Textos

 
Y bailo

In the daytime
You wil find me by your side
Tryin’ to do my best
And tryin’ to make things right…

“Sky and Sand”,
Paul Kalkbrenner

 
Un hombre que no conozco
me pide lumbre,
       lumbre,
y no sabe que soy ceniza
       pura ceniza.
Camino por el piso estrellado de las calles (ambarinas y nocturnas).

La espina
que atraviesa mi muslo
es el deseo extinto.

El tiempo
desgastó la carne y las palabras.
—Ninguna flor sobrevive a tanta agua—

Emerge de mí
un árbol negro
sin hojas y sin frutos.
Me habita.

¿Cuántas veces he de contar mi vida?
¿Una, cien mil, ninguna?

Tras la puerta
el tedio.
La corbata como soga,
monedas dispersas en la hierba.

Soy solo, como decía mi abuelo.
Negro desde el inicio “Negrete, para servirles”.
Mis maneras de Todo o Nada (pero sin estilo). 
La misericordia de mi nombre.

Entro al bar y el rojo me envuelve.
—¿Vienes solo?
—Siempre.

No soporto el gesto displicente,
la exhalación de hastío.
La ortiga que me arranca la sonrisa.

¿Eso es música?

Delicadas envolturas del decoro.
Páramo quebrado… sólido.
Cuarenta y tres arrugas mi rostro.
Manos que se hunden en la tela.
Beats que podrían ser mi voz.

Y bailo.

Encorvado me muevo Fragmentos de un rostro joven que se acaba Pronto me abandonarán las piernas Mis ojos de lamento y mi boca que sonríe Tengo la espalda dolida de un hombre dolido.
Mi baile no cesa.
Contemplación piadosa de los otros que me invita a no volver.
Trago el vidrio molido de mis dientes porque no sé gritar.
Mitigo la sombra.
Conozco la raíz, su dolor.

Evito la consumación del resultado (perpetuar la especie).

Y yo danzo.

No hay forma de volver por esa misma senda.
La descendencia como maravillosa carga.
Lazo perpetuo que me ahorca:

Nadie

nada

heredará mis libros.



Flores  I

Todo es alegría
hasta que alguien pierde
un ojo
un diente
una mano
lo que lo habita.

Todo es luminoso
hasta que alguien se pierde
en la noche
en la tarde
en la mañana
en el otro.



Unión

(A él y a mí)
nos unen
el dolor y la envidia,
los azotes entre las paredes
que solían ser brutales.

Le robé la atención de mi madre
y su respuesta fue despiadada 
(mi espalda curva es su legado).  
Su odio ensombreció mi diminuta cara.

Recogí este gesto de mi infancia,
mis sonrisas —escasas— no ayudan,
y con un grotesco desamparo,
transito ya sin raíces.

Desigual competencia:
yo no sabía pelear.

No me educó.

De la vida, conmigo
      se desquitó.



Semblanza

Soy del Valle Árido
y quiero perdurar en una espina,
al centro de unas cuantas casas desiertas.

Contra mi rostro
retumba el odio,
un puñado de luz
me ciega.

Oculto mi propia historia,
así
me salvo
y los salvo de mi angustia.
Por eso hablo de calles y de nombres.

Mi estampa envilece a todo el pueblo.

Ayer me preguntaron:
—¿Cómo le haces para llorar así, hacia adentro?
Callé, pero debí responder:
—Pienso en una casa inacabada.

Me perderé en el olvido
mientras canto.

(Después de un mes todos somos ordinarios).

Estoy hecho de ramas,
de semillas secas;
soy pura tierra infértil,
un hombre solo que no espera a nadie,
fervor cristero que continúa,
una cruz dorada para mi madre.

Pero esta es mi habitual tendencia a exagerar.
No tengo ningún derecho…
ni siquiera a pedir disculpas.
La tierra me engulle
y crece en mi vientre la rabia.

Lo perdí todo, salvo la penumbra,
después volvieron los colores: el negro y el rojo.

Tengo las manos sobre mi pecho y la muerte en los ojos.

Y sí, Vicente, “los verdaderos poemas son incendios”.
Y sí, Anne, soy un hombre corriendo en llamas a través de mi casa.

Este pulso mío, empeñado en ir de más a menos,
de menos a menos.

Un fuego verde me muestra el camino,
el olor de la tragedia.

Vivo
aquí
mi íntima descarga de dolor
sin el prestigio del mármol.

Me arrastro por esta costra de tierra.

Ahórrenme la vergüenza de caer muerto en la calle…
como mi tío.

Ya no empaño los espejos.
Ningún tumulto llora por un muerto sin deudas.

Y como no puedo contarlo todo,
el secreto se marchita aquí, adentro.

¿Por qué las nubes no me matan?

Quienes me salvan ahora,
solo se preparan
para destruirme después.

Probé la miel y después el vinagre.



Say Your Stupid Line

No tengo tiempo para la tristeza,
siento vergüenza por lo que soy.
        Hablo en voz alta
        y con los labios cerrados.
Algunos me escuchan, 
más no logran entenderme.
    Escupo el agua porque no la merezco.
    Me hirieron tanto…
TANTO TANTO
que sigo deseando el bien a todos.
Say your stupid line: hay un pueblo en mí, 
seco y pedregoso,
el aire es tan sólido y negro
que desconcierta mi aliento.
TANTO TANTO
Esa gota que no cae nunca.
El sonido de las nubes que se estrellan:
Unas contra otras contra otras contra otras…



Peso

Desde niño un delgado hilo
sostiene las piedras que llevo conmigo,
mi vida no pesa.
¿Entonces por qué este cansancio?
Mi padre pesaba el azúcar y la sal
en una báscula que no servía
y yo nunca dije nada.
Aún soy el diminuto cómplice
en una tienda de pueblo,
que mira con angustia la viga,
sabiendo que se romperá.



Granada

Mi infancia
es una mancha
de granada
en mi playera:
no se quita,
lo rojo
no se quita.



Informe

Esta casa aún sigue anclada al reproche.

Las puertas a veces no me dejan entrar
me miran y se traban, escupen llaves.

La sala sigue siendo mi dormitorio
se niega a dejarme subir a la recámara.

La cama casi siempre se hunde de tu lado
me acecha y me arrastra hasta el borde.

Las cortinas ahora convertidas en manjar
de los diminutos y temibles peces de plata.

Los cajones arrojan pequeños balines
que se rehúsan a quedarse en el riel.

Las toallas aún no secan, no sirven
permanecen nuevas y nadie las cura.

El horno atrofiado tampoco adorna
dentro mantiene un desvalido plato sin fondo.

La planta de plástico que compramos
se seca lentamente y aún la riego.

La pared continúa perforada y humedecida
es el recuerdo de los llantos que colgamos.

Y estos colores deslavados de la fachada
alientan el olvido, descascarán el recuerdo.

Este reproche aún sigue anclado a la casa.


 

 
Texto redactado para el CD isto não é um libro de viagem (esto no es un libro de viaje), producido por Arnaldo Antunes en 1992.


La fiction affleurera et se dissipera, vite,
d’après la mobilité de l’écrit.*

Mallarmé

 
y comienzo aquí y peso aquí este comienzo y recomienzo y sopeso y arremeto y aquí me meto cuando se vive bajo la especie del viaje lo que importa no es el viaje sino el comienzo por eso pienso por eso comienzo a escribir mil páginas escribir miliunapáginas para acabar con la escritura para comenzar con la escritura para acabarcomenzar con la escritura por eso recomienzo por eso arremeto por eso tejo escribir sobre escribir es el futuro del escribir sobrescribo sobresclavo en miliunanoches miliunapáginas o una página en una noche que es lo mismo noches y páginas enciman ensimisman donde el fin es el comienzo donde escribir sobre escribir es no escribir sobre no escribir y por eso comienzo descomienzo por el descomienzo desconozco y cotejo un libro donde todo sea fortuito y forzoso un libro donde todo sea no esté ya sea un ombligodelmundolibro un ombligodelibromundo un libro de viaje donde el viaje sea el libro el ser del libro es el viaje por eso comienzo pues el viaje es el comienzo y vuelvo y revuelvo pues en la vuelta recomienzo reconozco remiendo un libro es el contenido del libro y cada página de un libro es el contenido del libro y cada línea de una página y cada palabra de una línea es el contenido de la palabra de la línea de la página del libro un libro ensaya el libro todo libro es un libro de ensayo de ensayos del libro por eso el fincomienzo comienza y fina recomienza y refina se afina el fin en el filtro del comienzo infiltra el comienzo en el fusil del fin en el fin del fin recomienza el recomienzo refina lo finito del fin y donde fina comienza y se apresta y regresa y reteje hay miliunahistorias en la mínima uña de historia por eso no cuento por eso no canto por eso la nohistoria me descuenta o me descanta el anverso de la historia que puede ser escoria que puede ser caries que puede ser historia todo depende de la hora todo depende de la gloria todo depende de aunque y nada y nimios y raleas y nonada de nada y nulos de nones de raleas de ralo de raro y ápices de apenas y nuncas de nullus y ningunos de ninguna parte y nesgas de nulla res y ningunito de ninada nunca puede ser todo puede ser todo puede ser total todohuesumado todo somasuma de todosuma sumatoria del asomo del asombro y aquí me peso y comienzo y me proyecto eco del comienzo eco del eco de un comienzo en eco en la coz de un comienzo en eco en el hueco eco de una coz en el hueso y aquí o allá o acá o allácullá o en todas partes o en ninguna parte o más allá o menos acá o más adelante o menos atrás o avante o hacia proa o a popa o al ras o la res comienzo re comienzo res comienzo raso comienzo que la uña-de-hambre de la historia no me come no me consume no me doma no me resume pues en el hueso del comienzo sólo conozco el hueso el osobuco del comienzo el bulto del comienzo donde es viaje donde el viaje es maravilla de tornaviaje es tornasol viaje de maravilla donde la migaja la madeja la viruta es maravilla es vainilla es vigilia es cintilar de centella es favila de fábula es lumínula de nada y descanto la fábula y descuento las hadas y las habas cuento pues comienzo el habla
 
 
 
Comencé las galaxias en 1963 y las concluí en 1976. Sin contar las publicaciones episódicas en la revista Invenção [Invención], números 4 (1964) y 5 (1966-67); las traducciones de algunos de los fragmentos al alemán (1966), francés (1970), español (1978) e inglés (1976, 1981) y la primera selección de una amplia secuencia de textos galácticos en Xadrez de estrelas [Ajedrez de estrellas] (São Paulo, Perspectiva, 1976), recién en 1984 pude ver concretado mi proyecto en condiciones funcionalmente adecuadas, gracias a la Editora Ex Libris, de Frederico Nasser: formato grande, visibilidad de lectura, reverso de las páginas en blanco, haciendo las veces de silencio o pausa recurrente y alcanzando el total programático de 100 páginas.

