, la marchiten!

Celebro que, al fin, Jaime y tú en “Excélsior” abran la brecha que tanto necesitamos para entrar a los periódicos, pero me apena que no puedo leer vuestros artículos. “Excélsior” está desterrado de las suscripciones oficiales, y en Londres no se ve uno ni por casualidad. Tampoco recibimos los ilustrados y sí una serie de periodiquillos vergonzantes que nunca hojeo. Literariamente ¡nada más! Siento que principio a no saber nada de México, a perder la generosa influencia que ejercen sobre uno los amigos, por momentos a no desearla. Supongo que los sucesos últimos, digo recientes, al dar al traste con los viejos articulistas de los diarios, son los que dan origen a las facilidades que han hecho posible el Sindicato de Escritores.4 Ha sido un momento peligroso, si útil. ¡Ojalá no se nos cobre cara esta utilidad!5

¿Trabajas, Bernardo? ¡Qué bueno! Tú siempre trabajas, constante, despacio, quedo. Miras desfilar ante tu escritorio la nueva teoría de Xavier, el viejo escepticismo de Jaime, el entusiasmo categórico de Enrique. Sonríes, porque trabajas. Y cuando lo anuncias, todos nos quedamos sorprendidos. ¡Tienes una manera tan inadvertible de sacar tus carpetas, de tachar una palabra aquí y añadir un párrafo por allá, que no se imagina uno cómo a fuerza de hacerlo aquello se ha tornado de repente un libro!

Gracias por la administración de mi escasa fortuna teatral. No me extraña lo de Bernáldez. El pobre siempre tan arrancado. Ojalá que, como dices, lo de Campillo dé un poco más en La Habana. No lo espero. He visto que no incluyó cuadros nuestros en sus selecciones.6 ¿Qué tal las obras de Ermilo? Me da gusto que sirvan además para que se hagan amigos. Es un excelente muchacho, si se le agarra con pinzas. Después de agarrado se verá que tiene talento de verdad y corazón —como él lo quiere— de gran señor.7

Ténme enterado de la experiencia de teatro que se hará en México.8 Fue un sueño mío de años que debía realizarse sin mí. Por eso me importa aún más. Ya ves que en una época hasta fui acusado de rayar el disco del teatro. Y cómo me sabe a venganza generosa que, aun no siendo yo el demonio de mi generación, se siga rayando ese disco hasta que no obligue a escuchar.9 Ahora mi pobreza me tiene alejado de los teatros y por consiguiente un mucho de las ideas teatrales. Esto y exigencias de tiempo me hacen pensar que en un año no podré escribir nada para teatro. Me están tentando otras cosas. ¿Las haré, no las haré? Depende más de Genaro Estrada que de mí, de modo que tal vez no las haga.10

¡Qué invierno, Bernardo! ¡Qué soledad de islote en un mar de gente! Pobreza, desamor, abandono de todo — una leccioncita que me llevaré bien estudiada, no sea que me hagan repasarla alguna vez.

Te abraza
José

A Bernardo Ortiz de Montellano. Londres, 19 de abril de 1928

Carta manuscrita, redactada en papel oficial del Consulado mexicano de Londres y conservada en el Department of Rare Books and Special Collections de la Universidad de Princeton.

 

CONSULADO GENERAL DE MÉXICO

 

Londres, 19 de abril de 1928

 

Querido Bernardo:

Recibí tu carta,11 acomodé tus noticias al paisaje anticuado que conservo de México y vi cómo se me rejuvenecía de repente. Gracias. Te localizo, os localizo, me localizo, nos localizamos. Lo triste es así. Such is life. C’est la vie. ¿Qué le vamos a hacer? No te contesto otra vez, no te escribo tampoco. No te puedo escribir ya, porque ya ha pasado mucho tiempo y no es tiempo de escribir. Ya casi estoy regresando. Tres, seis, doce meses más que tarde, ya están hacia allá, hacia el regreso.12 No te escribo, pues, sino que adelanto la mano y estoy por empezar ya la plática: “No, en Londres, las cosas eran así…”.

