Textos

 
Jonás vuelve

La ballena amaneció sobre la playa número 5.
Científicos quieren saber si murió en alta mar
o si tuvo una muerte lenta sobre la arena.
Los científicos tienen maneras de averiguar cosas:
abrieron a la ballena,
la despedazaron
con instrumentos de científico
y de carnicero,
y en su estómago enorme
resplandecían
toneladas de diamantina,
microplásticos
y un esqueleto humano
al que bautizaron como Jonás.
Todas las ballenas podrían tener
una nebulosa brillante y expansiva
y varios esqueletos
en su interior.
Dijeron los científicos:
prohibamos la caza de las ballenas,
tuvimos que mirar en su estómago
para entender algo
de la expansión del cosmos,
prohibamos la muerte de las ballenas,
que las ballenas sean eternas desde ahora,
dijeron los científicos 
y se fueron
dejando una ballena hecha pedazos
a merced de los perros, de las aves,
de Jonás.


 
Clausura

Cerró lentos sus párpados el siglo
y tras el cortinaje
metálico, definitivo,
quedaron las ciudades,
los parques,
el amor en la hierba.

¿En dónde estabas cuando cayó el Imperio,
cuando corrimos para evitar la nube radiactiva?

¿Lograste beber agua? ¿Recuerdas su sabor?

¿Te alcanzaron las migas que guardaste?

¿Pudiste despedirte?


 
Cerrado a la navegación

La intemperie está en ruinas
y el presente que nos hemos nombrado
y del que hicimos un lugar
paradisíaco
ni siquiera nos ha pertenecido.
Las banderas nos advierten del riesgo
o nos invitan a abandonar la noche,
sus herrajes de carne y adamantio,
las brújulas de sal, cada naufragio
de metales ficticios, de papeles
deshechos por el agua.

A lo lejos, un barco
que va a despedazarse
en el risco del tiempo.


 
El Arca

Metí a los animales
uno a uno
y les busqué pareja
para reproducirse.

Les procuré comodidad
y gozo; alimento y bebida.

Puede sonar a una tarea ardua,
juntar a las especies,
pero ya eran muy pocas.

Las aves se extinguieron por completo
junto al último árbol.
Había pocos reptiles.

El Arca era pequeña.
De verdad era ínfima.

Eso sería en agosto
de dos mil cuatrocientos.

El Arca despegó un día nublado
y se perdió en la noche
de ese mundo ruinoso,
radioactivo.

Lo observamos ahora,
unos cuantos.

Se sigue viendo azul.


 
* Poemas pertenecientes a El estómago de las ballenas, ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2024, recientemente publicado por el Fondo de Cultura Económica en coedición con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y el Instituto de Cultura de Aguascalientes.

 
 


 

 
Siendo

Desnuda, flotación en atmósfera mortecina,
piel blanca como zorro ártico,
carnívora en las laderas escurridas de rosa incandescente.

Soy mañana desgarrada.

Montaba el caballo de aire negro,
buscando a aquella mujer: la de los dioses,
una sola que es adverbio de lugar, nunca de tiempo.

Soy espuma que se desvanece entre las rocas.

Olfateaba los restos de vísceras vueltos guiñapo
forzada, casi por inercia, a lamer la leche emanada de la montaña,
formación volátil de patchouli y benjuí rosado.

Soy la perforación por cuchillo de pedernal en el ánima incauta.

Removí con uñas y yemas los escombros de la culpa,
sentencia de tormento auto impuesta por perpetrar lo inevitable.
Berreé, oré y maldije hasta dejar la atmósfera suficientemente clara.

Soy los huesos que no ven, anidan la posibilidad de entrever.

Excavé vertederos, sepulcros, drenajes y cimientos,
esquinas curvas, tejidos duros y blandos,
aspirando a revelar la realidad, el pensamiento, lo imaginario.

Soy mi propia hora, la de la soledad absorta.

Hallé huellas antiguas, restos de cardos y polvo de cenizas,
entregué cada resquicio de carne sin ira,
observé atenta las pulsaciones, dilataciones y goteos.

Soy entera nueva, vulnerable como piel recién parida.

Nadé hacia el centro sin flotar más que en los ojos frescos de geol,
orígenes de la claridad inmanente a la oscuridad creada,
entonces los sueños dejaron de serlo, para transmutar en recuerdos ajenos.

Soy el blanco, el rojo y el negro donde arde el impulso eléctrico.

Escalé de vuelta al valle de los millones caídos en una guerra tácita,
genocidio de la cultura y del alma de un pueblo que odio y amo,
alcancé a verlo todo desde lo alto.

Todo ardiendo, todo desmoronado,
todo de líquido caliente inundado.
Mío.

Soy el cuerpo que, al ser, es todos los cuerpos en autopsia: autoproclamado vivo.

 
 
Mina

Oro celta que se excava
a vista y paciencia trágica,
dibujando surcos mágicos como líneas peruanas
en montañas periféricas,
en los confines de galerías, túneles y cavernas.
No siempre la mina fue Pasta de Conchos,
Indonesia, Uzbekistán, Filipinas,
sino este cuerpo.

Tantos sitios como buscadores sedientos,
zapadores extenuados, esclavos sin más remedio
y tú, atrapado en la caverna a punto de explotar.
No lo sabías.
Tampoco hubo manera de atisbarlo y sacarte de los escombros.
Tantos sepultados,
cercenados,
abatidos,
inhumados vivos,
separando sales de magnesio,
metales de sulfuro,
todo cuanto fuera brillante y pesara,
espesara la gloria del olvido en paraje yermo, duro.

Tejidos de ansia,
aguas subterráneas,
culpas cernidas con cedazo fino entre arena lunfarda.
Se extrajo cuanto se pudo, manos tiesas y necias,
las tuyas y las mías y las de los mineros incas,
hurgando y rebuscando, paleando y estallando,
entrañas terrestres, linfa humana.

No cambia más que el tamaño del túnel y la galería:
al final, no todo el oro brilla,
pero todo lo que es mina, mina.
Mina de sal, lágrimas mezcladas con saliva amarga.
Mina de arena, restos de sudor y sangre seca en la dermis desértica.
Mina de carbón, cejas en perspectiva de horizonte incierto, por decir lo menos.
Mina de mármol, muslos helados en la plancha de acero donde el tórax se convierte en caja abierta de colorín morado y secretos romanos.
Mina de guerra, neuropsina disparada de la amígdala en la noche que jamás
se volverá día, canta a voz en cuello el corifeo.

Miramos la mina,
mírame reptando desvalida,
desprovista de mí misma.

Lo que se taladra ebulle,
tarde que temprano, polvoriento resabio.
El oro vendrá sólo, con la fortuna de los años y el recuento daños.
De momento, estamos a mano.

 
 
Zanate

No es lo mismo un zanate mayor en mitad de la calle,
que un cervatillo, cruzando los jardines traseros
de un suburbio en los Grandes Lagos,
remojados de ese blanco que huele a tiempo felizmente habitado.
Húmedo canto de cigarras extrañas en marzo.

No son lo mismo los pies bien abiertos,
el dedo posterior anclado con toda fuerza
para sostener el tarso erguido que alza el pecho,
el mando, las alas cloacales, la rabadilla,
la corona azabache hirviendo del tal zanate,
que los patos cruzando con parsimonia
una avenida de Downtown Detroit,
madre por delante, presta a atacar fiera
a quien atente contra trece crías desplumadas,
desprevenidas,
alguna descuartizada por un automóvil eléctrico que no rugía.
Cerezas trenzadas con cabellos de acero.

