Textos

Presentación y versión de José Saed Ayub.

 

Cuando Publio Ovidio Nasón (Sulmona, 43 a. C.) se mudó a Roma siendo aún adolescente, los rayos de la más gloriosa generación de poetas en lengua latina iluminaban todavía la gran ciudad. Lucrecio había muerto apenas doce años antes de que naciera Ovidio. Otros grandes poetas habían ya imitado, asimilado y recreado todo lo mejor de los mejores poetas griegos que los precedieron: Catulo a Calímaco y a Safo; Virgilio a Homero, a Hesíodo, a Teócrito y a Apolonio de Rodas; Horacio a los líricos arcaicos y a los alejandrinos. Habían surgido, además, tres poetas que habían llevado la elegía a lugares que no conoció en lengua griega: Cornelio Galo, Tibulo y Propercio.

A Ovidio, a quien su padre había enviado a Roma con el objetivo primordial de que estudiara retórica y tuviera así acceso a una carrera política, lo fastidian sus clases y lo racional y argumentativo de la retórica que le imparten: “lo que yo intentaba escribir, resultaba verso” (Tristes, IV, 10, 17-19). Pronto se decepciona también de la política: “las hermanas aonias me inducían a dedicarme a los tranquilos placeres que desde siempre habían gozado de mis preferencias” (Tristes, IV, 10, 39-40).

Entonces apuesta todo a la poesía y se incorpora al círculo de poetas de Mesala Corvino, quien lo enseña a confiar en sus versos. Conoce de vista a Virgilio, oye a Horacio recitar sus Odas, se convierte en amigo de Propercio y de Tibulo, de quien solo lo separa la muerte. Imita primero a sus admirados elegíacos y escribe los Amores. Luego, Medea, una tragedia. Más tarde, lleva el género elegíaco a su punto más alto, efectuando innovaciones asombrosas en las Cartas de las heroínas y el Arte de amar.

A pesar de su belleza, de su depurado arte, de las innovaciones que suponían para toda la poesía hasta entonces conocida y de los problemas políticos que le acarrearían (el Arte de amar —con sus propuestas de amor igual entre mujeres y hombres—parece haber sido la razón por la que el emperador Augusto condenó al poeta, ya de 52 años, al exilio), ninguna de estas obras le habían merecido a Ovidio la cima de la poesía romana.

Fueron las Metamorfosis su obra maestra, la que lo elevó a la trinidad de la poesía latina de todos los tiempos, junto a Virgilio y a Horacio. Terminadas poco antes de que Ovidio fuera relegado a Tomis, las Metamorfosis son un largo poema escrito a la manera de la poesía épica, en hexámetros, dividido en quince libros, que cuenta la historia del mundo desde la creación hasta la deificación de Julio César. A las Metamorfosis pertenece la escena que aquí presentamos, la historia de Píramo y Tisbe, unos muchachos que se enamoran y cuyo amor, tras la prohibición de sus padres, tiene que volverse furtivo, nocturno, silencioso. Fugitivo.

Nada ni nadie muere del todo en las Metamorfosis de Ovidio: se transforma. Se vuelve eterno. Como el amor de Píramo y de Tisbe. Como el poeta mismo:

Y ya he concluido una obra que ni la ira de Júpiter ni los fuegos,
ni el hierro podrá extinguir ni la vejez destructora.
Que ese día, que en nada tiene derecho sino en este cuerpo,
ponga fin cuando quiera al espacio de mi edad imprecisa:
pues seré llevado con la mejor parte de mí sobre las altas estrellas,
eterno, y mi nombre será indeleble.
Por donde se extiende la potencia romana a sus tierras domadas,
me leerán los labios del pueblo, y en la fama, por todos los siglos,
si algo tienen de cierto los presagios de los poetas, estaré vivo.

Ovidio, Metamorfosis, XV, 871-879

El texto latino está tomado de la edición que aparece en Ovid, Metamorphoses, Vol. I, de la Loeb Classical Library, de Harvard, del año 1971. Dicha edición tomó casi por entero la edición crítica realizada por Rudolfus Ehwald, publicada en Leipzig en 1915 bajo el título Metamorphoses ex iterata R. Merkelii recognitione.

—José Saed Ayub

 


Metamorfosis, IV, 55-166

“Píramo y Tisbe, él, el más bello de los donceles,
ella, la predilecta de las doncellas que habitan Oriente,
tuvieron casas contiguas, donde se dice que su magnífica urbe
había amurallado Semíramis con muros de ladrillos cocidos.
La cercanía propició la relación y los pasos primeros.
Con el tiempo crecía el amor; las antorchas nupciales también con justicia iban juntas;
mas lo prohibieron los padres: pero prohibir no pudieron
que ambos ardieran igual, con las almas cautivas.
No hay ningún confidente: asienten con la cabeza y se hablan con señas.
Entre más callan, más se agita el fuego secreto.
Estaba fisurada por una grieta insignificante, antaño surgida,
cuando se construyó, la pared común a ambas casas.
Ese defecto, no notado por nadie por largas generaciones
—¿qué no siente el amor?—, lo vieron ustedes, amantes, por vez primera
y construyeron un camino de voz, por el que, seguras,
las caricias solían transitar en muy delicado susurro.
A menudo, cuando estaban juntos, Píramo allí, aquí Tisbe,
y apresaban por turnos el aliento de sus labios, decían:
‘Envidiosa pared, ¿por qué a los amantes estorbas?
¿Qué tanto sería que nos dejaras unirnos con todo el cuerpo?
¿O, si esto es mucho, que estuvieras al menos abierta para los besos?
Y no somos ingratos: reconocemos que a ti te debemos
que a las palabras fue dado el tránsito a oídos amados.’
Tales cosas hablando en vano en distintos lugares,
cada uno dijo ‘adiós’ a su parte bajo la noche
y cada cual dio besos que no arribaban a la parte de enfrente.
Cuando la Aurora siguiente había removido los fuegos nocturnos,
y el sol con sus rayos había secado la hierba cubierta de escarcha,
fueron juntos al lugar habitual. Entonces, con delicado susurro,
primero se quejan de mucho, luego acuerdan que en la noche silente
intentarán engañar a los guardias y salir por la puerta.
y cuando hayan salido de casa, también atrás dejarán los techos de la urbe,
y para no extraviarse en sus caminos por el ancho campo,
se reunirán junto a la tumba de Nino y se ocultarán bajo la sombra
de un árbol: había allí un árbol fecundísimo en frutos del color de la nieve,
(era un alto moral), cercano a una gélida fuente.
Lo acordado les place; y la luz, que con lentitud parecía apartarse,
cae en las aguas, y de las mismas aguas sale la noche.
“Hábil en las tinieblas, Tisbe gira la puerta,
sale y engaña a los suyos, y, con el rostro cubierto,
llega al túmulo y, bajo el árbol pactado, se sienta.
Audaz la volvía el amor. Mas he aquí que llega una leona,
con el hocico espumeante, teñido de fresca sangre de bueyes,
para calmar su sed en la ola de la fuente vecina;
ante los rayos de luna, a lo lejos la vio la babilonia Tisbe
y huyó con tímido pie a una cueva oscura,
pero, cuando huía, dejó a su espalda el velo caído.
Cuando la salvaje leona sació su sed con ola abundante,
mientras al bosque volvía, por azar se encontró con el velo sin Tisbe,
y, con el hocico lleno de sangre, el delicado velo deshizo.
Habiendo salido más tarde, en el polvo profundo
Píramo vio huellas seguras de fiera. Y palideció todo su rostro.
Pero cuando encontró también el velo teñido de sangre,
‘Una sola noche —dijo— perderá a dos amantes,
de ellos, más merecía ella una vida más larga;
mi alma es culpable. Yo te maté, desdichada,
yo que ordené que en la noche vinieras a lugares llenos de miedo
y no llegué aquí primero. ¡Destrocen mi cuerpo
y consuman mis profanas entrañas con fiera mordida,
cuantos leones habiten bajo este peñasco!
Pero es de cobardes preferir la ejecución’. El velo de Tisbe levanta
y lo lleva consigo al lugar convenido, a la sombra del árbol,
y tras rendir lágrimas, tras rendir besos a la prenda reconocida,
dijo: ‘¡Ahora también recibe mi fuente de sangre!’
El fierro que llevaba ceñido hundió en su vientre;
ya moribundo, sin demora lo extrajo de la herida hirviente.
Tras caer tendido en la tierra, brota a lo alto la sangre,
no de otra forma que cuando un tubo de plomo estropeado
se abre y, por la delgada abertura, estridente,
altas aguas expulsa y rompe el aire con su torrente.
Los frutos del árbol, por el rocío de esta muerte,
tornan oscura su forma, y la raíz, humedecida de sangre,
tiñe de púrpura las moras que penden.
“He aquí que, aún no libre de miedo, para no fallar a su amante,
ella regresa, y busca al joven con los ojos y el alma,
y desea con vehemencia contarle cuantos peligros ha sorteado,
y aunque reconoce el lugar y la forma del árbol que ha visto,
aún así el color del fruto la torna insegura, duda que sea éste.
Mientras vacila, advierte unos miembros que, temblorosos,
golpean el suelo sanguinolento, y vuelve el pie hacia atrás, y con la cara
más pálida que el boj, se estremeció como el mar tiembla
cuando un leve viento toca su superficie.
Mas luego que, al detenerse, a su amor reconoce,
azota, sin merecerlo, sus brazos, con golpe sonoro
y con la cabellera deshecha y, abrazando el cuerpo amado,
llena las heridas con lágrimas y mezcla el llanto con sangre
y gritó, sellando sus besos en el gélido rostro:
‘¡Píramo! ¿Qué desgracia de mí te ha arrancado?
¡Píramo, responde! ¡Te nombra tu queridísima Tisbe!
¡Óyeme y levanta tu rostro abatido!’
Al nombre de Tisbe, levantó los ojos, ya por la muerte pesados,
y Píramo los cerró, habiéndola visto.
“Ella, tras reconocer su velo y ver sin espada
el vacío marfil, exclamó: ‘¡tu propia mano y tu amor te perdieron,
infeliz! Yo tengo también una mano fuerte para esto,
también tengo amor: él me dará fuerza para las heridas.
Te seguiré muerto y se dirá que yo, de tu muerte, la causa
más desgraciada y compañera fui; y tú, que, ¡ay!, sólo podías por la muerte
ser arrancado de mí, ni por la muerte podrás serme arrancado.
Mas esto han de rogar las palabras de ambos,
oh padres míos y de aquél, muy miserables:
que a los que un amor cierto, a quienes unió la hora más nueva,
no les impidan yacer juntos en el mismo sepulcro;
y tú, árbol que ahora cubres con ramas el triste cuerpo de uno,
y más tarde has de cubrir el de ambos,
conserva los signos del sacrificio y ten siempre los frutos oscuros
encadenados al luto, en memoria de la sangre gemela.’
Dijo, y, acomodando la punta bajo lo bajo del pecho,
se inclinó sobre el hierro, que todavía estaba tibio de muerte.
Y los votos tocaron a los dioses, a sus padres tocaron;
pues el color del fruto, cuando madura, es negro
y lo que queda de sus restos descansa en la misma urna.”