José

 

 


1 Publicada en el Epistolario 1918-1940 de Gorostiza, editado por Guillermo Sheridan, (CNCA, 1995, carta 55), y también en el de Bernardo Ortiz de Montellano, con prólogo, notas e índices de Lourdes Franco Bagnouls (UNAM, 1999, pp. 45-47).

2 Gorostiza hace eco de las palabras de Bernardo en la carta a la que reacciona: “En una conversación se dicen cosas pasajeras. En una carta se quiere hablar fuera del tiempo, un poco en lo de uno. Con la carta es monólogo siempre” (Epistolario 1918-1940, p. 156).

3 Con frecuencia se confunde la Antología de la poesía mexicana moderna, que el grupo publicó con el sello de Contemporáneos en mayo de 1928 (previo a la aparición de la revista del mismo nombre), con la Galería de los poetas nuevos de México que ese mismo año hizo publicar en Madrid el pintor y amigo de todos ellos Gabriel García Maroto. Aquí, Gorostiza está hablando de la segunda, la cual, según se ve, no se llamó como él la llama, pero es la que, en efecto, lleva una breve nota autocrítica suya (una “poética”, como se estila decir ahora), similar a la escrita por los otros poetas incluidos.

4 La noticia que le había dado Ortiz de Montellano y aquí se comenta es que él y Torres Bodet habían comenzado a colaborar en Excélsior con un artículo semanal, llenando en ese periódico “los huecos que dejaron [Victoriano] Salado [Álvarez], [José] Elguero y [monseñor Rafael] Guízar [y Valencia], que salieron despachados de México con motivo de los acontecimientos políticos” (carta 55). En cuanto al Sindicato, en una nota a otra carta incluida en este libro se consigna lo que sabemos de él.

5 A la vista de los ataques que los miembros del grupo recibieron en 1928 tras la aparición de la revista Contemporáneos y durante sus tres años de existencia (1928-1931), y sobre todo del encarnizamiento que la andanada alcanzó en 1932, con el proceso judicial a la revista Examen, el temor de Gorostiza en este momento resultó profético.

6 Adolfo Bernáldez (1872-1944) fue un periodista, autor y empresario teatral que —según se desprende de ésta y otras menciones— producía y usufructuaba pequeñas piezas teatrales, sketches y “cuadros” de revista escritas por un ejército de cerebros dispuestos. El juicio que aquí elabora Gorostiza sobre él se entiende en función de lo que Ortiz de Montellano le cuenta en la citada carta 55, a la que ésta responde: “Bernáldez no ha pagado un céntimo, pero con los derechos del cuadro de Sólo para mujeres que te corresponde, y un adelanto que haré a tu cuenta en La Habana, esta semana, pago a Novo”. En cuanto a Campillo, debe de tratarse del representante o dueño de la “Compañía de grandes revistas Campillo”, que alquiló durante años el Teatro Lírico e hizo giras al extranjero, y para el cual, según se ve, también trabajaban los esforzados y jóvenes intelectuales.

7 “Si se le agarra con pinzas”. La reserva de Gorostiza frente a Ermilo Abreu Gómez (1894-1971) era fundada y terminaría por verse justificada cuando éste —a finales de 1931, y sobre todo a partir de 1932— pasó de ser amigo cercano y compañero de tertulias a enemigo desenfrenado de los Contemporáneos.

8 En la carta a la que aquí responde, Ortiz de Montellano le había contado: “¡Ah! Contando con el dinero de Obregón Santacilia y de la señora Rivas Mercado, se inicia el teatro de experimentación”. Se refería, claro está, al llamado Teatro de Ulises, surgido (por así decirlo) como la rama dramatúrgica de la revista de ese nombre que Xavier Villaurrutia y Salvador Novo entonces dirigían (el número 1 apareció en mayo de ese 1927 y el sexto y último en febrero de 1928). En la introducción a otra misiva contenida en este libro amplío el comentario sobre el también llamado teatro de experimentación.

