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Rimbaud A/Z. Contemplaciones en orden alfabético (Bonobos, 2023) es el llamado de Jorge Esquinca (Ciudad de México, 1957) a compartir con él una fascinación que inició en su adolescencia, cuando leyó por primera vez la poesía de Arthur Rimbaud, y cuya intensidad no ha hecho sino aumentar con el paso de los años. Se trata de un ensayo formado por veintisiete meditaciones, arropadas por una introducción, un epílogo, la traducción hecha por el propio Esquinca del poema “El barco ebrio” –que aparece como apéndice del libro–, una bibliografía y una página muy entrañable de agradecimientos.

En “La imagen (in) móvil”, texto introductorio del libro, el autor nos habla del significado de la palabra que eligió como subítulo de su ensayo. El verbo contemplar viene del latín y significa “poner la atención en algo material o espiritual; considerar o tener presente a algo o a alguien”. Siguiendo la ruta sugerida por estas definiciones, me gustaría agregar que la palabra consideración, en los libros espirituales, es el asunto o materia sobre la que se ha de meditar. El conjunto de consideraciones que Esquinca tiene por ese asunto que es a la vez material y espiritual –es decir, la vida y la obra de Rimbaud– no tiene otro fin, dice, “que dejarse llevar por los misterios vislumbrados a la extraña luz de esos dominios”.

El título de la introducción dialoga con dos textos. El primero de ellos es el fragmento de La muerte de Virgilio de Hermann Broch que figura como epígrafe. En dicho fragmento, se evoca una imagen que, en la inmovilidad de su acontecer, permite que Virgilio encuentre todo lo que siempre había buscado en el lenguaje o en la poesía. La imagen es, aquí, una vía para alcanzar una visión extraordinaria. La “imagen (in)móvil” dialoga igualmente con el título del prólogo que Cintio Vitier escribió para su traducción de las Iluminaciones. En dicho texto –que Esquinca describe como “una de las más hermosas introducciones a la obra-vida de Rimbaud que leí”–, el poeta cubano explica que “la imagen en la visión poética no es nunca imaginada sino real y exterior al sujeto. Lo que el poeta ve no lo imagina, sino que lo ve como imagen, como algo que aparece apresado por su imaginación”.

Pero la imagen de Rimbaud a la que se refiere Esquinca en su prólogo de Rimbaud A/Z no es inmóvil, como la visión de Virgilio, ni está apresada en su imaginación: se encuentra en la linde entre la quietud y el desplazamiento incesante que, como leemos en cada una de las contemplaciones, es el rasgo más sobresaliente de la vida y la obra del poeta francés. De ahí que en el título del prólogo el prefijo in esté, entre paréntesis, junto a la palabra móvil, en una especie de coloquio con Broch y con Vitier sobre la imagen y sobre la consideración respecto a la imagen.

En un ensayo titulado “El uso y la contemplación”, Octavio Paz nos recuerda que muchos de los objetos valiosos que hoy se exhiben en los museos pertenecieron antes al territorio de lo sagrado, y que su belleza estaba entonces subordinada a su eficacia mágica. El tránsito de los lugares de culto a los museos, explica Paz, fue una transmutación mágico-religiosa que, al convertir los objetos sagrados en iconos, dio lugar a una idolatría que comenzó en el Renacimiento y que, en el siglo XVII, se convirtió en una fe profana. Para el autor de “Piedra de sol”, el recogimiento con que hoy admiramos las obras de arte es, en el fondo, el mismo con que los sabios contemplaban el cielo estrellado. En las obras de arte modernas, afirma Paz, “el acto de ver se transforma en una operación intelectual que es también un rito mágico: ver es comprender y comprender es comulgar”.

Aunque Rimbaud A/Z no explora una pieza de arte visual sino la vida y la obra de un poeta, no creo que sea descabellado vincular este ensayo con la religión artística tal como la describe Paz. Esquinca contempla la obra poética, la vida y el mito de Rimbaud como una imagen sagrada y, por eso, la atención que le dedica está relacionada con el misterio luminoso y extraño del poeta visionario. La lectura atenta que Esquinca hace de la poesía de Rimbaud se vuelve en sí misma una experiencia visionaria: la zona de la poesía que inaugura Rimbaud es, como bien se advierte en la introducción del libro, una visión fascinante de la que es imposible salir indemne. Más adelante volveré sobre este punto.

Por lo pronto me importa decir que, aunque las meditaciones que conforman este ensayo siguen rigurosamente el orden impuesto por el abecedario castellano (sí, hay una entrada para la letra Ñ), el contenido y el estilo de cada una se despliegan según los dictados de la intuición, la pericia y habilidad comprensiva de su autor. La conversación que Jorge Esquinca tiene con la obra de Rimbaud se ha enriquecido gracias a un material compuesto por versiones múltiples de la obra rimbaldiana, biografías, estudios críticos, testimonios y diccionarios especializados tanto en el universo de Rimbaud como en simbología y esoterismo.

Rimbaud A/Z no es un estudio erudito ni pretende dar una interpretación definitiva del Poeta Maldito. Es más bien una caminata por un bosque espeso, hendido por senderos, estancias, cuevas y pasadizos que se comunican entre sí. Las cartas escritas por el poeta vidente, que Esquinca traduce para esta obra, funcionan como señales de orientación hacia poemas en prosa y en verso que nunca son meros objetos de estudio y admiración, sino partes de una entidad móvil. La rigidez del orden alfabético que organiza su contenido disimula la libertad a la que invitan tanto las reflexiones de Esquinca como la poesía que las anima: Rimbaud A/ Z es, sobre todo, un libro rebelde.

Además de propiciar una lectura desordenada –dado que el lector puede empezar por donde quiera, volver atrás o saltar páginas– me parece que el ensayo de Esquinca es comparable a una caja china que contiene otra caja, y dentro de ella muchas otras más, en una sucesión casi infinita. Dentro del alfabeto inicial, la estructura mágica que es el célebre poema “Vocales” aparece en diferentes momentos como un contrapunto de significados pues, como sabemos, la voz poética asigna a cada una de las vocales un color del que se desprende un haz de imágenes. Esquinca, por su parte, atrapa al vuelo cada una de ellas para, a su vez, vincularlas con versos e ideas de otros poemas de Rimbaud. En otras palabras, una sucesión de vocales iluminadas habita en el interior de un abecedario poético y ensayístico.

La alquimia, elemento central de la obra y del proyecto de Rimbaud, es tal vez el eje más importante de las pesquisas de Esquinca, y de ella se habla en varias secciones de su libro. En la primera, titulada “A Negro” –la asociación procede del poema “Vocales”– leemos una retahíla alucinante de conceptos, versos de Rimbaud, obras de arte e imágenes de otros autores que parecen darle continuidad a los versos del poeta nómada. Paradójicamente, lejos de obnubilarnos, esta densa nube de significados esclarece una idea esencial que recorrerá todo el diccionario: el negro, en el lenguaje de Arthur Rimbaud, está relacionado con la oscuridad, con el caos y con la putrefacción que, en la alquimia, es indispensable para la realización de la Gran Obra.

Esquinca nos hace ver, con fragmentos de la poesía de Rimbaud y con documentos que sirven para sostener sus propias observaciones, que el autor de Una temporada en el Infierno deseaba ardientemente convertirse en vidente y pudo transformar este deseo en un verdadero proyecto. El autor de este ensayo nos habla de un testimonio del bibliotecario de Charleville, ciudad natal del poeta, donde se queja de la insistencia con la que el niño Arthur le pedía obras esotéricas de magia y de alquimia. Como sugiere Esquinca, esos tratados esotéricos, entre otras muchas lecturas,

sirvieron de sustento a un proyecto que implicaba el desarreglo de todos los sentidos y tendría como consecuencia convertirlo en un vidente. Un proyecto, entre tantos otros, realizado antes de sus veinte años y que habría de catalizarse en fórmulas como la célebre afirmación “yo es otro”. Condensaciones poéticas cuya sola enunciación vendría a ser definitiva en los desplazamientos de la poesía moderna y que al parejo de su vida han hecho correr ríos de tinta.

En el apartado correspondiente a la palabra “Química”, Esquinca nos hace notar que Rimbaud emulaba a los alquimistas al buscar el oro interior, la piedra filosofal que es el alma del mundo. Es en “Delirios II: Alquimia del verbo” donde señala el momento en que “Rimbaud da con algo que bien podría interpretarse como una alusión a una operación alquímica –la separatio– y afirma: ‘En fin, oh dicha, oh razón, aparté del cielo el azur, que es negro, y viví, chispa de oro de la luz naturaleza’”. Yo me atrevería a añadir que el alma del mundo que Rimbaud buscaba adopta, un poco más abajo en el mismo poema, otra formulación espléndida: “¡Ha sido encontrada!/ —¿Qué?— La eternidad./ Es el mar mezclado/ con el sol”.

Leer Rimbaud A/Z es descubrir a un poeta que escribió uno de los poemas más bellos sobre el mar antes de haberlo conocido, y que estuvo en el Infierno cuando aún no había emprendido ese viaje a África que lo alejaría al mismo tiempo de la poesía y de Europa. Y, por supuesto, es asombrarse de que las palabras de “Mala sangre”, donde Rimbaud describe su futura transformación física y espiritual, precedan la época en que la intemperie, durante su travesía por África, curtió su piel hasta oscurecerla como la de un nativo de dicho continente.

Sin embargo, si nos alejamos un momento del encantamiento provocado por la obra del poeta francés, podemos advertir que hay un trabajo adivinatorio ejercido ya no por Rimbaud, sino por Esquinca. El poeta y ensayista mexicano, en efecto, es capaz de contemplar la vida del poeta francés con un horizonte tan amplio que abarca no solo su presente y su pasado, sino también su futuro.

A lo largo de su ensayo, Esquinca altera la línea lógica del tiempo para distinguir las irradiaciones de la poética de Rimbaud en la obra de otros poetas. Al relacionar a Pizarnik, a Neruda, a Miguel Hernández, a Emily Dickinson —y a todas las mujeres poetas que Jorge ve en nuestros días tomar las calles “con esa cólera tan rimbaudiana”— con el autor de Una temporada en el Infierno, Esquinca da testimonio del proyecto visionario de Rimbaud.