 

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Metamorfosis, IV, 55-166

“Pyramus et Thisbe, iuvenum pulcherrimus alter,
altera, quas Oriens habuit, praelata puellis,
contiguas tenuere domos, ubi dicitur altam
coctilibus muris cinxisse Semiramis urbem.
notitiam primosque gradus vicinia fecit,
tempore crevit amor; taedae quoque iure coissent,
sed vetuere patres: quod non potuere vetare,
ex aequo captis ardebant mentibus ambo.
conscius omnis abest; nutu signisque loquuntur,
quoque magis tegitur, tectus magis aestuat ignis.
fissus erat tenui rima, quam duxerat olim,
cum fieret, paries domui communis utrique.
id vitium nulli per saecula longa notatum—
quid non sentit amor?—primi vidistis amantes
et vocis fecistis iter, tutaeque per illud
murmure blanditiae minimo transire solebant.
saepe, ubi constiterant hinc Thisbe, Pyramus illinc,
inque vices fuerat captatus anhelitus oris,
‘invide’ dicebant ‘paries, quid amantibus obstas?
quantum erat, ut sineres toto nos corpore iungi
aut, hoc si nimium est, vel ad oscula danda pateres?
nec sumus ingrati: tibi nos debere fatemur,
quod datus est verbis ad amicas transitus auris.’
talia diversa nequiquam sede locuti
sub noctem dixere ‘vale’ partique dedere
oscula quisque suae non pervenientia contra.
postera nocturnos Aurora removerat ignes,
solque pruinosas radiis siccaverat herbas:
ad solitum coiere locum. tum murmure parvo
multa prius questi statuunt, ut nocte silenti
fallere custodes foribusque excedere temptent,
cumque domo exierint, urbis quoque tecta relinquant,
neve sit errandum lato spatiantibus arvo,
conveniant ad busta Nini lateantque sub umbra
arboris: arbor ibi niveis uberrima pomis,
(ardua morus erat), gelido contermina fonti.
pacta placent; et lux, tarde discedere visa,
praecipitatur aquis, et aquis nox exit ab isdem.
“Callida per tenebras versato cardine Thisbe
egreditur fallitque suos adopertaque vultum
pervenit ad tumulum dictaque sub arbore sedit.
audacem faciebat amor. venit ecce recenti
caede leaena boum spumantis oblita rictus
depositura sitim vicini fontis in unda;
quam procul ad lunae radios Babylonia Thisbe
vidit et obscurum timido pede fugit in antrum,
dumque fugit, tergo velamina lapsa reliquit.
ut lea saeva sitim multa conpescuit unda,
dum redit in silvas, inventos forte sine ipsa
ore cruentato tenues laniavit amictus.
serius egressus vestigia vidit in alto
pulvere certa ferae totoque expalluit ore
Pyramus; ut vero vestem quoque sanguine tinctam
repperit, ‘una duos’ inquit ‘nox perdet amantes,
e quibus illa fuit longa dignissima vita;
nostra nocens anima est. ego te, miseranda, peremi,
in loca plena metus qui iussi nocte venires
nec prior huc veni. nostrum divellite corpus
et scelerata fero consumite viscera morsu,
o quicumque sub hac habitatis rupe leones!
sed timidi est optare necem.’ velamina Thisbes
tollit et ad pactae secum fert arboris umbram,
utque dedit notae lacrimas, dedit oscula vesti,
‘accipe nunc’ inquit ‘nostri quoque sanguinis haustus!’
quoque erat accinctus, demisit in ilia ferrum,
nec mora, ferventi moriens e vulnere traxit.
ut iacuit resupinus humo, cruor emicat alte,
non aliter quam cum vitiato fistula plumbo
scinditur et tenui stridente foramine longas
eiaculatur aquas atque ictibus aera rumpit.
arborei fetus adspergine caedis in atram
vertuntur faciem, madefactaque sanguine radix
purpureo tinguit pendentia mora colore.
“Ecce metu nondum posito, ne fallat amantem,
illa redit iuvenemque oculis animoque requirit,
quantaque vitarit narrare pericula gestit;
utque locum et visa cognoscit in arbore formam,
sic facit incertam pomi color: haeret, an haec sit.
dum dubitat, tremebunda videt pulsare cruentum
membra solum, retroque pedem tulit, oraque buxo
pallidiora gerens exhorruit aequoris instar,
quod tremit, exigua cum summum stringitur aura.
sed postquam remorata suos cognovit amores,
percutit indignos claro plangore lacertos
et laniata comas amplexaque corpus amatum
vulnera supplevit lacrimis fletumque cruori
miscuit et gelidis in vultibus oscula figens
‘Pyrame,’ clamavit, ‘quis te mihi casus ademit?
Pyrame, responde! tua te carissima Thisbe
nominat; exaudi vultusque attolle iacentes!’
ad nomen Thisbes oculos a morte gravatos
Pyramus erexit visaque recondidit illa.
“Quae postquam vestemque suam cognovit et ense
vidit ebur vacuum, ‘tua te manus’ inquit ‘amorque
perdidit, infelix! est et mihi fortis in unum
hoc manus, est et amor: dabit hic in vulnera vires.
persequar extinctum letique miserrima dicar
causa comesque tui: quique a me morte revelli
heu sola poteras, poteris nec morte revelli.
hoc tamen amborum verbis estote rogati,
o multum miseri meus illiusque parentes,
ut, quos certus amor, quos hora novissima iunxit,
conponi tumulo non invideatis eodem;
at tu quae ramis arbor miserabile corpus
nunc tegis unius, mox es tectura duorum,
signa tene caedis pullosque et luctibus aptos
semper habe fetus, gemini monimenta cruoris.’
dixit et aptato pectus mucrone sub imum
incubuit ferro, quod adhuc a caede tepebat.
vota tamen tetigere deos, tetigere parentes;
nam color in pomo est, ubi permaturuit, ater,
quodque rogis superest, una requiescit in urna.”


 
 
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improvisación 24

Una cuchara de plata frente al lavabo.
La rápida evaporación del agua te ha tomado por sorpresa.
Hace tiempo ella estaba aquí, entre nosotros,
hablándonos sobre las posibilidades que teníamos para comenzar el año de buena manera,
brutalizando el I Ching,
diciéndonos que no nos preocupáramos en caso de no contar con las ganas para seguir con esta fortuita    adivinación.

Pero qué hay del resto.
Un cúmulo de peros y porqués se vislumbra frente al espejo,
si miraras ahora tu mejilla, la encontrarías marcada por el recorrido de una gota de agua;
una coladera abierta, sucios azulejos y papel con aroma, nada más.
Estas historias no se cuentan porque están enteramente vacías.
Aun cuando puedas llegar a reconocerlas como propias,
es discutible si acaso transmiten algo que claramente está ahí.