Audiovideotexto, videotextogame, las galaxias se sitúan en la frontera entre prosa y poesía. Hay en este libro caleidoscópico un gesto épico, narrativo —minihistorias que se articulan y se disipan con el suspense de una novela policial (Anatol Rosenfeld); pero la imagen acaba por prevalecer, la visión, la vocación de lo epifánico. En este sentido, el polo poético termina por imponerse al proyecto, y el resultado son cincuenta “cantos galácticos” con un total de más de 2000 versículos (unos 40 por página). Este libro permutante tiene, como vértebra semántica, un tema siempre recurrente y variado en toda su extensión: el viaje como libro y el libro como viaje (si bien —por eso mismo— no se trata exactamente de un “libro de viaje”…). Dos formantes, tipografiados en itálicas, el inicial (comienzo-fin: “y comienzo aquí”) y el terminal (fin-comienzo-recomienzo), balizan el juego de páginas móviles, intercambiables según la lectura, donde cada fragmento aislado introduce su “diferencia”, pero contiene en sí mismo, como en línea de agua, la imagen del libro entero, que a través de cada uno puede ser vislumbrada como por un mirador “aléfico”.

La oralización de las galaxias siempre estuvo implícita en mi proyecto. Le debo a la Editora 34 y a su directora, Beatriz Bracher, la oportunidad de manifestar públicamente esa dimensión esencial de mi texto, con el lanzamiento de este CD (cuidadosamente grabado con la asistencia meticulosa del poeta y compositor Arnaldo Antunes), donde están incluidos los dos formantes y catorce de los fragmentos galácticos. Como se verá (como se oirá), se trata de un libro para ser leído en voz alta, que propone un ritmo y una prosodia, cuyas zonas “oscuras” se transparentan en la lectura y cuyas palabras, oralizadas, pueden adquirir fuerza talismánica, atraer y seducir como mantras. No fue casual que invitara al poeta y músico Alberto Marsicano para que me acompañara en sitar, mientras leía los dos formantes (así subrayados): la movilidad de los ragas indios, donde lo aleatorio está controlado por estructuras de repetición, congenia sonoramente con mi texto-partitura. No más que algunas pocas pistas referenciales son suficientes para aclarar el curso galáctico. En cuanto a las palabras y frases en otros idiomas —siempre de valor mántrico, “transmental”, aun cuando no inmediatamente alcanzable en el nivel semántico— esas palabras y frases están, en general, traducidas o glosadas en el contexto, fluyendo así y confluyendo en el ritmo del todo.

y comienzo aquí: Formante inicial. Comienzo-fin del juego. La repetición anafórica de la conjunción “y” —característica del raconto oral— aporta al movimiento del texto una escansión de versículo bíblico. Génesis (bere’shith) del libro.


Tránscrito galáctico. Apuntes en torno a una versión de Galaxias

Reynaldo Jiménez

De hecho, de acuerdo con el propio Benjamin, le cabe a la traducción una función
angelical, de portadora, de mensajera (según la acepción etimológica del término
griego ángelos y del hebreo mal’akh). La traducción anuncia, para la lengua del original,
el advenimiento de la lengua pura, espejismo mallarmeano. Ella es realmente,
para el original, la única posibilidad de vislumbre utópico de esa lengua pura:
[…] punto (o lugar semiótico) que señala, entre las diversas lenguas, el nivel
de un telos común a todas ellas (y puesto al descubierto gracias al peculiar
“modo de reproducción” —Darstellungmodus— que es la traducción), una
“afinidad electiva”, independiente de todo parentesco etimológico o histórico.

Haroldo de Campos1

 
Un fragmento de Galaxias, cuya primera palabra es “neckastrasse”, situado más o menos a mitad del transcurso, insinúa desde un recodo:

la carcajada de schiller estalla entre goethe y voss tu charla se turba de rojo o el hombre está loco o se hace voss escribiendo

Y en las notas a una transcreación del libro-poema2 inserté y traduje una referencia hallada en Pandora-net, atribuida a un tal Julian Dibell, de quien nada sé y sin embargo dice:

Mientras ustedes se ríen, recuerden lo que alguna vez dijo Goethe acerca de otro traductor alemán, Johann Heinrich Voss, quien se había atrevido a traducir a Homero sin alterar sus hexámetros. En primer lugar, observó Goethe, los lectores no estuvieron totalmente satisfechos con el trabajo de Voss. Pero esa resistencia, añadió, es la reacción habitual contra cualquiera que se empecine, como Voss, en lo que Goethe consideraba la más alta forma de traducción: una apertura radical hacia lo foráneo, en que el traductor se identifica tanto con el original que deja de ver a su propia nación como excluyente.3

Si donde dice “nación” nos permitimos asimismo atisbar “cosmovisión”, por ende, “lengua”, obtendremos cuando menos el símil chispero de la piedra de toque a partir de la cual, a determinadas instancias del trance traductorio (y trance no será un término casual a la hora de parlar en galáctico) comencé a escuchar, como palpándole la pulpa, la deliberada nebularidad de su escansión. Sin el recaudo de los signos ortográficos ni obviada su cualidad respiratoria por hábitos de versificación en sentido lato, de los que se nos dispensara por lo menos ya desde los años iniciales de Noigandres, es posible apreciar, a cambio de cierto vértigo en suspensión, la partitura matérica que es Galaxias. Libro de horas y a sincrónica deshora, nudos-pasajes: su sentimiento de la duración en tanto soporte transmental aunque sensista de la sintaxis. La voz podrá aparecer en cualquier caso al calor del artesanato, esto es, afinación de intenciones, propia del syntaxier, cuyo avatar encarna.



Por desbordamiento versicular, Haroldo explora (espesor de resonancias) la escansión y su silábica. Y la estira (al demorar la escucha) hasta la vibratoria de evidentes consecuencias tímbrico-rítmicas: basta con poner la voz para poner el cuerpo, pareciera subtexto decirnos. Velocidad asociativa buscando incidir, más que la metáfora preformateada como recurso revisitable por el ingenio, la vía metafórica, en cuanto naturaliza la desviación (espejo, pero ustorio): moaré del vaivén analógico, acaso danza entre simultáneas (oasis y espejismo) del sentido.

Las referencias galactizándose, en abundante caso, fungen así de netos agentes implacables de reminiscencia. Lo nombrado imanta y conecta lo disímil. Y esto que no ocurre unidimensionalmente no podría ser vertido en sentido único. Tal articulación asociativa trabaja los estratos, ahonda u ondula la página-pátina:

y toda la pintura cupo en un precinto violáceo constelado de ninfeas deshiláceas que ni sumergidos sietestrellos el septeto de la osa mayor vira así un registro plusmarino de medusas de actinias y por eso te pareces al pez de ese acuario que te cierra entre plancton y heces de zafiro denso humus oceánico que se abona a sí mismo y germina en figuras de pizarra ónix cobalto en niqueladas crestas turmalinas en cirros sucesivos de metileno dentro de ese óvalo eres el pez un pez-ojoalumbrado y semoviente aletas tontas de espanto sin saber dónde parar o fijarse y asiste a la cirrosis del color cómo se aúna y se adensa para filtrarse infiltrarse dejar rayar una veta granza una punta oro que fisga una esquiva cinceladura cetrina y por aquí acompañas la dolencia del azul la afasia del azul que camina de contiguo de contiguo



Transcrear Galaxias implicaría, por la misma acción de trasponer en plena porosidad, vérselas también con la oscilación de fronteras entre dos lenguas supuestamente maduras y asentadas (demanda de doble unilateralidad que la fuerza oscilatoria desmiente) en pro de esa lengua intermedial, menor, alterna alterada. Aludir en acto a esa voluntad de tránsito (¿lemniscata?) en que lo fronterizo, introyectado, desencájase. Será que uno revuelve y vuelve a Galaxias por deseo de escritura, por reencontrar esa inagotable experiencia-percepción decantando.

Se abre el libro, el poema cambia.

El verter transcreador aspira todo el tiempo a la sinapsis, siendo su tarea canalizar la transmisión con la antena intuitiva más flexuosa disponible. La precisión debe, pues, ajustarse según otro orden —a desocultar en translectura— de simpatías y apetitos, por ende, decisiones. Justo las que “definen” la versión, una posible entre tantas. Provisorio puente colgante, porque soporte casi abisal, en cierto modo, para el pasaje de potencias indómitas. Las que el versor no convierte, por supuesto, cuidador del fuego cuya labor consiste, bien al revés, en el cultivo cuidadoso de esas latencias en la sintaxis. Las cuales, en arrastre de pescador (cuerpo a cuerpo con el martexto haroldino), conectará, de ser necesario, mediante variables formales e incluso “de contenido”, persiguiendo en lo posible de la traslación ese gen de sorpresa continua en que Galaxias, aun tras la lectura distraída, coloca.



Atravesar propio del enhebrado: paciencia (acción micropolítica por excelencia), y ya en plenas inercias de lo más automatizante de Cretinoamérica, ergo desde-y-en nuestra condición latinoamarga (sugeriría el “heraldo de los campos”, sin distinguir ya entre “un Brasil” y “un resto”).
 
Exigencia de atención respiratoria a que el poema induce, que vale por partida múltiple al apostar (azuzándola) por la oscilación somática del sema en tanto materia intermedial, inusitada “de este lado de las lenguas”, y cuyo aporte trastornador constituye per se toda una reflexión analógica del condicional histórico y cultural, desplegado al interior minucioso del detalle letra a letra.

Galaxias no merma informalescencias portadoras del afecto que descondiciona y ello es lo que con umbralicia precisión pone en las bocas:4

fluctisonante ese mar ese mar ese mar ese martexto por quien doblan los signos marejando en un estuario de papel en un mortuario en un monstruario de papel murmur-rumor-remurmuñante escribalbuceando tú conviertes estos signos-sinos en un doble en un doblez de finados en fin nada de papel estos signos tú los yergues contra tus ruinas o tus ruinas contra estos signos balbucelante deletreasolando sobrio en este eldolorido hediorado latinoamargo tu barronca muertopopeya ibericaña […] cuando la saliva ya remora en la memoria su punto saturado de perfume apenas la lembranza de un haber-sido que no fue o fue no-siendo o sido se-es pues los signos doblan por este texto que subsume los contextos y los produce como figuras de escritura una polipalabra conteniendo todo el rumor del mar una palabra-caracola que homero sopló y que se deja transoplar a travésdel sucesivo escarceo de traducciones encadenadas vocales bogando contra el encrespado móvil de las consonantes así también viaje microviaje en un libro-de-viajes



Apuesta en desfondar los realismos, salvo que hablemos de un tipo de realismo más amplio que las consabidas restricciones y los condicionales-condicionantes de la Descripción, su mundo dado e inventariable, sus apariencias travestidas de naturaleza-humana (capital simbólico que la poesía no confirma). Un realismo asociativo, dijérase, que apuntara a recuperar el ínsito vibratorio, el acontecimiento afectivo transfigurador que procede, entonces sí, a transcrear, pero desde ese gen de conmoción que hace, en suma, a la polipalabra.

Esto remite y corresponde a las veras rimas semánticas que Galaxias, en vez de establecerlas a modo de eslabones retentivos de la imagen unívoca, todo el tiempo pone a disposición caósmica de posibles lecturas diagonales, al sesgo acaso de intermitencias en que las hilachas imaginarias se van amarrando y desamarrando para jamás abarcarse sino en cuanto tapiz inconcluyente, kakemono de la onda, continuamente desplegable.

