“A algunos les gusta la poesía”, de Wislawa Szymborska
Por Carmen Villoro
Wislawa Szymborska, poeta polaca que recibiera el Premio Nobel de Literatura en 1996, confiesa en su discurso de recepción del mismo, no sentirse muy hábil para hablar sobre el tema de la poesía. Describe la dificultad de los poetas de asumirse como tales ante la sociedad: “En diferentes encuestas o en conversaciones casuales, cuando el poeta tiene necesariamente que precisar su ocupación, se define de forma general como ‘literato’, o da el nombre de la profesión a la que se dedica por añadidura.” Porque es difícil describir eso de ser poeta. Crear poemas tiene que ver con ese fenómeno humano que es la inspiración, y Szymborska hace la siguiente reflexión al respecto: “La inspiración, sea lo que sea, nace de un constante ‘no sé’”. Estas dos pequeñas palabras a las que tiene tanta estima hermanan al poeta con el científico en su búsqueda de comprender el misterio de la vida. El asombro da lugar a una disciplina o a otra. Pero la ciencia trata de ser precisa, de purgar el lenguaje de todo lo que pueda tener de ambigüedad, en cambio el lenguaje poético se mantiene en la imprecisión. A veces el fenómeno es de tal manera inabarcable por el conocimiento, que solo puede nombrarse con lenguaje poético.
En su poema A algunos les gusta la poesía, Wislawa Szymborska habla con poesía sobre la poesía:
A algunos les gusta la poesía
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
La segunda estrofa le quita toda solemnidad a la poesía. Para la mayoría, es un objeto de satisfacción tan simple como una sopa de fideos, como una vieja bufanda, como la acción de acariciar al perro. En esta enumeración de placeres cotidianos, Szymborska le devuelve a la poesía su naturalidad mundana, pero le reserva un sentido único a quien la practica.
En la tercera estrofa se hace a sí misma la difícil pregunta: “La poesía,/ pero qué es la poesía.” Y contesta que no lo sabe, pero en los dos últimos versos del poema hace una declaración de principios íntima y contundente:
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
Lo interesante es que en el vocablo “esto” del penúltimo verso, cabe la poesía y cabe también la incertidumbre. Ante el vacío y la angustiante nada, la poesía nos brinda (o brinda a los poetas, esos seres extraños), un apoyo del cual asirnos para no desplomarnos. No se trata de un apoyo construido en la certeza sino en la duda, no en las respuestas sino en las preguntas.
Hay en el poema de Wislawa Szymborska esa ironía muy sutil que atraviesa toda su poesía. Por eso Malgorzala Baranowska, crítica literaria que conoce bien el trabajo de Szymborska, dice en su ensayo “Wislawa Szymborska, poeta de la conciencia del ser”, que “su sentido del humor es el resultado de la combinación de una paradoja filosófica muy refinada y de un lenguaje inusualmente sencillo en el que abundan expresiones de lo más corriente.”
No cabe duda de que algunos poetas también son ensayistas y pueden desarrollar una poética compleja rica en ideas y abstracciones. Otros, como Wislawa Szymborska, hacen de la poesía un tema más de su poesía, como un árbol o un pájaro. Y con versos escuetos y profundos, nos comparten su universo filosófico.