Hace falta alguna enseñanza, alguna sabiduría fundamental
que nos indique si el día está por comenzar o si acaso
el amanecer es apenas tu respiración
marchando vagamente sobre el espejo.

 

encaminamiento

Aunque se distingue una constelación,
anotar esta distancia a pie resulta complicado,
las manchas sobre los automóviles son el polvo depuesto de algunas supernovas.

Igual no es para tanto,
si uno pudiera mirar desde dentro del auto sabría
que en esta manera de abrir los ojos el tiempo pasa tan lento,
que armado con un buen par de tenis, uno podría alcanzarlo, entrar en él
y darse cuenta que ahí también se empañaron los cristales,
porque el planeta está debajo del planeta.

¿El tiempo es un síntoma de la vida o la vida es un síntoma del tiempo?

 

improvisación 82

Hay una cierta fortaleza en las alas que están rotas,
un respirar,
breve como la convulsión de un insecto cuando ha sido aplastado.
Y hay, también, por qué no, otras cosas,
el resultado de una mala aproximación a los hechos,
argumentos más frágiles que delgadas copas,
un cierto estar aquí, que no quiere decir nada,
excepto la falta de concordancia entre lo que se espera de la realidad
y lo que se obtiene a cambio.

Hay, pues, un par de tickets de compra, monedas diversas y el sonido de unas llaves
que abren la puerta de un cuarto vacío,
hacen falta muebles pero de momento las palabras son suficientes,
y no ocupan tanto espacio,
por ejemplo, anoche la oí decir que hay cierta fortaleza en las alas que están rotas,
mientras mirábamos la mancha que un insecto aplastado había dejado en la pared.

 

improvisación 14 [Lima, Perú]

Ya nadie entiende el cielo de las ciudades.

Jeroglífico lenguaje a cuentagotas,
aquel de hallar, mediante pulsión escópica,
una garabato entre las nubes:

Y si bien la línea que trazo con el dedo puede darnos una idea de su forma,
no es seguro que alguien distinga el garabato como distingue mi dedo.
Y si llegase a hacerlo, ¿qué forma toma el garabato en su mirada?
¿Qué colores evoca? ¿Cuáles deja fuera?

Tan pronto como bajo la mano,
me doy cuenta que aquello del universo es una tomada de pelo
y me dedico a mirarme los zapatos.

Sé que nadie entiende el cielo que se asoma en las ciudades,

extrañamente me parece vivo.

Presentación, selección y traducción de Camilo Rodríguez.

 

El poeta

Victor Segalen (1878-1919) es uno de esos inevitables personajes de vida rocambolesca y poética: nacido en Brest, Francia, Segalen fue médico, oficial de marina, etnógrafo, arqueólogo y poeta. Aunque no le gustaba el mar ni la navegación, disfrutaba en cambio de los desembarcos y las expediciones por tierra. Pasó dos años en Tahití, donde tuvo la suerte de comprar los últimos croquis de Paul Gauguin, que había fallecido tres meses antes de su llegada. Poeta de signo trágico (vivió hasta los cuarenta años), Victor Segalen escribió un célebre diario con ensayos sobre Rimbaud (El doble Rimbaud) y Paul Gauguin (Gauguin en su último paisaje) que fueron publicados de manera póstuma, en 1978. En su poesía aflora una renovación del exotismo que verá su máxima expresión en voces como la de Paul Claudel o Saint-John Perse.

En 1908 viaja a China, donde se encarga de tratar enfermos de la peste de Manchuria. Luego se instala en el país, donde vive más de cinco años y publica Stèles en Beijing, en 1912. Tras acudir como militar al frente de guerra francés en Dunkerke, Segalen funge como médico tratante en la brigada de fusileros marinos. Cada vez con mayor frecuencia padece crisis depresivas que alterna con el uso desmedido del opio, cayendo gravemente enfermo pocos meses después del armisticio.

Muere el 21 de mayo de 1919, en el bosque de Huelgoat, Bretaña, con un ejemplar de Hamlet entre las manos.

 

Los poemas

Los siguientes fueron elegidos con un criterio doble: por un lado, la intención de compartir algunas piezas emblemáticas de Estelas (“Las cinco relaciones”, “Consejos al joven viajero”, “Liberación”, “Mi amante tiene las virtudes del agua”), su poemario más célebre; y por otro, recuperar esos versos cuyo mensaje cifrado resuena en días de confinamiento solidario y reflexión.

Sobre la traducción hay que acotar su dificultad debido al uso enfático de palabras polisémicas, algunas de las cuales pierden parte de su ambigüedad en castellano. “Intenté que toda palabra fuera doble y resuene profundamente”, habría de confesar Segalen a su amigo Henri Manceron en una carta de 1911.

Camilo Rodríguez.

 

Las cinco relaciones

Del Padre a su hijo, el afecto. Del Príncipe al súbdito, la justicia. Del hermano menor al mayor, la subordinación. De un amigo a su amigo, toda la confianza, el abandono, la semejanza.

*

Pero para ella —de mí hacia ella, — ¡Me atreveré a decir y observar! Ella, que resuena más que cualquier amigo en mí; a quien llamo deliciosa hermana mayor; a quien sirvo como Princesa, — oh madre de todos los impulsos de mi alma,

Yo le debo por naturaleza y destino la estricta relación de distancia, de extremo y diversidad.

 

Les cinq relations

Du Père à son fils, l’affection. Du Prince au sujet, la justice. Du frère cadet à l’aîné, la subordination. D’un ami à son ami, toute la confiance, l’abandon, la similitude.

*

Mais pour elle, — de moi vers elle, — oserai-je dire et observer ! Elle, qui retentit plus que tout ami en moi ; que j’appelle sœur aînée délicieuse ; que je sers comme Princesse, — ô mère de tous les élans de mon âme,

Je lui dois par nature et destinée la stricte relation de distance, d’extrême et de diversité.

 

Consejos al buen viajero

Ciudad al final de la ruta y ruta que prolonga la ciudad: no
elijas entonces la una o la otra, sino la una y la otra bien
turnadas.

Montaña que encierra tu mirada, la pliega y la contiene, que
libera la planicie redonda. Ama saltando rocas y peldaños; pero
acaricia las losas donde el pie se posa, hecho polvo.1

Descansa del sonido en el silencio, y del silencio dígnate a
volver al sonido. Solo si puedes, si sabes estar solo, espárcete
hasta la multitud a veces.

Evita mucho elegir un asilo. No creas en la virtud de una virtud
duradera: rómpela con alguna especia fuerte que queme y muerda y
le dé sabor incluso a la insipidez.

Así, sin parada ni paso en falso, sin cabestro y sin establo, sin
méritos ni penas, no llegarás, amigo, al pantano de las
alegrías inmortales,

Sino a los remolinos plenos de ebriedad del gran río Diversidad.

 

Conseils au bon voyageur

Ville au bout de la route et route prolongeant la ville : ne
choisis donc pas l’une ou l’autre, mais l’une et l’autre bien
alternées.

Montagne encerclant ton regard le rabat et le contient que la
plaine ronde libère. Aime à sauter roches et marches ; mais
caresse les dalles où le pied pose bien à plat.

Repose-toi du son dans le silence, et, du silence, daigne
revenir au son. Seul si tu peux, si tu sais être seul, déverse-
toi parfois jusqu’à la foule.

Garde bien d’élire un asile. Ne crois pas à la vertu d’une vertu
durable : romps-la de quelque forte épice qui brûle et morde et
donne un goût même à la fadeur.

Ainsi, sans arrêt ni faux pas, sans licol et sans étable, sans
mérites ni peines, tu parviendras, non point, ami, au marais des
joies immortelles,


Mais aux remous pleins d’ivresses du grand fleuve Diversité.

 

 

Mi amante tiene las virtudes del agua

Mi amante tiene las virtudes del agua: una sonrisa clara, gestos
fluidos, una voz pura y cantante gota a gota.

Y cuando a veces, a pesar de mí – el fuego pasa en mi mirada,
Ella sabe cómo avivarlo retemblando: agua arrojada sobre
carbones rojos.

*

¡Mi agua viva, hela aquí esparcida, toda, sobre la tierra! Se resbala,
huye de mí; – y tengo sed, y corro tras ella.

Con mis manos hago una copa. Con mis dos manos la contengo
con ebriedad, la estrecho, la llevo a mis labios:

Y trago un puñado de lodo.

 

Mon amante a les vertus de l’eau

Mon amante a les vertus de l’eau : un sourire clair, des gestes
coulants, une voix pure et chantant goutte à goutte.


Et quand parfois, malgré moi – du feu passe dans mon regard,
elle sait comment on l’attise en frémissant : eau jetée sur les
charbons rouges.

*

Mon eau vive, la voici répandue, toute, sur la terre ! Elle glisse,
elle me fuit ; – et j’ai soif, et je cours après elle.