Si transleer Galaxias solicita seguimiento que acompañe y traslade, atento a ese tamizar, se impone con ello proseguir la vía ramificada, la extravía, mínimo factor de despegue o fuga: una oscilación no pendular sino aguzada de irregularidades. No queda otra que hacerse cargo de esas rimas semánticas (un inmediato caso transfigural sería el del ánima diversificada en secuencia de entidades femeniles): coordenadas de alineación connotante que, por principio de fertilidad semántica, proponen no dejar de atender el reverbero.

Mucho de lo que ocurre en Galaxias pasa por entre.

Involucra la constancia brujular de su foco cambiante. La mirada (inteligencia del poema mientras nos transporta al leerlo) de esa fluencia, cuyo reguero conectivo activa nada menos que nuestra segunda atención.



Otro fragmento —cuyo comienzo reversiono “circuladó de fló”— alega en su remate sin clausura:

não guio porque não guio porque não posso guiá e não me peça momento mas more no meu momento desmande meu mandamento e não fie desafie

e não confie desfie que pelo sim pelo não para mim prefiro o não no senão do sim ponha o não no im de mim ponha o não o não será tua demão

La ambigüedad cohesionante de esquirlas a varios niveles de lectura dispone y, hasta cierto punto, pone frente a los horizontes movedizos del Intraducible. Empero persiste el desafío, pudiéndose alguno en uno liberar de mandatos de literalidad, para no neutralizar lo que precisamente acontece y concierne como envión despertante que es. Despertante del “uno mismo” (del propietario de su lectura, sus saberes confirmables) el enhebrado suscitativo donde las formas intermiten fuerzas de arrastre, lo informe influyente, intrínseco:

no guío porque no guío porque no puedo guiá y no me pidas memento mas mora en mi momento desmanda mi mandamiento y no hiles desafía y no confíes deshila que entre el sí o el no para mí prefiero el no en el sino del sí pon el no en la í de mí pon el no el no será tu ademán

¿Qué hubo? Un corrimiento resonador, con que trocar la música evidente por sobregiro del además más el man del salto final, cuyo envión “cambiando, permanece”. El ademán conserva la mano mientras le añade el acento gestual, antes latente, ahora emergente, gesto que propaga la enunciación de la mano (“mano de pintura”, también, cuya pátina se pone en acción, por necesidades propias de la versión transcreativa). El tercer oído importó más. El deseo que de esta suerte versiona insiste: que la alegría incantatoria no desista ni cese de pasar. Esto atraviesa lo significable, equivale praxis con sinapsis.

Aunque desplazándose con el unísono del envión perceptual, el haz corredizo del ser merece replantearse, refigurarse, rebarajarse por el devenir, vía esas velovoracidades centrípetas que Galaxias antepone a la anteojera interpretante. La situación del tránsfuga intergaláctico, en particular, será entre todas las cosas viaje hacia un adentramiento de agudo desembocar. Hacia la íntima incógnita, cuya pista insobornable y versátil seguirá siendo la intensidad. Y ésta, ¿se traduce?

Galaxias no fija comportamientos semánticos para deleite excluyente y cuasi goloso de la glosa interpretativa. Por ampliación laborada, toda intenciones, de la capacidad de escucha, prolonga vibrátil sus enraizamientos evocativos en las informalescencias (intensidad articular: pneuma) que disemina, sierpe hechizada, la tonada incantatoria.

Esta dispositio asociativa corre al canto por las 50 páginas versiculadas de izquierda a derecha mientras de un lado a otro dispone (a medida que las disipa) las irregulares evidencias afectivas. Es un trancefecto de retorno,5 dado que a su través se aguza el sentido-reciprocidad entre lo nombrado asociable y lo innombrable asociante.

Para acrecentamiento eficaz del parpadeo (del tercer oído), la intermitencia hace al sentido. Y aunque suene a perogrullo hay que decirlo: en Galaxias cuentan tanto las versiculadas cuanto sus dorsos en blanco. El espesor intacto del silencio junto al bochinche del antropoestrépito. Lo informe a través de la metamorfosis, eclosión proteica del sentido (a-preexistente), librándose (batalla con el ángel o fantasma de la historia) a la imagen anarcometamórfica:

quién oye la fábula exsurgiendo entre zafiro y heces quién la ve despuntar su ristra de radium entre lejía y semen ante un rebaño de orejas varicosas grandes oídos sordos orejas de abano flácidas banderas mustias que des contemporaines ne savent pas lire ouver

A tal punto el vértigo alumbra, aun sin oidores que atestigüen haber comprendido o siquiera atendido, tras bambalinas de ocasión. Cabe observar en este librobraje cómo la letra se vuelve la propia conciencia que disuelve. Meditación sin mediaciones dialécticas (la conciencia baila), pero en encrucijada anexacta de cuántos trazos, hilachas: trenza magnética cuya consistencia insiste en hacerse respiración habitada.

Todas las simultaneidades, las disensiones, todos los campos y sus fuera de campo, todos los entres y sus parientes. Queden o no escritos. Puedan hacerse inscripción o rasguñen:

poeta sin lira oh deslirado tu fórminx de fórmica vibra en gruñidos metálicos de esta vida nadie sale vivo compañero en el paragolpes del camión no las líneas sino el blanco entrenegro de las líneas



La gestación de la lengua menor no queda en Galaxias sujeta a jerga de alto impacto. Decir que insemina capilarmente hasta el último nervio connotativo es nada más bosquejar su avance analógico en delta.

De ahí que la clave-Voss de aquella murmuración haroldina me lanzara al detalle. En el matiz la lengua matricial recobra polidimensión y, por qué no, desmadre mediante un extrañamiento directo que interviene los significados porque atrae el desplazamiento mismo del sentido, ni a priori ni a posteriori, dándose nomás por la tonada. Lenguajea pasajes de sentido.

Entre detalles pude observar, según mi alcance, la extranjería o foraneidad que Goethe advirtió y apreció en su contemporáneo: un vínculo manierista, si se quiere, es decir matéricamente afectado, en la acepción de artificio cuasi sacrificial, en cuanto destinado a la abolición de aquellos mundos de tan idénticos conclusos:

fue aquí que supiste de la marcha de la marchita corrección de hormigas más que viejas en marcha batida marchaderas marchantes hormiencolando brioches capuchas sotanas togas batas mandíbulas de saúva bruxando como enjambres de sables el olor a viejo arrugando el olor a vida cera escurriéndose en velas de velorio lágrimas cocodrilando sobre la libre heredad

Haroldo no pierde en ningún momento la vibra del envión de lo que va enhestando. Aunque lo inscriba en zig zag y haya que reaprender, por vía digresiva, la desmentida: “posición en un fluir…”6



Algo del textil de conmoción originante viene a desmentir las razones (de estado) de la lengua de llegada, la cual se muestra, una vez más, en vero tránsito sintáctico, consistencia en trance de ser, ya no remisible a totalidad alguna que pudiera ser satisfecha conforme el rellenado simbólico de alguna completitud mediante.

La transcreación no redondea. Practica la posibilidad. Aspira quizá a la transparencia de sus medios para que emerja la transmisión del acontecimiento no verbal con que nos inquietó la poesía escrita.

De otro modo, me repito: la precaria instancia de la versión transcreadora suele hallar cauce afectivo en ese entregarse a la circulación sanguíneo-aérea del elemento verbal cohesionado, no por absolutos de completitud (un estado, sus dispositivos preexistenciales) sino por las potencias informales que hacen poesía, pensar en devenir.

Un radical descabezamiento (capital de las galaxias, no habría) contribuye a transmutar rítmico-tímbricamente las intenciones unidimensionales más enquistadas. Urge proseguir averiguando qué sea la poesía, asunto que no termina de saberse. Ahí las informalescencias, su-nuestra desmentida en tránsito:

mementomomentomonumental materia evéntica desventrada del tiempo del marsupio vid espacio del tiempo un libro también construye al lector un libro de viaje en que el lector sea el viaje un libro-arena escurriéndose entre los dedos y haciéndose de la figura deshecha donde hasta hace poco era el rugitar de la arena constelada un libro perime al sujeto y propone al lector como un punto de fuga este libro-ahora travesía de significantes que cintilan como algas migratorias



Haroldo de Campos forjó y habitó, entre otras, esta noción insumisa: transcreación. Menciona incluso una “fidelidad de segundo grado, subversiva del pacto elemental del contenido”.7

No es el ámbito ni seré quién para glosar, ni menos aún pretender representar, los alcances teóricos de ese vero criterio procedimental que, desde su concepción, convida al ejercicio de la máxima amplitud, en el sentido urgente de asumir riesgos creativos. Y esto a despecho de que Galaxias, en cierto modo, se transcree solo: el poemantra “ya viene cantado” y lo que exige es disponerse a hacer las veces de instrumento vibratorio. Quizá la tarea del translector pueda resumirse en crear esa disponibilidad concéntrica.

La translectura creativa, en todo caso, no funge de hipótesis funcional. No sería necesario, por ejemplo, convertir la aliteración intergaláctica en cacofonía o antes aun en fonetismo, puesto que Galaxias está siempre aludiendo a la par que concretando. La práctica transcreadora, que también podemos llamar translectura (puesto que todo versor estaría mostrando alcances particulares), promueve asimismo una diferencia de grado, cuando no de naturaleza, respecto a la transcripción más bien mediadora del “intérprete simultáneo”.

Hasta ciertos niveles de malentendido pueden ser aprovechables para el estudio de la maestra-obra implicado, justo en la medida del corrimiento que todo pasaje interlingüístico, o sea intercosmovisional, ida-y-vuelta-e-ida, arrima a lo que no se deja proyectar así nomás. Ante esas resistencias se abre, cuerpo vibrátil para otro unísono, al conectar otredades. ¿Acaso este nivel del encuentro podría darse sin otredades en sensación de mutualidad incorporante o, según Haroldo pone a revirar, sin “afinidades electivas”?8

Esto es lo que impide olvidar y, al contrario, nos orienta hacia las particularidades indómitas, el Intraducible mesmo, por ende doblemente presente: dichosas partículas materializadoras, si no hiatos de resistencia significante que exigen por igual la atenta calibración irregular del translector y, con abarcada confianza, suscribir la emoción progaláctica:

donde lo fácil es tu alibí lo difícil es mi risco



Galaxias posee esa cualidad de escritura que aprehendió la moviola, mesa de edición o pantalla sucesiva en que se va editando el textil a medida que se lo escribe/recibe, en dúplice pulsión que entrelaza la inspiración asociativa y sus velocidades con “las caídas de arquitecto”.

El chorreado espaciotemporal del fraseo alumbra y deslumbra mediante la puesta a prueba del retén respiratorio que trasluce al través de la malla silábica que Haroldo de Campos entrega a nuestra consideración y escrutinio, como quien arrojase, in the face, la agridulce violencia de las imágenes, ahora desaglomeradas, sacadas de función, puestas en situación de velocidad transmental en sí.

Ni rápidas ni lentas suceden y tal concatenarse, que no debiese atenazarnos, porque no nos amenaza, nos convoca, incitando el musitar, la asonancia mántrica por gracia del ensamblado barroquí, sinuosidad incorporante de un “sánscrito” o lengua anterior, pura porque acontecimiento, sonido-sentido en armónicos tanto como en disonancias, concretud serpentina del silabeo explícito, alegando así por nuevos despertamientos de equivalencia asimétrica, de surgir, como aquí ocurre, inquietudes de traslado interlingual.

