Lo más bello del cuerpo,
declaró el enfermero,
son los pulmones.
Imaginé aretes antiguos,
lágrimas paralelas de ámbar
o dos arces japoneses
invertidos en una camera oscura
o medusas gemelas
expandiendo sus enaguas.
Pero la realidad fue otra:
una pieza de pollo asimétrica,
una cantimplora antigua
perdida en el fango,
un salmón gris
sobre hielo picado.
Vengan y toquen
la masa oscura del fumador,
la esponja nueva del abstemio.
Quizás el enfermero recordaba
una interacción:
el color que crea el lente
al navegar los caminos del aire,
las manos del cirujano
dentro del pulmón de mi hermana,
los nódulos invasores
que remueve como pepitas de oro.
Espero entonces junto al enfermero
el momento de belleza prometida.
Cuando los pulmones vuelven a ser
dos fantasmas que dirigen
el tiempo del cuerpo.
En el desierto
Has dejado atrás
—siglos atrás—
lo innecesario:
las palmas verdes
que entregan agua
al pedir luz,
los brazos secos,
que atraen el brillo
de un colmillo limpio.
Porque el desierto no da
para ojos amplios,
libro abierto.
Requiere cuevas,
trincheras,
raíces sublimadas.
Requiere el repliegue
a un modelo
más económico.
Te vuelves esfera,
la forma más pura
de ensimismamiento.
Tus mil narices
sueltan el fruto
a la redonda.
Donde más canas hay,
ahí saldrán las flores.
Ciprés I
Si existe un portal en esta casa
son estos cuatro cipreses,
los tres espacios que dividen
las líneas de sus troncos.
La enterramos aquí,
al pie del primer ciprés,
cuyas raíces se resisten
a la tierra.
Saca un brazo, muestra
las cuerdas que te atan
a la tierra.
Ciprés II
El tronco del ciprés
muestra cicatrices,
llagas concéntricas
de ramas perdidas,
ojos abiertos de caimán.
Los perros hacen sombra
sin saberlo.
La niña es pantalla
sin ser niña.
El tronco del ciprés
muestra trincheras
de cabello engomado.
Son mechones rígidos
de bailarina que hiberna
y se despierta sin cuerpo.
Reliquias
No enmarqué un rizo tuyo
pero todo lo que alguna vez usaste
te contiene.
Y pregunto a las paredes
de este cuarto:
¿qué permanece?
Al probarme tu zapato,
¿qué baile transfiere
a mis huesos?
Y el peso de tu pierna,
el recuerdo del peso de tu pierna,
¿cómo lo conservo?
* Poemas pertenecientes a Cipreses (Infolio, 2020).