En la contemplación dedicada a la palabra “Desierto”, Esquinca habla de las penurias y fatigas que el poeta vidente padeció en sus recorridos africanos. Imagina al fantasma de Nerval preguntándole a Rimbaud: “¿Encontraste tu cruz en los desiertos del cielo?” Si Rimbaud anduviera bajo esos cielos, al volver se dejaría cuidar por las manos buenas de Jeanne-Marie, Isabelle o Djami, su fiel sirviente abisinio. Y Esquinca formula una promesa que es también una plegaria:

Al fin y al cabo, ellos también lo esperan y, mejor aún, lo desean, lo deseamos todos. Una vida, la nuestra, justificada por la dedicación al guerrero que vuelve exhausto, con los ojos repletos de visiones, ¿qué historias traerá consigo?, ¿qué especias embriagadoras? ¿Qué insólitas costumbres? Le prodigaremos nuestros cuidados.

Después de haber leído Rimbaud A/Z. Contemplaciones en orden alfabético, es imposible no unirse al fervor y a la admiración por Rimbaud que, de manera tan generosa, Jorge Esquinca comparte con nosotros.

 

 
Un mexicano visto desde arriba es un ovni

 
 
 
Estrella fugaz

Un avión se estrelló el martes 4 de noviembre en la Ciudad de México en medio del tráfico de la hora pico (cerca de las 19:00 horas), dejando al menos 13 muertos, entre ellos el joven secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño,1 y decenas de heridos y autos en llamas. La aeronave, un Learjet con capacidad para una decena de personas propiedad del Gobierno, se estrelló en la avenida Paseo de la Reforma en las Lomas de Chapultepec a la hora en que los mexicanos salían de sus oficinas. El avión se dirigía hacia el aeropuerto internacional de la capital desde la ciudad de San Luis Potosí, donde Juan Camilo, de 37 años, participó de un acto oficial.2


1
Es un pájaro, dijeron los automovilistas;
es un meteorito, dijo en niño con su madre;
es una joven promesa, dijo el vendedor de refrescos.

Un campo de guerra, sentenció un policía.
Todo el país, corrigió una mujer
que paseaba a su perro,
un campo de guerra.

Un elegido, suspiró el cardenal.

Una investigación
hasta las últimas consecuencias,
sentenció enfurecido el supremo gobierno.

2
Al otro día,
Calderón recorrió el lugar del siniestro.

Un séquito de ayudantes iba cuidando
que el presidente no tropezara
con los restos de su mejor amigo.

 
 
 

 
 
Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación

Un Unidentified Flying Object oficial se encuentra parcelado en tres franjas verticales de igual tamaño, con los colores del partido político que nos dio vida: verde, blanco y rojo. En la franja blanca y al centro, dice Voz en off (Gael García) “Dios nunca muere”. Más abajo dice Voz en off (Kate del Castillo en papel de primera dama) “Let’s take a walk to heaven / to see what is eternal”, dentro de un círculo dorado con un diámetro de tres cuartas partes del ancho de dicha franja. La proporción entre anchura y longitud del UFO es de cuatro a siete. Podrá llevar un moño o corbata de los mismos colores al pie de la moharra, o en su defecto llevarla atada en la cabeza el niño con mejores calificaciones de la escolta.

Un modelo de UFO, autenticado por los tres poderes de la Unión y un jurado escogido escrupulosamente por el público que nos sintoniza, permanecerá depositado en el Archivo General de la Nación y otro en el Museo Nacional de Historia.

En festividades cívicas, cada 28 de mes en la iglesia de San Hipólito o ceremonias oficiales en que esté presente un UFO, deberán rendírsele los honores que le corresponden en los términos previstos en esta Ley y los Reglamentos aplicables; honores que, cuando menos, consistirán en el saludo civil3 simultáneo de todos los presentes, de acuerdo con el Artículo 14 de esta misma Ley, genuflexiones, aleluyas y cilicio. Al final del aquelarre, por supuesto, hay que prenderse fuego.


3 El saludo civil a un UFO se hará en posición de firme, extendiendo el brazo al frente en una elevación de 45 grados, con la palma hacia abajo y todos los dedos juntos. Los varones saludarán, además con la cabeza descubierta, dejando a un lado, junto al temor y la vergüenza, sus capuchas de KKK. El presidente de la república, como Jefe Supremo de las fuerzas armadas, lo saludará militarmente: alzando el brazo, con el pulgar, el índice y el meñique levantados, haciendo la señal de la Bestia.

 
 
 

 
 
 
Pokemon Go4

Los pokemon a-
parecen
girando
como estrellas
para viajeros
o brillantina
invisible
visible
mandalas
como maestros
con una frase
de meditación
galletas chinas
amores dichosos
espíritus
elementales
como ninjas
sentencias
luminosas
de nuestro amor
en todas las fosas
que nos rodean
esta noche
entrañable
en Guerrero
México


4 Méjico, con sus espléndidos juguetes fúnebres, afirmándose, además, como la tierra elegida del humor negro.
André Breton

 
 

Oleadas

En un principio los proyectiles eran simples rocas de cantera arrastradas por cuadrillas de elefantes marinos, pero con el tiempo el perfeccionamiento y las variantes llegaron a una delicadeza pocas veces vista en otras bellas artes. Durante las mejores batallas de carrobalistas ¾nombre justo y que da honor a los preclaros inventores de tal maquinaria, nuestros sabios ancianos de Siracusa¾ cruzaron el cielo circunspectos héroes atados a sus biografías oficiales, lúbricos conejos, monos araña bebés, mensajes intimidatorios firmados con corazones de tinta rosa. Poco después, la gente comenzó a observar sacerdotes y bibliotecas en llamas dibujando crepitantes parábolas contra las nubes, hermosas cabelleras de señorías y altezas, pero sobre todo catedrales góticas, vaquitas marinas y pieles de panda rojo. Ya en la decadencia, la desbocada ansiedad del artillero por dar en el blanco trajo consigo el uso de ramas del conocimiento sólo reservadas a los quirománticos, tales como Las más bellas cartas de amor, salas de urgencia de hospitales de gobierno y cenas familiares de Navidad en la casa de los papás de la novia. El aparato prometía causar mucho daño con poco gasto de energía. Los nombres de las máquinas proliferaron rápidamente: Es Más Triste Andar a Pie, Las Chicas Feas Pagan Doble, Sufres al Verme, Tu Envidia Me Bendice, Yo También Fui Último Modelo; todo dependía del mecanismo y tipo de proyectil.

 
 
 

 
 
 
Turismo intergaláctico

Acapulco, Guerrero. 29/04/2019 (Milenio).- Leticia Castro Ortiz, la síndica procuradora de Acapulco, Guerrero, aseguró que observó un Objeto Volador No Identificado (Ovni) durante un vuelo de reconocimiento en Semana Santa.

“Acapulco no solamente es reconocido a nivel nacional y mundial, sino también fuera del planeta”.

“El avistamiento fue el pasado 14 de abril por la zona rural de El Quemado, en el área conurbada de Acapulco”, presumió Castro Ortíz durante la presentación de resultados de dos helicópteros durante el periodo vacacional.

Explicó que con las dos aeronaves se realizaron vuelos de reconocimiento5 y se pudieron ubicar incendios forestales, tráfico vehicular, descarga de aguas negras al mar, dos motos acuáticas varadas en la bahía de Acapulco, así como un banco de tiburones y mantarrayas en la playa Revolcadero.


5
órbitas de zopilotes
urdiendo el aire

sobre cerritos de grava

que la economía dejó
a la insolación al viento
al hambre del viento

 
 
 

 
 
 

 
Desde el inicio del milenio y de forma paulatina pero constante, poetas y activistas literarios latinoamericanos se han ido haciendo un lugar en la escena literaria independiente de Alemania y ahora, incluso, algunos de ellos han accedido a ciertos espacios institucionales. Gracias a sus idiosincráticos lenguajes y poéticas, su presencia desafía las ideas establecidas sobre la literatura escrita en Alemania. De hecho, la escena literaria y poética latinoamericana local es hoy inconcebible sin estos nuevos actores en los que están fusionadas las actividades artísticas con las del activismo. Estas personas (el autor/activista) son no sólo los protagonistas del espacio en que converge la literatura latinoamericana con la alemana, sino que también son los encargados de vitalizar esa zona de convergencia.

¿A qué me refiero cuando hablo de activismo literario? El término recuerda a la palabra inglesa activism. Sin embargo, originalmente es una palabra alemana formada a partir del adjetivo aktiv y el sufijo “-ismus”.1 El Aktivismus fue un movimiento pacifista que actuó desde 1914 hasta la década de 1920, fundado por el publicista Kurt Hiller. El movimiento luchaba por una “activación de lo espiritual para propiciar una nueva era de la humanidad”. Walter Benjamin también se cuenta entre sus representantes, pero en 1932 rompió con lo que consideraba una creencia exagerada en el espíritu, la actitud y la palabra del Aktivismus. El trasfondo era el creciente fascismo en Europa y, sin resultar menor, la admiración de Hiller por el “Duce” italiano. Más tarde, el concepto de activismo fue rehabilitado: Karl Popper describió la actitud del activista como “la inclinación a la actividad y la aversión a cualquier actitud de aceptación pasiva”.2

De este modo, en términos “conceptuales” el activismo propone dos acciones. En primer lugar, invita a realizar un análisis de la situación que concluye en la necesidad de un cambio. En segundo lugar, conlleva una agenda, la convicción de saber qué hacer o, al menos, una orientación, un impulso para superar las insatisfacciones. Los activistas literarios serían, entonces, quienes trabajan para cambiar las condiciones de la literatura, su visibilidad y su difusión. Sin ser actores institucionales, los activistas se implican por iniciativa propia en la llamada “escena literaria independiente”.

En Berlín, Hamburgo, Múnich, Colonia, Fráncfort, Heidelberg y otras ciudades alemanas se puede observar que la mayoría de los activistas literarios latinoamericanos no sólo llevan adelante las acciones “conceptuales” (analistas de situación y creadores y promotores de agenda), sino que realizan también actividades de naturaleza netamente “práctica”: son simultáneamente poetas o novelistas y organizadores, curadores, moderadores, traductores, diseñadores de folletos, directores de talleres, booktubers e instagrammers, y si reciben financiación pública para sus proyectos, también gestores de proyectos y hasta contables.