Al llegar al río Saint-Claire serán menos,
valga el esfuerzo materno,
así es la vida ahí, como en todo sitio colonizado por homínidos,
dizque humanos, pan de cada día es la crueldad sin reparos:
pueden matarse sioux, chippewas, navajos,
armenios,
musulmanes,
afroamericanos, 
latinos que también son norteamericanos,
antes que un dulce pato marrón de sesera verdusca,
despistado por la helada brisa del lago Michigan.
Castañas en barcos a contratiempo a tope de esclavos.

Mucho menos será lo mismo un zanate que una liebre dureriana
dejando su impronta en las primeras nevadas,
buscando la vida para el invierno de temperaturas ingratas,
vientos que congelan mentes y relaciones fraternas,
blanco níveo que hiere porque huye,
que hiere porque promete,
que hiere porque contiene todo lo que se imaginó y no llegó.
Hielo negro de noche terminante.

No, nada se comparará con el zanate
arriesgándolo todo sobre el pavimento ardiente
de un país que no es, ni será ya nunca el mismo,
separados, como si de algo valiera,
por largo óxido y millones per capita, hambre petrolera bélica
y como sea que se traduzca el producto interno bruto en la nevera—
aquí, con la sangre coagulada,
los sesos en las banquetas,
el plomo presto, hermano del hambre y la ignorancia.
Zanate desesperado
sobre una sola pata,
en medio de la pintura blanca de un paso de cebra
buscando a su compañera,
porque hacer nido es lo único que queda.

 
 
* Poemas pertenecientes a Entera Nueva, publicado en 2024 por Elefanta Editorial.
 
 

 

Refracción / Díptico 80 x 100 cm / Acrílico sobre lino / 2023

Corazón de hiedra / Dípcto 100×150 cm / Acrílico sobre lino / 2023.

Paisaje de azar / 115×125 cm / Acrílico sobre lino / 2023

Supernova / Díptico 70 x 180 cm / acrílico sobre lino / 2023

Naturaleza y objetos / 115×120 cm / Acrílico sobre lino / 2023

Bosque / Díptico 130 x 85 cm / Acrílico sobre lino / 2024

 
Blanca, el agua del florero se pudre cada día
ahora abraza a los mosquitos como una madre

yo la dejo ser
porque también me estoy pudriendo
encerrada entre tablones y espejos
que sólo muestran mi espalda
porque escribo hacia el futuro
atada a una silla

pero el futuro es solo la evocación de un árbol
una materia de polillas

quisiera herirlo, Blanca,
pero sólo escribo en la madera
mi estúpido nombre
y pongo música alegre y observo la rigidez de las flores
con ganas de quemar mi alma un poco para encontrarla

   la busco con el cigarro a través de mi aliento
   pero se esconde, Blanca,
   cuando la llamo con el humo
   cuando le digo que acá afuera ya huele a fruta rancia

         si tan valiente, que salga

   pero sólo la escucho
   como una risa apartada

mi alma tiene flores vivas
las roba del jardín de un dios
que no vive en mis libros
las esconde en mi espalda
las entierra en mi sombra
y yo no las alcanzo, Blanca,
los días son breves frente a la corteza
y los espejos
opacados por el humo
tampoco quieren mirarme
y mi sombra está atrapada en el suelo
y mis manos no quieren soltar la pluma

   tienen miedo a espinarse

los pétalos se amargan sobre el papel
el agua huye
la tinta se hace transparente como sudor entre mis dedos
y el árbol se vuelve mi rostro
y mis palabras madera seca como leña

 
quizá también mi alma
quiere quemarme

 
 
yubarta*

escucharé tu salto en el agua
tu forma de tomar oxígeno
la exhalación de vapor
un chorro escupido al cielo
tres metros de nube que caen al instante

escucharé tu pirueta en la brisa
la inhalación de tu espiráculo
el golpe en la superficie
el reventar blanco

escucharé el aire atravesar tu conjunto de pliegues

te escucharé cantar

inmensos anillos de burbujas
tu trampa para peces

te escucharé lenta como yo

no podré entender tu poesía
pero leeré que escribes versos en el tiempo del mundo
secuencias de unidades
temas de siempre

te escucharé a ti sola
salvar una foca atrapada por orcas en el hielo

los escucharé confundirte con comida enlatada
con sirenas
con monstruos

escucharé tus sesiones de canto
vendidas como frecuencia de alta vibración
música de fondo para ecologistas

escucharé la reproducción de tu voz
el agua en las bocinas
un tono grave

escucharé el nombre de tu extinción

escucharé el mar
y nada escucharé

*ballena jorobada

 
 
humo negro

la última vez que el fuego prendió la vela
tu cuerpo era todavía
una sombra en el cuarto

   mis rezos fueron quemados 
   entre gemidos

   el calor a través de los surcos transparentes
   dibujó la música con movimiento

      nuestros músculos absorbieron el ardor

            y convertí la vela en mi propia isla de hielo
            derretida gota a gota
            por una fuerza insomne
            sobre el sudor de nuestra piel

            su capa blanca se impregnó
            en el libro azul que leímos por la tarde
            en los lirios marchitos
            en la lámpara de sol cerrado
            en los zapatos quietos
            en nuestro cielo de piedra
            como las huellas de un rayo lento
            entregado al ritmo de la noche
            entregado al deseo
            de flotar hasta el amanecer

 
 
gira sol gira

el hombre con las palmas abiertas yace sobre tierra fragmentada
en su torso han caído pétalos de otra carne

breve como la hora
escucha los latidos de su pecho
caliente bajo el sol

percibe la temperatura de uñas y cuerpo

confundido
hace una pregunta con los ojos cerrados

los girasoles de ceniza
casi en el cielo
observan la luz sobre su piel

el viento me seduce                dice en voz baja

la pintura del firmamento cae hasta sus pies
   resplandecientes         intuyen largas raíces

      es el abismo de los ojos cerrados

fuera del tiempo de pájaros y lombrices
acostado frente al cielo
el hombre repite la pregunta

las flores son negras como manchas de tinta

imagina estrellas en lo oscuro
destellos en el cerebro y en sus órganos
marchitos después del largo viaje

su desnudez
conoce la noche de cerca

sus manos perciben los trazos que unen
ángulos a las hojas
vello al follaje
y respiración al vacío
tendido entre sus átomos

el hombre repite la pregunta

sus primeros años
aparecen a su alrededor
en el comienzo de cada tallo
en la flora con color de universo
con la profundidad de lo que ya no existe

   sus ojos miran el interior

los girasoles absorben las células que se apagan
el ritmo cada vez más lento
las cicatrices del rostro
las huellas de sus dedos

   iluminan al ser con su ceniza

él         convertido casi en tierra
ha olvidado la pregunta

su calor
como una estrella lejana
aún resplandece

detrás de los pétalos
un espiral infinito

detrás de sus párpados
en la disolución del cuerpo
entra

su corazón hace unos minutos
ha jugado a detenerse

   el sol
   negro y en su interior una mancha
      flor que alimenta
      el abismo

 

 
La letra ausente

A María Luisa Heitzmann, siempre

Ninguna letra del alefato la conocía, aunque todas, pacientes, la esperaban. No era ésta o aquélla, alef o dalet, bet o zayin, era la letra que no llegaba. Alguna vez, dicen que llegó, o que llegará, y que el concierto de las letras pudo así, podrá, componer una palabra. La palabra que es será cuando esa letra desconocida fue llegó.

(Escondida brilla entre las otras de esa palabra al fin.)

 
 
Mirlo

Dirime el verbo del sol,
delirio de la noche que amanece,
el trino, así lo oyes y no entiendes
qué muro se interpone;
y el mirlo en la baranda
te dice ¿por qué esperas,
por qué miras, y piensas y aún no sabes?
Ser mirlo es otro mundo,
es un cantar que nombre obtuvo
tan lejos de las letras de ahora mismo,
tan ahora de letras, mirlo mismo,
delirio de la noche, verbo y trino
de tierra y de color, arcilla y mirlo,
pico y negro.