9 Si bien Gorostiza, dada su estancia en Londres, no participó en ninguna de las temporadas del Teatro de Ulises (tampoco en la revista), le fue siempre reconocida (y con justicia) su aportación para abrir ese capítulo trascendente de la historia del teatro mexicano. No deja de ser curioso y muy divertido que en dos de esas expresiones de reconocimiento se haya usado la alusión al “disco rayado” de que aquí se sirve el poeta: i) En el número 6 de la revista Ulises (febrero de 1928), en un texto sin firma con toda probabilidad escrito por Xavier Villaurrutia, se lee: “Aquella vieja idea de los escritores más jóvenes de México —idea que nos daba la oportunidad de oír uno de los discos mejor grabados de José Gorostiza— empieza a cristalizar: el pequeño teatro experimental adonde se representen obras nuevas por nuevos actores no profesionales”; y luego, ii) En un artículo de Antonieta Rivas Mercado en el que la empresaria recuerda así la fundación de Ulises: “La necesidad de hacer teatro, de tener teatro bueno, era apremiante (…) Por su lado, Novo, Villaurrutia, Owen hablaban de hacer teatro. ¿Y no era uno de los discos de Pepe Gorostiza?” (El Universal, 30 de mayo de 1928).

10 Y, en efecto, no hizo esas “otras cosas” que lo tentaban, a menos que desde doce años antes lo “tentara” la escritura de Muerte sin fin (1939), segundo y último título dado a la imprenta en su vida. Sobre los proyectos en que Gorostiza trabajó entre la publicación de Canciones para cantar en las barcas (Cvltura, 1925) y 1939 han escrito Julio Hubard, Mónica Mansour y Guillermo Sheridan, quienes han estudido los papeles privados del poeta.

11 Aunque entonces era ya vieja de mes y medio, con toda probabilidad se refiere a la carta que Ortiz de Montellano le escribió el 28 de febrero de 1928, en efecto llena de noticias, chismes y confesiones (recogida en Epistolario 1918-1940, carta 71).

12 Los planes de Gorostiza respecto a la duración de su estancia en Londres (en Europa, en general) variaban con rapidez, según la volátil disposición de su ánimo, la tentación angustiosa de intervenir personalmente en los asuntos familiares y hasta la identidad de los destinatarios de sus cartas. Exactamente un mes antes, el 19 de marzo, le rogaba a Genaro Estrada su apoyo para regresar a México dada “mi situación material y moralmente desesperada” (carta 72). Dos semanas después, le dirigía al mismo Estrada un telegrama urgente diciéndole: “Mamá díceme innecesario regreso vista probabilidad situación mejor suplícole consecuencia no considerar última carta” (carta 73). Luego, nuevamente entusiasta, el 24 de abril le pedía a Carlos Pellicer: “Quédate en Europa hasta febrero del 929, que es hasta cuando yo estaré por aquí” (carta 77). Luego, el 17 de mayo, le notifica a su hermano Celestino que “no ha habido ningún cambio en el propósito inicial de volver en agosto, dentro de tres meses” (carta 79). Al fin, tras haber fracasado la gestión conjunta, suya y de Enrique González Martínez, para que Genaro Estrada ordenara su traslado como escribiente a la Legación de Madrid, Gorostiza solicitó a fines de agosto que “por razones privadas” se le pusiera en disponibilidad a partir de septiembre, consumándose su regreso a México el 1 de noviembre, según lo documentó Guillermo Sheridan en el archivo personal del poeta que conserva la SRE.

 
Versiones al español de Mar Palacios

 

Trituradora

Palabras
yo que no tengo nada
son mi mejor arma:
son balas
son el cañón de un fusil
son una espada
son un tono de voz
una melodía
y, también, son un instrumento musical.



Sin propósito alguno
a lo largo de los días las vomito
o al menos eso intento
tuve que afilarlas
tuve que ejercitarlas
tuve que pulirlas.


