marzo 2025 / Inéditos

Hemos tejido la piel a fuerza de llanto

 
He recibido orejas y miedos

Al poeta Juan Sánchez Peláez

Mi padre aparece en el Cuira con el frío en los huesos, y la piel seca como hojas de topochos cuando juega a la cebada en el cielo. A nadie le preocupa ahora dónde está mi padre. Él vive en un lugar anterior a la muerte. A veces voy a su río a beber un vaso de agua o le escribo un padrenuestro. Lo lastimoso, su carne impasible al borde del verbo.

*

 
He recibido orejas y miedos.

En una tarde calurosa como ala de cuervo
he soñado mi espanto.

La tos recoge sol y tormenta
dentro de la copa de mi madre; dibuja signos y cábalas
en el cuarto vacío de mi padre.

Entonces,
por qué el adiós,
por qué las flores,

y la piel una fogata con el temor
de quien muerde el fruto del cordero.

 
 
Albahaca purísima

V

Todo es verde sobre las montañas.
Cuando los perros van a misa,
¿quién reza en mi entrepierna?

Los niños tienen los ojos cerrados.
Así son los que viven en la Vuelta del Gato,
como si colgaran de los árboles.

Se tiene frío.

El mar se muda a otra playa;
hay confusión en las palabras.

El cuerpo anestesiado era el mío;
por eso vine a recorrer estas calles.

Todos estamos abrigados
dentro de este auto oliva
el oliva del ángel
que con su voz de madera,
a los nueve años me dijo:

―Estás rota
   Aún lo sigue diciendo.

 
 
Adobe

Nos paramos en la puerta del mercado
a esperar que dejara de llover.

Ella con la cara hundida en el hueco de la mano
veía pasar naranjas, raíces,
zamuros, tabaqueras,
sillas rotas, mariposas, hormigas de marfil,
todo resumido en cinco monedas.

Era una caliente mañana de enero,
y sin embargo llovía.
Podíamos cambiar la suerte por verduras.

Los zapatos con tacones de un metro
son los mejores pasadas las seis de la tarde.
Ella decía a los hombres
que era más alta que ellos.

Alguien sacude sus brazos velludos
y flacos en el mercado.

Ella entra en un descuido a contar
con cada uno de sus dedos su amor disperso.
El terciopelo comienza a despegarse
de los zapatos. Un mendigo de ojos azules
se le acerca.
No podía convertirse en hierbas.
Mientras, ella veía en los sabios ojos de él,
sus buenas costumbres.
Él comía su sopa de pescado con papas,
siempre lo mismo,
y sacudir las penas de los hombros.

Afuera seguía la lluvia.
Escuchábamos el ruido
de la quebrada crecida.

El mendigo abrochaba todos los botones,
desde el principio hasta el fin.
Trataba de escondernos a todas.
No podíamos movernos éramos de adobe.

Lo mejor era desear
que el mendigo se fuera a la corteza del mundo.

Nuestra gloria está en el río.

La promesa fue clara. De nuevo la estera
avivada por el fuego,
y el amor devolviéndose al deseo.

Ese día de enero,
ella continuaba mirando la lluvia,
y el aroma del primer beso.

 
 
Que el río responda

Tienes grietas al atardecer
Nube amarilla que recorre los días
pastoreando el amor

El cielo vive dentro de tus aguas
cielo de madera caja de armario
capaz de encerrarnos y llevarnos lejos
muy lejos hasta el mar

Las hormigas dejan sus huellas al paso
La arena es estéril aunque hagas el amor en su centro
por eso la expulsas de tu cauce

Sol en el agua luna en la arena
Fortalecer el espíritu sin prescindir de Afrodita

Río fruta viva sin excluir la pasión ni el deseo
nuestra gloria está en tu ser de río
y somos testigos
de ese huevo de oro que yace en el fondo de tus aguas
Eres un abanico haces un guiño y nos llamas
Es el sueño dentro del sueño
donde la mujer limpia su pureza

Río vigoroso
alimento de nuestras venas
poderosa agua dulce hecha roca

Apiádate de nosotros

 
 
Hada tierra

¿Cómo duele el vientre de una mujer
que no ha parido?

Mi rostro mojado por el mar
oculto entre los pechos de mi madre

Tristeza o fatiga en el centro del cielo
y una melancólica hora que acobarda

Las manos enrojecidas de tanto trabajar la tierra

El sabor a parir llega a través de la placenta
Agrio como la orina de una cabra

La tierra bosteza siempre igual
Lo distinto es cómo tocamos el vientre
con los ojos
la carne en los huesos
la semilla en la vejez
y a veces con las manos

Difícil hallar la llave materna  ¿Me comprendes?