De mes mains je fais une coupe. De mes deux mains je l’étanche
avec ivresse, je l’étreins, je la porte à mes lèvres :

Et j’avale une poignée de boue.

 

Elogio a la joven muchacha

¡Magistrados! Dediquen a sus esposas sus arcos triunfales. Atraviesen las rutas con el elogio de las viudas obstinadas. Usen cemento, falso mármol y lodo seco para erigir los méritos de estas damas respetables, —es su trabajo.

*

Esto está reservado a la única Joven Muchacha. A aquella a quien todos los maridos del mundo están prometidos — pero que no tiene todavía.

A aquella cuyos cabellos libres caen hacia atrás, sin empleos, sin fidelidad, y el entrecejo tiene el olor de la espuma.

A aquella que tiene senos y no amamanta; un corazón y no ama; un vientre para las fecundidades, pero que decentemente reside estéril.

A aquella rica de todo lo que vendrá; que va a escogerlo todo, recibirlo todo, parirlo todo quizá.

A aquella que, lista a dar sus labios a la taza de las nupcias, tiembla un poco, no sabe qué decir, consiente en beber, — y  todavía no ha bebido.

 

Éloge à la jeune fille

Magistrats ! dévouez aux épouses vos arcs triomphaux. Enjambez les routes avec la louange des veuves obstinées. Usez du ciment, du faux marbre et de la boue séchée pour dresser les mérites de ces dames respectables, — c’est votre emploi.

Je garde le mien qui est d’offrir à une autre un léger tribut de paroles, une arche de buée dans les yeux, un palais trouble dansant au son du cœur de la mer.

*

Ceci est réservé à la seule Jeune Fille. A celle à qui tous les maris du monde sont promis, — mais qui n’en tient pas encore.

À celle dont les cheveux libres tombent en arrière, sans emplois, sans fidélité, et les sourcils ont l’odeur de la mousse.

À celle qui a des seins et qui n’allaite pas ; un cœur et n’aime pas ; un ventre pour les fécondités, mais décemment demeure stérile.

À celle riche de tout ce qui viendra ; qui va tout choisir, tout recevoir, tout enfanter peut-être.

À celle qui, prête à donner ses lèvres à la tasse des épousailles, tremble un peu, ne sait que dire, consent à boire, — et n’a pas encore bu.

 

Liberación

Uno sufre, se agita, se queja en mi Imperio. Rumores suben
a la cabeza. La sangre, como un pueblo irritado, derrota el
palacio de mis encantamientos.

La hambruna está en mi corazón. La hambruna devora mi corazón;
seres nacen a medias, sin almas, sin fuerzas, procedentes de un
trastorno sin nombre.

Luego uno se calla. Espera. Que por un buen querer se sacien
de nuevo vida y plenitud.

*

Como el Hijo del Cielo que visita sus dominios, y hasta el fondo
cárceles de sequía que portan luz y libertad,

Libera en mí mismo, oh príncipe que eres yo, todos los bellos
prisioneros-deseos a los carceleros arbitrarios, y que en gracia y
Retorno

Caigan sobre mi Imperio las gotas largas de la satisfacción. 

 

Libération

On souffre, on s’agite, on se plaint dans mon Empire. Des
rumeurs montent à la tête. Le sang, comme un peuple irrité,
bat le palais de mes enchantements.


La famine est dans mon coeur. La famine dévore mon coeur :
des êtres naissent à demi, sans âmes, sans forces, issus d’un
trouble sans nom.

Puis on se tait. On attend. Que par un bon vouloir s’abreuvent
de nouveau vie et plénitude.

*

Comme le Fils du Ciel visitant ses domaines, et jusqu’au fond
des prisons de sécheresse portant lumière et liberté,

Libère en moi-même, ô Prince qui es moi, tous les beaux
prisonniers-désirs aux geôles arbitraires, et qu’en grâce et
retour,

Tombent sur mon Empire les gouttes larges de la satisfaction.


1 Juego de palabras intraducible. La expresión “à plat” puede significar “horizontalmente”, “sin aire” y “demasiado cansado”. [N. del T.]

entre amigas

nos ponemos tinta en la piel para marcar territorio
no tenemos paciencia para ver una planta crecer
repetimos los mismos errores
mentimos para no tener que explicarnos
buscamos nuevas maneras de desnudarnos
nos aburrimos de la otra y desaparecemos
no sabemos querernos pero a veces
compartimos nuestra sangre con jeringas
y así nos mantenemos vivas
buscamos algo familiar en cada rostro
doblamos páginas de libros
queremos aprender a lidiar con la culpa
pedimos sueños a gritos
despertamos sin saber dónde estamos
nos desvelamos hasta tener bolsas en los ojos
nos sostenemos el pelo frente al escusado
sentimos alegría para aguantar la soledad
dividimos el taxi a casa
le confiamos nuestra vida a extrañas
nos metemos en lo que no nos importa
nos metemos de todo con tal de olvidarnos
nos contradecimos
no queremos ir y aun así vamos
quemamos llantas en la lumbre
hacemos música con las manos
nos palpamos el sexo
tomamos leche directo del cartón
temblamos de placer en camas ajenas
sostenemos la respiración
nos humillamos unas a otras
nos mordemos el labio
y esperamos que con los años
lo que duele
también se vaya aliviando.

 

partes mojadas
 
despierto desnuda bajo la humedad del verano
la piel pegajosa como si
le hubieran pasado una lengua encima
la boca seca y los ojos girando

agarro mis piernas con las manos
enrollada como una niña salvaje
una niña salvaje que sangra
y se abraza para sentirse propia

mis párpados pesados
la piel irritada de tanto frotar
el estómago que palpita como si
aún durmiera algo ahí dentro
mis tetas llenas de leche
dulce y blanca para ti
y yo que estoy hecha de goteras
¿qué hago ahora para no vaciarme?
hilos rojos entre mis dedos
mi carne ardiendo
la ternura de una semilla

me acarició
cada vez más hondo
¿sientes?
no puedo alcanzarte
estoy suave y tengo miedo
no quiero secarme
vuelve —ven— no te vayas
¿qué no ves?
la intrusa aquí soy yo.

 

un minuto de silencio

naciste de cabeza
atento
como una mujer
a los cambios de su cuerpo
tenías frío
hiciste un hueco en la oscuridad
y te quedaste quieto

creías que podías inventar algo
en vez de aceptar lo que existía
estabas asustado
y apretabas los párpados

te gustaba seguir caracoles con la mirada
despertabas empapado y te tocabas
con los dedos llenos de saliva

le rezabas a un dios
en el que no creías
y si mentías
te llenabas la boca de tierra.

decías
que tu madre se hizo vieja
en una sola tarde
y que todos caemos
como
fruta
podrida

amarraste tu casa a un árbol
pasabas tus días deambulando
dejabas que el café se enfriara en tus manos
doblabas la ropa
la desdoblabas
la volvías a doblar

eras como un niño
que no sabe decidir
y entonces obedece

tus bestias
te seguían a todas partes
les diste un nombre y un idioma
las volviste tan reales como tú

tenías risa de adolescente drogado
gritos que rompían mis muros
y cuando me acercaba
te cerrabas como un puño.

me dejabas lamer tus pies
eras un animal dócil
me mordías para mostrar afecto
luego juntabas nuestras manos
y decías
que un día se iban a quedar pegadas
que seríamos la misma cosa
aunque solo fuera
por el lapso de una idea.

te pregunto
eres el de antes o el de ahora
donde no hay
cuál eres te insisto el de cuándo
tu sonrisa me dice que el de ahora
descansa en mí
un latido sordo
palpita
se inclina
tiembla
bajo la sábana del párpado
cuál eres
serás

 

sentís sentís y decís
que lo sentimental de los violines
te arrullan
te duermen
sentís sin decir
que la rosa roja era negra
que se hizo blanca
en la mañana del invierno
en la mañana del invierno
cuando la arrancó un gato
para llevarla a la fuente seca
esa mañana la fuente seca
tenía un cristal al fondo
decís sentís
así nunca es lo mismo

 

el ruido del rincón
el risco
el inicio
del precipicio resbala
ruco dime ruco
eres un viejo ruco
que levanta la tapa del baño para vestirse
una vieja ruca que desobedece las reglas
de la montaña, del risco, del borde
para volar por los años
que jalan tus pellejos
hacia el final de la vejez

 

ahogado 
prepara la toma
la acción
la luz
prepara la reja de la noche
que se cierra sin ruido
antes de que pase
el camión de la basura
antes de que el pedazo de queso
se convierta en un vino
salado y viscoso

las uvas se pudren en el jarrón

 

no entiendes
grito
no entiendes
el año
en mis dedos
no escuchas
lo que escribo
hueco y sordo
nadie te explicará
nadie te explicará
el nivel de navegación
la distancia corta
no se puede medir
lo sordo
ni lo hueco
del pozo que lo tragó

El año de los polacos

Tomé el prensil de una caja de música:
corchea maravillosa apenas renaciente.
Había nieve en duermevela.
Un sabio enano
me anunció que era hora para callar.