Detener el aliento y hervir su propio núcleo
golpear duro contra una piedra para afilarlas
hasta sacar chispas al suelo
aunque al final sean sólo polvo
polvo metálico quemado por la fricción.


Al momento de fluir (por la vida)
dijeron que iba a morir
dijeron que iba a nacer


Seguimos repetidamente
esa
trayectoria
¡Tucum!
¡Tucum!
¡Tucum!


Simples estrellas
sólo eso veo
simples vidas
sólo eso veo


No puedo volar
están más allá del cuerpo
pueden ir más lejos


Algún día
llegarán
dentro de cien años
dentro de mil años


En ese momento
ya
no creo que importe
si estoy solo o algo así
o si no estoy solo


El centro de mi corazón que miro se cristaliza en azules
en realidad se funde, es ardiente y luminoso


Inmerso en el agua helada
mi respiración se detiene
me voy hundiendo

voy ascendiendo


No se enfríen
si se enfrían, mueren
sólo
púlelas
con cuerpo y sangre


Ya
da igual
me importa una mierda
persona miserable
¿alguna vez hubo felicidad o algo así,
o estómago o corazón, insignificante o ideal? ¿O incluso algo de confianza?
¿Por qué no cierras la boca?


Aumentar la temperatura, aumentar el brillo, aumentar el número aumentar la velocidad y aumentar las revoluciones.


¡Sacúdelas!


No necesito líquido.
No necesito ternura
no puedo alcanzarlas
no
más



Éstas no son lágrimas
sólo
son un lastre
lo estoy tirando


Antes de que lo noten
incluso si hay que abrir los ojos
aún
la luz se esparce
la luz se esparce.


Sigan adelante
¡Sigan adelante!
De esta forma


Al futuro


Más allá de mí

 

グラインダー  

ことばが
なにももたないぼくの
さいだいの武器であり
弾丸であり
銃身であり
剣であり
音色であり
旋律であり
楽器でもあって


むなしく
なげだしたくおもえる日々のなか
せめてもそれを
研ぐしかなくて
鍛えるしかなくて
磨くしかなくて


息をとめて煮えたぎる芯に
つめたい砥石を当てる
まなうらに光の粒が散る
あれはただの塵
摩擦で燃える金属の塵


流れるとき
誰かが死んだんだって
誰かがうまれるんだって


くりかえし追う
その
軌跡

どくん
どくん
どくん


星にしか
みえないんだ
いのちにしか
みえないんだ


とべない
からだよりも
ずっとさきをゆけ


いつか
追いつくだろう
100ねんさきでも
1000ねんさきでも


そのとき
もう
かんけいないだろう
ひとりだとか
ひとりでないとか


青く結晶してみえる中心は
ほんとは熔けてて燃えてて発光してて


つめたいみずのなか
いきをとめて
しずんでいく
のぼっていく


冷えてはいけない
冷えたら死ぬ
ただ
研ぐんだ
なまみを


もう
いいや
どうだっていいや
ちいさなこじんの
しあわせとかそういうこととかあったかいしんぞうとかやすっぽいりそうとかしんらいとかもう
だまってくれないか


温度を上げる上げる輝度を上げるコウドを上げる回転数を上げるスピードを上げる


振り切れ!


液体は要らない
軟らかさはいらない
ついてこられない
もう
いい


これは涙じゃなく
ただの
バラストだ
捨ててるんだ


いつのまにか
目をあけているのに
まだ
光が散る
光が散る


止まるな
止まるなよ
そのまま


さきへ


ぼくよりさきへ

 

 