Si me centro aquí en la escena literaria independiente es porque hasta ahora sólo unos pocos autores latinoamericanos que residen en Alemania han sido publicados por grandes editoriales germanas, pasando a ser parte del mainstream. Y eso tiene que ver, seguramente, con la forma de entender todavía el concepto de literatura en Alemania. La cuestión de la lengua es crucial hasta hoy en día:3 los autores que no escriben en la lengua oficial, que podemos denominar expatriados, quedan automáticamente marginados del mainstream. Ciertamente, y a pesar de esta aproximación monolítica a la definición de literatura nacional, en Alemania se producen textos en lenguas no oficiales. Los autores expatriados, a quienes se niega el acceso directo al mercado editorial alemán, buscan a menudo otras formas de circulación con la ayuda de técnicas de impresión doityourself, herramientas digitales y medios sociales (Instagram Poetry o streaming) o formatos performativos (salones o escenarios de lectura). Incluso llegan a contar, en algunos casos, con la ayuda de empáticos traductores que les dan voz alemana.

La literatura latinoamericana no está exenta de la búsqueda de “innovaciones”. Podemos ver estas formas experimentales, por ejemplo, en la labor del argentino Cristian Forte, que no solamente fundó una “no editorial” en un gesto por resaltar esa exclusión del mercado editorial alemán, sino que también lanzó junto al artista argentino Miguel Mitlag el sello Carrots Tapes, que sólo publica cassettes con grabaciones de artistas que trabajan en los intersticios entre poesía y música experimental. Es, sin duda, uno de los tantos gestos combativos que transforman la marginación en un arma para generar cierto ruido en el mainstream de la literatura alemana.

En una línea parecida, el quehacer poético del chileno Felipe Sáez Riquelme tampoco se limita a escribir poemas y esperar a que se publiquen. En sus lecturas trabaja con los textos como si fueran partituras, usa loops para hacer de su voz un coro, explota las modulaciones del lenguaje, los paulatinos y leves cambios en los sonidos que alteran el sentido de lo pronunciado.

Un fuerte trabajo interdisciplinario, atravesado por los debates culturales de la actualidad, es lo que podemos observar en la obra de Giuliana Kiersz, quien escribe poemas largos que incursionan tanto en el monólogo del mundo del teatro como en los discursos de la crítica de artes visuales o de la etnografía. Fruto de su labor experimental es, por ejemplo, una audioguía decolonial en verso para el Museo Etnográfico de Stuttgart, el Lindenmuseum.

Por lo que respecta a los géneros, vemos en los recitales y en las publicaciones que la mayoría de esa literatura latinoamericana en Alemania emerge en géneros “menores” como la poesía, la prosa poética, la microficción, la crónica, el aguafuerte o el cuento breve. La novela, el género exaltado por la crítica burguesa y por la demanda del mercado, juega allí un papel menor. Esto se debe, probablemente, a que géneros como los antes citados suelen requerir menos tiempo para la escritura, menos recursos para la producción y medios más accesibles para la difusión. Los géneros “menores” son, además, muy versátiles para incluir en forma rápida y sucinta observaciones, pensamientos y emociones que respondan a las experiencias de los nuevos entornos del autor, quien, en muchas oportunidades, vive en un ambiente de por sí cambiante, disperso y volátil. Además, por su carácter dinámico, concentrado y entretenido, en los escenarios de la escena literaria independiente se suelen apreciar más los recitales de poesía y las performances poéticas que las extensas presentaciones de novelas, en donde la lectura de la obra pasa a un segundo plano y los discursos sobre ésta son los que se imponen.

La poesía y la prosa de los expatriados (ya sean inmigrantes de larga data o residentes temporales), que no se manejan en la lengua oficial, tienen dificultades para encontrar un público y ser apreciadas por la crítica. En la historia reciente, tal vez, el único caso que sobresale como excepción a esta regla es la llamada Gastarbeiterliteratur (literatura de los trabajadores extranjeros), que llamó la atención de los estudios alemanes en la décadas de 1990 y 2000, y que hoy en día se denomina Interkulturelle Literatur (literatura intercultural). Críticos como Immacolata Amodeo, Heidi Rösch, Carmine Gino Chiellino o Anette Wierschke han dedicado monografías y artículos a autoras como Aras Ören, Aysel Özakin, Franco Biondi y Rafik Schami. La literatura latinoamericana actual no ha seguido, sin embargo, esa suerte. No existen, por ejemplo, en las revistas culturales secciones especializadas en literatura de inmigrantes latinos y ni siquiera cuentan, en general, con críticos especializados en la escritura contemporánea de la inmigración latinoamericana.4 A su vez, actualmente en la academia hay poco interés en la literatura migrante y mucho menos en la literatura de los migrantes latinos. A pesar de la existencia de centros de investigación en temas culturales latinoamericanos y de académicos expertos en el tema,5 la investigación académica actual sobre la presencia de autores latinoamericanos en Alemania sigue siendo escasa.6 Sin embargo, se puede observar claramente un fenómeno: el panorama de los escritores latinoamericanos no es homogéneo ni estable, sino más bien heterogéneo y volátil.7 La mayoría de los autores latinoamericanos forma parte de los expatriados, ya que no circula en el campo alemán.8 Debido a lo fluido e informal de la escena en que se mueven los expatriados, no es de extrañar que nadie sepa con exactitud cuántos son los que viven y escriben actualmente en Alemania, ni cuántos de ellos organizan lecturas, publicaciones, talleres y eventos. Esa escena literaria latinoamericana es el resultado de la interconexión informal entre los actores individuales, lo que constituye un desafío para su estabilidad y consolidación. En muchos casos, los actores individuales sólo participan temporalmente porque regresan a sus países o porque, aun permaneciendo en Alemania, su situación económica los obliga a trabajar en profesiones menos precarias. Tampoco sabemos con precisión cuál es su contribución a la vida literaria, cuántos son sus lectores, su alcance y relevancia para la cultura dominante.

Existen, sin embargo, algunos latinoamericanos que se ubican en una intersección entre el espacio de los expatriados y aquellos del mainstream. Pero estos autores, casi nunca poetas –con la excepción quizá de los brasileños Angélica Freitas y Ricardo Domeneck– sino más bien novelistas o cuentistas, llegan a esta intersección justamente gracias a diferentes trayectorias para abandonar el espacio de los expatriados: cambian de idioma (como la argentina María Cecilia Barbetta, que escribe en alemán) o logran publicar en grandes editoriales alemanas (como Ariel Magnus, Samanta Schweblin, Alan Pauls y María José Ferrada), traducidos por traductores de renombre.9 Esta intersección se caracteriza por ser todavía bastante pequeña. Además, incluso la mayoría de los autores que se encuentran en tal intersección sólo es conocida por unos pocos especialistas o aficionados a la escena.

Los especialistas en estudios latinoamericanos Douglas Pompeu y Sarah van der Heussen utilizan una idea muy visual y útil para describir el rol de los activistas latinoamericanos en la escena de Berlín: construyen “muelles de atraque” para autoras y autores provenientes de todo el mundo.10 Esencialmente, conviene centrarse en la metáfora del muelle de atraque para describir la escena, en lugar de escuelas, grupos, estilos o poéticas que por lo general son importantes en las clasificaciones de la literatura. De esta manera, se observa que en buena parte de la escena latinoamericana se trabaja de forma multimedia y transdisciplinar, es decir, vinculando diferentes campos artísticos. Ésta es una estrategia que tiene especial éxito en la escena independiente, donde la apertura a la experimentación y al cruce de fronteras es practicada y aceptada con más naturalidad que, por ejemplo, lo sucedido respecto al público de ópera. Asimismo, en la escena latinoamericana la atención no se centra en el producto acabado y producido profesionalmente, sino en el propio proceso. Ésta era una de las características de las neovanguardias artísticas: entendían la obra como un work in progress y que reflejaban su artificialidad, en el sentido de ser un artefacto.

Las librerías especializadas en castellano, portugués, o aquellas que prestan especial atención a las traducciones de estas lenguas son lugares clave donde se manifiesta la escena latinoamericana. En Múnich, Bonn, Hamburgo y Berlín hay librerías españolas, infantiles e incluso una de anticuario en castellano que organizan lecturas, charlas y talleres.11 Las librerías internacionales son también espacios importantes para establecer los contactos naturales entre inmigrantes de España y de América Latina. Son, sin duda, lugares de creación de comunidades y de ayuda mutua muy práctica. Es justamente allí donde se buscan respuestas a preguntas esenciales de la vida cotidiana: ¿dónde se puede encontrar un curso de lenguas?, ¿una niñera?, ¿una habitación en un departamento compartido?

Dada la evidente expansión de la escena latinoamericana más allá de Berlín, propondría extender la imagen de los muelles de atraque para describir también la escena latinoamericana emergente fuera de esa ciudad. La capital del activismo literario latinoamericano es, sin duda, Berlín. Hay (o hubo) en la capital de Alemania varios ciclos de lectura regulares (Salón Berlinés, Probador de Poesía, ex/salón, artichoque, “Traduttore, traditore!”), micrófonos abiertos (Encuentro Hispanopoético, Sarão Poético), talleres de escritura (de Samanta Schweblin, Giuliana Kiersz o Alan Pauls, por ejemplo), festivales (Latinale, Siesta Festival) o revistas (Alba, Madera, oxyd, Lateinamerika Nachrichten). Pero también hay importantes núcleos latinoamericanos en otras ciudades, como la editorial Abrazos de Stuttgart, que publica libros de autores latinoamericanos residentes en Alemania o las revistas Matices e Ila en Colonia. Y en Fráncfort se celebra desde hace dos años la Feria de Autoras y Autores Latinoamericanos de Frankfurt (FALF), fundada por el chileno Giorgio Vargas.

La visibilidad de los autores latinoamericanos que se mueven fuera del mainstream está aumentando como parte de la internacionalización de la literatura berlinesa, en particular, y alemana, en general. Como se describe en Berlin International de 2023, la internacionalización de la literatura berlinesa –germen de la que fue extendiéndose por el país entero– ya se había iniciado en los años setenta y ochenta del siglo XX por razones políticas como la insularidad de Berlín Occidental, la confrontación de los bloques formados por la OTAN y el Pacto de Varsovia, así como el enfoque sobre la literatura del Sur Global en la RDA.12 Como en el pasado, el proceso de internacionalización sigue estando flanqueado por actores institucionales como universidades, centros culturales o programas de residencias artísticas que invitan a autores de América Latina. Pero, además, los escritores que vienen a Alemania becados por el Programa Berlinés para Artistas BKP, por ejemplo, también participan de la escena off. La existencia de talleres de escritura en castellano —incluso los talleres colectivos que ofrecen una oportunidad más desjerarquizada para exponer el trabajo literario— contribuyen a que muchos inmigrantes den sus primeros pasos como poetas o narradores. Las múltiples instituciones dirigidas a las comunidades literarias de habla no alemana, incluyendo a la hispanoparlante, como el festival Poetica de la Universidad de Colonia, el LCB (Coloquio Literario de Berlín), el Literaturhaus (la Casa de Literatura), la Haus für Poesie (Casa para la Poesía) o el Literaturforum im Brechthaus (Foro Literario en la Casa de Brecht) son resultado, en muchos casos, de una larga lucha de activistas por el reconocimiento de la diversidad cultural en Alemania, y su labor refuerza el proceso de internacionalización.