Polonia es blanca como el tallo de una cebolla seca.

Abrí el portón hacia el árbol sanguíneo.
Desencadené vivos eslabones.
Primera señal, un grafiti:
“Somos de Polonia”.

A mitad del sendero tiré la saburra sobre una pared,
emprendí un éxodo dentro.
Empezaron a surgir entre vapor o estima los polacos.

Maciej me enseñó a descender
con arnés altas montañas de cuarzo
en las que revientan criques con agua láctea:
el vértigo despertó demontres en mi ombligo,
solté el control sin soltar la cuerda umbilical
que me sujetaba al encino.

Luego,
Marianka me inició en la pericia de avanzar hacia atrás,
cangrejear para desandar
en la victoria que encierra todo huir.

Este año ha sido la calenda de la gens perdida,
la rodzina desconocida completándome.
Escucho conversaciones en polaco.
Palpo vocablos que comprendo.
Me voy llevando en dejarme,
hundiéndome en la sangre disipada.
Logro dar sosiego
al mohoso rencor de mis ancestros.

Aparecen como hongos amanitas.
Brotan por todas las esquinas de mi cuerpo los polacos,
intrusos primos escuchadores.
Mañana cierto polaco
me entregará música de Pomerania.
Yendo por Managua,
me encontraré con una joven polaca en el autobús,
voy a notar que porta respectivo violín,
igual al de mi madre muerta,
con un sarcófago plagado de pegatinas infantilmente tenebrosas.

De seguir así esta ondulación vibracional,
habrá una anciana polaca que me hablará
del Bosque de Tuchola, los árboles antiguos.
Me dirá:
“Vos sos tu propia puerta hacia nosotras”.

Los polacos son el rito,
la vida es solo una portezuela.
Y sí. Este es el año de mis tristes,
entrañables escuchadores polacos.

 

La arquera
—esquela funeraria—

Me arrié a mí mismo como rústico hipogrifo.
Desierto de los enterramientos.
Mi cadera circuló
por un laberinto tupido de nieblas:
¡Un Zatunzat!

Especulé algo sobre nuestro ya truncado viaje a Tuchola.
Pensé en el Valle de los Caídos.
Vislumbré un león lloroso, triste, monumental.

Me detuve frente a Yvonne.
Exangüe, hecha cenizas: ¿para qué?
Una piedra con jaspe falso estaba allí
cercada por otros nichos.
Vi.
Leí con voz grave:
         Yvonne Leigh
   (* 2002 – ꭥ 2020)

Solemne e idiota,
tocando mi mollera, susurré:
“Vine a despedirte de mí, Yvonne”.

El soplo de un aire hielo-huraño
discutió algo indecible contra mi piel.
Me poseyó ese espasmo propio
de nosotros, orates vagabundos,
cuando nos acomodamos entre raíces de ceibones.

Apenas conocí su voz.
En sus gestos me vi pasar.
Ella me bordea como brisa indefinida.
Niña cuerpecito-de-adobe-precipicio.
Sucumbida arquera de todas mis muertes.

Versión de Megumi Kubo y Ernesto Hernández Busto.

 

Tada Chimako (多田智満子) nació en en la ciudad de Kita-Kyūshū, Fukuoka, en 1930, y pasó la mayor parte de su juventud en Tokio, durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Allí asistió a la Universidad Cristiana de Mujeres, donde estudió Literatura Francesa y trabó amistad con otros poetas e intelectuales. Tras graduarse, se matriculó en la Universidad Keio Gijiku para continuar sus estudios de literatura.

En 1954, Chimako se convirtió en miembro de Mitei, una revista fundada por poetas y escritores japoneses de vanguardia. En 1956, se casó con Kato Nobuyuki y se mudó a Kobe, una ciudad del oeste de Japón. Ese mismo año se publicó su primer libro de poemas: Hanabi (Fuegos de artificio).

Fue una traductora magnífica (del inglés y el francés). Tradujo a Marguerite Yourcenar, a Saint-John Prese, Claude Lévi-Strauss, el Heliogábalo de Artaud, a Julien Green, el Yo, Claudio de Robert Graves… Su versión de Memorias de Adriano, publicada en 1964, le granjeó numerosos elogios, entre ellos, los de Yukio Mishima. Ese año publica también su poemario Bara uchū, un libro inspirado por algunos de sus experimentos con el LSD.

Durante la década de los setenta, se dedicó a enseñar historia literaria francesa y europea en el Kobe College. En 1986 fue acogida como Poeta en Residencia en la Universidad de Oakland en Michigan, donde enseñó Literatura Japonesa moderna. En 1987 fue nombrada instructora de literatura francesa en la Universidad Eichi, en Amagasaki, donde también impartió Estudios Religiosos en la escuela de postgrado hasta dos años antes de su muerte, en 2003.

Publicó más de quince libros de poesía y ganó importantes premios japoneses, incluido el Premio de Poesía Moderna para Mujeres por su libro Hasu kuibito (Lotófagos); el Premio cultural municipal de Kobe; el Premio Hanatsubaki de poesía moderna en 1998, po Kawa no hotori ni (A la orilla del río) y, en el 2000, el Yomiuri Bungaku por Nagai kawa no aru kuni (La tierra del gran río). Su trabajo poético, que a menudo mezcla referencias de las literaturas clásicas griega y latina con la china y la japonesa, pivota sobre la psicología femenina, tanto en la mitología como en el mundo moderno. También publicó varios libros de ensayo sobre teoría cultural, pensamiento antiguo y mitología.

En el 2001, Chimako fue diagnosticada con cáncer de útero y se negó a recibir tratamiento. Para entretener su agonía empezó a escribir haikus, que se reunieron póstumamente en un libro titulado Fû o kiru to (algo así como Al romper el sello), y en otra edición conmemorativa, no comercial, titulada Kaze no katami (Recuerdo del viento), repartida en su funeral por su amigo, el poeta Mutsuo Takahashi.  Falleció el 23 de enero del 2003, en un hospicio al pie del monte Rokko.

El poema (o serie de poemas) que aquí traducimos se escribió luego de un viaje a México, y está incluido en su libro Kawa no hotori ni / En la orilla del río (1998).

—Ernesto Hernández Busto

 

Desde las ventanas de un viaje
(En México)

 
El Caracol

El observatorio conocido como El Caracol
apunta su ojo de piedra medio derruido hacia los cielos.
Hace tiempo, quienes escalaban esta construcción majestuosa
para leer la sagrada escritura de las estrellas
tenían frentes anchas y planas,
gruesas narices aguileñas y la piel bronceada.
El Caracol les enseñó
que el Tiempo es una espiral
El Tiempo es la danza de las nebulosas giratorias
un ciclón parado sobre el rizo de los dioses.

El maíz está sembrado en la tierra,
las estrellas están sembradas en el cielo
—Debemos cosechar cuando llegue el momento.
Y así empezaron a contar
titilantes estrellas que se multiplicaban cada vez
que pensaban que habían terminado
Pero lo que contaban con mayor cuidado
eran los días transcurridos desde el comienzo del mundo
Aunque casi infinita
su tarea fue contar el tiempo
no en años o en siglos sino en días
(Un error y el mundo podría colapsar
junto con los días apilados precipitadamente
sobre una espiral en forma de caracol)
Contaron y rezaron con fervor
y desde las profundidades del ojo inyectado en sangre de El Caracol
vieron hasta los confines de la tierra
con cintas de carga sobre sus anchas frentes
y los cuerpos brillantes de sudor
cargaron el peso del tiempo inmemorial
y sus dioses de piel bronceada.

 
かたつむり

《かたつむり》という名の天文台が
半ば欠け落ちた石の目を空に突き出している

むかしこの高殿に登って
星の神聖文字を解読したのは
幅ひろい平らな顔と
ずんと太い鼻柱をもつ赤銅色の民

《かたつむり》はかれらに
時が螺旋系であることを教えた
—時は渦巻く星雲の舞踏
神のつむじに立つ龍巻

地にはとうもろこしの種が撒かれた
空には星が撒かれた
—収穫するのだ しかるべき時に

そこでかれらは かぞえはじめた
かぞえ尽くしたと思うとまた殖えて
めくばせしている星を

かれらがもっとも熱心にかぞえるのは
天地始まって以来過ぎ去ったすべての日々

ほとんど無際限の時を
世紀や年によってかぞえるのではなく
《日》によってかぞえるのがかれらの仕事
(一つかぞえちがえれば世界が崩壊する
かたつむりの殻のようにもりあげられた
あやうい累卵の日々)

かれらひたすらかぞえ 祈り
充血した《かたつむり》の眼の奥から遂に地の果てに透かし見た

幅ひろい額に背負い帯をかけ
全身汗に輝きながら
原初からの時の重荷を担って歩いてくる
赤銅色の神を

 

Tabaco

Enrolla unas hojas anchas y secas,
las reparte entre los miembros de la familia.
Los hombres, las mujeres y también los niños
rodean el horno,
agachados,
empinan el trasero
y fuman su cigarrillo.
Hasta que la luz vertical del sol
yace horizontal,
se olvidan del tiempo
y gozan de la extática vida familiar.
Sobre el agujero del ventilador
en el techo,
vela por ellos el dios del “espejo humeante”.

