Versión al español y nota de Gabriel Bernal Granados.
El poeta Peter Cole (Paterson, Nueva Jersey, 1957) estuvo de visita en nuestro país hace unos meses para presentar su libro La poesía de la Cábala (trad. de Aurelio Major, Vaso Roto, 2024). Pocas personas saben o recuerdan que su primer poema traducido al español se publicó en México, en el número 3 de la revista Mandorla. Nueva escritura de las Américas, en 1993. “Rift”, aquí traducido como “Grieta”, es el poema que da nombre al libro homónimo publicado en 1989 en la editorial Station Hill. En él se anuncian los temas que habrían de aparecer en la poesía posterior de Cole, siendo la relación con lo sagrado el no menos importante de ellos. La disposición espacial del poema sobre la página, las elipsis y la erosión de la sintaxis no dejan de ser tópicos que contribuyen a decantar la voz que se pronuncia —y se condensa— en estas líneas.
1
Aguda mirada y arcos
y espirales en el ocaso
de golondrinas
girando,
como zancudos
en enjambre
los dardos
más altos
atravesando un espacio
abierto
y dos,
quizá tres
se disparan
rápidamente
hacia abajo, atraídos
uno por otro
anterior
pero los tres
por un cuarto
y sexto
y décimo,
y dentro
después fuera del
atranco
delineado de manera
oblicua rematan
los techos
mientras otros, más solitarios
descienden
y se elevan,
con calma
en las corrientes y en ascenso y en lo alto
y más alto su entrada y salida de una
luz
al gris
y el brillo
blanco
y de nuevo
al negro—
su caída
súbita
hacia un aleteo
y fuga—
y el parche
callado
vacío
y después
colmado
con violeta extendido y más profundo y estrellas
Noche excesivamente
clara
es casi
azul
casi un
negro
Pilar.
La luz
atrapada.
En el mismo
medio
casi un índigo
casi
en absoluto. Nadie
dijo
una palabra, nin-
guno
Audible:
: en el
meollo
del mármol.
Medio: lo escuché
moviéndose.
Vi el cuerpo
destrozado
en metal y
vidrio
y la presencia
para entonces aferrada.
Nadie dijo.
Al
borde de
la letra.
Me detuve a observar
al pichón.
que-mueve-increíblemente-su
cabeza-
atrás-y-
adelante
al andar.
Ni
buey ni
león;
ni ballena;
ni el halcón ni el águila
de nadie.
Pichón: bobo.
Un alba destruye
lo negro
de nuevo
sobre la ciudad el zafiro
esplende
en la pluma de una
paloma—
la villa
de un judío
otrora
y la luna
delgada
donde el fulgor
se dobla;
lo blanco de oro
palideció,
lo oscuro
en silencio
y acabado,
el sol como cualquiera y el lugar
no
bastarían, por lo que toda la
noche
un enseñar al cerebro lo que
Nosotros,
Abstractos y
sin mesura
como whiskey.
Todo
excepto lo que sobró
aún
en el cero, abajo
Lluvia, también, como una especia
Por el sonido ella
golpea
en nosotros
Piedras
mojadas y dormidas, extrañamente
más fácil.
O por completo
despiertas al aroma.
Enero. Impreso en un
diccionario—
pétalos secos
nervados
y su sexo bellamente
aplastado
en aquel
lugar: marrón, fucsia, carmesí.
2
El instante distinto de
Cristo,
que no
tendrá fin, que se rendirá
a cruz ninguna
ni a la sangre
de nadie
sino a la propia.
Antes de la luna
y la grúa
similar a un dios— la aleada
composición de níquel.
Bajo
ese gris.
El.
Rothko.
Como si él fuese
atrapado,
en descenso. Ella es
una
sombra
junto a las otras
sólo.
Ninguna boca.
Llamando.
Bajo ese
verde.
Más fácil: su idea
tosca.
A la puerta,
y las estrellas griegas,
patéticas como
A veces ella
quería
que él llegara
por detrás
con
su verga
dura
como si
la tocase
ahí, adentro
de él.
Realmente lo que él quería era
siempre
pequeño, siempre
la palma
en el blanco
del sueño,
siempre el cordero
que ella era.
Realmente
había cantado lo que siempre
perece
donde fuera que estuviese
y lo que quedaba de los
lobos.
3
Los pasos no son para
duro
el después de ti el
techo
súbito las
palabras más duras
abajo
duro el rostro que lo atraviesa duro el sonido adentro
de lo tan duro el siempre
no
lo lejos lo casi
duro
y justo
reconocer lo siempre
duro
la base para
admitir
el sonido
afuera
para ti lo
duro el
ciervo
el agua
Y cuál es
el trigo
y cuál
la paja
¿y acaso el sueño
estafa
su ruina
las espinas
crepitantes
y obstinadas,
o quizás el aire
en erosión
por un momento
en calma?
y qué es lo maravilloso.
El ruido
ahora la tormenta
y árboles
sobre las casas
un reloj
marca la hora
tarde
en la cual es
erróneo
y cuando la ilusión
de nubes
en movimiento
bajo esa
estrella
que la acelera—
azul
bajo la (más cercana)
oscuridad:
anochece.
El calor
se fue
de su
donde
y la gente en casa: el cielo
velozmente
ennegrece el Sabbath y
(Detrás de la lluvia, el rocío
blanco
y los vientos
abriendo
un terreno,
un lote
baldío—
anémona
muda, cicatriz
roja— abriéndose
ahí
bajo el
negro
manto y
fin
ciudad y
libro
posiblemente
una y otra vez
lejos
Ahí,
un camino
y tal vez
un retorno
Sólo esencias
de
ser de, sólo
la plegaria.
Zorros. Grieta. Ningún rostro.
4
Nomujer y estrellas
parpadeando
afuera e índigo
escalando
del púrpura detrás de ello.
No-
mujer de ámbar que abajo arde. Nomujer
y oro
y los muros giraron.
Nomujer cantando los muros de
cal.
Nomujer que doble al alero.
Ella
con babosas y mosquitos y menta y cizaña.
Nomujer
aquí en la
cisterna
viendo a las golondrinas
que barren
el aire. Nomujer y yo
y el alba y el ocaso de las golondrinas
custodiando
una hora del judío
y baja sin remedio la marea
y canción
Nomujer y salmo.
No mujer
y palabras
que esperan
ahí
donde los alambres
negros
cruzan y
lentamente
cortan y doblan
la curva de una golondrina
y el silencioso fulgor de la sílaba.