El intento por cartografiar la dinámica actual de la poesía latinoamericana en Alemania tuvo su punto de partida en la antología española El tejedor en… Berlín, publicada en 2014. Sin embargo, ese trabajo únicamente se focalizó en la escena berlinesa, dejando de lado al resto del país.13 La presente antología busca dar cuenta no sólo de la escena berlinesa sino, también, de lo que ocurre en diferentes ciudades de Alemania. Es por ello que, además de incluir poetas que residen en la capital alemana (que todavía son la mayoría, pero no la totalidad), también se han incluido poetas que residen en Colonia, Múnich y Hamburgo, ciudades que –como se dijo antes– también comienzan a tener su propia escena de poesía latinoamericana. Pero la diversidad en la ubicación de los poetas no tiende a modificar algunas de las características esenciales observadas antes en la escena berlinesa. Al igual que lo descrito en El tejedor en… Berlín, también puede decirse aquí que los autores reunidos en la presente antología no comparten un programa estético común.

Esa heterogeneidad estética se hace aparente, en el sentido más estricto de la palabra, en las variedades de poesía visual cultivadas por algunos de los poetas. Al igual que el objet trouvé de los surrealistas, en el caso de la poesía de Cristian Forte, incluso un recibo puede convertirse en un poema a través de una copia manuscrita.
 
 

Imagen del poema “Kassenbonlied”, de Cristian Forte.

 
 
En general, puede decirse que los poetas reunidos en Voces periféricas utilizan toda la gama de medios poéticos disponibles desde el modernismo y el posmodernismo: verso libre, ritmos libres, claros (métrica clásica), correspondencias tonales (aliteración, rima) y metáforas tradicionales.

Así, algunos de los poemas aquí incluidos pueden parecer, casi sin adornos líricos en una primera lectura, poemas en prosa. El hecho de que estos textos se lean como poemas tiene que ver, por un lado, con los mecanismos para su difusión (se leen en un recital de poesía, aparecen en fanzines de poesía o en poemarios); y, por otro lado, por su carácter performativo —es decir, la forma en que son recitados en directo por el poeta, su puesta en escena en el contexto del activismo—, lo que confiere a los textos su naturaleza poética.

Tanto el mencionado Cristian Forte como Ginés Olivares experimentan con procedimientos de la música rock, grabaciones en directo y loops, distorsiones y pedales. Se encuentran también aquellos que, como Giuliana Kiersz, abandonan el escenario y declaman sus versos moviéndose entre el auditorio con características teatrales. Los recitales de Lina Nieves Avilés suelen derivar en una especie de poesía electrónica retomando los sonidos del underground berlinés. Estas pequeñas desviaciones formales de la tradición del recital poético explican, también, la pluralidad y diversidad al interior de la escena poética latinoamericana en Alemania.

Por razones de espacio, esta antología no puede incluir a todos los poetas latinoamericanos de reconocida calidad, residentes actualmente en Alemania y de los que tienen conocimiento el compilador y los editores. Hubo que tomar una primera decisión, sin duda dolorosa, y aplazar para un volumen posterior a los numerosos poetas brasileños (como Ricardo Domeneck, Adelaide Ivánova, Angélica Freitas, para nombrar sólo algunos), limitando esta antología a los hispanoparlantes. En la selección realizada se optó, en caso de duda, por elegir poetas que ya tuvieran algunas publicaciones (preferiblemente en formato libro) y alguna trayectoria en Alemania y no aquellos que son relativamente nuevos en la escena. También se dejaron de lado poetas que ya cuentan con una larga trayectoria, con publicaciones en sus países de origen o en otros de habla hispana —incluyendo a España— como Pablo Jofré, Lola Arias, Enrique Winter o Claudia Sierich. Además, la antología busca representar la diversidad de estilo y pluralidad de voces hoy en día presentes en Alemania. Aunque es claro que cada vez más poetas venidos de países como Colombia, Perú o de la región caribeña se hacen presentes en la escena literaria alemana, no se puede disimular el peso de los provenientes de Argentina y de Chile, países que tienen ya, desde los exilios forzados de los años setenta del siglo XX, una historia de intercambio intelectual y cultural con Alemania.

Es nuestra intención que esta antología sea un primer intento por trazar un panorama de la poesía latinoamericana escrita en Alemania, y que muestre que los temas de estos poetas no se centran solamente en la experiencia de la migración, sino que, conscientes de su cambio de estatus y de punto de vista, abordan los grandes temas y sentimientos de los seres humanos. A veces más, a veces menos, íntima u objetivamente. El lenguaje puede ser sobrio o barroco. Sus obras pueden contener ironía frívola, sarcasmo mordaz; ser compasiva y comprometida. Todos estos poetas trabajan en la cantera del lenguaje y componen sus poemas con piezas de la tradición no sólo de la poesía latinoamericana, sino también de la anglosajona, la francesa, la clásica y, por supuesto, la alemana. Los poemas de Voces periféricas tienden puentes hacia un tiempo que aún nos queda por delante.

 

* La primera versión de este texto fue escrita como ponencia con el título “Latin-Beats im Kiez. Über literarischen Aktivismus in Berlin und aktuelle Interventionen lateinamerikanischer Autor:innen” (“Ritmos latinos en el barrio. Sobre el activismo literario y las actuales intervenciones de autor@s latinoamerican@os”), en el marco del seminario Writing Berlin en el Instituto de Latinoamericanística de la Universidad Libre de Berlín. La presente es una adaptación del prólogo de la antología Voces periféricas (Equidistancias, Londres y Buenos Aires, 2023), algunos de cuyos poemas pueden leerse aquí.

 

Foto: María Rapela


1 Ver la referencia etimológica en https://www.collinsdictionary.com/dictionary/english/activism.

2 Karl Popper, Das Elend des Historizismus, Mohr, Tübingen, 1965.

3 Es posible que la centralidad de la lengua germana esté vinculada a la tardía consolidación de Alemania como estado-nación (1871). Una Alemania unida sólo persistió a través de la cultura y la lengua. Aunque el país —ya unificado y al menos hasta la Segunda Guerra Mundial— tuvo sus minorías eslavas, francesas, danesas y checas, siempre se pensó desde la idea de la Kulturnation, un concepto que abría el parnaso de la literatura alemana también a autores de Suiza, Austria, Checoslovaquia, Bélgica, Luxemburgo y Tirol del Sur, quienes sí escribían en alemán. En cambio, en las lenguas regionales −bajo alemán, frisón, alemánico y sorabo−, nunca se escribió literatura de alcance nacional. Recién en los años 1980 y 1990, cuando los migrantes —invitados por el gobierno alemán— o sus hijos empiezan a escribir, se discute, al menos en los círculos académicos, el estatus de la literatura alemana y si ésta puede convertirse en algo híbrido, acogiendo influencias de otras lenguas y culturas.

4 No es de extrañar esto, ya que cada vez resulta más esporádica la crítica de poesía en los periódicos alemanes, y apenas se reseñan los libros nuevos de poetas alemanes reconocidos o de uno que otro poeta anglosajón.

5 Aquí deben mencionarse el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín (con su máster de Estudios Latinoamericanos Interdisciplinarios), el Instituto Ibero-Americano en Berlín y los Estudios Regionales de Latinoamérica de la Universidad de Colonia y Estudios Latinoamericanos en las universidades de Bielefeld, Bonn y Hamburgo, así como también algunos departamentos de romanística como los de Fráncfort, Flensburgo y la Universidad Humboldt en Berlín.

6 Susanne Klengel, de la Universidad Libre de Berlín, es una de las raras excepciones. Ella ha convocado a escritoras como Esther Andradi o Cristian Forte para dar clases en la universidad y así acercar a sus alumnos a la literatura latinoamericana escrita en Alemania.

7 Referencias relevantes en este tema son el simposio celebrado en 2017, en el Coloquio Literario de Berlín, y la conferencia magistral de Susanne Klengel en el panel “WANDEL – Rückkehr zur Demokratie und neue Migrationen, die 1980er & 1990er” (“Cambio – Retorno a la democracia y nuevas migraciones, años 80 y 90”), así como la investigación de Monika Walter sobre el exilio de autores chilenos en Berlín Occidental y Oriental tras el golpe militar de 1973. Se puede consultar en: https://www.dichterlesen.net/veranstaltungen/detail/puerto-berlin-parataxe-symposium-panel-ii-2260/

8 Raras excepciones son los poetas Pablo Jofré y Lola Arias. El primero ha publicado ya tres poemarios con la prestigiosa Parasitenpresse de Colonia, como Abecedar (2017), Berlin – Manila (2021) y Straße um Straße (2023). Arias, tras publicar un primer libro con poemas y otro tipo de textos literarios en Alemania titulado Die Liebe ist ein Heckenschütze (2010), sigue trabajando como dramaturga para distintos teatros de Alemania.

9 Como parte de la otra cara de la moneda, hay autores latinoamericanos que viven en Alemania y hasta ahora no han sido traducidos; publican solamente en sus países de origen o en España, y los hay incluso de relativo éxito como la chilena Patricia Cerda, que escribe novelas históricas.

10 Conferencia magistral en el panel “Perspectivas – ¿Barrio latino o Global Literature? Los años 2000”, en el simposio “Puerto Berlín”, Literarisches Colloquium de 2017. Véase: https://stadtsprachen.de/wp-content/uploads/2017/06/Instant%C3%A1neas-de-una-escena-literaria-latinoamericana-en-Berl%C3%ADn.pdf

11 Entre éstas se encuentran la Librería Española en Múnich, la Librería en Bonn, Leo Libros en Hamburgo y Andenbuch, Bartleby & Co., Mundo Azul y La Escalera, todas ellas en Berlín.