 
タバコ

かわかした広い葉をくるくると巻き
家族ひとりひとりに配る
男も 女も 子供も
炉のまわり
輪になって
しゃがんで
尻つき出して
タバコをふかす
垂直の陽光が
水平に倒れ伏すまで
時を忘れ
恍惚の一家団欒
屋根の
煙出しの穴の上から
《煙の鏡》という神が見守っている

 
Sal

Hay mercado de sal
bajo los mangales con ramas extendidas.
La sal cruje en el puño de un hombre ancho de hombros.

Saca abundante sal de su costal de lino
con una calabaza
y la cambia por un cuchillo de obsidiana
(para abrir la garganta en el sacrificio);

la cambia por un cinturón con rayas moradas
(para estrecharle la cintura a su esposa);
la cambia por trece lustrosos cauris
(para que nazcan trece hijos, que es número dichoso).

Después que la gente se ha ido,
arranca del árbol un mango todavía verde
y lo muerde con cara de acidez.
Entonces,
aguza con fuerza los cristales grises
que han quedado en el fondo del crepúsculo.

 

枝をひろげたマンゴーの樹蔭で
塩の市が立つ
肩幅ひろい男が 手に握るときしむ塩

地面に据えた麻袋から
瓢箪で大きくすくいとり
黒曜石のナイフと交換する
(生贄の喉を割くため)
紫の縞の帯と交換する
(妻の腰をくびれさすため)
十三個のつややかな子安貝と交換する
(めでたい数 十三人の子が生まれるように)

人々が去ったあと
マンゴーのまだ青い実をもぎ
酸い顔をして齧る
それから
たそがれの底に残った灰色の結晶を
力こめて きしきしと研ぐ

 
Aguardiente

Respetando el mundo vigesimal,
llamas a los dioses de los veinte días:
caimán, que representa el día de la tierra;
vivacidad, que representa el día del viento;
noche de espíritu maligno, el día de las casas;
el día de maíz;
que los días se sienten en círculo.

Ofrendas una vela a cada día
y al terminar de encender las veinte velas
te sientas en el centro del círculo
a beber el aguardiente de maguey.
El líquido transparente que penetra en la lengua,
el dios que se desliza por la garganta como serpiente de agua
y te quema el estómago como un dragón de fuego.

Baja deslizándose y se te sube luego a la cabeza
para acalorarte aún más la cara bronceada.
Sacude las veinte velas
y hace girar todo alrededor de tus ojos.

Tú mismo eres el eje
de los veinte días, del fuego, de los árboles y del universo
hasta que finalmente te desplomas.

Qué grande es este dios, que así hostiga al universo
para derrumbarlo por completo.
Que te alaben
con el dragón del aguardiente.

 

二十進法の世界に敬意を表して
二十の日々の神名を呼ぶ
ワニである大地の日
息吹である風の日
悪霊の夜の家の日
とうもろこしの日
日々は車座に座したまえ

一つの日ごとに蝋燭を供え
ぐるりと二十本に火を点じ終ると
車座の中央にすわって
竜舌蘭の酒を呑む
舌にしみ入る透明な液体
水蛇のごとく喉をすべりおり
火龍のごとく胃を灼く神

すべりおりて再び頭へのぼり
赤銅の顔をさらに赤く火照らせる
そして二十本の蝋燭をゆさぶり
眼のまわりに万象を回転させる

旋転する二十の日々の 焔の 森の 宇宙の
軸であるおのれ自身
遂にばったりと倒れ伏すまで

偉大なるかな かくのごとくにして宇宙を
撹乱し 崩し去る神
たたえられてあれ
酒の中の龍の下

 
 
Serpiente

Un ocozoal levanta la cabeza
de la pared del templo.
Abre de par en par la boca
y brota un rostro humano rodeado de colmillos.

¿Se lo habrá comido?
No, justo está por nacer
de la garganta de esa serpiente de veneno mortal
alguien que habían enterrado en esta tierra.

Otra vez, tiene la misma cara
y el mismo destino;
mantiene cerrado los ojos de piedra
bajo el ardiente sol de la memoria.

 
 蛇

神殿の壁面から
ガラガラ蛇が首をもたげる
ガッと口をひらくと
牙に囲まれて人間の顔がせり出す

喰われたのか いな
かつてこの地に葬られた者が
猛毒の蛇の喉から
今しも生まれつつあるのだ

また同じ顔をして
同じ運命を背負って
石の眼を閉じたまま
燃えあがる記憶の太陽のもと

 
Dedo

—Cuando sembré el maíz,
planté también un dedo,
me reveló, en secreto, una niña
con hilos de colores en el pelo.
—Va a brotar un bebé;
un bebé humano
o si va bien, un pequeño jaguar
con ojos de jade,
para cuando la panza del mes
se hinche y se deshinche tres veces.

Teje sin descanso una cesta
para poner la cosecha en la tierra,
mueve con destreza sus manos sin meñique
y alterna entretejiendo el día y la noche
en las rollizas hojas de palma.

 

—とうもろこしの種を蒔くとき
指も一本植えておいたの
たくさんの色糸を髪に編み込んだ少女が
こっそりと打ち明けてくれた
—赤ちゃんが生えてくるわよ
にんげんの赤ちゃんか
うまくいけば翡翠の眼をもった
じゃぐわーるの仔
もう三べん月のお腹がふくらんで
またぺしゃんこになるころ

土から生まれるものを穫り入れるために
せっせと籠をこしらえている
小指の欠けた手を器用にうごかして
ふっくらした棕櫚の葉に
昼と夜を交々編みこみながら

 
 

Dos personas

Un viejo y un niño están sentados
a la puerta de una casa con techo de hojas de palma.
Son como un par de estatuas de distintos tamaños.
Tienen la frente plana, la gruesa nariz alta;
seguro pertenecen a la misma tribu.

El niño de sesenta años después
y el viejo de sesenta años antes.
Sentados en la puerta,
los dos observando.

Los conquistadores que impusieron el fusil y la cruz,
la diosa de maíz a quien colgaron al casco de su caballo,
la cascabel que sale a rastras del templo destruido,
y ahora, buses que pasan llenos de turistas, dólares y cámaras,
el “año 1 caña” que vuelve justo a tiempo
a pesar de todo esto.

*

En un pueblo cercano,
he visto a estos dos tallados sobre una piedra del tamaño de un mango
y colocados en una tienda de souvenirs.
El “dios viejo” del fuego
y el joven “dios de la lluvia”,
que para soportar las miradas curiosas,
no tuvieron más remedio que convertirse en piedra.

El viejo y el niño, callados y encogidos, se sentaban en un estante de la tienda
y miraban el “tiempo”,
que pasaba fluyendo
como agua oscura, como arena,
y, a veces, como sangre viscosa.

 
二人

棕櫚の葉を葺いた家の戸口に
老人と子供がすわっている
大小二体の彫像のように
平らな額と そびえる太い鼻柱
そっくり同じ種族の顔をして

六十年後の子供と
六十年前の老人
戸口にならんですわったまま
ふたりはずっと見てきたのだ

銃と十字架をつきつける征服者たちを
その馬の蹄にかけられるとうもろこしの女神を
壊された神殿から這いでるガラガラ蛇を
そしていま 旅行者とドルとカメラをのせて通りすぎるバスを
これらすべてにもかかわらず
正確に回帰する《一本の葦の年》を

*

近くの町で
このふたりがマンゴーの実ほどの石に彫られ
土産物屋にならんでいるのをわたしは見た
《年老いた火》の神と
《若い雨》の神
物好きな視線に耐えるためには
石と化するよりほかはなかったか

ちぢこまった老人と子供はむっつりと店の棚にすわって
暗い水のように 砂のように
ときにぬらぬらする血のように
流れ去る《時》を眺めていた

Algo que andaba por ahí, ahora está aquí
(Uno de los avatares desde todo punto de vista)