(Última) Voluntad

Revivirás una y otra tras otra y otra vez, no importa que cada vez sea en el peor de los pozos
Desde ahí, igual, estarás cubierto de sangre y asqueroso lodo podrido, pero no estarás sucio, si no shb… shb… gggght…
Muerdes la arena también, pero, ¿sabes? Deberías darte cuenta que se trata de un truco de magia
No lo es, uno no debe someterse ante la fría ira ni al sufrimiento que incendia las vísceras todas las noches
Ni tampoco al impulso de destrucción que está a punto de estallar ni tampoco al amor desconcertante que tienes por los demás
Porque además      sólo bajo ese frío resplandor el cerebro palidece siempre
El cielo, ese lugar al que hay que volver es muy bueno para mostrarnos lo ideal
Ahora con nubes plomizas y crema, con un intenso y generoso brillo espeso
El rayo de luz ha resplandeció sobre mí, y aquí está mi alma
Está en mi corazón          de forma casi idéntica
Allá arriba        debe ser un poco angustiante          finalmente       lo que hay dentro debe corresponder con los cuerpos
Las sensibilidades y demás chingaderas son trucos nefastos y espléndidos
Son un obstáculo para vivir        y probablemente sea mejor dejarlos que se oxiden lo más pronto posible
Justo así          el balance límite de toda mi vida
Necesitamos un contenedor soberbio        que sea relajado y se dirija lentamente hacia la locura      el balance entre recipiente y contenido
La luz se derrama indicando la estación a la que me dirijo con impaciencia
Ya hace tiempo que no veo a mi viejo amigo el pintor
Caminaba con paso rígido por los fríos senderos hechos de piedra
Su enfermedad ha perdurado ya más de una década
Volví a verle la cara       pero ya no se percataba de otra cosa que no fuera él
Llegó a tener tanto el andar como el aspecto de un anciano
Ese brillante talento debe de seguir consumiéndolo por dentro       el llaaamado que emite su pintura
                                                                                                                                                                               Gloria
                                                                                          Con una pizca de cielo
Infierno
                                                                                                                                                                Un rayo de
                                                                                                                                                                              Luz
Ya no eran visibles estaban afiladas las cuerdas del piano ya no funcionan más que para ser antenas del corazón todo esto está cortado mis adentros aprieto los dientes me doy la vuelta camino un poco más ahí segmentado en un montón de rebanadas al interior brillan brillan dessslizzzzándossseee extendiéndose y resonando tan fuerte hasta mis huesos y aún así estoy envejeciendo la hiedra dorada de las hileras de cerezos los sanguiñuelos floridos que cayeron hace tiempo el otoño es hermoso el amor es hermoso hermoso el calor que acabará apagándote te tue due duele te me estremece inconscientemente las cosas que me colman desde la espina dorsal hasta el pecho una corriente que se dispara y la cuerda del piano se agita al cielo fuertes y brillantes cilios dorados y plateados que resplandecen hasta congelar los sectores marcados y cargados hacia una sola dirección         shaa shaa shaa chr chr todo al unísono volteaba para mirar  mi cuerpo doblegarse  vértigo ¡aaaaaaaa! con esta altura uno no se acostumbra a colgarse probablemente en esos momentos el cuerpo suele escuchar detenidamente cantos y música las lágrimas incluso brotan de mis ojos pero ya no son rojas ni turbias         son transparentes, y eso es sumamente curioso          que volveré una y otra tras otra y otra vez a resucitar en el peor de los pozos en la peor cloaca del Nilo en el fondo hasta el permafrost y más abajo en lo profundo del interior abismal del magma una a su vez y una vez más en lo más hondo de la fosa oceánica                                                                       desde el fondo de la muerte la claridad y las partículas    no quiero que ensuciarme pero quiero que por favor seas consciente esto no es un truco de magia es algo de lo que no puedo ir en contra con toda la poderosa vida en juego no puedo evitar taparme los ojos con carne fresca
No      es el milagro del grrac grrac del cuaj cuaj porque es que tengo que vivir tengo que vivir tengo que vivir vivir
cuaj cuaj cuaj
                            pe
               ro.