La transcreación puede entregar otro poema aborigen: efundir lo más despierto, lo despertante anterior, común estrato incomún. Ante Galaxias vale dinamizar la mimesis e incorporar, con ello, la kinesis de su alucine intersilábico. Entrar a la correntada anarcometamórfica del arrastre lírico (la aliteración, en efecto, altera) porque ahí se cifra, inusitada, justamente la plural unanimidad del entre.

Entre una imagen y otra, sin adherencias a la menor cicatriz, Galaxias cocina su alimento informalescente. Estimula la fuga aperceptiva del cerebro hacia nuevas disolvencias, librada la carne a su mantra maximalista9 durante la translectura, por desbordamiento granangular del sentido mostrándose inagotable. Reciprocidades y eclipses de sentidos y sinestesias no aprehensibles apenas por vía racional:

principiaba a encadenarse un epos pero dónde dónde dónde me siento tan abscóndito como aquella sombra tan remoto como aquel ignotoencresparse de onda cuántas máscaras hasta llegar al papel cuántas personae hasta llegar a la desnudez una del papel para la lucha desnuda del blanco frente al blanco el blanco es un lenguaje que se estructura como el lenguaje sus signos gesticulan con señas y designios son señales estos signos que se diseñan en un flujo continuo y en cada pausa serpea un bies de posibles en cada nesga murmura un pleno de probables el silabario ilegible hormiga como un casi desde donde el libro arrulla a la primera plúmula del libro viable que por un tris farfulla y despluma y se calla insinuo la certeza de un signo cebo ex-libris para la nada que chispea desde esa lengua tácita



Llegué a plantearme como necesariamente sinuosa la simpatía tonal de la traslación de la tonada-Galaxias —su factor cántico—, proliferando caósmica. Desde la carambola en la mesa de billar a las mitologías diagonales que desacalambran las meras alusiones desalentando así la descripción, de la señal refinada por la conmoción a la adrenalina en plena arena heroico-urbanita, de la inversa eclosión etimológica a la cruda puridad propagadora del titular de la noticia, de una ferviente pasión arcaico-artesanal implicada en el miniado de la escansión (sus tajos y suturas) a una voluntad prismática de registro polifacetado.

El poeta en viaje proteico azuza esa vibratoria desmagnetizadora de los significados en pro de una descoagulación al semoviente constelar del sentido que, al revés de cualquier preexistencial, es muy probable advenga íntegra, a condición de retribuírsele sus posibles de translectura:

no se trata aquí de una equivaleyenda sino de una delenda esquiva excava y sólo encontrarás la mano que escribe que excava la simplitud de lo simple simplicísimo en sancta simplicitas pone de lato la literordura deja las bellas letras para los bel’letristas y repara que en este hilo de lenguaje hay un hilo de lenguaje que una rosa es una rosa como una prosa es una prosa hay un hilo de viaje hay una vis de mensaje y en esta margen del margen hay por lo menosmargen desliga entonces las cantilenas las cantileyendas las cantiamenas descree de las historias de las storias de las historias y quédate al menos con este menos el resto veremos una botella al mar puede ser la solución botellero de más botellas de la vida diva dádiva botella que el futuro futura por la oscura via delle botteghe oscure y cuando la marea vaya subiendo irás viniendo y cuando la mañana vaya saliendo vendrás siendo y mientras la noche vaya sumiéndose te estarás riendo pues es lindo y ledo y lidiado y leyendo este tu cantomenos este tu cuento a menos sin sonmenos ni conmenos este mismo canto que ya ahora es tema y no sehace por menos pero ni viene que no tiene si no te sirve mi tren si la canoa tiene furo por ahí es el futuro muere viejo lo seguro pero combato en lo oscuro y por el tris por el trae por el tras por el tres tanto hace tanto hizo mi sino yo qué sé yo que pago para ver si al dos no acierto juego todo al tres y todavía tengo una vez esta historia es muy simple es un espanto de historia no cuento porque no cuento no quiero contar cantando cantaba el sol contando contaba el mar contaba un cuento cantado de tierra sol aire y mar mi canto no cuenta un cuento sólo canta como cantar

¿Qué momento-luz de la nebulosa El Castellano apuntala esta subversión?

Cercanía entre lenguas aparte, la lengua aparente de arribo no pudo haber provenido “de arriba”. No nos cayó un idioma encima ni éste rebota contra un farallón de verdades culturales definitivas.

El vaivén es aporte de poesía.



La transcreación extraña al original porque poéticamente es que añora su participar, y en consecuencia aporta, abona ese extrañamiento. Esa ligera e intensa deformación, nódulo neurálgico que tiembla al interior seminal de la partícula, no es sobreseída. Se juega anarcometamórficamente en tanto pronunciamiento translector.

Cada transcreación podría, entonces, implicar una intervención manifestaria vocacional en relación a una sintaxis del instante, que no preformatea (ni lo pretende). Se trata de traspasar desde luego el imperativo de los propósitos, pues lo que enuncia en acto es la transparencia deseosa de su canalización, la discreta felicidad de cultivar la concavidad del medium, la cualidad del instrumento transcreador en la contundencia alterna del gesto receptivo.

Por ninguna parte se perciben ese idioma completo ni esa autoridad absolutamente aislable que se afirmara a distancia prudencial del versor anterior, del poema anterior. Tal vez el remanido genio de la lengua devenga el entre ultramestizo de las informaciones nebulares.



Poema gerundial si los hay, que a cualquier transcreación propondrá seguir leyendo. Galaxias y ninguna resignación. Caleidoscopía del diamante verbal, anarcomorfosis del matiz al ser despertado.

Agosto, 2013

 
 
* Textos pertenecientes a Galaxias, de Haroldo de Campos, en edición y traducción de Reynaldo Jiménez (Libros de la Resistencia, 2024).
 
 

 
 


* La ficción aflorará y se disipará, rápido, según la movilidad de lo escrito.

1 “Transluciferación mefistofáustica. Contribución a la semiótica de la traducción poética”, trad. de Jorge Schwartz revisada por el autor. Incluido en Galaxias, trad. y notas de Reynaldo Jiménez, pról. de Roberto Echavarren, La Flauta Mágica, Montevideo, 2010. (La edición brasileña de referencia en todo momento ha sido la de Editora 34, al cuidado de Trajano Vieira, 2004.)

2 La misma versión anotada de Galaxias fue también publicada en 2011 por Libros Magenta, México, pról. de Gabriel Bernal Granados.

3 El mismo Haroldo alínea a Voss, junto a Sousândrade y Hölderlin, entre los traductores “monstruosos” (comillas suyas).

4 El argentino ná Khar Elliff-ce apunta: “informalescencias perceptuales (fuerzas salidas de forma, con sus contorsionadas entradas en materia y salidas en espíritu)”, visto su ensayo “El desconocido ondulante”. Todavía inédito, destinado a publicarse en Estados Unidos dentro del volumen The Enigmatic Absolute.

5 Retorno: término técnico que para un sonidista designa un acople, aunque para un lego podría llegar a implicar más bien un desacuerdo “objetivo” entre, por ejemplo, un micrófono y los altavoces o parlantes. Ese ingrediente de perturbación dota a la intensidad intragaláctica de un ingrediente —casi tácito casi explícito— no exactamente concordante: homenaje a la disonancia diagonal en cuanto armónico alterno, presencia socavadora de absolutos a manera de bajo continuo durante el correr epifánico (surtidor) de los matices.

6 Néstor Perlongher.

7 Idem, nota 1.

8 Sus comillas.

9 Dicho así por oposición (complementaria, pues este maximalismo implicaría una proteica capacidad incorporante) a determinados minimalismos escriturales imperantes (nada que ver con el minimalismo músicamente entendido, que trabaja con la duración: me refiero a la escasez de inventiva promovida como “síntesis”, “transparencia referencial”, de los naturalismos sin tercer oído, tan de moda (y al parecer hasta rentables) desde hace décadas, entre las delicias territoriales de gran parte de la crítica académica que alega enfocarse en la poesía).

 

 
Versiones al español de Inmaculada C. Pérez Parra
 
 
 
Estudio de la naturaleza

¿El pájaro da saltos o camina? Y cuando aterriza,
¿se echa hacia atrás y extiende las alas para ir más despacio
o se tira primero de cabeza y en picado? Las venas
de la hoja, ¿irradian desde un centro
como los dedos de una mano? ¿O se ramifican
desde una línea como las ramas del árbol desde el tronco?

El estómago de la conciencia necesita llenarse,
como cuando la estrella de mar se abraza a una almeja o a un mejillón.
El pentáculo de ventosas aprieta durante una hora
para crear una fina hendidura, después la estrella vomita
sus propias entrañas, y después el estómago inteligente
se va deslizando ciego y resuelto dentro de su huésped.

 

Nature Study

Does the bird hop or walk? And when it lands
Does it lean back and spread its wings to slow
Or does it dive head first and swoop? The veins
Of the leaf: do they radiate from a center
Like fingers from a hand? Or do they branch
Out from a line like tree limbs from a trunk?

The stomach of counciousness needs to fill itself,
As when the sea star embraces a clam or mussel.
The pentacle of suckers pulls for an hour
To create a hairline cleft, then the stars vomits
Its own insides, and then the intelligent stomach
Oozes blind and purposeful into the host.

 

 

Preparar un alma

En el caldo galáctico visible a años luz
se cuecen los primeros soles. Familiares, me da la sensación
de que conozco estas luces. Veo sus prebióticas
geometrías de motivo igual que les impongo

intenciones humanas casi literarias
a los animales microscópicos que flexionando
extrañas mandíbulas rondan por mis párpados
y tripas. Hermanos y hermanas electrónicamente

revelados, arcanas dinastías mudas del ser:
tenebroso yo también represento los giros y mordiscos
de las proporciones que me han asignado, y simulo
comprender con arrobo, que os conozco igual que

un niño pequeño finge asombro cada vez que
la madre con la punta de la cuchara buscando
bajo el borde del tarro encuentra más y aún
más papilla de albaricoque y manzana:

infantil, el girasol se vuelve hacia ella, profundo
Egipto de afecto compartido y ocultación,
ácida dulzura en conserva forjando a su vez
la ceremoniosa generación de… llámalo un alma.

 

Soul Making

Galactic broth visible light-years away
Brews the first suns. Familial, I feel
I know these lights. I see their pre-biotic
Geometries of purpose the way I impose

Human, nearly literary intentions
Onto the microscopic animals, flexing
Bizarre mandibles, that patrol my eyelids
And guts. Brothers and sisters electronically

Revealed, arcane mute dynasties of being:
Darkling I too perform the turns and bits
of my assigned proportions, feigning
Rapt comprehension, I know you the way

An infant pretends amazement each time
The mother with a spoon tip searching
Under the jars rim finds more and yet
More of the strained Apricots and Apples:

Infant, the sunflower turns toward her, deep
Egypt of shared attachment and concealment,
Tangy preserved sweetness forging in turn
The courtly generation of call it a soul.

 

 

 
La poesía sobre los héroes de la Independencia de México es una de las manifestaciones literarias que los poetas del siglo XIX realizaron para dejar testimonio de la veneración y respeto por los hombres y mujeres que lucharon por la libertad. En sus poemas quedaron plasmados la admiración, el culto y el homenaje a los héroes que combatieron por la Independencia.