 
 
Ordet

De la techumbre vuelan mariposas,
como pétalos que cayeran de la mano de Dios,
la ropa blanca, al viento, tendida
entre dos árboles, es el verbo del hombre,
riachuelos, charcos, espejean nubes, el azul;
vista así, en escorzo, el sol en las ventanas, las macetas,
la cabaña es un milagro de Dreyer.

 
 
Una sílaba sol

Sol, fue tierra, semilla, trigo;
para el ser humano
un sólo sol en tres letras,
una sílaba sol, tan sólo, pan.
Dorado abríamos el día,
partíamos el pan, el sol nacía.

 
 
Utanapishtim

D’altri diluvi una colomba ascolto

Giuseppe Ungaretti

 
Hiere la luz del cielo en su mejilla,   
fulge la superficie de las aguas,
llora mientras contempla, se arrodilla.
Toda la humanidad es pura nada,
nada ni nadie sabe que alguien mira,
génesis de otro mundo la mirada.
Chapotea el silencio en la mañana,
leves las ondas golpean el arca.
Una paloma, rauda de su mano
corta el espacio, brisa la esperanza.
Del árbol donde nace el universo
la primavera brota en una rama.

 
 
Lezamiana

Con tu mirada por venero quebraste la cáscara celeste,
la cal desconchada, rocío tenaz, arañada caía por la uña,
hasta el yeso, el hueco, la aridez, el vacío blanco,
la gruta transparente de la Virgen, el tokonoma —ardían
calcinados los huesos del último sol.

Poema perteneciente a Hueso en astilla (Tusquets, 2024)

 

 
Versión al español de la propia autora en colaboración con Xitlalitl Rodríguez Mendoza

 
Nina
 
Manos temblorosas, palpitaciones intensas como un tambor
una serpiente que se abre paso en aquel túnel angosto.
Respiración agitada, pulso acelerado,
una inmensa anguila que se abre paso al fondo del océano
siento las lágrimas asomarse en mis ojos
aguardo a que lleguen para entender
el cuello entumido, metido en la respiración
espero pronto sostener mis lágrimas entre mis dedos movedizos.
Ella sostiene mis manos pero yo las acerco
casi hasta mis ojos.
Corto la hebra de mi lágrima y la mojo con mi boca
con la esperanza de que no vuelva a crisparse.
Ahora que estoy sola dejo mis lágrimas sobre la mesa
tallo mis manos en las fibras de mis jeans
ya mis lágrimas se disponen a brotar de mis ojos.
Suspiro largo con el corazón lleno de dicha y la mente vacía
ella regresa y mira
he visto a través de su ojo lo que ella un día vio a través del mío.¹

 
¹ Este poema no describe a una persona llorando.

 
 
Nina

Trembling hands, intense heartbeat like hitting a drum
mamba trying to find its way into that narrow tunnel.
Agitated breathing, accelerated pulse,
Oarfish trying to get to the bottom of the sea
Feeling the tears coming through my eyes
Waiting for them to come out to realize
Numb neck, holding my breathing
Hoping I will soon hold my tears between my unstable fingers.
She holds my hands but I move them closer
Closer to my eyes.
I cut the hem of my tear and I wet it with my mouth
Hoping it will not fray again.
I leave my tears on the table now that I’m alone
I rub my hands on the fibers of my jean
My tears are now ready to come through my eyes.
Long sigh with a heart full of joy and an empty mind
She comes back and sees
I saw through her eye what she once saw through mine.¹

 
¹ This poem is not describing a person crying.

 
 

 
Muestra de Trato con el viento. 22 voces de la poesía brasileña contemporánea. Selección y traducción de Jesús Montoya. Prólogo de Valentina Figuera Martínez (Colombia: Editorial Escarabajo, 2024).

La primera parte de esta muestra está disponible en este link.

 

 

Wilson Alves-Bezerra

 
Tropicalón

Arden las pajas de la choza tapuya. Bemba en la botija, jeta en la totuma. El delator manda más que el presidente: entra por la puerta trasera, sale por la puerta del frente. La carroza se destroza en una curva. Los muchachos de la prensa jugueteaban: ¿quién será ahora el jefe de la pandilla? No era Collor, no era Lula, no era el Dólar, no era Dirceu ni era yo. Mandamás no es quien madruga, es quien calcula, quien inventa y paga la ley; quien culea al presidente, al senador, a la justicia y su bistec en portadas de revista anuncia. Es un entendido, no un lerdo, es el más sagaz. Cae el rey de oros, cae el rey de polvo, cae y nada queda. El viejo mandatario, arreglado, atravesado, en su defensa grita el crimen perfecto; viene a hablar de rieles, pero ya vendió los trenes. No sirve más para mayordomo, ni para vigilar el carro del patrón; no aguanta hasta el final, comienza a fallarle el riñón, no aguanta sentado ni de pie, escasean senador y diputado para limpiarle el rabo; pobre zamuro endiablado, no aguanta una más, y ya hay quien clama por derechas ya.

 
Tropicão

Ardem as palhas da tapera tapuia. Beiço na botija, focinho na cuia. Delator manda mais que presidente: entra pela porta dos fundos, sai pela porta da frente. A carroça se destroça numa curva. Os meninos da imprensa brincavam: quem é o chefe da quadrilha? Não era o Collor, não era o Lula, não era o Dólar, não era Dirceu nem era eu. O chefe não é o que madruga, é o que calcula, o que inventa e paga a lei; o que enraba presidente, senador e justiça, e anuncia seu bife em capa de revista. É dos espertos, não dos lerdos, é dos sagazes. Cai o rei de ouros, cai o rei do pó, cai, não fica nada. O velho mandatário, arregalado, empalado, em sua defesa grita sobre o crime perfeito, vai falar dos trilhos, mas já vendeu os trens. Não serve mais para mordomo, nem para vigiar o carro do patrão; não aguenta até o fim, começa a lhe falhar o rim; não aguenta em pé nem sentado, escasseiam senador e deputado para lhe limpar o rabo; o pobre urubu encapetado não aguenta nem a semana, já tem até quem clama por diretas já.

 
 
Llama

Quema, señor,
al país que sobró.

Al erial, a las matas, al aldeano, al mono;
Diézmalo todo;
Mata a la niña en la choza,
Mata al harapiento,
Mata al infante en la escuela,
Mata a la manada de lobos guará,
Mata al quilombo,
Mata al mulato en el metro,
Mata todo lo que se mueve,
Mata al mico y al bananal,
Mata en la choza al malungo,
Arremete al muerto en Catumbi;
Mata, mata todo lo que se mueve por aquí.

Quema,
Quémalo en demasía, señor,
al país que sobró.
Quema cuanto vive,
Quémalo abismal,
Quémalo, señor.

Mata al jaguar,
Al jabirú en su vuelo,
A la garza, a la cutia, a la joven
Asfixiada, en su mirar horrorizada,
Mata, quema al caimán, acaba con el angelim
No dejes nada en pie
Y quémame también a mí;
Señor, es lo correcto,
Construir el desierto
En siete días
y replantar después
la Obra de Cristo
cimentado
sobre la sombra siniestra
de la nada de la pólvora que quedó:
Soya transgénica,
ganado nazi,
transfóbico
hacendado-misógino
en la balsa racista
del río del pavor.

Quema,
Quémalo mucho, señor,
al país que sobró.
Quema cuanto vive,
Quémalo hondo,
Quémalo, señor.
Quema mi aliento
Quema mi alivio
Quema la historia
Quema cuanto soy.

Funda tu Iglesia de miserias,
Tu iglesia de muertos,
Tu altar de cenizas,
Tu catecismo de iras,
Tus horrendos fieles, señor.
Funda tu iglesia vil
En la hacienda de huesos
De tierra del Pau Brasil.