 

遺書 

なんどでもなんどでも甦ってみせましょうどんな最低最悪の井戸
からも血と腐ったおぞましい泥に塗(まみ)れても汚(よご)れないでいましょうなんならぞりりと
苦い砂を噛みくだいてもでもねあなた知っておいてくださいこれは手品
ではないのです身を任せてはいけないのです冷たい怒りや夜毎はらわた焼く苦痛
にも暴発寸前の破壊の衝動にも戸惑うほどの他者へのいとしさ
にもですからいつも冷たいほのほの中で脳だけが青白く発光
してゆきます天は徽(しるし)をしめすことにはとても
気前がよくってぶあつい艶のある鉛のクリイムめいた雲からいま
ひとすじ光が射しました魂は此処(ここ)
にあるのにこころがあのようにとても
うえに  在るのできっとくるしいのでしょうそれらが躰のなかで一致することはついに
無いのでしょう感受性などというもののはなやかな禍(まが)禍(まが)しいトリック
生きるには邪魔なものなのですはやくに錆び付かせるくらいでたぶん
ちょうどよいのです生命(せいめい)のぎりぎりのバランス
傲い器が必要なのです緩くゆるく狂っていきます器と中身のバランスが
光のしめす駅をめざして急ぐ途中で
旧友の画家を久しぶりに見ました
つめたい石の道をこわばってあるいていました
彼の病気はもう十年以上続いていて
おもわず振り返ったけど彼はもう彼以外のものには気づかなくて
老人の表情と足取りで過ぎてゆきました
輝くばかりの才能がいまも内から蝕むのでしょう彼の絵の放つ嗚呼(ああ)
                                                                                                                                                       栄光
                                                                                  天国の気配を持つ
地獄
                                                                                                                                                         ひとすじの
                                                                                                                                                                   
はもう見えませんでした研ぎ澄まされたピアノ線はもはや触角の役目を超えて心臓ごと主体を内から切り刻んでゆきます歯を食いしばって向き直ってまたすこし歩くとそれらスライスされた切片でいっぱいの中身はきらきらとしゃらしゃらともう骨に響いてうるさいくらいですそれでも老いた桜並木のあかツタのきんいろハナミズキはとうに落ちて秋はうつくしくて愛はうつくしくていずれうしなわれる熱はうつくしくっててってって充ちるものにおぼえず揺さぶられて背筋(せすじ)から脳へ電流がはしるときはピアノ線が天へむかってのたうっているのでしょう強(きょう)靭(じん)なかかやかしい繊毛きんいろにもぎんいろにもひかって凍(こご)った尖った切片が電荷を帯びてひとつの方向をざざざちりちりといっせいに向くので躯(からだ)もうなだれた神経もなにも高みへ突き上げるのです眩暈(めまい)あああこんな高度には慣れないじゅんびできてない吊されるなまみにはそんなときにはたいていうたがおんがくが聴こえます目から涙さえながれますが紅くもなく泥水でもないのが透明なのがなんともふしぎですなんどでもなんどでも甦ってみせましょうどんな最低最悪の井戸からも排水溝ナイルの底永久凍土の下マグマの内奥また海溝の最深部なんなら                   死からさえも微塵(みじん)も汚れずにでも知っておいてくださいこれは手品ではないのですもっと抗うことのできない一個のかぎりあるいのちをかけたなまなましい目をおおわずにはいられ
ないぐしゃぐしゃのぎりぎりのミラクルなのですですから生きねば生きねば生きねば生き
ぐしゃぐしゃ
           
も。

 

 

Primavera interminable (En aquel plenilunio en marzo, por esos días…)

Si mi deseo se cumple
            sólo
florece más allá de mí
florece más allá de mí
florece más allá de mí
       y que siga floreciendo
                                                                             una
como continúa en el aire volando                  flecha
                                                                             sola
como la incesante lluvia color de oro
como las estrellas bordadas en el manto celeste
con los ojos cerrados
             aunque haya pasado la primavera mis párpados arderán
             como los pétalos de una flor
             al sol.