Francisco Manuel Sánchez de Tagle es un ejemplo donde héroe, patria y poesía se engarzan para dejar constancia del significado de la gesta revolucionaria:

¡Salve mil veces, noche venturosa,
que al héroe diste saludable abrigo!
Gózate ¡oh patria! de los héroes cuna.
Viendo ya salvos a los más queridos:
hoy tu sien orna su mayor hazaña.
En su loor suenen inmortales himnos.

Pero a la voz de Sánchez de Tagle se unen en una polifonía las voces de poetas románticos y modernistas del siglo XIX, para crear un cuadro vivo del acontecimiento más importante de México: la lucha por la Independencia. A través de la poesía seleccionada en este libro, vemos cómo la historia y la poesía se fusionaron para dejarnos un legado de riqueza literaria donde el hecho histórico y el lenguaje poético se dieron cita en el poema. En esta polifonía nos encontramos la veneración por Miguel Hidalgo y Costilla, y José María Morelos y Pavón; tampoco escapan a las plumas de los poetas: la descripción de la Batalla del Maguey, de 1811; el Sitio de Cuautla de 1812; la ejecución de Mariano Matamoros, Pedro Moreno y Hermenegildo Galeana; la campaña del español Xavier Mina en San Luis Potosí; la historia de amor de Leona Vicario y Andrés Quintana Roo; la celebración a Josefa Ortiz de Domínguez; y el homenaje a Agustín de Iturbide. Pero no todo es muerte y batallas; Vicente Riva Palacio muestra, en plena guerra, la alegría sencilla del pueblo en todo su colorido:

Por donde quiera enramadas,
en las que vendiendo están
aguas frescas y sandías,
y al son de un arpa tenaz
nativos y forasteros
bailan con dulce igualdad;
se oye la voz estentórea
del que tiene el carcamán,
y de otro, que lotería
llama a todos a jugar.
En grupos la muchedumbre
se agita, en constante afán,
ávida de divertirse
anhelando por gozar.

Los poetas, que en sus versos rindieron tributo a los héroes de la Independencia, utilizaron las formas poéticas imperantes. Cultivaron, entre otros, el verso de arte mayor y el octosílabo; se practicó con esmero la versificación silábica y estructuras estróficas diversas. El poema de largo aliento se hizo presente en Sánchez de Tagle, Quintana Roo, Francisco Ortega, Riva Palacio, Guillermo Prieto, Díaz Mirón y Amado Nervo, mientras que se rendían al soneto Fernando Calderón, Juan Valle, Rosas Moreno, Manuel Acuña y Rafael López. Por su parte, Guillermo Prieto eligió el romance para narrar los hechos y hazañas de los héroes. En estos trece grandes poetas encontramos la tradición poética decimonónica: neoclasicismo, romanticismo y modernismo.

El objetivo de esta antología fue reunir en un solo libro la poesía escrita sobre los héroes de la Independencia de México a lo largo del siglo XIX. Para este proceso se recurrió a una bibliografía en la que se encontraban los poemas dispersos tanto en antologías como en los libros de los autores antologados. La investigación fue lo más exhaustiva posible; se pretendía encontrar poemas dedicados a todos los considerados héroes de la patria. Pero los poetas solamente versificaron sobre trece de ellos, incluyendo a Agustín de Iturbide, consumador de la Independencia. Otro propósito fue ver cómo en esta poesía se fijaron los atributos, casi míticos, de quienes participaron en la gesta insurgente y que ayudaron a la construcción de la identidad de la nación mexicana. Durante el largo proceso nos encontramos con poetas consagrados y otros en el completo olvido. Para la elaboración de las semblanzas de los poetas nos servimos de los textos de críticos y estudiosos cuyas palabras permitían ver con claridad y agudeza las características de su poesía. Como resultado, a través del estudio-prólogo y de la poesía reunida, el lector puede ver cómo la Independencia de México y sus héroes quedaron inscritos en la historia y en el poema.

De esta forma, el libro cumple una deuda con la poesía escrita sobre nuestros héroes a lo largo del siglo XIX, la que no ha tenido difusión y tampoco ha sido estudiada; y que reviste una gran importancia histórica y literaria. También es rescatar del olvido a poetas que fueron artífices de la poesía mexicana que ayudó a la construcción de la literatura y la identidad nacional. En los poemas aquí reunidos, poesía e historia se unen en un mismo ánimo: enaltecer a quienes dieron a los mexicanos patria y libertad.*

—León Guillermo Gutiérrez

 

José Rosas Moreno (1838-1883)

Guerrero

En los montes del Sur, Guerrero, un día,
alzando al cielo la serena frente,
animaba al ejército insurgente
y al combate otra vez lo conducía.

Su padre en tanto, con tenaz porfía,
lo estrechaba en sus brazos tiernamente,
y en el delirio de su amor ardiente
sollozando a sus plantas le decía:

“Ten piedad de mi vida desgraciada;
vengo en nombre del rey, tu dicha quiero;
poderoso te hará, dame tu espada.”

“¡Jamás!” llorando respondió Guerrero;
“¡tu voz es, padre, para mí sagrada;
mas la voz de mi patria es lo primero!”

 

Manuel Acuña (1849-1873)

Hidalgo

Sonaron las campanas de Dolores,
voz de alarma que el cielo estremecía,
y en medio de la noche surgió el día
de augusta Libertad con los fulgores.

Temblaron de pavor los opresores,
e Hidalgo audaz al porvenir veía,
y la patria, la patria que gemía,
vio sus espinas convertirse en flores.

¡Benditos los recuerdos venerados
de aquellos que cifraron sus desvelos
en morir por sellar la independencia;

aquellos que vencidos, no humillados,
encontraron el paso hasta los cielos
teniendo por camino su conciencia!

 

* Fragmento de la presentación a La poesía de la Independencia de México (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2024), editado por León Guillermo Gutiérrez.

 

Es difícil saber qué piensa
qué hace esa mujer ahí parada
una visión prodigiosa
una relevación de siglos
y delirios de alta fiebre.

Es difícil sino imposible
dejarse de cuentos y vericuetos
un siglo visual produce máscaras
un velo, una fisura. Pero la forma
vuelve y se acomoda

transmuta en las pequeñas cosas
un cuadro, una cortina
variaciones circulares de la luz
que tuerce y deforma

la forma, la visión de un instante
suspendido, una ventana abierta
quizás, en la mente de un pintor.

Al sol solsticio de tus caderas frías,
al sol inapelable oscuridad sin tregua
sinvergüenza en la espesura de tu pelo
(azul)
alambre y desagüe de la intemperie
oculta tras las dimensiones del tapete
hambre y sexo en la oscurana
de los abiertos sesos.

Habrá que acostumbrarse a la soledad,
a la desmarcación.

Mil horas de trabajo residual, un martilleo incesante
(carente de altura y temperatura),
mientras ella se limpia las lágrimas en el taxi,
contornos desdibujados

—la realidad cambiante y hostil
—la soledad privada y decadente
—la transacción de la herida de una psiquis a otra.

Pero dulzura,
habrá que recobrar la dulzura del poema
la ligereza de unos trazos verticales
mientras ella duerme la siesta
bajo el amparo de ciertos ritos
y el fuego de los antiguos lo destruye todo
lo reconstruye:
el hueco de la cama que llama y fortalece.

Un camino obtuso
sigue siendo un camino obtuso

una playa de piedras
sigue siendo el lugar perfecto para perderse.

Los meses se arrastran enloquecidos
por el frenesí del viento,

(el cambio, unidad del sistema)

y en la mesita del fondo
te espera el amigo,
comerciante de una indiferencia premeditada,
palabras que bordean la superficie de los gestos,
las sobras de comida,
la libre asociación.

Una fotografía cuyos colores se fueron
apagando con el tiempo.

Errar

Cena de despedida
en la casa de los abuelos
(la certeza de las futuras muertes,
pero quién sabe)
los dos pares de brazos
que se cierran sobre sí mismos,
el apretón de manos.

Y todo para qué.
¿para aventarse sin documentos
a la espera de una señal que nunca llega?

Decidir entre empantanarse, aguarse
y ver pasar los toros de largo
y abrirse paso, deambular
por la periferia de las periferias
(el lenguaje mismo).

O sacar provecho de la situación
(la condición personal, el país entero)
para beneplácito del mercado y la academia.

(A otro perro con ese hueso).

En solitario hacia la costa

Donde había hierba,
solo hay tierra árida

Tania Ganitsky

Todo el camino acosado
por las figuras de la costa,
un rumor de voces inentendibles,
un sol tremendo sobre la plantación.

Los canales se abrieron a sus anchas
para dar paso a las corrientes

(un cúmulo, un caos a la intemperie)

las reses van y vienen junto a los turistas,
beben agua y reposan / y si acaso se descuidan
terminarán creyendo en este sol

(un bálsamo, una travesía novedosa)

así mi corazón espera en esta hora
indiferente al vuelo de los pájaros
y al estruendo del murciélago mayor.

Cómo nombrar la impermanencia del río
si el mismo río se pierde en sus raudales
y los suampos que atravesamos aquel verano
no son más que el tapiz agujereado de la memoria;

cada gesto a su debido tiempo:
como latas vacías en la corriente.

 

 

 
Jóhann Jóhannsson

1

Mi nave se estrelló en este planeta inepto
llamo a casa y me dicen que espere
un hombre trató de picarme en pedazos
alguien más pequeño me vio venir en un sueño

que planeta más esplendido pienso a veces
pero muy rápido me prueban equivocado
vuelvo a llamar a casa y me dicen que espere

que no hay combustible del más rápido
que mejor me desfigure y no cante
que aprenda a idolatrar lo que me asfixia.

 
2

A los siete años tuve un encuentro
pero nadie nos cree
me hacen tomar pastillas y contar hasta cien
duermo con tres ojos abiertos
imagino que volverá a pasarme

voy a ver una luz en la ventana
una mirada que interroga
van a suspenderme en el aire

y la luz encontrará una salida en mi pecho.

 
3

Aprendí que hablan de esta manera
los atajos concilian distancia y penumbra
se miran a los ojos y mienten

se mandan flores   
   bautizan barcos  
   recuerdan

y entierran a los que huyen.

 
4

Papá decidió que yo padecía
de mucha imaginación
un exceso, un incordio
a papá después de todo le gustaban
las mujeres mudas y eficientes
y yo hablaba hasta por los codos
yo no sabía ser una niña tácita.

Papá no me creyó cuando mencioné la luz
que venía por las noches
y está bien, me dije
a lo mejor es hora de que yo tenga un secreto
qué puede saber papá de nada

por eso todo me sucede a mí.

 
 
 
HAARP

1

Qué raro es tener un esposo gringo.

A veces quiero salir corriendo
nomás para ver
si corre tan rápido como yo.

 
2

Los gringos abarcan mucho
caminan con la boca abierta
por los pasillos del supermercado
soñando que tenemos la culpa

nosotros
los dioses de la tierra y los acentos fortuitos. 

 
3

He intento explicarle mi país a mi marido
le enseño fotos de los pájaros y las minas
enumero los muertos y los desaparecidos

hablo de los manjares y de la arena
me doy importancia

es fácil ganar importancia cuando te sobran astillas:

Los gringos odian
que arrastres una tragedia verdadera
temen que te apoderes del spotlight
que la small talk abra una singularidad cuántica
y se vean obligados a una auténtica empatía.