Vivir tiene sentido y estar muerto también

 
 
Para quedarse callada

A las mujeres que están en cautiverio

Hemos tejido la piel a fuerza de llanto

Apenas oyen el canto del búho
el agua sobra y el hambre también

Las muchachas corren de un lado a otro
temen a la voz de los soldados
¡Son tan jóvenes!
algunas perdieron a sus madres
otras fueron apartadas de sus muñecas
y de su pedacito de tierra

La advertencia no fue oída
Ellas no quisieron esconderse
cuando pasaron los camiones
Pobres inocentes mostraron su olor
a jazmín y canela recién molida
Los hombres se fueron acercando
todo les parecía muy dulce
ante tanto resentimiento

Una voz murmuraba al final del día
que las niñas fueron llevadas
a un campamento
en la lejanía de un valle
“Le cambiaron los nombres
Tatuaron un número en sus pezones”
El resguardo recoge lo ido

Se oyeron disparos ruidos alaridos
El viento movía la arena de un lado a otro

Todos perdieron el rostro entre tanta polvareda

No se sabe si fue en la mañana o en la noche
(el tiempo se puso del lado de la sombra)
cuando a la niña de trece años
le pintaron los labios cortaron sus cabellos
la sentaron en una esquinita del cuarto.

 
 
Pie de limón en un restaurante chino

El olor a limón blanco como tu piel

Tus canas y la mirada parcialmente en el aire
La blancura del Ávila recién caída la lluvia

Si me enseñaras qué es lo inmaculado del cielo
abanico-río que soy 
a orar entre el mar y la miel
tal vez mi destino fuera otro dentro del tuyo

Sigue el olor a limón
El deseo da vueltas en pequeños círculos
Jugamos a regalar todo el dulce

Por culpa del viento
el fuego se volvió blanco

Tu ángel de la guarda y el mío calladitos
frente al mar

Tu voz casi muda
—La imagino tibia y acobija

Nadie impedirá que tus muertos y los míos
caminen juntos al borde del cielo

Llega el mesonero con las lumpias el arroz
el pie de limón

Complacidos
los dos estamos muy cerca de la boca
de las muchas bocas que somos        

 
 
El sueño de Frankenstein

El agua un vuelo para entrar al mundo
Los pájaros un cauce para salir de él
Cuando el fuego sostienenuestras almas
Todo es devorado por la tierra

 
—Así nace el amor

 
 
Canto para un cocodrilo
[Primera versión]

Por un atajo el deseo se transforma

Tú vienes hacia mí
como un tren sobre el mar
con un íntimo sagrado anhelo

Me dueles
Cocodrilo

Los árboles por doquier
nuestras manos recogen
flores de manzanilla

Nos sentamos juntos a mirar el Bucare

Aprieto los labios
Te escucho muda   

Cocodrilo
acaricias los rizos de mi cabeza
los disimulo bien al peinarme

Llueve detrás del mar
La tierra
sigue abriendo mi boca  
por eso llueve

 
 
Halagos

La Madera con sabor a miel canta:

—Definir el carácter o no hay boda

Bordados artesanales del gusto
la madre y la suegra lo piden

La desposada con matices
de champagne en las mejillas
pinceladas de duraznos en los labios

Cordeles trenzados en hilos de plata
halagos al futuro marido

Las formas las líneas y el horror
por cuenta de la novia

Nadie pregunta por el corte sirena del vestido
Ni tampoco cómo se siente
Ni por qué llora tan sola

Hace siglos llegaron las mujeres al Castillo
¿Cómo devolverlas a la tierra?

Aun predominan aplicaciones
broches bordados en plata

La seda el tul la muselina
para el escote

Oraciones a Nefertiti a la Virgen María
a Cleopatra y Afrodita
hacen las pequeñas ignorantes
que quieren ir al Castillo

Mi sugerencia       vayamos todas al Castillo
aunque sea una vez en nuestras vidas

 

* Poemas pertenecientes a Que el río responda. Antología poética (Visor, 2025).

 

 


Autor

Carmen Verde Arocha

/ Caracas, Venezuela, 1967. Poeta, escritora y gestora cultural. Licenciada en Letras y magíster en Historia de Venezuela por la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, donde es profesora. Directora de la Editorial Eclepsidra en Caracas. Fue gerente general de la Casa de la Poesía en Caracas. Su trabajo discurre entre su ejercicio creador como poeta y ensayista y la edición, ocupándose de la historia de la edición y la historia del libro en la Venezuela contemporánea. Sus libros de poesía más recientes son En el jardín de Kori (2015), Canción gótica (2017), Magdalena en Ginebra, La concubina y otras voces de fuego. Poesía reunida (2022) y Que el río responda, Antología poética (2025). Como ensayista, destacan Cómo editar y publicar un libro. El dilema del autor (2013) y Empresas editoriales venezolanas, apogeo y ocaso (1958 – 1998). Notas de historia cultural (2024).

marzo 2025