La intemperie completa las cartas de Louis XVI,
la lluvia nocturna es a medida del agua en gotas.
A las sílabas les sucedían cosas y pocos, como Él,
monarca para ignorarlas: su tiempo se aposenta,
marcha con ojillos de acullá camino al matadero.
En el de Echevarría rodaba rumbo a una sangre la
visible región del vecindario, en este, nada faltaba.
De ahí no lo sacarían tan quieto, aunque esa vez sí.
A los muertos los sacan de donde dejaron de estar,
y en la escena del adiós una diosa podía tomar sopa.
Por saber decirlas las frases salían a ser como esas,
ante la duda en veremos fueron de menos a nada a
nombrar al alma del amo a un lado de la montaña.
“Franceses, y sobre todo parisinos, volved a
vuestro rey; él será siempre vuestro padre,
vuestro mejor amigo”.1 Fue la Carta su Obra
(yo les hubiera dicho, “cómo poder ayudarlos
si no estoy, cómo hacer que las cosas ocurran”),
su buena forma de poner el desorden a pensar.
Sin querer calmó el cante jondo ante la muerte
cuan gato llegado al degolladero por su cuenta.
A la lengua le devolvió el silencio de los que no
saben cómo seguir a las sílabas a todas partes.
No tan lejos, un aroma a torería, a matador de
reses con su corona por el piso, halló a su rey
rendido. Mañana cuando sean ya mil años en
el mismo meollo, hará la guillotina olvidar al
faisán de la reina muerta en tela de juicio, a la
madame de cuyos labios pudo oírse ¡un grito!
El ayer horroriza a las razas ahora de siempre.
A su cuerpo lo sacaron lívido del frigorífico, la
inocencia salió de la helada cámara para darse 
una ducha, adquirió sin querer una condición
de soledad disimulada por el simple hecho de
“haber estado” a tientas, sin cambiar de tema.
Para la luz en penumbra, ni la nieve al caer de
la libido valió la pena de las palabras añadidas
al año de morir, enamorado, “del vocabulario”.
Rey concebido para ser al alba el vulgar cebo
de la revolución y de un sueño en tiempo real.
Fue a cada noche en la niebla su vida viajando
sonámbula con un bulto involuntario a cuestas.
¿O es que viva huía a donde la vieron viéndose
al espejo con los mismos ojos antes de ver todo?
Con un ruido a cabeza cayendo al piso en picada,
la banda sonora incluyó los ayes del yo al sentir
la timidez del verdugo que no hizo bien a nadie.
De vuelta al lote maldito, sonó en el filo un rey,
arrepentido, de haber perdido el tiempo de pie.

 

Ver a Venus adormecida en una pared
(Un dormitorio en el Museo de Bellas Artes de Amberes) 2

Iguales al ser haciendo caso a lo que es por dejar
a la belleza del cielo acompañada, en “El sueño de
Venus”, de Jacob Jordaens I, están para sí como si
fueran augurios a los que les prestaron la realidad
del visitante a desconocer entre los más naturales.
Son almas, una a modo que debió alguien saberlo,
almas límites actuando bajo efectos, animándose a
mirar porque la mano al abrir la ventana es manca.
Y ellas, bajo sospecha, creyendo a ciencia cierta en
la hora actual de la persona cuya perspectiva será
similar apenas siguiera habiendo una humanidad
a la cual creerle, un ángel de capa caída con quien
conversar mientras por fuera hacía el gran intento,
tocaba el botón donde el tono era la región ajena al
lenguaje, al paso del pensamiento pidiendo perdón.
En su mano tiene Venus un palo llevadero partido
al medio para hacerle cosquillas a la música plana.
La raya del culo al ocultarse le preocupa “cada vez”
menos, nada podría darle de comer, hacerla igual a
la raya del gol donde cruza el balón menos pensado,
pero es una dama, mostrenca en cuyo cráneo creara.
Viene tal nereida desde Flandes a quedarse tranquila,
atraída a las ideas de unas cuantas lápidas separadas.
Por más que haga planes, la muerte es para cada uno.
Con vulva virreinal en miniatura anuncia la peregrina
racha del anisete con una desfachatez de hace mucho,
a su vez, una sombra incondicional continúa estando
cerca, comparada para el acto de saber cómo hacerlo.
A menos velocidad, Venus inicia el safari de la lengua
triste de trotar tanto de un lado a otro con el orto roto,
en síntesis, algo leve le pasa por poner alegre al logos
con ganas de haber logrado un grado de temperatura.
O dirá la Belleza la verdad ¿por mirar virgos erguidos,
le dirá adiós a los deseos de la doncella con diferente
etimología elogiando los días, dueños de su duración?
Sin irse ni ser uno solo, los ojos piensan en panoramas
muertos de antemano al mirar con calma las monedas
amotinadas al alba más bien, después de haber podido.

 

Y del ruido nacional, ¿qué me pueden decir?
(Las palabras aprenden del pelo largo)

Vino el cacareo de carambola y alguien preguntó,
¿a quién pertenece? El gallo seglar, cada gallina en
agua de otras borrajas dijo borrón y cuenta nueva.
Para el desvarío debió ser desempate, tal como los
objetivos son del rijoso con paramento de amante,
aunque la foto tendría más gente joven en la vejez.
Frailes y hermafroditas, garzos y enanos fraternos,
iban al montón tomados de la mano, iban, además,
al baño para añadir un pelo al jopo en la polvareda.
A ese paso, el silbido de las sibilas serviría a todos,
tanto les daba una vaca acalorada como el cangrejo
agradecido pues el sonido de su río seguía de largo.
Era una buena calenda para no dejar de morir hace
poco, era en parte una época pingüe para apurar la
velocidad del sabor cuando los huevos salen poché.
Vaya gallinácea por huir del sartén, la tal cisplatina
de las llamadas ponedoras, porque ponen uno aun
incluido en algún desayuno incapaz de pensar mal.
Entre cálamos aglomerados más que animal moral,
tuvo el momento que ver con el silencio desoído en
castellano llamando al habla para decirle “ven ya” a
las palabras que por algo, siguen sin tener nombre.

 

Qué fácil se hace pensar cuanto antes
(Un poema escrito a la misma velocidad)

La hilacha convertida en cuanto antes, fue la ropa del chofer desnudo.
Así lo encontraron dentro del ataúd con la bombilla metida en la boca.
Afuera había una bici que por poco en una época de carnaval fue suya.
En esa ochava según algunos dijeron, habrían pasado cosas que acaso
no, o más bien, callar hasta encontrar un trébol tras la arboleda donde
la suerte siente pasión, algo cuando más bien ocurre al quedar abierto
el libro a partir del cual, la curiosidad cuenta cómo hizo para quererlo
con ese olor. La cantidad de quietud hasta aquí se mantuvo a tono con
la quincena que llevaría leer la Ilíada en lituano, claro está, en caso de
ser posible porque, si no sería una de las ilusiones nacidas sacando de
apuros al escenario asumido antes de tiempo al cual palpan con mano
lógica, andrógina por haber venido a dar vuelta la página en cada hoja.
Al imaginar las navajas celebraban el asesinato de la persona correcta.
Una entre varias, acostumbrada al colmo de terminar la noche a solas.
Primero lo hacen, luego seguían de largo hasta encontrar al personaje.
En una de las tantas, la interpretación se olvida si el drama tiene final
y las formas a salir del significado eran las del nombre libre, o difunto.

 

De una voz por todas
(Homenaje al mensaje que viene en camino)

Indómito es el motivo de lo mínimo una vez, del as a la par del azar
a cuya vida dieran los sentimientos cabida porque si no, quién sabe.
La perplejidad es una cosa, y la causa acerca de la cual en el cuerpo
otra, algo que por amor al orden habrán los seres conocido al decir
“solo sé que no sé nada”, aunque sabía, hasta cuándo la antigüedad
con el paso de los meses sería sombra en la arena viajando de atrás
hacia las horas hasta hoy, total, nada de cuanto acontece podrá ser
para siempre como fue de otra forma, pero eso, a nadie le importa.

 
 
* Los poemas que aquí se incluyen pertenecen al libro inédito Mañana la mente puede.


1 Louis XVI (1754-1793) fue el último rey de Francia antes de la caída de la monarquía durante la Revolución Francesa. Por consiguiente, su última carta es la última carta monárquica escrita en ese país. En la posdata de su reinado pasó de ser “Rey de Francia y de Navarra”, a convertirse en “Rey de los franceses”, denominación que le duró poco, apenas entre el 4 de septiembre de 1791 y el 21 de septiembre de 1792, fecha en que fue abolida la monarquía. Lo guillotinaron el 21 de enero de 1793, pasadas las 10 de la mañana. Su última carta, en la que dice adiós a muchas cosas, tiene una extensión de 16 páginas tamaño cuartilla y está firmada “Louis”. La eliminación del “XVI” de nada le sirvió para salvar su vida.

2 Donde dice (Un dormitorio en el Museo de Bellas Artes de Amberes), debería decir (Un dormitorio en el Museo de Bellas Artes de Amberes donde nunca estuve).

Ángeles

Donde estaba el impulso
ahora hay una cuchara.

Donde estaba la taza
hay un círculo negro.

Donde estaba el verano
quedan miga y harina.

Donde va el adjetivo
hay un círculo negro.

 
No ficción

¿Por qué me distrae una pérdida en la ducha
y no la lluvia afuera?

Traté de ir adaptando la cabeza
para el show,

traté de darme más
capacidad de ahogar el grito,

los cortes en la piel
bajo la gasa frágil de la prosa,

pero no aprendí a contar,
tuve que usar los dedos,

tocar el aire con las yemas,
no desmayarme,

dejar correr el agua.

 

Sobre el dolor

Evadí al dentista cuanto pude, traté
de no arriesgar los huesos,
traté de no quebrarme.