 
4

El único gringo que se salva es mi marido
será porque lo rompieron
y lo mandaron a vivir debajo de la cama

a veces yo le paso unas galletas
y hablamos de excavar juntos.

 

 

 
5

No detengas
tu vuelo.
No aquietes
ese temblor de pájaro
que agita
el agua mansa
en el río marrón
de tu mirada.

Dicen
los que dicen
que tenés mis ojos,
mi risa
y un gesto
al andar,
largo y sereno.

No les creas, hijo.

Porque no sos mío.
Sos hijo del viento.

De Cuadernos de la breve ceguera

 
 
6

Mi madre llama desde la casa.
Corro junto a los perros,
bajo la sombra mansa
de los perales.

Llevo en mi mano piedras del arroyo
para que mi madre
abra los ojos, sorprendida,
como si su niña recogiera estrellas.

Corro, pequeño animal de la jauría.
Pero la noche avanza sobre el patio,
más veloz que mi paso,
más certera.

Corro y estoy sola y estoy lejos.
Y los perros son fantasmas
que en la sombra aúllan
mientras mi madre llama
a ésa que no soy
y yo no sé dónde ir
ni si me espera.

De La hija del pescador

 
 
15

Estar
y nada más que estar
mirando
cómo te apagás despacio
—alguna vez,
mirando el cielo,
me hablaste de estrellas
que ya no estaban
pero aún eran luz
o un engaño de luz
en la oscuridad
de las noches—.

Estar
y no ser más
que esta partícula
miserable de un dios
que hacía milagros
y sólo poder acariciarte
con esta mano
mía
desprovista de magias.

Estar
y quererte
tanto todavía
con este amor
que empieza
tan de a poquito
—tan para siempre—
a hacerse huérfano.

 
 
El desquite

Salí
a lavar la ropa bajo el sol
porque era tibia la luz sobre los patios
y era hermosa
mi mano 
sumergida en el agua:
un pez salvaje atravesando mares blancos,
en busca de dios sabe qué aventura
escondida 
entre las pilas de la ropa.
Tengo la piel, 
me dije,
de mi abuela,
yo también envejeceré de pronto
como si una noche cayeran sobre mí todos los años
y me pondré viejita
y sin remedio.
Me temblarán las manos,
como a ella, 
con el temblor que traemos en la sangre
como otros traen el cáncer y las pecas.
Pero ahora, 
soy dueña de unos magníficos reflejos
y mi dedo 
destroza, minucioso,
las estúpidas burbujas de jabón.

De Piedras de colores

 
 
La caída

Cómo será este cuerpo que resiste
con la docilidad de un sauce en la tormenta
cuando lo venza el tiempo
y la fatiga,
qué quedará,
qué oscura raíz lo sostendrá en la tierra,
uno más,
uno caído entre los otros.
¿Seguirá siendo mío,
si las redes de la memoria se destejen?
Cómo será caer entre otros cuerpos,
rodar hacia la vejez,
como los chicos
ruedan
colina abajo
pero más fuerte,
más fuerte,
más fuerte
y sin poder poner las manos.

De Madura

 
 
La luz sobre nosotros

¿Ves mi cuerpo envejecer?
Lento y tan dulce,
me convierto en otra:
siempre en otra.
Como esas flores tristes del florero
que se apagan de a poco,
me vuelvo un manojito
mustio y ceniciento,
todo mi cuerpo sabe
que comienza la muerte.
Y sin embargo qué,
seguimos vivos.
Y mi cuerpo
reconoce
los signos del deseo
con la precisión de la sabiduría:
aquí está mi piel,
aquí la tuya
y de pronto soy tu piel
y vos la mía.
Envejecemos.
¿Y qué?
Todavía
iluminamos las estrellas.

 
 
Mujer a mujer

Cuando una hija se vuelve una mujer
o mejor dicho,
cuando tu nena se vuelve una mujer,
la voz de una mamá cambia de tono,
se vuelve
de a poquito, más grave,
más serena,
porque las madres
también crecen con sus hijas.
Una charla con una hija
que se ha vuelto una mujer
prescinde,
casi siempre,
de esas cosas
que fueron un lenguaje en la niñez,
se transforma,
despacito, en otra cosa.
El idioma
entre dos mujeres que se miden
con el péndulo de la maternidad
y de pronto, son pares,
es el idioma más magnífico del mundo.
Está hecho de palabras pequeñitas
con un infinito margen de significados
pero sabés,
siempre sabés
que habla de amor.

 
 
Ars Amandi

Digo:
todo lo que hicimos
en nombre
del amor está salvado.
El corazón
ha sido
el animal,
la luz,
la ofrenda.

 
 
* Poemas pertenecientes a Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche: poesía reunida (2014-2024) (Medusa Editores, 2024).

 
 

 

 
Hebe Rosell, La voz: entre la herida y el deseo. Tras una pedagogía en resistencia, voluptuosa y hospitalaria, Heredad, México, 2023, 208 pp.

 

 

desde el plexo y el perineo
en la cueva eterna de la brama

Itzel Rodriguez

 
La última vez que entré al estudio/laboratorio de Hebe Rosell (Buenos Aires, Argentina, 1943) me enseñó cómo tenía la copia de su libro: toda llena de dibujos, adendas, recortes, papeles, flechas por aquí y por allá, subrayados, tachones.

Recuerdo lo que el querido poeta/mago/amigo Javier Raya pensaba del manuscrito que Hebe le compartió: él creía que cada sección debería de ser una fiesta tejida con tamaños de tipografía y fuentes varias, jugar mucho con la caja del limitado objeto-libro-convencional y tratar de darle una puesta en página acorde al dinamiquísimo fenómeno inefable del que este libro trata de dar fe y testimonio: esa maraña inenarrable de raigambre psicogenealógica-ultrasentimental llamada: LA VOZ HUMANA.

Este libro todo el tiempo quiere ser ave fénix
o dron curador con zumbidos entrañables.

No es un tratado cientificista sobre los sesenta años de actividad musicoterapéutica de Rosell. Es un rizoma atravesado de dramaturgia autobiográfica, imágenes hirvientes, riqueza léxica oracular, cantos, arrullos, conjuros, repentismo, gospels, golpes, apotegmas, collages, coros de voces como papalotes alocados ante lo que se halla en los talleres de Hebe, invocaciones, quejidos, gemidos, sollozos, ejercicios, juegos…

Este libro es (algo así como) un poemario (expandido), pero también un instructivo, un manual de asombros (espejos de nuestras sombras a liberar).
Cada capítulo es una herramienta práctico-reflexiva.
Este libro es colmena politonal con párrafos como talismanes mutantes.
Párrafos oasis para quedarse a retozar y
re-leer
re-leer
re-leer.

Remixes,
poemas intervenidos,
ensayos abiertos freejazzeros, bitácoras como tesoros, plegarias.

Bibliografía abundante de estudiosos del cuerpo y la voz
(sus puentes, sus batallas).

Este nuestro cuerpo con sefirots enterradas en nuestra carne cual herramientas a despertar…
pero en parvada… (la voz anhelante de las otras voces, de la nosotridad cantora).

Vivir-decir-sonar (para uno pero también para los demás).
Pulsión, promesa, lucha.

 
Palabras recurrentes en este libro:

Ontológico, muerte, acompañamiento, deseo, transformar, convocar, constelaciones, orgánico/orgánica.

 
Conceptos clave en este libro:

Memoria,
caja de Pandora, autoconciencia,
autocantarse es construir,
reconstruir tu cuerpo/templo.
La entraña, lo entrañable.
Lo feroz, lo tierno.
Mi centro, Liberación, Palabra Prometida,
     HARA.

 
Terminología poética-corporal de Hebe Rosell presente en este libro:

tanguita feliz,
lunita pacheca,
espada excalibur, zona zapatista, alas al encuentro,
barcos de papel arrojados al mar.

 
Crítica constructiva al respecto de este último inciso:

Esta terminología
suena gongorina,
suena oscura,
pero para nada es así en la práctica de las sesiones con Hebe. Cada término es un ejercicio totalmente ubicado en el cuerpo y que sirve para distintas cosas. Por ejemplo, la llamada “lunita pacheca” está ubicada en la parte alta de la nuca y se activa con una emisión específica de las sílabas “nu-nu-nu” (me consta). Este ejercicio me lo pasó Hebe para sanar la voz, para masajearla cuando esté o muy cansada o un poco lastimada por un uso brusco. Esta área de oportunidad es una razón más para adquirir este libro e ir a hacer tus propias anotaciones y preguntarle a Hebe (o a sus exalumnos) cómo se “activan” estos conceptos-ejercicios, en qué parte de mi cuerpo van, cómo y para qué los puedo usar.

 
Cierre de esta REDseña:

En suma
éste es un libro lleno de citas memorables,
hay que rayarlo con colores,
resaltar pasajes que dan para filosofar largamente,
derivar narrativas y crear locuras
en clases, en talleres, en rabiosas manifestaciones,
en happenings clandestinos.
O en la cama con quien/quienes
más confianza tengamos…

          Una bomba de tiempo
          en el corazón del lenguaje,

          […] desde el quejido primario fundante

justo eso
es este libro de Hebe Rosell
entre muchas otras cosas más.

 

 
Versiones al español e introducción de Mariana Spada

 
 
The World Keeps Ending, and the World Goes On, aparecido originalmente en la segunda mitad de 2022, es el tercer libro de la poeta, artista y performer estadounidense Franny Choi (Massachusetts, 1989), luego del debut de Floating, Brilliant, Gone (2014), y de Soft Science (2019).

Como con toda obra ambiciosa, resulta difícil (y a lo mejor inútil, y seguramente injusto) encasillar El mundo sigue acabándose… alrededor de un tema específico. Se trata de una colección que explora, en línea con otras tantas poéticas contemporáneas, las complejas relaciones entre experiencia e identidad (periféricas, por así decirlo), pero este ejercicio es también parte de una serie que aparece modalizada de diversas formas en la obra de Choi. En tal sentido, es posible trazar un claro arco de indagatoria que va desde poemas como “Ode to My Armpit Hairs” (“Oda a los pelos de mi sobaco”, 2014) a “I swipe right on the cyborg” (“Le doy me gusta al cíborg”, 2019), y de allí a “Upon Learning…” (“Al cabo de enterarme…”), y observar allí un recorrido que se inaugura en la atención sobre la materialidad del propio cuerpo, flirtea a continuación con el transhumanismo, y acaba por reconocer una dimensión de la memoria que habita en todo individuo y difumina sus límites, a la vez que sirve como excusa para hacer foco en la pregunta por la especie y su destino —y no está de más aclararlo: esa especie y ese destino no son necesariamente los nuestros.