12 S. Klengel, J. Müller-Tamm, L. Nils Regeler y U. Schneider (comps.), Berlin International. Literaturszenen in der geteilten Stadt (1970‒1989), De Gruyter, Berlín, 2023.

13 J. Locane y E. Estrella (comps.), El Tejedor en… Berlín, L.U.P.I., Bilbao, 2014.

 
La bestia

Mr. W pintó una cascada de piedras y quedó suspendido en la oscuridad del único mueble.
Tú, mi amor, detenido entre los espacios, observaste al niño en los colores y temimos no regresar de entre las fauces de Mr. W, de entre los tarros en los que nuestros ojos se reflejaron vilmente, como en la niebla.

Entre los basureros, Mr. W había buscado los restos de la gente para luego dibujar muñequitos, ingenuos títeres de la sombra, como nosotros en otra dimensión de lo posible. Los vendió en los festines, los turistas pagan y llevan bajo el brazo los ojos azulísimos de Mr. W.

No sujetes la tijera en alto, cariño, la barba blanca y arrugada de Mr. W nos abarca demasiado. Es una bestia convencida de la ferocidad y del destello de su imagen. Es una bestia perdida en el borde de la puerta en la que el niño, sin percibirlo, ha gritado.

 
 
Perspectiva

El desierto absoluto descansa sobre la silla. La aparición de los cometas crea muescas en la madera. Antes que digas no iré no pescaré, déjame contarte que nuestro mar es negro desde ayer, que los peces abren las bocas paralelas y marchan a estrellarse en el faro.

No limpies el tizne del muelle, se encargará la niebla blanca de la noche de pulir las huellas, como los mansos anzuelos que el viejo olvidó tirar sobre su camión. Parece que siempre anochece; no debemos preocuparnos por la filiación de las aves. Creemos en el fin desde una posición hostil. Después, miramos el paisaje, el gesto del arado, el surco en la tierra, las ondas de agua expandiéndose hacia dentro.

Marchan los poetas uno tras otro, como gansos. Vuelan. Abren los dedos en el inmenso poder de la materia. Las semillas, pequeñísimas, se ciernen tiernas en el relámpago, en las estelas. Los pies de los niños crecen a lo largo de mis pocas arrugas. Todos los ríos son nuestras casas acopladas al denso palpitar de las estaciones.

 
 
XVI

Las puertas de acceso al tren se abrían a las cuatro. Un silbido y un silencio nos recorría el cuerpo, y el bramido de nuestras fauces nos sincronizaba con la estación del castigo. Nos envolvieron con sábanas blancas. Nuestras cabezas chocaban entre sí. Éramos un rebaño ensalzado con rebanadas de manzana y zanahoria que a esa hora de la madrugada brillaban con el tino del hambre, con la sabiduría del amo que bien sabe administrar la desesperación. Me senté de espaldas a la fortuna. Vi pasar cardúmenes. Chocaron con mi espalda, con igual vigor, los látigos y las voces, los árboles y las calles; chocó mi madre enferma y mi padre muerto, chocó mi hijo abandonado por la insolencia y la penuria.

Al tercer día empezamos a golpear el piso con una frenética energía provocada por la alucinación y la esperanza. Nos tambaleamos sobre la línea que el horizonte engullía. Hicimos que tropezaran nuestras almas contra unas minúsculas ventanas que pensábamos nos trasladaban hacia un campo de efigies de heno.

Había visto morir a un toro en medio de un lodazal, las banderillas de colores se agitaban contra el viento y la sangre, y aquel fabuloso animal me miró por detrás de la capa rosada.
Cavo tumbas. Las cavé en el centro de la villa, al descender del tren. Desde la esquina del campo podía observar las figuras del castillo de Łańcut, los contornos del Diablo, y la vida que tropieza, se detiene y se abre a las figuraciones.

Las masacres nos abrazan de formas luminosas, no toda prolongación del miedo y de la agonía es desdicha, no siempre un toro que gira sobre su propia muerte distingue los ojos blancos del espectro que continúa de pie entre las gradas. 

 
 
VII

Hemos venido al mar con los ojos vendados. Ambos odiamos el golpe de sol y sal, el bullicio de la ola que solo recuerda un amanecer silencioso al lado de la persona equivocada. Hemos venido y aplastamos la arena con el dolor de nuestros pies, con los dedos que se curvan y parecen espuelas o espigas alimentándose del olvido. Siempre he aborrecido el cuerpo alegre que ondea y ríe antes de abrazar la piedra, la tristeza blanca que dice gustar de la luz, que jura saber, o entender, cuántos pedacitos de nosotros se descomponen con la furia de las palabras.

Somos estelas inermes, cariño, no pienses que lo ignoro; somos estelas, polvorientas quizá, que alguien sopló en la cúspide del horizonte. No desesperes si no puedes encontrar tus manos para abrazar, si no puedes hablar y nombrar los poetas muertos que merodean; no te aflijas si no eres capaz de zurcirme los pies —con las agujitas finas— al mástil que hemos visto al comienzo de la planicie.

Hemos venido al mar y la tarde miserable en la que ellos vagan como fantasmas entre el calor nos parece el mismísimo infierno, nos parece la consumación de nuestros errores; pero somos estelas, recuérdalo, cariño, las estelas atraviesan las ciudades perdidas, La Habana, Nueva York, Chichen Itzá, Tikal, Cnosos, Machu Picchu y sienten el mal de la altura y se les revela la niebla, los templos y, finalmente, donde el sol se amarra, reposan, trasmutadas ante el suspiro de la felicidad.

 

 
Nota introductoria y versiones del finés al español de José Luis Rico

 
Sini Silveri (Kemi, Finlandia, 1987) es una poeta y artista multidisciplinaria nacida en el norte de Finlandia. Su segundo libro, Titaanidisko (2020), recorre el estrato onírico de la urbe nórdica con sus pinares y lagos. Escritos en una prosodia serena, los poemas de Silveri entrañan una mirada hiperestésica, donde seres vivos e inertes se entretejen y porfían. En una entrevista dada al periódico Helsingin Sanomat en 2020, la autora se adscribió a la tradición literaria conocida como eräkirjallisuus (que podríamos trasliterar como “literatura de la intemperie”). Silveri misma describe la eräkirjallisuus como “un cierto surrealismo finlandés, en cuyo mundo podemos desplazarnos libremente, en espíritu de ocio o improductividad”.

En su recorrido de paisajes forestales y urbanos, Silveri trastoca fenómenos a escala íntima y astronómica. Las piedras se convierten en aberturas maleables y el cuerpo en un conjunto de prótesis. Los lagos se asemejan a nalgas lindas y el plantea a un tapón anal en el vacío. La poeta describe estas impresiones aceleradas con la calma de un día más bien soso, en que hay poco que hacer. Los personajes habitan zanjas y estacionamientos, trenes nocturnos y pantallas de celular. Ahí ventilan sus alucinaciones, miedos sin fundamento y aprehensiones de toda índole. Las pulsiones eróticas se dirigen hacia lo no-humano, incluso hacia lo inerte: “La araña misma es sexy. […]”, “Le hago el amor a una ola, al césped […]”, “Veo […] una persona que trata de hacer el amor con la fogata”.

En los agradecimientos de Disco de titanes, la edición hispanófona publicada por Pitzilein Books con apoyo del Centro de Exportación Literaria de Finlandia (Kirjallisuuden vientikeskus FILI), Sini Silveri nos dice que su libro “fue escrito para la época de la renuncia, para los ñoños y para los ladrones”. La última sección del libro explora un ambiente celebratorio, donde las alucinaciones suceden ya no en la noche invernal, sino a plena luz del verano: un nacimiento, un paseo en calcetines y sandalias, un barroquismo distinto, hecho de objetos potables.

 
 

Disco de titanes

 
El cadáver de la piedra está en la playa, culo de cieno que el agua visita, rodea baja rodea desaparece, la vista es excitantemente linda, contorno de lago en retirada, agua en la superficie desnuda.

 
 
Afuera hay animales, dioses, baldíos, trozos de cable y basura. El dios oscuro y húmedo se perdió en el bosque. Está borrachísimo, arrastra su bicicleta en la maleza. La luz del celular no ayuda, la bici se atora en una rama, la ropa abrasiva se pega, las rodillas del pantalón abanican, la frente cae. Talan los restos de bosque para hacer leña. El reflector de la máquina leñadora corta todo en el jardín. La máquina marcha, el árbol se inclina, hace caravana, se arrodilla, abre la puerta, es gentil. La radio suena. Gente que habla rápido. La luz corta el espacio sobre el conductor, la rienda satelital llega escrita a su computadora. En el descanso, pan e internet, la mañana blanquea. Se festeja, la luz está en el paisaje, dios, muro de la ciudad, criatura humana y temerosa.

 
 
Como todo lo vivo fue raptado, la muerte interesa, de trasnoche, sexual, catálogo de lo vivo de lo vivo. Es una captura múltiple de sí; porción de calle, calzón, caracol que vive dentro de la almohada para huéspedes, pequeño espacio seco ante el portal. De la vida robada permanece el espacio autoseductor, lo múltiple no vivo, más vivo que todo, que escenifica la no vida y no teme a la escenificación donde se ríe ante la forma de enterrar, ante la historia de ungüentos, agua e imágenes; donde se puede callar como persona. Somos vacas errantes en lo sombrío, poderes de titanio que tienen algo contra algo. Somos la noche en algún sitio. Alguien halla algo en la bahía, pregunta si es seguro, si el león tiene el descanso en la boca, si aquí hay buen ambiente de algún modo.

 
 
No vería ese árbol sin esa lámpara, ni el ramaje sin esa pantalla de plástico detrás, no sentiría esto sin huesos ni los dientes sin humedad. Me despido de ese mojón y después ya no seré inmutable. El zumbido es de un horno de aire reciclado. La boca quema la lengua. La uña apunta sólo a los humanos.