Nunca tuve un yeso con grafitis;
sigo sin corona.

Pero eso hubiera compensado,
formado parte del mundo exterior
como unas plantas en el alféizar,
un ventilador de pie al que le cuesta arrancar,
una edición de Tolstoi papel Biblia o no sé,
la brisa intermitente por los pies.

Cerrá los ojos, esperá con atención
el momento del sueño,
tranquilizate,
adentro nada tiene forma,

es como ese líquido pesado que te dan
cuando te hacés una tomografía,
para que el daño brille,
para bajarte el pulgar o ponerle enduido a la ruina.

¿Pero quién va a escanear el lenguaje?
Y lo que voy a poder ver de mí
son las palabras dichas por los otros.

Me quedo acostado, espero
a que pase, nada más.

Siempre se termina, en algún momento se termina.

 

La vida es sueño

Llegamos de a poco a reunirnos ante el nicho,
un mausoleo prestado.

Quién hubiese dicho que iba a ser necesario
erigir un lugar de reposo
(la obra está en proceso—le quedan tres vacantes);
es como cuando
una pareja joven alquila su cochera.

Y de a poco los otros empiezan a irse,
es como si los palcos y plateas,
los asientos delanteros
se desintegraran y ante la escena desnuda,
el escenario vacío, el drama,
solo quedásemos mi hermano y yo.

Como la puerta de una heladera
cierran el nicho ante nosotros.

Mi hermano dice cómo puede ser,
cómo puede terminar la vida
ahí.

De a poco nos vamos nosotros también.

El gozne del portón del cementerio
gruñó a nuestras espaldas.
Las cadenas, el candado se cerró.

Ya está. Se terminó.
Miramos para atrás.

Nadie nos sigue.

 

Géminis

Una rueda, los rayos disolviéndose al girar
como remos en el agua;
el radio de las llantas. El diámetro de las cubiertas.
Un silbido, una frecuencia va perdiéndose.

La ruta 22 divide la ciudad,
una ciudad de viento seco y espantoso,
como en declive hasta que se hunde en la corriente;
de las bardas, altas, secas y escarpadas,
hasta el agua fresca del río y las piedras del fondo,
tapizadas con musgo.
Uno no llega al cruce. Neuquén la ciudad
espantosa. Confluencia de arcilla.

Un accidente.

Marcos y Pablo, los castores. Qué familia.
Iban al río en bicicleta. Iban siempre
muy rápido en su corriente de inconsciencia.
Numerosa, su familia los despreocupó.
Uno era dibujante, el otro, repitente.

El cuadro de la bicicleta retorcido,
planta rastrera en el asfalto,
tridente abandonado de su tío.
El otro no sabía si era él, quién era quién.
¿Dónde lo llevan?
La gente iba acercándose al lugar,
la hermana, la madre habían llegado.
Reconocieron un boceto de persona
al lado de una bicicleta retorcida.
La rueda aún giraba, los rayos disolviéndose
silbaban, iban perdiendo la frecuencia.
La madre en llanto dijo Marcos,
los peritos delinearon con tiza su silueta
en el asfalto, su nombre fue rumor
que se hizo eco en cada casa.

Desde entonces me dedico a repetir
la misma escena, la dibujo y dibujo,
mitógrafo obsesivo,
pero las líneas se confunden, los Gemelos,
la estela de los remos en el agua,
pararayos, un fuego raro sobrevuela el mástil,
los dioscuros por el aire
en una atmósfera de tiza
como hámsters en su rueda.

 

Limbo

Llueve y no termino de mojarme,
por eso camino despacio,
así no llego a abrirle tanto
los alvéolos al humo.

Piso una baldosa floja.
Cae una gota en la pantalla.

Me contengo, tomo distancia,
ensayo la vida a solas
sin mensajes de texto confusos.

Que un sol tibio deje cálida la ropa húmeda,
nubosidad, demora
y un rayo recto centrifugue
las partículas más tristes.

Que un viento sople el olor a ceniza
y colillas aplastadas
al pulmón del edificio,
que suba a perderse en un aire mejor…

Somos sombras arrastrándose
detrás de cuerpos apurados.

Shoelaces

My father settles his foot atop my right shin. He’s come to terms with the fact that he can no longer tie his shoes. Months away from fifty, he threatens to switch to velcro, his belly a dome to the edifice of his body, chambering the vastness of years. I pull on the laces, swerve them over and under, around the bend, the kind of maneuvering his back has stiffened to, tree-trunked to the length of a chair, a gypsum wall. Avoiding my eyes, the tender slope of his stomach mountaining away from him, I think about how far the back bends when it has to. When it branches the blows endured countries ago. Bending to pick up the bags and leave México. To pick up the bags and leave the United States. Pick up again and leave Puerto Rico, bowing further in the pleading to return. Folding over for an estranged mother, a dying father, a moth-holed lineage fluttering at his feet. For a bankrupt government, credit scores and citizenship. To pick me up when I needed holding. I see, in his strain to reach the laces, in the whirlpool of his mouth, what all this bending has braved. He sets down his foot, and places the other one in position for this reckoning. I tie his shoe gently, double-knot the strings, so he won’t have to reach down at their undoing.

 

Agujetas

Mi padre coloca su pie sobre mi espinilla. Ha aceptado el hecho que ya no se puede amarrar los zapatos. A meses de cumplir cincuenta, amenaza con cambiar a velcro, su panza una cúpula a la edificación de su cuerpo, encubriendo la vastedad        de los años. Halo las agujetas, las llevo por encima y por debajo, a la vuelta de la esquina, el tipo de maniobra   a la cual su espalda se ha endurecido, convertido en tronco de árbol a lo largo       de una silla, una pared            de yeso. Evadiendo mis ojos,  la tierna pendiente de su barriga haciéndose montaña, pienso en cuánto dobla una espalda cuando se ve obligada. Cómo echa ramas por los golpes aguantados hace países atrás. Doblando para recoger las maletas e irse de México. Para recoger las maletas e irse de los Estados Unidos. Recoger nuevamente e irse    de Puerto Rico, doblegándose más aún en la súplica           para regresar. Plegándose     por una madre alejada, un padre moribundo, un linaje con agujeros de polilla revoloteando a sus pies. Por un gobierno en quiebra, puntajes de crédito y la ciudadanía. Para tomarme al hombro cuando necesitaba consuelo. Allí veo, en su esfuerzo por alcanzar las agujetas, en el remolino          de su boca, todo lo que su doblar ha desafiado. Él baja su pie, coloca el otro en posición para esta contienda. Ato su zapato dulcemente, hago un doble nudo a los cordones, para que no se deshagan y tenga que volver a agacharse.

 

Noche de San Juan

 

I left Puerto Rico
on a Noche de San Juan.

By left I mean howled
out the airplane window

the way sirens and strays
put us to sleep each night.

Tradition dictates, at midnight,
you must fall back into the sea

at least three times to ensure
good fortune all year.

I watched from my window
in Luquillo, bags packed,

as bodies axed through brine,
snapping like tree trunks downriver.

Marveled at the trust
in water. In night and falling

 into it. The belief in magic
and some strange providence—

how it might conjure up
an insurrection, expel

existing government, undo
the curse of colonialism.

Plunging one, two, three,
four times into oncoming

waves, a fifth just in case,
hoping that harpooning

yourself into ocean
will change things.

This was how I’d last see the island:
slicing through the deep, looking

to fish out a bottle cap
of endurance, hope.

This was how I’d leave:
knowing things wouldn’t change—

or worse, they would change
without me. Everyone fell

backwards into the lap
of the Atlantic or Caribbean.

I boarded an overnight flight. My back
shuddering, dry, unblessed by water.

 

Noche de San Juan
 

Me fui de Puerto Rico
una Noche de San Juan.

Quiero decir, aullé
por la ventana del avión

como las sirenas y los satos
que nos acuestan a dormir

por la noche. La tradición estipula
que a la media noche debes caer

de espaldas en la mar
al menos tres veces

para asegurar la buena fortuna
todo el año. Las maletas empacadas,

observé desde mi ventana
en Luquillo cuerpos caer

como hachas sobre la salmuera,
quebrantando como troncos río abajo.

Maravillada por la fe
en el agua. En la noche

y el caer en ella.
La creencia en la magia

y una extraña providencia—
cómo podría conjurar

una insurrección, expulsar
al gobierno actual,

desaparecer la maldición
del colonialismo.

Cayendo una, dos, tres,
cuatro veces sobre olas venideras,

una quinta por si las dudas,
esperanzadx que lanzarte

como arpón al océano
cambiará las cosas.

Así vería a la isla por última vez:
tajando la profundidad,

buscando pescar una chapita
de aguante, esperanza.

Así le dejaría:
sabiendo que las cosas

no cambiarían —o peor aún,
cambiarían sin mí.

Todxs cayeron de espaldas
en la falda del Atlántico o el Caribe.

Yo abordé un vuelo
de madrugada. Mi espalda

estremecida, seca, sin
la bendición del agua.