Hay, además, una captura del aire de los tiempos en este libro, una atención a algo que, quizá, no sea del todo arriesgado identificar como emergentes de una estructura de sentimientos en formación. ¿Queremos decir que estamos ante una colección acerca del calentamiento global y las subsecuentes crisis que éste habilita? No solamente, aunque sin duda el espectro acechante del colapso ambiental y social es uno de los hilos conductores más persistentes. Dicho esto, es posible apreciar algunas diferencias substanciales frente a otras tradiciones de la ecopoesía que ponen el acento en los efectos más perniciosos de la acción del hombre sobre el paisaje. Por poner un ejemplo: en “For a coming extinction” [“Para una extinción por venir”] (1967), de W. S. Merwin, todavía es posible hablar de una extinción venidera y relativamente restringida:

Ballena gris
ahora que te enviamos hacia El Final
a ese gran Dios
dile
que quienes te seguimos inventamos el perdón
y no perdonamos nada

Por el contrario, la elección de El mundo sigue acabándose… es la de invocar voces que no necesariamente son ya humanas, ni siquiera animales, no sólo porque esa extinción también las abarca, sino porque no hay garantías de que su advenimiento esté restringido a un hipotético (si bien probable) porvenir:

[hecho] del imperdonable futuro, y del imperdonable pasado, florezco,
no hay sangre en mí, y estoy listo para alimentarme.

Choi nos recuerda (y esto quizá constituya la observación central del libro) que el actual estado del mundo ha sabido hacer de su propia epigonalidad un estado duradero, lo cual no puede dejar de percibirse como una advertencia a quienes vivimos —todavía — a resguardo de la destrucción: acaso el Final tan mentado no sea necesariamente materia ya de la escatología, sino de la Historia:

Para cuando el apocalipsis empezó, el mundo ya se había acabado.
Acabó cada día por uno o dos siglos. Acabó, y otro mundo
agonizante dio vueltas en lugar suyo…

A excepción de “El más allá” (que pertenece a Soft Science), todos los poemas pertenecen a El mundo sigue acabándose, y el mundo sigue adelante.

Mariana Spada

 

El más allá

Respondiendo a tu pregunta, sí,
cada vez estoy con menos ganas
de cogerme al chico muerto que fue mío
antes de que fuese nada.
A esta altura ya le llevo nueve años—un chico
que fuma porros en su cuarto de estudiante,
con lo que quiero decir que no hace nada de eso
porque está muerto. Porque su cuerpo
no pertenece a nadie sino a la tierra húmeda.
Quiero decir que por eso debería sentir deseo
por el vientre de las moscas. Alas de polilla
que se desprenden húmedas de la crisálida.
Debería estar hambrienta del pez que
devoró el pez que devoró el plancton
que tomó este polvo que fue un cuerpo
y se lo tragó. El chico cuyo cuerpo
fue el primero que entró en el mío respira
ahora a través de una multitud de bocas.
Es hongo, hojas mojadas, coral,
todas las cosas que están vivas sin saberlo,
sin saber que una vez fueron un chico
que me bajó los jeans empapados,
besó el hueco de mis rodillas
en la casa de sus padres, que vino a mí
hecho un tonto enamorado una noche, diciendo,
escuchá           no importa            escuchá
          siempre                 nunca voy a

 
El mundo sigue acabándose, y el mundo sigue adelante

Antes del apocalipsis, hubo el apocalipsis de los barcos:
barcos de prisioneros, barcos quebrándose bajo un cielo acerado, barcos que hacían brotar
cadáveres como algas en la orilla. Antes del apocalipsis, hubo el apocalipsis
de la bomba en la mezquita. El apocalipsis del taxista desfigurado
por las llamas. Hubo el apocalipsis del dejar, y del haber dejado—
de mi madre despegándose de la tumba de su madre mientras el avión
carreteaba por la pista. Antes
del apocalipsis, hubo el apocalipsis de los aviones.
Hubo el apocalipsis de los oleoductos dictando su propia ley a través del agua sagrada,
y el apocalipsis de los perros. Antes del cual vino el apocalipsis de los perros
y los camiones hidrantes. Y antes de ése, el apocalipsis de los perros y de los cazadores de esclavos
cuyos rostros brillaban a la luz del farol. Antes del apocalipsis,
el apocalipsis de las abejas. El de los colectivos. Apocalipsis de las fronteras
alambradas. Apocalipsis de los ganchos. Apocalipsis en la omisión selectiva de los libros
de texto. Hubo el apocalipsis del acuerdo
y de la máquina de gaseosa; el apocalipsis del asentamiento de los colonos y
las jarras con cueros cabelludos; hubo el jolgorio de la comida enlatada; la lluvia radioactiva;
el mártir sin un asiento reclamando un nombre. A mí me parió por un apocalipsis
y vengo a decirles lo que sé —y esto es que el apocalipsis empezó
cuando Colón agradeció a Dios y echó el ancla. Empezó cuando rebanaron
un continente para repartírselo. Empezó cuando Kublai Kan le dijo a Marco, arrancá
por el principio. Para cuando el apocalipsis empezó, el mundo ya se había acabado.
Acabó cada día por uno o dos siglos. Acabó, y otro mundo
agonizante dio vueltas en lugar suyo. Acabó, y nos despertamos y pedimos cafés a la griega,
el líquido estuoso atravesándonos los dientes, mientras por todas partes el apocalipsis gruñía,
el apocalipsis recordaba, nuestro querido, amado apocalipsis —bajó despacio
entre los árboles en torno nuestro, con tanto ruido que al final dejamos de oírlo.

 
Hacia la gracia

En esta versión, la chica que los cronistas llaman “Gracia”
garabatea los deberes. Es rica en tiempo, abunda en gracia.

Por la ventana, el mundo canta en clave de magnolia,
y la magnolia le sopla las respuestas a Gracia.

Se dobla el tiempo para algunas mentes, como la piel de los lagos.
Llámenlo déficit. Como un pinball, constela nuestra propia gracia.

En internet las rubias dan vueltas, ganan propinas, seguidores.
Lo de siempre: injusta distribución de la gracia.

Imaginen una versión donde lxs chicxs negros, también,
puedan ser chicxs, meter la pata, y aun así esperar la gracia.

Mi madre, huérfana, creció como rayo. Crió sola
a sus tres hermanxs. Después, eligió su nombre: Gracia.

Ahora es sanadora, mamá. Y está sanando. Arregla huesos,
escribe recetas, reza, recuerda. Hace su gracia.

Tierra que no correspondés nuestro amor, de vos, de vos.
Que te amen sin razón es la canción soñada de la gracia.

En esta versión: la crisis no cierra escuelas, el mercado
no roba el tiempo, el cuidado, los tutores que la ley prometió a Gracia.

En esta versión: escuela es el nombre de cualquier jardín o sitio
que ame a lxs chicxs negrxs y marrones por su inteligencia, su gracia.

En esta versión: no hay jueces por Zoom, no hay cárceles para lxs chicxs.
No hay cárceles para lxs chiquxs. No hay sentencia por Zoom para Gracia.

Todos los días, está sanando. Calma dolores, garabatea respuestas.
Magnolia. Imaginate: magnolia para Gracia.

Me estiro hacia el cantar de este himno, este silbido.
Este poema es una máquina de llegar, extendida hacia Gracia.

Mi mente-lago; mi tiempo-rampa; canción desigual, sí, del cerebro.
Igual, será mi versión: cuidados para vos, nosotrxs, toda la especie, Gracia.

 

Al cabo de lo imperdonable, levanto mi cabeza verde, condenada

La atrocidad se multiplica [como un helecho].
Ya no más metáforas de la naturaleza.
Se multiplica. Ella misma.

   : : :

¿Sos mi madre,
barca en llamas en el horizonte?
Horizonte, ¿sos vos?

   : : :

Ninguna guerra acaba nunca,
flota nomás hacia el sur con la [brisa],
engendra nuevas hermanas.

   : : :

En Laos, llovió amarillo.
No hay palabra que me ayude a entender
salvo esta: O, O, O.

   : : :

Un día yaceremos en la tierra.
Con bocas y hongos, el planeta
aceptará nuestras disculpas.

 

Con bocas y hongos, el planeta aceptará nuestras disculpas

Cuando Hiroshima fue destruida por una bomba atómica en 1945,
se dijo que la primera cosa viva en emerger del paisaje obliterado fue un hongo matsutake.

—Anna Lowenhaupt Tsing, El hongo del fin del mundo

hecho de doctrina de shock, de rumiante parloteo,
hecho de juegos infantiles tiznados de cadáveres,
hecho de lo anti-moderno, de infierno desatado, de destrucción
simbiótica, de parásito y pericapitalismo, de tráfico de esclavxs,
de mezquindad, de tufo y razón, de ex-carne, de células
en estampida a través de los pulmones de los mineros, hecho de morales, de mortales,
de todo salió a la perfección, de niñxs en establos
o envueltxs en trapos enrojecidos, de arroz agrio, de phlegm,
de torsión y espora, hecho de sotobosque des-
hecho hasta el polvo, de espacio vacío bañado de sol, hecho
de espacio vacío, del precio de la madera, de la caña de azúcar,
de nematodo y alta corrupción, de costureras en vuelo hacia el asfalto,
de caribús empachados de basura, de pacto suicida, de manos hundidas
en el cuello de una mujer de consuelo, de entrañas, de arandelas,
de cada jovial nosotrxs podemos, hecho de tierra ancestral, de grito funerario,
de agua sagrada y tumbas desolladas, hecho de nombres robados, de comercio,
de conquistador, de visiones al borde de la muerte en el piso de la fábrica, hecho
del imperdonable futuro, y del imperdonable pasado, florezco,
no hay sangre en mí, y estoy listo para alimentarme.

 

Al cabo de enterarme de que algunas refugiadas de la guerra de Corea usaban latas de napalm parcialmente detonadas para cocinar

En algún lugar en un mundo previo, una mujer con mi cara
rebusca las semillas de un infierno que no fue.
El cielo resonó muerte toda la noche. Y por la mañana,
hay bocas que alimentar. Hay unas ollas en la despensa
y las cosechas perdidas, la escarcha de la mañana, la hija del vecino
colgada en la plaza, roja. Qué más se puede hacer
cuando llega lo innombrable. Qué quemar
cuando nada prende. En algún lugar de un mundo que no se acaba
del todo, una mujer como yo sale a recolectar lo que no supo matarla.
Está abriéndole el pescuezo a la modernidad, se arquea y
le arranca la mierda. Es una mujer que puede transformar
una mañana imposible en agua, pasta de alubias, hojas amargas,
otra oportunidad de tambalearse hasta la próxima vez, y la próxima—
cada día de mi vida ha sido diferente al último.
Cada día, una extinción yerra, y pongo manos a la obra.

 

Al cabo de enterarme de que algunas refugiadas de la guerra de Corea usaban latas de napalm parcialmente detonadas para cocinar

¿Cómo llegamos a este punto? vas a pensar,
de rodillas junto a tus vecinos en el estacionamiento
mientras los parapoliciales te confiscan el café.

¿Cómo se llegó hasta acá? van a decir todos,
caminando hacia el norte por la autopista mientras la ciudad
se tiñe de naranja, tragada por el humo.

Cómo pudo pasar esto, aunque será la pregunta equivocada,
mientras rompen tus cosas, y te acompañan a una sala
en donde aguardan soldados que meten miedo.

Oíme: tengo una mala imaginación yo.
Distopía es la palabra para algo que ya sucedió
tantas veces, es la razón por la que ____________ es tan barato.

No hay tal cosa como un infierno sin detonar;
la luz del piloto se enciende, y como.

 

La catástrofe va de la mano de la piedad

Señor, confieso que deseo la claridad de la catástrofe, pero no la catástrofe.
Como todas las demás, quiero una tormenta en la que poder bailar.
Quiero una excusa para cambiar mi vida.