Frita la paz en la llama
vista seca
Garganta rasguñada
Cabeza palpitante
Nudo en el pecho;
El mandatario consiente
los ojos chamuscarme
Para votar consciente
de nuevo;
Quemar mis dedos
Para nada decir,
Para nada saber de la muerte
ni del miedo;
Quemar huevos, vaginas, úteros, clítoris
Quemar todo cuanto fulge,
cuanto sangra,
cuanto vive,
cuanto siente.
Quema, prende, revienta
Para que nada se regenere.
Quémalo, que el hacendado
prometió al pastor más iglesias
por la soya retoñada;
mata maldita, mata pisada,
mata agreste,
el bosque es una huerta,
son pocas sus matas,
sus matas no son nada.
Mana agua de ceniza
del desagüe de la boca
de las ratas. 

Quema,
quémalo entero, señor,
al país que sobró.
El pantanal es el horno
de tu campo de concentración.

Mata absorto
Mi grito
Mi huerto de martirios
por los horrores que causó.
Mata de nuevo
los ciento treinta mil muertos.
Mata, genocida,
a quien ya muere en la carencia.
Mata, que hay mucha vida
alrededor.

Ven que te quemo,
Jesús de azulejo,
Iglesia de necios,
Pastor de tergal,
Hacendado órgano clorado,
Ven que te cazo
hecho cada jaguar
que ordenaste quemar.

Ven que te vamos a matar.

Mata-Macunaíma
Mata-Muiraquitã
Mata-Mãe d’Água
Mata-Cunhatã
Mata-Maria da Penha
Mata-Preña
de Amor
Mata-Marielle,
Mata-Más amor
Mata Viva
Máxima
Mata Atlántica,
Amazónica,
pantanera,
Atávica-Mata
Mata-Zumbi
Mata-Marighella

—Yo rechazo la llama siniestra del que me incendió.

[17 de septiembre de 2020]

 
Chama

Queima ele, senhor,
o país que sobrou.

O mato, a mata, o matuto, o macaco
Tudo vai ser dizimado
Mata a menina na maloca,
Mata o molambo,
Mata o menino na escola,
Mata a matilha de lobos guará
Mata a mocambo,
Mata o mulato no metrô
Mata quanto se move
Mata o mico e a banana
Mata na maloca o malungo,
Arremata o morto no Catumbi
Mata tudo que se move por aqui.

Queima ele,
Queima muito, senhor,
o país que sobrou.
Queima quanto vive,
Queima fundo,
Queima, senhor.

Mata a onça
O tuiuiú em seu voo
A garça, a cutia, a moça
Asfixiada, o seu olhar de horror
Mata o jacaré, queima o angelim
Não deixa nada de pé
Queima, em mim, senhor,
É o certo,
Construir o deserto
Em sete dias,
para replantar depois
A obra de Cristo
cimentado
sobre a sombra sinistra
do rastilho do nada que ficou
Soja transgênica
gado nazista,
transfóbico
fazendeiro misógino
na chalana racista
do rio do pavor.

Queima ele,
Queima muito, senhor,
o país que sobrou.
Queima quanto vive,
Queima fundo,
Queima, senhor.
Queima meu alento
Queima meu alívio
Queima a história
Queima tudo quanto sou.

Funda sua Igreja de misérias
Sua igreja de mortos, senhor
Seu altar todo de cinzas,
Seu catecismo de iras,
Seus fiéis de horror.
Funda a igreja perversa
Na fazenda de ossos
Da terra do pau brasil

Frita peixe na chama
vista seca
Garganta trinca
Cabeça lateja
Nó no peito,
O mandatário consente
Queimar meus olhos,
Para votar consciente,
De novo,
Queimar meus dedos,
Para não dizê-lo,
Não saber da morte, nem do medo
Queimar pau, perereca, útero, grelo
Queimar quanto fulge,
quanto sangra,
quanto vive,
quanto sente.
Queima, prende, arrebente
Para que nada se regenere.
Queima que fazendeiro prometeu a pastor
mais igreja, quanto mais soja brotasse,
mata maldita, mata pisada, mata agreste,
A mata é a moita
A mata é pouca.
A mata é nada.
Mana água de cinza
Da bica da boca dos ratos. 

Queima ele,
Queima muito, senhor,
o país que sobrou.
O pantanal é o forno
Do seu campo de concentração

Mata meu grito
Absorto
Meu horto de martírios
de horrores que causou.
Mata de novo
os cento e trinta mil mortos.
Mata, genocida,
quem já morre à míngua.
Mata, que há muita vida ao redor.

Vem que te queimo,
Jesus de azulejo,
Igreja de cheetos,
Pastor de tergal,
Fazendeiro organoclorado,
Que te caço,
Feito cada onça que você queimou.
Vem que a gente te mata.

Mata-Macunaíma
Mata-Muiraquitã
Mata-Mãe d’Água
Mata-Cunhatã
Mata-Maria da Penha
Mata-Prenha
de Amor
Mata-Marielle,
Mata-Mais amor
Mata Viva
Máxima
Mata Atlantica,
Amazônica,
pantaneira,
Atávica-Mata
Mata-Zumbi
Mata-Marighella

– Eu recuso a chama sinistra de quem me incendiou.

[17 setembro 2020]

 
 

Valeska Torres

 
el crepúsculo se desflora frente al horizonte
ropajes cubren la piel
en el bolsillo un escarabajo
aplastan con un martillo
el hambre del día

corporaciones cromadas de acero
evaporan pequeñas escamas de carbón quemado

la ampolleta enmudecida
por el vapor de las quemas
insiste en traer a la conversa
la arena fina

las matas se incendian se incendian
por el horror de las máquinas

partida tras partida son transmitidas por la televisión
espejismos
andamos sobre los cráneos de los animales
sin remordimiento se nos curva
la gamuza de las cabras que cubrimos con la esquela
de nuestro linaje

 
o crepúsculo desflora no horizonte
indumentárias cobrem a pele
no bolso um escaravelho
esmagam com um martelo
a fome do dia

corporações cromadas por aço
evaporam pequenas escamas de carvão queimado

a ampulheta embaçada
pelo vapor das queimadas
teima em trazer à tona
areia rala

as matas incendeiam incendeiam
pelo horror das máquinas

frames por frames transmitem na televisão
miragem
andamos sobre os crânios dos bichos
sem remorso curvam-se a nós
a camurça das cabras que cobrimos a carcaça
da nossa linhagem

 
 
enredada en un líquido viscoso
una tortuga marina
se pudría en la arena

en su dorso
el aceite se escurría
engendrada en una depresión equivalente
al tamaño de su cuerpo

sale del casarón detrás del cerro
la macabra luna menguante
que ordena las mareas
para dar fuerza
al descarrilar continuo
del hombre

el petróleo de los toneles
en todo el nordeste brasileño
asfalta

la posible reproducción de especies marinas

esa ínfima posibilidad
que sigue a la corriente
que insiste en migrar por zonas abismales

 
enredada num líquido viscoso
uma tartaruga marinha
apodrecia na areia

em seu dorso
escorria o óleo
que matara toda uma geração
desovada numa depressão equivalente
ao tamanho de seu corpo

eclode detrás do morro
a macabra lua minguante
que ajeita as marés
para dar fôlego
ao descarrilamento contínuo
do homem

o petróleo dos tonéis
em todo o nordeste brasileiro
pavimenta

a chance de reprodução das espécies marinhas

a chance ínfima
segue a correnteza
que teima a migrar por zonas abissais

 
 

Douglas Diegues

Los poemas contenidos aquí están escritos en portunhol selvagem y fueron dejados tal cual, asumiendo la puesta en escena del intermedio de las lenguas.