 
 
Inseguridad confiable, potente en general, un grupo llegado por tierra. La destreza no tiene aquí ningún significado. Momentos breves. Breve empatía. Ira diurna. Liebre. Yo husmeo así. Corro en la playa con el pecho vuelto al agua. Repito. Soy completamente dependiente de los otros y al mismo tiempo todo está sujeto a mí. Gente cae a un compás regular, a un ritmo lento, desde un andamiaje de madera de una zona de construcción hacia un colchón voluminoso. La gente desfila en calma de regreso al andamio. Gotean. Hay una alfombra verde en el suelo. No sé qué hay dentro de nadie: restaurante chino frecuentado a solas, viento que lanza todos los muebles por la puerta, a yacer luego en el patio. Esto es una situación melancólica, la agresión del mal humor finlandés, incesante estado de “yo sí puedo”. Primer encuentro. Identificarse con el árbol, volver la mirada sobre el hombro. Quedarse viendo. ¿Hablar es perder palabras? La nada del ningún yo mismo. Escape. Ahumador. Un líquido borbotea de un conducto. No hay póliza para mí, llana abundancia de instrumentos, constante superficie consumible, cólera contra sí, no contra el escenario, emborronamiento desigual en derredor.

 
 
Auto
césped

agua una chip bajo el hielo.

 
 
La tierra es una moto de nieve y yo un pequeño anillo de plata. El gusano de tierra está de pie en el pino. El pájaro va a su casita con otro pájaro. El amigo vaga por todos lados, dependiendo de las fotografías. La boca se llena de agua en el bosque pequeño. Camino por el sendero de esquí, veo miles de otros tú que gotean, gente enrojecida de los costados, como carne rósea, blandos muslos redondos en las manos, junto a un perro aullante. Te sientas en el tocón frente al sendero de trote, en pantalones blancos, hablas por teléfono. El color pardo miente. Mi costado tiene pallets. Pequeños mensajes se guardan en la caja. Pequeños gusanos yacen en un hoyo.

 
 
Sentir como años la lisura de los propios huesos extensores:
según yo viene un abrazo.

 
 
La gente se agarra una a otra de las rótulas, con manos acopadas, y se mecen lentamente en el sauna de la alberca como un collar místico bajo la blusa en marcha. Disfrutan de repente ahí donde se debe, como un largo bastón de cuatro pezones. Disfrutando en la tierra donde el hielo se derrite hacia el aire. Hallando de nuevo todo el tiempo, en el sitio posterior a la renuncia, en este continente en forma de sandalia de correas.

 
 
Echamos capuchas coloridas sobre los barcos. Detrás de una piedra grande hay voces sin agua, celebramos atando fruta a nuestro pelo, celebramos en el empolvado auditorio a cielo abierto. Prendemos fuegos, el lago está lindo como un culo, es como un dique en el estreno de una película de albercas venenosas. Fogata, pira, el sitio del festejo reúne frutas y gente llovida de los edificios, el ijar de una gran piedra, el cautivante lago en su difunto manantial. Celebramos, escondemos de la vista los vehículos, quemamos un reloj-armario en la fogata, nos comemos al gran albañil de la carretera. El rasgo común de las fiestas es reunir: allá arde una antorcha de bolsas de chips. Una pandilla de lagartos llega al sitio. Nuestros miedos se desvanecen cuando ellos comienzan a mostrar sus fuerzas. No estamos en la clase de pesas rusas en el parque, ahora estamos vestidos de materiales inflamables, ahora nos paramos sobre dos piedras. El agua inunda desde el centro de la sequedad, desde la esquina del polvo. Los pequeños pesares se esfuman, los grandes se van a otro lado y salen a flote décadas después, la caída y el tocamiento de los árboles revientan absurdamente en el aire.

 
 
* Poemas pertenecientes al libro Disco de titanes (Pitzilein Books, Ciudad de México, 2022), de la autora finlandesa Sini Silveri con presentación del traductor, José Luis Rico.

 

 

 
Estos y otros poemas fueron compilados por Timo Berger y reunidos en la antología Voces periféricas (Equidistancias, London y Buenos Aires, 2023). El prólogo a esta selección puede leerse aquí.

 

 
 
Israel Encina

Autorretrato a los treinta años


Así están las cosas —me dije.
Un día amaneces sin plan.
El sol te da en la cara y no es por ello que despiertas
   con la mirada clavada contra el techo,
sino por la tripa que estira tus vísceras tratando
   de tragar tu lengua o tus dientes.
El horizonte ha abierto su ojo gigante sobre ti,
el silencio de su mirada es blanco.
Algunas de tus ilusiones hechas polvo se cuelan
   como remolinos que barren las calles donde
   transitan sudamericanos como accesorios exóticos.
Sobas el espinazo del animal y le dejas creer que crees
   que le gusta,
ambos se convencen que no habrá ataque y juegan a la
   pasividad con un ligero gusto a domesticación,
ambos han observado el horizonte cuando éste cierra su
   ojo y los engulle en un sueño azul y tibio
   o quizás el horizonte sólo haya cerrado la boca
   y los haya engullido para exhibir sus dientes brillantes.
De cualquier forma, eres un sudamericano perdido en una
   vegetación que se asemeja a alfileres ensartados en un
   valle de cojines dispuestos en perfecto orden.
Eres joven y eres sudamericano en un paladar ajeno
   cuya lengua es seca.
Cuelgas de la comisura babeante donde se origina
   el punto que moldea la catástrofe.
No hay submarinos en el mar del horror.
Eres un buzo en la pesadilla de una generación que cree
   que sólo existe belleza en la pelea,
   o quizás seas un paracaidista rompiendo
   las reglas de tu propio sueño.
Cada uno de nuestros pares apostó sus años en un juego
   cuyas reglas desconocían.
Tu país es un jardín fértil,
   primero se quemaron libros,
   luego hombres.
Aunque ya no se distingue la persecución de la compañía,
   sabes que tu lengua es aguja zurciendo las cosas rotas.
No dejes que las palabras se pudran en tu boca.
Si puedes, levanta y espanta las gallinas
   que han cagado huevos bajo tu cama,
   no sea que su prole se alimente de las gotas de tu fiebre.
Has desaparecido con los trotadores sudamericanos,
   fiestas ajenas se ofrecieron como bocas húmedas
   que penetramos turgentes de alcohol y risas,
   que iluminamos como medusas flotando en el humo del cigarro.
Encontramos a veces la Cruz del Sur en los cielos del norte,
   inalcanzable,
   crucificando la noche o nuestro destino sudamericano,
   de todas formas,
nos supimos clavados contra los cielos del sur.
Desilusiónate –dijo uno de los trotadores.



Sonia Solarte

La fiebre

En el desierto de mis lunas entierro los capullos
y el primer aliento de una pasión sin ojos
incinero los huesos de mis sueños
esparzo su polvo en el mar cotidiano
proscribo de sus altares
las voces incendiarias de mi tribu
el grito que nunca proferí
y resurjo de las cenizas
con otro resplandor en la mirada

Ahogada en las profundidades de mis ríos
inmersa en el trajinado devenir de sus prismáticas corrientes
me extravío en las esquinas de mi conversación interior
dialogo con la interlocutora de mis fugas
que me despierta a cualquier hora
solicitando audiencia para sus desvaríos
comprensión para sus desafueros
pañuelitos para las congojas
abrazos para aplacar su sed de amor

Paso la página de los vértigos
desenpalidezco las máscaras
y cancelo la licencia para olvidar
del barro de cuál derrumbe provienen
entre los celajes de mi historia
seduzco a tientas a los incautos del placer
reconozco sus desiertos
me entrego a ellos desnuda
en lechos de lumbres apagadas
les clavo en sus pechos mis preguntas
mientras inyecto en su sangre lentamente
como si no pasara nada
la fiebre de mi deseo de vivir



Luis Miguel Varela

Apartamento persona sola


I

Como un paisaje
te mueves en el nuevo apartamento
persona sola.

El hijo único regresa
a tu eterna mudanza
para cuidarte.

En la ducha, el agua cae en tu nuca
como la calma en los mataderos.
La herida no se puede mojar. Por eso
cubre tu barriga con papel film
y piensa en el útero que te extirparon
como otro hogar irrecuperable.

Cada mañana, el ritual de cambiar
el papel film, envolver el estómago
como una larva y esperar, durante la tarde,
el origen de un nuevo animal, mientras
en la basura brilla, como una placenta,
la materia sagrada
de la vida.


II

Hay algo
sentado en la mesa
junto a ella
— que hace de madre—.
Como los ríos
anuncian las piedras,
parece revelarse
ese algo:
en las flores artificiales
en las frutas de madera
color verde, morado y amarillo
— que hacen de aguacate, uva y banano—
Pero ella sigue
con sus manos en las rodillas
sin probar
ni una sola cucharada.



Karen Byk

puntas de pie


antes de irme te pregunté:
qué preferís
coger o escribir un buen poema?
nunca entendiste la sensación
de no tener cerca
una estación de servicio
donde comprar puchos.
estoy leyendo el libro que me prestaste,
y sólo me trae problemas.
por ejemplo,
qué hago
con las partes que me gustan?
no quiero dejar marcas en tus cosas
mucho menos olvidarme de algo
que me hizo bien.
ver espaldas
de gente que amamos
cruzando marcos de puertas
una y
  otra
     vez.
esa era la idea del poema,
me acuerdo porque pensé
que siempre me voy
de tu casa
en puntas de pie
y desearía que eso
te rompiera el corazón
como a la chica del poema
y que estuvieses
enamorado del desamor.
o preguntarte
       vos también
              mirás mi espalda
              mientras me alejo?



Lina Nieves Avilés

Meta-archipiélago


Hay pueblos de mar.
Pueblos repetidos
de lunas mercantes
incesantemente
hartos de lo infinito.

Pueblos de polirritmia,
de naturaleza trans-histórica
y de sincretismo adjudicado
en máquinas tecno-poéticas.

Hay signos atravesados,
desarraigados de un origen
y apropiados en los lugares,
en las códices,
en la catarsis carnavalesca.

De ahí
nacerá el vituperado Calibán,
la orgía paradisiaca
y la hélade impronunciable
en manos de ese Otro.



Carlos F. Grigsby


puedes mirar el pasado
en el cine privado
de tu mente

puedes mirarte a ti mismo
en tercera persona
entrar en la felicidad
de la que tuviste
que salir

el mar
el vuelo perfecto
de los pelícanos pescando
ella entrando en las olas

puedes reproducir
ese momento
en bucle

puedes salir
de él
bruscamente
con el dolly
recreando
el vértigo
del tiempo

y tras un paneo
hacia la derecha
puedes mirar
en avance rápido
un atardecer
en el país
al que ya no volverás

 
 

 
Un puñado de vidrios
rotos, restos de botellas, ventanas
y parabrisas, caleidoscopios
ambulantes, colocados con cuidado
sobre una playera negra de los Ángeles
del Infierno, que sirve lo mismo
como bolsa y como cama, los faquires viajan
en el metro acostándose en los vidrios
rotos, los ojos
rojos y la cara hinchada
de tanto inhalar cemento
para no sentir.
Luego piden dinero.