El día que A. murió, el sol brillaba más que cualquier sol.
Contesté el teléfono, y se abrió un canal
entre mi tonta cabecita y el cielo, o lo que quedaba de él. El vacío
me devolvió la mirada; y yo hice sonido tras sonido con mi garganta húmeda de sangre.
Oh innombrable —Oh tierno y divino innombrable, entonces te conocí:
te alineás al núcleo calamitoso del planeta; vos instante instante instante;
vos abismo íntimo al que con toda razón llamé hermano.

Cuando Lo Malo ocurrió, vi cada filo.
Y cada año descubro lo que nos hicieron, cambio otra vez de piel.
Me acerco más al descubierto, verdadero norte. Señor,

si digo, Bendita el agua fresca que arrojas a mi cara,
¿acaso eso me hace una fiesta de disfraces? ¿Peco de comodina
si te pido que no mates a mis amigos —si te ruego que me claves el talón
en la garganta —por favor, no tanto para arruinarme,
apenas nomás —lo suficiente para entrever tu cara—

 

Cómo dejar ir el mundo

Hay un documental sobre cambio climático que se llama Cómo dejar ir al mundo, y sam pregunta, ¿tirándome de un edificio?

Entre la creciente lista de promesas que no puedo hacer a mis amigxs: ya se volverá más fácil. Vas a salir de esta. La lealtad de la gravedad, de los sonidos de la mañana. Si tan sólo te quedaras.

   : : :

Cuando salgo a la calle es casi como si fuese a durar: borrón anaranjado aplastado contra el cielo. Los coches siguen los linajes habituales ida y vuelta del trabajo; mientras, tres adolescentes se juntan felices en la vereda.

No sé cómo hacerlo: sostener sus caras entre mis manos y contarles lo que les espera. Cómo enseñar a cualquiera de nosotrxs a seguir esta canción, hacia qué oscuridad.

   : : :

Una tarde, doblo la esquina y entro en pánico ante un súbito resplandor en el retrovisor, castañeo de dientes hasta la garganta. Cada uno de mis nervios preparado para el reto agrio del policía hasta que entiendo que no hay ningún patrullero. Era el cielo. El cielo, aturdido de muerte.

   : : :

Lloré cuando vi las fotos de los corales blanqueados. Después, tuve que cortar la frase de cada poema: Blanqueo de corales. Blanqueo de corales. Si un disco salta, te inclinás a saludarlo. Saludás con un paño y tu propio buen aliento.

   : : :

Cuando la Pyrex estalló sobre la cocina, nos quedamos paralizados un instante dejándonos mecer por el sonido, el imprevisto desastre natural de nuestra cena. Para estar seguros, alzamos la vista al techo y rogamos que de haber algún espíritu volviese a meterse entre las paredes. Después buscamos bolsas y escobas, recogimos las astillas, filos invisibles acechándonos los talones entre las baldosas.

   : : :

Debería mencionar que mi primer amor dejó esta tierra desde un techo, aunque no saltó. O más bien: saltó de la manera en que los músculos lo hacen, cuando están por dormirse.

   : : :

Puedo ver los videos del azufre devorando California. Puedo escuchar el sonido de un muchacho explicando que enfrentarse al incendio podría recortar su sentencia. Puedo sostener su voz entre mis manos y susurrarle directamente, pero eso no lo trae acá. Puedo amar y amar sus brazos ayudando a los míos a hacer algo más que tierra y ver ese amor desangrarse directamente en el espacio entre nosotros y entonces por supuesto. Cae. Por un túnel y desaparece.

   : : :

Podés volver a subir. Si corrés, el cielo te va a agarrar con sus mil manos anaranjadas. Jamás vas a tocar el piso.

   : : :

Rondo por la casa reventando moscas, ávida del sonido del periódico sobre exoesqueleto, la  satisfacción de un final limpio y sangriento.
Cuando se van, es casi como si las extrañara. Salen volando desde mis brazos. Salgo volando desde sus brazos.

   : : :

¿Cuál es la palabra en alemán para cuando extrañás tanto algo por adelantado que no podés mirarlo? Traducción literal: verde, verde, verde y oculto mi cara.

En Flint, abro el grifo y sale guerra envuelta en celofán podrido.
En Detroit, pongo el hervidor y caliento guerra para el té. En Providence, le hecho guerra a las plantas. La guerra me corre por la cara en la oscuridad del teatro. Me meto entre una manta de guerra y me dejo llevar por sus olas, más allá de las costas de la certeza.

   : : :

En otras palabras: me blanqueo.

Otras palabras: desolada me desangro. Exhalo un halo de cellisca. Me aterro ante las hojas, previendo su final, las tumbas del coral. Me blanqueo y me blanqueo y veo la lejía resbalar cristalina por mis encías.

   : : :

Quiero amarrar a mis amigxs a los rieles del techo como la vez que sujetamos una manta a la playa con zapatos, libros, bolsas con zanahorias, vino en lata. Qué manera de escarbar con los dedos de los pies hasta tocar la arena húmeda, la suave morada de los cangrejos debajo. Pero el viento no amainaba. Naranja y exoesqueleto contra nuestra orillita.

   : : :

Si tan sólo hubiese sido un espíritu lo que destrozó el vidrio. Algún simple enojo —alguna vieja fábula que pidiésemos aliviar con una fórmula de palabras y un puñado de incienso. Mucho peor que se haya debido al calor. Mucho peor: la manera en que las moléculas se inclinan ante él, y se rompen.

   : : :

Mientras oía a esos bomberos, en Hamtramck, libraba una guerra más modesta contra el polvo de mis celosías. Me cansé de pasarle el trapo a las ventanas. En el bosque, lo que se pudre alimenta. La tierra bebe hollín y de él hace hojas nuevas. En otras palabras es el plástico, acá, lo que hace que el polvo sea un problema. Me inclino para saludarlo, humedezco un trapo para acercar una lengua. Mientras, la luz entre los listones rebana mi figura en tiras.

   : : :

Cuando el desastre advenga, algunos de nosotrxs subiremos al techo para dirigirnos a los espíritus. Algunos estaremos en la línea de fuego. Algunos recogeremos las astillas, pasando la lengua por el suelo.
   : : :

Digo cuando como si el desastre no hubiera llegado, como si no creciera ya en el patio. ¿Les hago una lista? Los presos puestos a ser bomberos —las islas de mis amigxs hundiéndose de a poco —guerra en mi grifo, ¿se acuerdan? Guerra civil en Siria es el nombre de una sequía. El nombre de este huracán es Exxon, Exxon, grito. Puedo arrancar tanta maleza como quiera. Rondo por el jardín arrancándola, ávida del sonido de sus verdaderos nombres al desraizarlas. (¿Tengo que decirlo? Salen volando de mis brazos).

   : : :

Debería mencionar que para cuando mi primer amor murió, yo ya tenía un montón de poemas  sobre cómo lo extrañaba. Me gustaría decir que esto me preparó para la viudez —viudez del  mundo, et cetera.

La verdad: bajo la primera capa de arena hay otra más oscura, húmeda por su cercanía al océano. Hubo días en que rogaba me enterrasen en ella —tumba fresca, mudable, a cobijo del incesante sol  —sol —sol —

   : : :

Entre la creciente lista de cosas incesantes: adolescentes juntándose felices en las veredas. El estupor de un cielo cítrico en mitad del invierno. El modo en que una frase puede enganchársete a los labios semanas enteras. Una vez, sam anduvo todo el día murmurando, ¡Alma, digo!, y lo hizo, lo hizo.

   : : :

A falta de una mejor traducción para mi pena, digo, verde, verde, verde, hasta que se enfría lo suficiente para adentrarme en ella.

   : : :

Sostengo la cara de mi amor entre mis manos, le digo que lo extraño. Le digo, te extraño como extraño los árboles.

Con esto quiero decir, ¡Mirá! ¡Acá están los árboles! Está todo el mundo afuera, querido: verdes son mis manos, espíritus entre las paredes —todo el mundo está esperándonos.

   : : :

Debería mencionar que para cuando mi primer amor murió, ya estaba muerto, había estado siempre camino al techo, camino al borde de la cornisa. Y cuando estaba acá, estaba acá. Siguiendo esa lógica, él está y estaba y está y estaba.
Incesantemente.

   : : :

A falta de tener bomberos cerca; a falta de saber hablar la lengua sin aliento de los espíritus; o de invertir la lógica de las moléculas; o de obligar a Exxon a llamar al huracán como corresponde; o de convencer a mis amigos de que no se arrojen desde los techos de cada falsa promesa que haga cada ídolo de pacotilla; a falta de todo lo que no puedo hacer o deshacer; sostengo. Los rostros de los árboles entre mis manos. Y los extraño. Los extraño y los extraño. Hasta que salga volando de los brazos de la pena, y el cielo. Me alcance con sus mil manos anaranjadas. Me alcance, y me quede ahí. Suspendida contra el naranja incesante. Me quede ahí estampada, y muriendo.
Y aturdiendo el cielo de sirena.

 

 

 
Limitaciones lingüísticas 

Tendría que renacer
cientos de veces
en bacteria,
   caracol,
      liquen o pez.

Habría que ser 
abeja abigarrada
para conocer
   sentires, 
   percepciones
que rebasan
por años luz
la escaramuza de palabras,
   conexiones y abstracciones
que me atan de pies y manos
al suelo.

Mi portal al mundo
me toma la barbilla,
dirige mi mirada.

Como una madre,
su voz de rocío dice, 
      “esto es una rosa”.

Pero,

               ¿qué hay en un nombre?

Una rosa 
con cualquier otro nombre
olería tan dulce.1

La mística del mundo 
está del otro lado
del mar quimérico
e infinito
que no logro sopesar.

Cualquier intento 
de acercarse 
al regocijante
lenguaje de los árboles,
las semillas y el viento
es en vano.

               ¿Es en vano?

Me corrijo.

Cualquier intento
de acercarse
al alborozado
lenguaje del aleteo,
los cantos
y la mirada hacia la luz
es guardarse al mundo
en el bolsillo,
palparlo contra el pecho,
acostarlo por las noches
y decirle:

      te quiero.


 
Lenguaje en común

Al alba,
la luz ríe sombras azules en el río.

Carcajadas
que bailan en el verde templado.

El viento compone melodías
entre las hojas de los ahuehuetes.

La roca,
el musgo,
la bacteria,
      que guardan la memoria de momentos como éste,
escuchan.

Escuchamos.

La canción de los árboles,
el rugir del aire
en el cuerpo.

La rapsodia de nuestro lenguaje en común.


 
Tortilla de harina

Sentada

en la cocina de mi abuelita
estamos en el centro de su universo,
que es el centro de mi universo.

Afuera, 
el mundo es lo que siempre ha sido:
            finito, fatal.

Adentro,
nuestro mundo es como lo hemos construido:
            eterno, feliz.

Mezclando la harina,
haciendo el café
amasando el recuerdo
que se ha repetido desde que tengo memoria
   y se ha repetido desde que tiene memoria.

Desde que existen las abuelas
   y existen las nietas
      y el vapor hace burbujas en las tortillas
            dejando su huella,
            formando planetas
            que albergan secretos
            y sabores que son la historia de las dos. 

 


 
1 William Shakespeare, Romeo y Julieta.