 
 
Safos de All Star.
Shakespeares de tênis Adidas.
Camões de óculos Luís Vutton.
Vale tudo neste mundo lleno de maldade & ilusión.

 
 
Aldo Pellegrini

La poesia y los imbéciles

La poesía tem uma porta herméticamente fechada a los imbéciles, aberta de par en par a los inocentes.
Non es uma puerta fechada con llave ou cerrojo, pero sua estrutura es tal que, por mais esforzos que hagan los imbéciles, non puedem abrirla, enquanto se abre de par em par a la sola presenza de los inocentes.
Nada existe mais opuesto a la imbecilidade que la inocência.
La característica del imbécile es sua aspirazióne sistemática de cierto ordem de poder. El inocente, en cambio, se niega a exercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitude poética: la inocencia.
Y el pueblo, aqueles que sienten la coerción del power como uma dor.
El inocente, conscientemente ou non, se muove en um mondo de valores (el amor en primer término), el imbécil muovese num mundo nel kual el úniko balor está dado por el exercicio del power.
Los imbéciles buscam el power en kualquer forma de autoridade:
el dinero em primeiro lugar,
y toda la estructura del estado, desde el power de los gubernantes hasta el micro power, igualmente corrosivo and sinistro power de los burócratas,
desde el power de la iglesia hasta el power del periodismo, desde el power de los banqueros hasta el power que dan las leyes.
Toda esa suma de power está organizada kontra la poesía.
Como la poesía significa liberdade,
significa afirmación del auténtico avá, del ser que busca realizar-se, indubitabellemente tem cierto prestigio ante los imbéciles.
Nesse mondo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo assím como la poesía.
Nessa poesía que ellos utilizam, la palabra y la imagen se conbiertem en elementos decorativos, y desse modo se destruye suo poder de incandescencia.
Assím se “krea” la chamada “poesía ofiziale”, poesía de lentejuelas, poesía que suena a mofo y naftalina. La poesía non es mais que essa violenta necessidade de afirmar seu ser que impulsa al avá.
Se opone a la voluntad de non ser la que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los outros que se manifiesta en quienes ejercen el power.
Los imbéciles bibem num mundo artificiale y falso: baseados nel power que se puede ejercer sobre los outros, negam la rotunda realidade de lo humano,
a la que sustituyen por esquemas manjados.
El mundo del power es un mundo vazío de sentido, fuora de la realidade.
El poeta busca en la palabra non um modo de expressione sinon un modo de participar en la realidade mesma.
Recurre a la palabra, pero busca nella suo balor originario, la magia del momento de la inbencion del verbo, momento en que non era signo, sinon parte de la realidade misma.
El poeta mediante el verbo non expressa la realidad mas sim participa en ella misma.
La porta de la poesía non tem llave nim cerrojo: se defiende por sua qualidade de incandescencia. Apenas los inocentes, que têm el hábito del tatáendy (fuego selvagem) purificadore, que têm dedos ardentes, podem abrir essa puerta y por ella penetrar la realidade.
La poesía pretende cumplir la tare(f)a de que este mundo non seja solamente habitábelle para los imbéciles.

Glossarioncito Guaraní-Portuñol Selbagem Avá: Hombre, homem.

 
 

Patrícia Lavelle

 
 
Utopía de barrio

“Agua, arena
arena y tierra
barro y quilla
quilla-arcilla”.

Los niños en la playa,
en la playa de un río,
jugaban en el barro.

“Arcilla en ladrillos
ladrillos en pilas.
Los niños apilan
en torres y torres.
Las niñas apilan
en voces y voces”.

Sin proyecto ni plan
apilado, inventan
“¡una gran torre!”
E inventando, suspiran:
“¡Una sola para todos!”
“¡Una sola, hasta el cielo!”

Aquello era infancia
de razón que aspira:
en sus manos, arcilla
en su voz, Babel.

 
Utopia de barrio

“Água, areia
areia e terra
lama e liga
liga-argila”.

As crianças na praia,
numa praia de rio,
brincavam na lama.

“Argila em tijolos
tijolos em pilhas.
Meninos empilham
em torres e torres.
Meninas empilham
em vozes e vozes”.

Sem projeto ou plano
empilhando, inventam
“uma grande torre!”
Inventando, aspiram:
“Uma só pra todos!”
“Uma só, até o céu!”

Era aquilo infância
da razão que aspira:
em suas mãos, argila
em sua voz, Babel.

 
 
Palabra extranjera

Entre las palabras y las cosas,
hay siempre una distancia:
en la palabra, la cosa es otra,
en la cosa, la palabra no es.
Pero esa cosa sonora,
que la palabra es también,
es un tipo de artimaña
para adueñarse de otra cosa.

Presa en la palabra extranjera,
una cosa es aún más otra
menos diversa de sí
que mi propio silencio.

Pero la palabra extranjera
que tardíamente aprendí
en previa palabra extranjera
se torna alguna aún más diversa
agarrándome así,
de buenas a primeras.

Cosa aprendida en el tiempo,
toda palabra es artimaña
donde yo, ella o esto
(la cosa pensante = X)
capturada, se captura:
toda palabra es extranjera.

 
Palavra estrangeira

Entre palavras e coisas,
há sempre alguma distância:
na palavra, a coisa é outra
na coisa, a palavra nem é.
Mas essa coisa sonora,
que a palavra é também,
é uma forma de armadilha
pra pegar uma outra coisa.

Presa em palavra estrangeira,
uma coisa é ainda mais outra
menos diversa dela mesma
que do meu próprio silêncio.

Mas a palavra estrangeira
que tardiamente apreendi
em prévia palavra estrangeira
torna-se coisa ainda mais diversa
prendendo-me assim à primeira.

Coisa apreendida no tempo,
toda palavra é armadilha
onde eu, ela ou isto
(a coisa pensante = X)
capturada, captura-se:
toda palavra é estrangeira.

 
 

Rodrigo Lobo Damasceno

 
Elegía

en Feira, crecen
 los poetas olímpicos –
saltando
por los paisajes
  de Grecia
cazando las metáforas y las canciones
de las esferas
  de la Caatinga1
(que sacrifican
   niños
en las esquinas
del Campo Limpio) –
nombres de calles
de plazas
nombres
 raros dichos en sonetos:
sonatas, laúdes, Tracia–
la asidua búsqueda por la Verdad,
por la Belleza, por la Idea – y por los bordes
del calor
la carestía
el crack que roe
el pan –alimento inicial
del hombre–, los templos,
jardines,
la poesía: ya nada
de eso
   existe–
soles tristes,
admirables poetas
de Feira

 
Elegia

em Feira, crescem
os poetas olímpicos –
aos saltos
pelas paisagens
da Grécia
caçando metáforas e as músicas
das esferas
esquecidos das feras
da Caatinga
(que abatem
  meninos
nas esquinas
do Campo Limpo) –
nomes de ruas
nomes de praças
nomes
  esquisitos ditos em sonetos:
sonatas, alaúdes, Trácia –
a busca sisuda pela Verdade,
pela
Beleza, pela Ideia – e pelas beiradas
calor
carestia
crack roendo
o pão – alimento
primeiro do homem –, os templos,
jardins,
a poesia: já nada
disso
  existe –
sois tristes,
admiráveis
poetas
feirenses

 
 
calle sin ningún
 encanto
cañería
asalto
 llena
de gente
pequeña
descalza
pateando
una pelota
 llena
de gente
grande
desdentada
carcajeándose
 llena
de gallos
de pelea
ciegos
muriendo abandonados
calle sin ningún
  encanto
  cañería
  asfalto

calle de mi barrio

 
rua sem nenhum
encanto
esgoto
asfalto
cheia
de gente
pequena
descalça
chutando bola
cheia
de gente
grande
banguela
dando risada
cheia
de galos
de briga
cegos
morrendo abandonados
rua sem nenhum
encanto
esgoto
asfalto

rua de meu bairro

 
 

