No. 57 / Marzo 2013 |
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La dicha es invisible
Mística y Poesía Por María Auxiliadora Álvarez
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Y en la poesía latinoamericana del siglo XX, tan politizada e ideologizada en vistas generales, quizá resulte algo sorprendente encontrartan larga lista de nombres, vidas, libros y poemas redireccionados hacia “la inmaterialidad de la materia”, subvirtiendo poéticas tan organizadas como la de Jorge Luis Borges, por ejemplo, quien a modo de sentencia resumió: “porque en el registro de la luz, nadie sabe cuál es su nombre verdadero”; sumando luego la repetida inclusión del vocablo “Dios”en “El espejo”, “Everness” y “Cristo en la cruz” entre muchos otros poemas,incluyendo una extensa recreación del Sermón de la Montaña. Pero es César Vallejo quien quizá emite el clamor más torturado por la presencia “dudable” aunque“dolorosa” de Dios. Resulta muy fácil rastrear estos múltiples vestigios de Vallejo en sus cartas, declaraciones y poemas como“Fresco”, “Impía”, “Comunión” y “El pan nuestro” entre otros muchosde Los heraldos negros,Trilce,Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz. Entre los poetas de las próximas generaciones en América Latina continuaron emergiendo textos (y obras)de profunda meditación espiritual, como los de José Watanabe, Magdalena Chocano, Hanni Ossott, Armando Rojas Guardia, Antonio Trujillo, Lina de Feria, Alberto Guirri,Irene Gruss, David Huerta, Javier Sicilia, Francisco Magaña, Claudia Posadas, Cristina Carneiro, Jorge Teillier, Darío Jaramillo Agudelo, José Manuel Arango yMonserrat Ordoñez, entre muchos otros. Esta puntual escritura retoma y mantiene viva una tradición tan antigua como recurrente aunque cambien sus dinámicas y (de)nominaciones, como bien lo ha señalado Sánchez Robayna. |
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