Así te lo explicó un amigo,
sin inmutarse, la primera vez
que los viste en la línea azul,
descamisados, la espalda
como un cuadro de Rothko
(Four Darks in Red, 1958), polvo,
cicatrices, basura, piedras
y unas cuantas gotitas coaguladas
de sangre; son unos losers,
la mayoría estuvo en la cárcel
y como no los contratan en ningún trabajo,
faquirean. ¿Qué se gana?
¿Qué se pierde? ¿Contra quién?



Habré tenido trece años y la cara
llena de granos cuando me llamaron loser
por primera vez; no es que no lo supiera
pero la palabra se puso de moda
a finales de los noventa. Antes
sólo me llamaban gordo,
o pinche gordo o perdedor, pero luego
se puso de moda decir cosas en inglés
y también las películas sobre gente
como yo, adolescentes torpes
que sin competir por nada
ni contra nadie y por decreto
de los otros, habían perdido.

La habré mirado con esa ternura
de gordo que nunca se me quitó
o tal vez le insinué, armado de valor,
por fin, que me gustaba. Ella,
demasiado ganadora para ir en secundaria
pública, me miró de arriba a abajo,
y lo soltó de golpe: Eres un loser,
piérdete. Y me perdí.



En la escuela nos dijeron que la Historia
la escriben los vencedores.

Por eso los indios no saben escribir.
Por eso los nacos no saben escribir.
Por eso los pobres no saben escribir.
Por eso los niños nacen
sin saber escribir.

Pero usted, que sabe y que escribe, también es un loser.

¿Qué pasó entonces?

Que los ganadores no escriben, dictan:
nosotros escribimos.



Y después te acostumbras.

Te despiertas un día y mientras abres los ojos
algo te dice que todo va a cambiar
que ya es hora de que las cosas mejoren
por fin, que ya es tu tiempo.

Arriba, campeón, eres un ganador.

Y te levantas y empieza a irte bien,
te olvidas de los otros
perdedores, porque tú ya vas ganando,
y los otros, perdedores, losers, forevers, fritos
todavía pierden y pierden
porque quieren, porque no se esfuerzan,
porque les hace falta creer
en sí mismos.

Muy bien por ti,

Sólo no te olvides
de recoger en tu playera
todos tus vidrios
por si un día los necesitas.


* Fragmentos pertenecientes al libro inédito Loser.

 
Leche de bugambilia
(fragmento)

Esta es la transcripción de la sesión número 13 de M, en la que sumergiría el plexo en un misterioso trance de agua rosada para abrir al sol su caja torácica.
Un vaso. Lo tibio. Leche de bugambilia. Algo que profiere la boca. Un corte. Derramo una palabra que no es blanca. Los líquidos se vuelven otra cosa.
Una mezcla rosada. Cocino flores. El vapor: el deseo de las amígdalas.
Ciertos pensamientos huelen a eucalipto, otros no deberían existir, pero así es el curso de lo vivo. Remojo frutos en un cazo. La cáscara de los tejocotes y de las cosas que dije se deshacen entre mis dedos, como el sentido: ebulle o se congela lo pronunciado. Las aguas, las aguas de la memoria. El recuerdo se deshace en pensamiento: lo sanguíneo, la química del cráneo. Lo que contiene el vaso.
El goteo rojo en la regadera. Mi sangre. El reloj. Mi sangre con la que un día escribí sobre la espalda constelada de un hombre. Mi sangre con la que formé la flama dentro del pecho abiertísimo de un otro. En el cielo de la boca, el vértigo espeso de mi alma. La miel o la hiel: hierve pinole.
[El sonido parece un alacrán y los alacranes andan de a dos, en dos, dicen, dos en dos vocales sucediéndose, amenazan con picarte:
AA AA Abrí mucho la boca aa aa y no dije nada AA aa]
La estampida. El sueño debajo de la lengua. Conservo este silencio de bruma. Me oliste. Guardaste mi aroma en un frasco. Alguien me olfatea por la noche. Un extraño salió del sueño para olerme.
Me acurruqué bajo la sombrilla donde las hadas bendecidas por opiáceos sonríen brillantes, llenas de lujuria y de bondad tallándose las alas. Me escondí en los huecos del crochet, en trampas con patitas, luxaciones y prodigios de familia.

 
 
 
Los mecanismos de la miel

Fui alimentada por seres femeninos
que libaron durante generaciones
flores prehistóricas en sus pesados vuelos
entre malaquita y dióxido
formaciones claustrofóbicas y cielos estalacta.

Flores que emergían de noche,
y en medio de lo negro
estiraban sus lenguas hacia Venus.
Flores crudas antes de la tierra maciza y articulada
capullos que abrieron en rugido
raíces abisales de información nueva.

Flores peligro de pupila texturas gaseosas de galaxias
flores que parían en huevo tejido telepático de estambre.
Fotosíntesis de luna:
reacción química morada que parece magia,
pétalos gigantes para envolver ballenas
hojas de cobijas para entibiar secuoyas
flores carnosas marsupiales
hábitat de insectos que lloraban
flores que dopaban pterosaurios.

Tallos enraizados verdealambre
babas minerales
pus de nata savia de lava
esporas fluorescentes
pistilos para picos como cuernos.

Flores que fundaron dinastía
enterradas en la arena murmurando
dibujándose a sí mismas
enredadas entre el agua.

Flores que no imaginamos.

Por eso mi lenguaje es una sustancia espesa:
mi lenguaje es miel salvaje que brilla.

 
 
 
Hubble enamorado

Soy mi propio eje,
orbito sobre mí, y con cada giro
me descubro diferente
es mi superficie opaca o luminosa,
es mi trayectoria ajena a tu mirada.

Soy mi propia luz y cargo lunas
tú me miras mucho y —me quieres—
juzgar con tus saberes
pero el vacío, la distancia,
el lente por el que me observas es un artificio:
la lengua: te equivocas al nombrarme.

Soy este planeta de sangre y canto
que gira sin que logres calcularme,
y no sé qué tengo al centro: un incendio:
el asco, la rabia, la risa,
las ganas de aparearme,
el ritmo,
la muerte toda como flama
que incuba
y hace crecer lo que crece
y hace crecer lo que crece
y crece
sin importar qué es
lo que crezca.
Soy un planeta lejano
que a través del telescopio
de tu habla, pierde definición.

 
 
 
X:

He estado comiendo flores por el ansia. El cielo parece un demente con todos sus cambios. Me miro despacio.
Hace tiempo pensé que estaba perforada, como una tarjeta de computadora antigua. En código binario. Condicionada. Domesticada de algoritmo para sentir.
Viene la noche y quedo pulverizada. La intensidad del relámpago que cae con cada emoción sobre mi cuerpo, me deja exhausta.
Como fuerzas de la naturaleza, me cimbran, me incendian, me transforman en agua. Agua fúrica, agua que espera, hielo herido por falta de ozono.
Mi vaho ha sido el viento corta-pétalos tras la embestida diaria.
Ahora me sucede sólo por un instante. Una impresión fuertísima la que recibe mi ser, como un typo metálico hundiendo la superficie de la hoja.
Como el instante de los rayos X: golpe seco, el deslumbre: un esqueleto desnudo.
Respiro y retorno.
Cuando era más joven permitía que las emociones me anidaran. Les abrí cada poro como puerta. Las dejé pasar se instalaron y habitaban mi caja torácica como en jaula. Luego, el óxido. El extravío.
Ellas ahí adentro y yo tomada. Ellas ahí adentro jalando mis hilitos, ventrílocua yo
de sus voluntades, sintiendo lo mismo, en círculos, en círculos, en círculos, mis ramas. Sintiendo lo mismo sin parar.
Emociones como duendes en mi bosquecorazón sembraron vegetales que fueron alimento peligroso. Y comí durante años. Sin miedo.
Un día hubo un brote diferente: imágenes, resonancias eléctricas, flashazos tras el párpado en la profundidad del negro. Algo nuevo crece. Se expande. Sueños de nébula e iridiscencia. Figuras vaporosas escapan. Revientan cuando son sorprendidas por el lente de la inconsciencia. Deben irse después de haber sido descubiertas. Desaparecen lento, dejando un rastro. Como si hubieran cometido un crimen. Como si hubieran sido fotografiadas en el aire. Revelan y permanecen hondo con marcas invisibles, pero de textura rugosa.
Eso son los sueños: flagrancia.
Cierto material onírico funciona como exorcismo miniatura para extirpar veneno, para deshabitar terrenos. Y amasa por el día nueva materia, nuevos colores.
Moldeo un estremecimiento (te lo digo bajito al oído) y nos estremecemos.
Y las conexiones nerviosas, sorprendidas hacen hallazgos. El cuerpo se hace nacer en formas recónditas.
Desdibujando lo conocido, no es asible el llanto que no significa ya lo que significaba. Nueva química se gesta. El deseo. Estoy trazando mapas con el tacto.

 
P. D. Espero encontrarte al oeste del caballito plateado. Espera mi dibujo con paciencia.

 
 

 
Juventud

A los veinte años nos encontrábamos en un aula de la facultad
que daba a la calle 48
a la que llegábamos por escalera
girábamos a la izquierda
caminábamos derecho por un pasillo y listo.
Después de tanto tiempo, no recuerdo qué día de la semana era la clase
no empezaba puntual
tardábamos un tiempo en saludarnos
acercar o alejar las sillas hasta formar un semicírculo
conformado por diez personas entre las que estabas vos
con una mochila pesada y rollos de papel que acomodabas en el piso
hasta que te pregunté qué era eso
y me contestaste, al pasar que, además de la carrera que compartíamos,
habías comenzado bellas artes
y quise ver tus pinturas
pero me dijiste que no, que de ninguna manera.
Noté cierto enojo en ese momento
y supuse que era porque, a las dos, nos gustaba el mismo chico
entonces, además de compañeras éramos rivales.
Después de escuchar teoría sociológica íbamos a ir a comprar cervezas
salir todos juntos para terminar durmiendo con una persona
que no sabíamos quién sería
era la juventud
no pensar en los 45 años ni que, a esa edad, alguno de nosotros iba a morir.
Después de recibirnos nunca más tuve noticias tuyas
hasta el año pasado que, nuestra amiga en común,
me pidió que fuera a ver a un médico en la ciudad
que, tal vez pudiera, curarte.
Y fui sin preguntar nada, con el espíritu de comunicar una esperanza.
Pienso en ese día en el que te pregunté si me mostrabas tus pinturas
y contestaste que no, que de ninguna manera
seguro no era la persona indicada para compartir
¿un dolor?
¿un baile?
¿un beso?
O, todo eso junto, que era la vida amontonada.