Prisca Agustoni

 
mi lengua
   una medusa
tentacular,
   su boca
abre un mundo
a la inversa

trazar el perímetro
líquido
e invertebrado
de ese universo

sin paisaje:

solo tiene mi canto
sottovoce
martillando en la cabeza

(extranjera que soy
delante del espejo)

y todas las palabras
       fallas
que tantean las cosas

— ojos que perdieron
la visión:

tantas lenguas
que esperan
bajo cada una

 
minha língua
    uma medusa
tentacular,
    sua boca
abre um mundo
às avessas

traçar o perímetro
líquido
e invertebrado
desse universo

sem paisagem:

só tem meu canto
sottovoce
martelando na cabeça

(estrangeira que sou
diante do espelho)

e todas essas palavras
       falhas 
que tateiam as coisas

– olhos que perderam
a visão:

tantas línguas
aguardam
sob cada língua

 
 
) ich bin jenisch
jenisch und frau (

una lengua sin suelo
una deslengua

la media luna de los nómadas,
sílaba interestelar
astro guía que rasga
como lámina el pala
   dar

galaxia de palabras
que explotan
entre los dientes

) ich bin jenisch
jenisch und frau (

 
) ich bin jenisch
jenisch und frau (

uma língua sem chão
uma deslíngua

a meia lua dos nómades,
sílaba interestrelar
astro guia que rasga
como lâmina o céu
   da boca

galáxia de palavras
que explodem
entre os dentes

) ich bin jenisch
jenisch und frau (

 

1 Tipo de vegetación y espacio ambiental de la región conocida como el Nordeste del Brasil.

 

 
Narrativas móviles es una serie de instalaciones hechas de tiras de papel que forman un puente entre el espacio privado de la escritura y el espacio público. Los textos contienen reflexiones sobre la intimidad, la secrecía, el tiempo, la crisis de agua y los trayectos por las vías públicas.

  1. Primer secreto: la pasión / 2024.
  2. En este ejercicio escribí cómo ha sido la naturaleza de mis relaciones pasionales en los últimos cinco años. Tinta china y papel cebolla en caja de cristal. 1 cm. x 13 m. de longitud.

     

  3. De qué está hecho un secreto / 2024.
  4.  

  5. Aunque no sean legibles, todos los secretos tienen transparencias / 2024.
  6.  

     

  7. A secret for Manfred Werder / 2024. Videoarte en colaboración con Michael Winter.
  8. Al interior de la caja se quema la frase: “Mas del secreto mismo, por definición, no puede haber archivo. El secreto es la ceniza misma del archivo, el lugar donde ni siquiera tiene ya sentido decir ‘la ceniza misma’ o ‘en la mismísima ceniza’. No tiene sentido buscar el secreto de lo que cualquiera ha podido saber”. Jacques Derrida: Mal de archivo.

     

  9. A menudo olvidamos que somos tiempo / 2021-2023.
  10.  
    Escribí una oración sobre largas tiras de papel, que en su conjunto formaban 250 metros de longitud por cinco centímetros. La frase no es mía, la encontré en el libro Las clases de Hebe Uhart, de Liliana Villanueva. Yo parafraseo a Liliana, que cita a Hebe, que cita a Schopenhauer: “Hay gente que juega a las cartas ‘para matar el tiempo’, pero lo único que somos, como decía Schopenhauer, es tiempo. Uno cosifica el tiempo como si estuviera fuera de uno”. La frase se moldeó, extendió y acortó en cada reescritura sobre el papel, dándole al tiempo su propiedad redonda, física y su posibilidad de ser una lista. Al final se redujo a “separamos al tiempo de nosotrxs, como si fuera una cosa, pero a menudo olvidamos que somos tiempo”.

    1. Video de elaboración. Berlín, 2021.
    2.  

       

    3. Fotografías. Ciudad de México, 2023. En colaboración con Diego Rodríguez Landeros.
    4.  

       

    5. Recorrido. Ciudad de México / 2023. Videoarte en colaboración con Diego Rodríguez Landeros.

     

     
    De la serie Narrativas móviles, 2018-2023.

  11. If you work hard enough you can replace depression with exhaustion / 2018.
  12. Éste fue el primer ejercicio que hice en tiras. Encontré la frase en internet y la repetí en papel cebolla hasta agotar las energías de esa tarde.

     

  13. Cutzamala / 2021.
  14. Parte del Salón Mexicano de Ultramar (SMU), organizado por el Instituto Cultural de México en Alemania. Instalación sobre la preocupación constante de la sequía en la Ciudad de México. La temática de la exposición era libre; la única condición para lxs artistas participantes fue usar un bastidor de 100 x 80 cm.

     

  15. La máquina de Macedonio / 2023.
  16. Instalación 3 x 4.5 m. en tiras de papel bond. Parte de la exposición La máquina de Macedonio: Learning from Bots, el contenido de las tiras refiere a crímenes de Estado y masacres en los últimos setenta años de la historia de México. Los textos fueron tomados de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y testimonios extraoficiales. 

     

  17. Art by Hum / 2023.
  18. Papel cebolla sobre óleo, 30 x 25 cm. Parte de la exposición La máquina de Macedonio: Learning from Bots, esta obra retoma la obra “Art For Hum”, del artista puertorriqueño Rafael Ferrer, que cuestionaba quién tenía derecho a hacer arte.

     

  19. Una falda de sí / 2023.
  20. Antes de montar la instalación La máquina de Macedonio: Learning from Bots, tomé los papeles y me hice una falda.

 
Las versiones al español son de Ezequiel Zaidenwerg.

 

Primeras lecciones de cuidado

Una alubia en un frasco,
   una explosión
de pececitos, una lagartija
que era de toda el aula y que dormía una noche
en cada casa hasta que la
sortearon. Las tiras de neón del uniforme de una agente de tráfico que medía un metro
   veinte,

“tan sólo di
   que no”,
etcétera,
un bebé de plástico
equipado con un microchip,
perturbadoramente
realista en su peso y su forma de puntuar la
   angustia.

Fue el año de las dieciséis amenazas
   de bomba,
el año en que me negaba a comer a menos
que estuviera sola, o sea
de noche, tarde; el pollo, frío, grasiento contra el puño
cerrado, y el helado de vainilla
en un vaso de
   chupito.

Después fumé un porrito o dos, volví a casa marchando
   a los tumbos por la nieve,
leí un poco de Kierkegaard en la escuela,
quemé unas galletitas en un hornito eléctrico en la otra punta
del mundo, tomé sorbitos de café
   amargo

en el velorio de un
   desconocido,
pasé por muchos puestos de control, me despedí
llorando en una catramina,
legado de un monitor catalán
de derechos humanos, reducida a mi mínima expresión una vez
   más

hasta que al fin paré. Y
   ahora
estoy sembrando mi vida en el lecho de un lago,
rodeada de volcanes,
con pancita, sintiéndome
querida, precisamente en medio de un estudio planetario sobre el
   aire,

y dejo que el pan
   leve
y que haga de sí mismo un recipiente.
Pan significa
aliento, significa placer, no significa nada, está perfecto así y es
   suficiente:

no sabría muy bien qué más
   decir
salvo que, bueno, es
una alubia
   en un frasco.

 
Early Lessons in Care

A bean in a cup,
   a burst
of guppies, a lizard
shuffled around the class for household overnights,
then raffled
off. Neon sashes for a four-foot traffic
   cop,

just say
   no,
et cetera, a plastic infant
embedded with a microchip,
disturbingly
realistic in its weight and punctuation of
   distress.

It was the year of the sixteen bomb
   threats,
the year I wouldn’t eat unless I was
alone, which meant
late at night, cold chicken greasing the heel
of my fist, vanilla
ice cream in a shot
   glass.