 

終わらない春(ソノキサラギノ、モチヅキノ、コロ。)
のぞみかなうなら
      ただ、
ぼくをこえてさけ
ぼくをこえてさけ
ぼくをこえてさけ
      さきつづけろ、
とびつづける いっぽんのやのように
ふりそそぐ きんいろのあめのように
そらをぬいとめる ほしのように
とじためのおくで
        はるがすぎても なお まぶたやく いちめんのはな、
        のように。<  

 
I ain’t got the blues

Sólo a los lengua larga
les interesan las causas detrás de un suicidio

Lo que nadie puede reconocer en un espejo

I ain´t got the blues
y en las manos se escurren lentamente
mis excesos

 
 
Puente                                

Me engrifo en el puente que me lleva
de justo a pecador & viceversa

Mario Santiago Papasquiaro

 
(un poco a escondidas, un poco sin vergüenza)

¿Cuántas veces?
Y ¿de qué lado del puente?
encuentro las palabras

Los hallazgos 
se vuelven míos
me pertenecen

los nuevos caminos
me producen vértigo

 
 
Falopeo

el hilo blanco
me descubrió hecho un perro

“olfatea que olfatea
olfatea que olfatea”

tan distraído   
que perdí un poema
y me quede la rabia

la boca llena de espuma  

 
 
Camino

¿Has visto el sol torciéndose a colores?

Ángel Ortuño

No se retrasará más el tren                                
no hay por qué dudarlo

estamos en camino
estamos avanzando

¿ya viste,
                   el sol torciéndose a colores?

 
 

 

 
 

 

La indiferencia

La indiferencia es un infierno sin llamas,
recuérdalo al elegir entre mil colores
tu gris fatal.

Si el mundo no tiene sentido
tuya sola es la culpa:
espera que dejes tu huella
esta pelota de cera.

 

L´indifferenza

L’indifferenza è inferno senza fiamme,
ricordalo scegliendo fra mille tinte
il tuo fatale grigio.

Se il mondo è senza senso
tua solo è la colpa:
aspetta la tua impronta
questa palla di cera.

 

 

Entro en este amor como en una catedral

Entro en este amor como en una catedral,
como en un vientre oscuro de ballena.
Me succiona un eco de mar, y desde los arcos
baja un coro antiguo que se fusiona con mi voz.

Tú, elegido al azar por la suerte, ahora eres el único,
el padre, el hijo, el ángel y el demonio.
Me sumerjo a fondo en ti, al abrazo más esencial,
y tus labios continúan siendo sueños evanescentes.

Antes de entrar en el gran pasillo,
vivía alegre, por poco contenta.
Pero tu rayo de luz, como una espada inmensa,
relega en la nada todo eso que no eres.

 

Entro in questo amore come in una cattedrale

Entro in questo amore come in una cattedrale,
come in un ventre oscuro di balena.
Mi risucchia un’eco di mare, e dalle grandi volte
scende un corale antico che è fuso alla mia voce.

Tu, scelto a caso dalla sorte, ora sei l’unico,
il padre, il figlio, l’angelo e il demonio.
Mi immergo a fondo in te, il più essenziale abbraccio,
e le tue labbra restano evanescenti sogni.

Prima di entrare nella grande navata,
vivevo lieta, ero contenta di poco.
Ma il tuo fascio di luce, come un’immensa spada,
relega nel nulla tutto quanto non sei.

 

 

Nada de nada

Arráncame de la sospecha
de ser nada, más nada que nada.
No existe ni siquiera la memoria.
No existen los cielos.
Delante de los ojos una llanura nevada,
días no remunerables, cristales
de una nieve que se desvanece en el horizonte
–y no hay horizonte–.

 

Nulla di nulla

Strappami dal sospetto
di essere nulla, più nulla di nulla.
Non esiste nemmeno la memoria.
Non esistono cieli.

Davanti agli occhi un pianoro di neve,
giorni non numerabili, cristalli
di una neve che sfuma all’orizzonte
—e non c’è l’orizzonte—.