 
 
 
Abandono

Entro a la escuela en la que doy clases
pregunto si vinieron estudiantes para rendir exámenes
y los preceptores dicen que sí,
que suba
que vaya al aula 15.
Cuando llego, tres de ellos, aseguran no haberse llevado la materia
entonces bajo
busco las planillas para chequear.
Dos estaban aprobados
pero otro no,
vuelvo a subir, le propongo que, como tiene poco tiempo,
realice un trabajo que le enviaré esa misma tarde.
Pregunto en qué aula están lxs estudiantes que cursaron quinto año el año pasado
y deben la materia
y los preceptores dicen, “hablá con la vicedirectora”
ella, “mejor con la regente”
y ésta me contesta, que en ese caso, son chicos de terminalidad
que yo tengo que ir a pedido de ellos, no ellos a pedido de la escuela.
Y que si no fueron busque a otros, que seguro la escuela está llena de deberes.
Camino hasta el patio para pensar en cambio de hacer cualquier cosa.
Regreso a la vicedirección y digo que no hay chicos que deban la materia que doy
entonces la regente responde,
“tendrás que quedarte para cumplir tu horario”.
Pido una computadora así paso notas
pero las que tienen están descargadas
y si quiero aprovechar el tiempo, sí o sí,
tengo que hacer una fila para solicitarla en una aula
en la que hoy atiende el psicólogo.
Vuelvo al patio para pensar mejor lo que me piden
quedarme sin que haya estudiantes
máquinas
sin cobrar el sueldo desde marzo cuando estamos en julio
entonces así como entré me voy
desde el colectivo observo un vidrio roto
con la forma de un corazón
como si hubiera sido un piedrazo que alguien lanzó
para que se escuchara
la posibilidad del amor en el encierro y el abandono.

 
 
 
Maniquí

Estábamos en una especie de shopping catedral
había poetas
filósofos
periodistas
y una historiadora rubia rapada
que, en un momento dado, dijo,
“si en este congreso no me dejan expresar lo que pienso
sobre el concepto de historia
voy a romper todos estos vidrios a piedrazos”.
Era delgada y se hundía, cada vez más, en un sillón
mientras que el resto la veía como si hablara una pose.
Oh
ah
qué tal
es realmente hermoso
eran frases de asombro sin preguntas.
Yo estaba sentada al lado de una chica, de la cual había sido muy amiga
en otro momento,
y le preguntaba qué le parecía ese festejo
pero parecía no implicarse en las impresiones que, antes, compartíamos de las cosas.
Como si a partir de un determinado momento se hubiera convertido
en un maniquí porque en algunos lugares era mejor estar que no estar.
Yo veía que algunas personas usaban sacos con botones que eran réplicas del lugar en el que estábamos
y pensaba que caminarían mejor sin esa redundancia
pero me quedaba en silencio para entender dónde estaba
y darme cuenta por dónde salir.
Hasta que le clavé los ojos a un hombre y le dije,
“estoy aburrida, huyamos de la moda”.

 
 
 
Mao

Mao vestido con un jean negro, un cinturón marrón
y una remera roja con un rostro fantasma
da un discurso en mi sueño
en el cual sostiene que la nueva existencia consistirá en:
la auto sustentabilidad económica
a partir de la distribución, por parte del estado, de tierra y herramientas;
el eclipse de la producción de bienes culturales,
a partir de la financiación de estadías en paisajes naturales
para que las personas entren en contacto con el río, el mar,
los árboles, las flores, el cielo, los animales
y por último,
el diseño de un dibujo futuro programa político en el que
cada unx refleje la luz de lxs demás.
Habla con un tono fuerte entonces pienso que, con las letras de su nombre,
también se forma la palabra amo.
Al despertarme, pienso en el Amor,
en tanto nombre que, con una letra más,
cambia una instrucción por una invitación,
el volumen con el que prestamos libros,
convidamos un mate o una cerveza.

 
 
 
Tres patas

Espacio común
conversatorio
lecturas
preguntas
saberes
salir del hogar
y del trabajo
reduccionismo
dibujar una práctica que altere y, por lo tanto, alterne
lo que vivimos con otra cosa
asamblea, juntada, reunión, movida
o cualquier otro nombre que ligue el adentro
con el adentro de otrx
en un afuera
especie de centro cultural sin la palabra centro ni la palabra cultural.
Promover un estado de rebalse
un licor rosa, azul, verde, turquesa que llega a penetrar espacios estrechos
silenciados
olvidados
impensables
que embriaga el abandono de las instituciones
y, en ese cruce, mezcla, roce de materiales distantes
se susciten cuadros vivos
tomar una pared de la ciudad y allí inaugurar muestras, lecturas, músicas
redactar una programática que no tenga puertas sino tres patas que tambaleen las cosas:
la formación: escucharnos hablar de lo que sabemos por intereses,
elaboraciones de proyectos, experiencias de vida.
Deformación: apropiarnos de algo que no sabíamos que queríamos.
Acción: materializar una relación, espacializarla
dar un paso distinto en la coreografía de la rutina de todos los días
que la escuela esté en la galería
la galería en la calle
la calle en la academia
que haya contaminación de géneros, formatos, movimientos, temas, colores.

 
 

 
Versiones al español de Sebastián Díaz Barriga


Cada que me piden que escriba algo acerca del trabajo de mi padre, lo primero que hago es tomar, de entre el librero, uno de sus libros, y releerlo. Esta colección de poemas se distingue, para mí, de las demás, por su tono y estructura; la geografía literaria del contenido puede ser tan personal como una carta a un amigo, o tan vasta como los Estados Unidos que recorrimos juntos, desde San Francisco (donde escribe sobre Kent State) hasta Montana (uno de estos poemas lo escribió en la casa de su amigo, Tom McGuane), pasando por Nuevo México y Nueva York, y luego haciendo una parada en un viejo cementerio de Texas para observar al cuidador barriendo las tumbas, y la memoria de mi padre: “Mi presencia se convirtió en algo más para barrer”. Ambos vivieron hace mucho tiempo y ahora, al igual que la escritura de papá, sólo pueden ser recordados por quienes lean el poema.

Brautigan regresa, una y otra vez, a los asuntos delicados del alma; algunas de sus observaciones del mundo parecen diseñadas para hacerte compañía cuando despiertas, en medio de la noche, con pensamientos existenciales —o simplemente para un corazón roto; papá siempre ha sabido cómo ser buena compañía para esos dos estados.

Robert Creeley describe estos poemas como “balas de sabiduría inefable”. Algunas veces olvido que algunos de mis favoritos están dentro de esta colección (sé que ustedes también encontrarán el suyo).

Hoy, en California, un salvaje viento primaveral sacude mi antigua casa. Tal vez sea papá, mandando saludos.   

—Ianthe Brautigan-Swensen


Aquí tienes algo hermoso (etc.

Aquí tienes algo hermoso (etc.
Me queda tan poco
 de lo que podrías llegar a querer.
Su color empieza en tu mano.
Su forma, cuando lo tocas.


Here is something beautiful (etc.

Here is something beautiful (etc.
I have so little left that you
would want.
Its color begins in your hand.
Its shape is your touch.




Segundos

Con tan poco tiempo para vivir y pensar
en todo, sé que le dediqué
el tiempo correcto a esta
 mariposa

20

               Una tarde calurosa
               en Pine Creek, Montana
               3 de septiembre


Seconds

With so short a time to live and think
about stuff, I’ve spent just about
the right amount of time on this
butterfly

20

               A warm afternoon
               Pine Creek, Montana
               September 3




Buen trabajo, nos dijo

“Buen trabajo”, nos dijo antes
de salir por la puerta. ¿Qué
trabajo? Nunca antes lo habíamos
visto. Ni siquiera había una puerta.


Good work he said

“Good work,” he said, and
went out the door. What
work? We never saw him
before. There was no door.




Sólo un secreto podría “reconocer” a otro secreto

Sólo un secreto podría reconocer a otro “secreto”.
Entonces tienes dos secretos
 que ahora se conocen. Justo
lo que siempre habías querido, los secretos se quedan
mirándose el uno al otro
 con la piyama puesta.


It takes a secret to “know” a secret

It takes a secret to know a “secret.”
Then you have two secrets that know
each other. Just
what you always wanted, they stand
there looking at each other with their
pajamas on.




La necesidad de aparecer en tu propia cara

Hay días en los que este es el último lugar
del mundo en el que quieres estar, pero tienes
que estar aquí, como en una película, porque tú
 la protagonizas.


The necessity of appearing in your own face

There are days when that is the last place
in the world where you want to be but you
have to be there, like a movie, because it
features you.




Se la están pasando bien

Se están divirtiendo,  
 toman copas de vino
y hablan de cosas
 que les gustan.


They are really having fun

They are really having fun,
drinking glasses of wine
and talking about things
that they like.




Osa Mayor

Esta es la Osa Mayor más grande
que jamás haya visto.

               Pine Creek
               Un atardecer en Montana
               4 de octubre


Big Dipper


This is the biggest Big Dipper
that I’ve ever seen.

               Pine Creek
               Montana Evening
               October 4




Voluntariamente una trampa

Leí el Chronicle esta mañana
como si estuviera pisando voluntariamente
 una trampa,
después miré las noticias pasar por encima de mis zapatos
con cuarenta y cuatro días más de primavera.

               Kent State.
               Estados Unidos.
               7 de mayo de 1970.


Voluntary quicksand

I read the Chronicle this morning
as if I were stepping into voluntary
quicksand
and watched the news go over my shoes
with forty-four more days of spring.

               Kent State.
               America.
               May 7, 1970.



* Poemas pertenecientes a los libros Cargar mercurio con una horqueta (Kriller 71 Ediciones, 2023) y Cargando mercurio con una horquilla (Zindo&Gafuri, 2023).