Then I smoked a joint or two and trudged home in
   the snow,       
read some Kierkegaard for school,
charred snickerdoodles in a toaster oven on another edge
of the world, sipped
   bitter

coffee at a stranger’s
   funeral,
slunk through checkpoints, wept
goodbye in the rattletrap
bequeathed by a deported
Catalan human rights monitor, paring myself
   down

again until I stopped. And
   now,
sowing my life into a lakebed,
volcano-flanked,
belly soft,
loved, smack-dab in the middle of a planetary study on
   air,

I let the bread
   grow
in the bowl of itself.
The bread means
breath, means pleasure, means nothing, perfect, just
   enough—

I don’t even know what else to
   say
about it, okay, it’s
a bean
   in a cup.

 
 
Latitudes

Viví en tres estados nación suicidas,
si contamos el país en que me fabricaron, y sin contar
el otro que borraron de los mapas
pero que se muere por vivir, y vive; por lo tanto,
y si bien los casos no son muchos,
ese anhelo triunfante por autodemolerse, según parece,
al menos, sigue vivo y coleando por estas latitudes, el museo-
monumento-construido-encima-de-las-ruinas-
de-pueblo-masacrado que es emblema de lo que considero
que es la ciudadanía, o al menos lo que está
en la efigie del billete. “¿Lo mataste
      tú mismo?”, le preguntó a un milico uniformado
un patriota lleno de prendedores, tendiéndole la mano por el pasillo,
en mi primer vuelo de cabotaje al volver de Palestina, el día
que tiraron el cadáver de Bin Laden al mar. Todo imperio, exultante,
se encabrita anticipándose a negar sus propias ganas
de matarse, eso es lo que pienso, pero yo
que sé, que soy tan solo una persona cuya sangre
tiene los dos sellitos falsos de un filósofo marxista
y un agente de la CIA, y ésos son sólo dos
de los varones de la familia.

 
Parts

I’ve lived in three suicidal nation-states,
counting the one I was made in, not counting
the country choked off from the maps
but which wants to live, and does, and so,
admittedly, my sample size is small, but still,
the triumphant self-demolishing urge does seem,
you know, alive and well around these parts, the general
memorial-museum-erected-atop-the-ruins-
of-massacred-village vibe that characterizes
what I’ve come to understand as citizenship, or at least
the embossing on the bill. “Did you kill him
      yourself?” grinned a bebuttoned patriot
on my first domestic flight once back
from Palestine, extending a hand across the aisle,
as it were, to his neighbor’s fatigues the day
Bin Laden tipped into the sea. Every empire
      rears up in the anticipatory exultation of denying
it’s offing itself, is what I think, but what
do I know, I’m just one person whose blood is stamped
with the concurrent tin-foil seals of a Marxist philosopher
and a CIA operative, and that’s
just two of the men.

 
 
Nadie, absolutamente nadie:

Los acantilados
se ven en cualquier parte
que estés de este pueblito,
   oxidados de sol,
es una especie de tensión sexual tenerlos siempre ahí para mirarlos de
   costado,
siempre vas hacia ellos
sin importar adónde te lleven tus zapatos de llanura
y tu bolsita con bananas mínimas,
   el ardor de las lentes
de contacto
contra tus globos oculares, y los acantilados que aceptan
todo el día la luz sin
condiciones, al parecer sin nunca haber tenido que pelear
   ninguna guerra,
ni lastimar a nadie en busca de poder,
pero al final quién
sabe, mucha gente tal vez te mire un
   segundito
y suponga lo mismo, aunque quizá
justo por lo contrario, menuda
como eres.
   Aquí
ya es temporada de frutas como flautas
que se pueden comer, de un alacrán
bebé aferrado a un rollo de papel higiénico,
de lo que con sus propias sombras esculpen los acantilados
      antes de que las mate
el sol; y si ya no
pudieras hacer nada de esto nunca
más, mover las piernas o cantar, coger o recoger
semillas de amaranto de la mesa, si tuvieras que renunciar a todo salvo a una sola cosa,
   elegirías hablar,
te hablarías a ti
de todo esto.

 
No One, Absolutely No One:

The cliffs,
you can see them
no matter where you are in this town,
      sun-rusted,
almost a sexual tension in having them there always to look at
   sidelong,
you’re bound for them
wherever you’re walking with your flatland shoes
and a bag of tiny bananas,
      the chafe
of your contact
lenses against the ball of your vision, the cliffs accepting
light all day long on no
conditions, seeming to have fought   
   no wars,
not to have hurt anyone in pursuit of their power,
but what do you
know, many people might give you a quick
      once-over
and assume the same, if
for entirely opposite reasons, small
as you are.
   Here
there’s a season of fluted flowers
that can be eaten, a baby
scorpion pinned to a roll of toilet paper,
a thing the cliffs hew with their own shadows
      before death
by sun, and if
you couldn’t do any of it ever
again, move your legs, sing, fuck, brush stray amaranth
from the tabletop, if you had to give those up and keep just one,
   you would talk,
you would tell you
all about it.

 
 
Poema con cosas y dos versos de James Tate

Hoy soy un pellejo
con plumas y una mella
en el muslo, un higo iodado,
el bulboso explayarse
de una suculenta rendida al sol:
y quiero estar acá, cosa
entre cosas, empantanada
en todo lo que somos.

Grulla de mí, estirándome,
escucho lo que pasa
por mi cuello, los ruidos
ecolocalizados de mi materia en
su oscuridad.

¿La oscuridad de quién? (Vivo
para estas cosas). Hoy
me desplomo, caigo
rendida, enamorada,
e igual de tonto creer
que nos vamos a salvar
que lo contrario.

 
Stuff-Poem with Two Lines by James Tate In It

Today I’m a pelt
with down and a nicked
thigh, an iodined fig,
the bulb and splay
of a sun-tanked succulent—
I want to be here, thing
among things, swamped
in all of us.

Craning myself,
I hear the stuff
in my neck, the echolocated
rustle of my matter in
its dark.

Whose dark? (I live
for this shit.) Today
I am falling, falling,
falling in love, and it’s
as foolish to be sure
we’ll be spared as it is
to think the opposite.

 

 
Francisco Serrano, Movimiento de traslación. Ocho siglos de poesía lírica, Bonilla Artigas Editores, México, 2023, 256 pp.

 

 
Un traductor de poesía es un amateur o un profesional, como quiera que se lo vea, cuya tarea consiste en remontar dos dificultades: las de la lengua, entendida en términos generales, y las de la lengua literaria. Se olvida a menudo que el traductor de poesía no sólo traduce de una lengua a otra lengua, lo que ya implica un salto en el abismo, sino que traduce de una lengua literaria a otra lengua literaria. El objetivo no es sólo permanecer fiel a los significados, sino lograr que lo que es un poema escrito en una lengua extranjera, siga siendo un poema en la lengua de recepción. Hay tonos, texturas, filamentos y ritmos que pertenecen al habitus de la tradición literaria, y que el traductor debe trasvasar dentro de un margen de analogía para no fracasar en su misión. Si bien los privilegios de la inventio pertenecer al autor original, el traductor enfrenta en todo lo demás una misión muy parecida a la de éste: encontrar los equivalentes de vocabulario, de tono, de sintaxis, de ritmo y de significado, echando mano tanto de su conocimiento de la lengua como de su imaginación, de su inventiva, de su intuición literaria e incluso, de su flexibilidad sintáctica. Desde esta perspectiva, el traductor resulta ser, a su modo, un autor no reconocido, un autor oculto que se disimula o se torna invisible al ceñirse la ropa de alguien que se limita a acarrear significados.

Hay que tener en cuenta, aparte, la naturaleza misma del poema en tanto pieza de perfección lograda. Esos poemas que sobreviven al paso de los siglos, siguen vigentes en la memoria porque son perfectos. Imposible añadirles o quitarles una sola coma. La perfección los vuelve invulnerables, casi autosuficientes, y les otorga una coraza para resistir el paso del tiempo. Los poemas medianos y, con mayor razón, los mediocres, serán condenados al olvido por el más implacable de los críticos literarios, un crítico que rara vez se equivoca, dueño por lo demás de una objetividad a prueba de balas: el tiempo. No es poca cosa para el traductor de poesía saber que lo que tiene delante es una de esas piezas perfectas que han permanecido incólumes y resistido la tolvanera de los decenios y los siglos.

Con esto quiero dar una idea de lo que significa publicar, como lo ha hecho Francisco Serrano (Ciudad de México, 1949), una antología como ésta. Movimiento de traslación. Ocho siglos de poesía lírica sólo pudo haberse concebido asumiendo una enorme responsabilidad, y esta responsabilidad, estoy seguro, no sería posible si no estuviera precedida por una prolongada y perseverante devoción por la poesía. Por la poesía y por la historia de la poesía, hay que añadir. Serrano inicia su selección con un ramillete de trovadores provenzales, se sigue con troveros y minnesänger, añade a los autores anónimos de los carmina burana, se sigue con poetas del renacimiento y de la Pléyade, incluye al portugués Luis de Camões, a un par poetas isabelinos, a uno de los metafísicos, a seis poetas del romanticismo (cuatro de Inglaterra y dos de Francia), otros tres del siglo XIX, y por último cinco de lo que él llama los “albores del siglo XX”, donde se ocupa ni más ni menos de Yeats, Rilke, Apollinaire, Pessoa y Auden. Esto da un total de 35 autores, sin contar a los anónimos que habrían escrito en latín. A grandes rasgos, son cuando menos cinco las lenguas representadas aquí, en lo que sería el núcleo duro de la tradición poética europea: el inglés, el francés, el portugués, el latín y el alemán.

Aunque es obvio que Serrano traduce por gusto, se ha impuesto en Movimiento de traslación un condicionante formal que merece consideración: trata de apegarse siempre a la métrica de los poemas traducidos, a la vez que respeta de modo riguroso las exigencias consonánticas de la rima. Hoy en día, hay que decirlo, sin que esto signifique un reproche, es costumbre de los traductores prescindir del aparato de la rima, que impone a menudo dificultades insalvables. Muy a menudo, por fidelidad a la consonancia se retuercen los versos y se estropea la perla del significado. El reto que nos propone el traductor de este libro es mayúsculo, si se considera lo que acabo de anotar. Sus aciertos relumbran más en la medida en que se advierte que ha conseguido salvar el significado poético sin prescindir del artificio consonántico, y remontando, por decirlo así, sus escabrosidades.

Su selección de los poetas provenzales da la pauta de lo que habrá de ser la norma del libro. Al alto rigor artesanal de cada uno de los textos seleccionados, se añade la sensación de que, sin dejar de ser antiguos, estos textos podrían de cierto modo ser actuales. Ahí comparecen Guillaume de Poitiers, Bernard de Ventadorn, Arnaut Daniel y un atrevido poema amoroso de la condesa de Dia. A ellos les siguen los troveros y minnesänger, encabezados por Chrétien de Troyes, Heinrich von Veldeke, Heinrich von Morungen, Wolfram von Eschenbach y una selección de los carmina burana. Los poetas del renacimiento se lucen con un par de sonetos de Petrarca, varios textos de François Villon y otro par de sonetos de Louise Labé. De los escritores de La Pléyade, Pierre de Ronsard es el mejor representado. Serrano contrasta el poderío lírico del autor, a la vez que incluye un fragmento de su “Respuesta a los ministros protestantes”, texto en el que el poeta, que manejaba bien la espada, le hace la guerra en verso ¡a los calvinistas! (Ahí Ronsard, por cierto, se precia de inventar palabras nuevas, de rescatar algunas antiguas y en suma, de sublimar la maltrecha lengua francesa a la que él cree que consigue equiparar con el romano y el griego).

Como para indicar que un traductor nunca se siente del todo satisfecho con la versión lograda, y que ésta siempre puede mejorarse, en más de una ocasión Serrano ofrece segundas versiones de un mismo texto. Al hacerlo, Serrano nos invita a participar, o al menos, a ver más de cerca, su proceso de traducción.

Sería prolijo comentar sus traducciones de Drayton, de Shakespeare y de John Donne. De William Blake, Serrano opta por el famoso poema del tigre y lo contrasta con un breve poema dedicado a la mosca. Con su elevado pensamiento, el hombre, algunas veces, según Blake, iguala la ligereza de este pequeño bicho.

Me gustaría concluir mencionando los que son para mí los dos grandes retos que se propuso Serrano en este libro. Me refiero a sus traducciones de Rilke y de Nerval, dos poetas emblemáticos del simbolismo europeo. De Rilke, siempre dificilísimo, Serrano selecciona las tres Elegías de Duino que prefiere, y añade en seguida siete de los primeros Sonetos a Orfeo. Si hago caso de la “Bibliografía” que aparece al final de su recopilación, entiendo que Serrano ha trabajado las Elegías de Duino a partir de la traducción francesa, y los Sonetos a Orfeo de la versión en inglés. No lo digo para desmerecer su labor, sino para acotarla. El rigor métrico y la fidelidad al aparato de la rima, que se propuso el autor, se respetan al pie de la letra en estas versiones a las que habrá que acudir en lo sucesivo. Vale recordar que las traducciones de los Sonetos a Orfeo que se deben a Eustaquio Barjau y a Jesús Munárriz (en Cátedra e Hiperión, respectivamente), ni se atienen a la métrica ni al régimen consonántico de las rimas.

La joya de la corona, en mi opinión, son las traducciones de Nerval. Francisco Serrano selecciona en su libro siete de los sonetos que aparecen en Las Quimeras, incluyendo una versión del más famoso de ellos, “El desdichado”. El poeta, crítico literario y editor Víctor Manuel Mendiola publicó en El Tucán de Virgina, hace cinco años, esta obra genial del autor francés según la traducción que hiciera la fallecida Ulalume González de León. La acompañó, por cierto, con un amplio dossier que incluye la traducción pionera de Xavier Villaurrutia, así como la de esa Piedra Imán llamada Octavio Paz, seguida de las múltiples versiones a cargo de Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Tomás Segovia, Gabriel Zaid y José de la Colina que surgieron hacia 1975 gracias a una incitación directa de quien era por entonces el director de la revista Plural. (También José Emilio Pacheco, por cierto, había publicado un poco antes su propia traducción de “El desdichado”). Las versiones de los siete sonetos de Las Quimeras realizada por Francisco Serrano compiten, a mi modo de ver, con las mejores de este selecto grupo. Diré algo más: su traducción de “El desdichado”, en particular, podría ser la mejor traducción de este texto que existe entre nosotros, lo que no es poca cosa. No me resisto a la tentación de citarla aquí para terminar:

El desdichado

Yo soy el Tenebroso, ─el Viudo, ─el Desolado,
Príncipe de Aquitania cuya Torre caía;
mi única Estrella ha muerto ─mi laúd constelado
el negro Sol ostenta de la Melancolía.

En la noche del Túmulo, Tú que me has consolado,
devuélveme el Pausílipo y el mar de Italia un día,
la flor que amaba tanto mi pecho desolado,
la parra donde el Pámpano a la Rosa se alía.

¿Soy Lusiñán, Biron?… ¿Soy Febo o el Amor?
El beso de la Reina mi frente aún calcina;
he soñado, Sirena, en tu gruta marina…

Y crucé el Aqueronte dos veces vencedor,
modulando, alternados, en la lira sagrada
suspiros de la Santa y los gritos del Hada.