No. 88 / Abril 2016 |
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Rocío Cerón |
Entre el control, vigilancia y domesticación a la que nos llevan las redes y sus contenidos, habría que pensar en la hipervisibilización que hacemos de los personajes/personas/autores y la poca concentración, y crítica, que hay de los poemas, de la poesía. El tiempo vertiginoso en que vivimos nos abre grandes posibilidades de difusión, de contacto con un posible lector, pero ese lector observador en su gran mayoría ve más que lee. Encontrará detritos de ideas, conceptos y universos. Encontrará poemas sueltos, en selección de sus autores la mayor de las veces, libros en PDF en otros pocos casos. Panoptismo silencioso, en el cual se cree tener conocimiento profundo. La anti-visión sería leer a profundidad, sin pasar por las imágenes, sin leer solo un puñado de poemas de un autor, leyendo libros enteros. Leyendo el continuum de la obra de un autor, es decir su discurso poético, sus formulaciones escriturales, conceptuales, sus aciertos e imperfecciones. Conocimiento a profundidad más allá de la inmediatez. Más allá de los camuflajes y simulaciones que nos atrapan en las redes. Ya, en épocas anteriores, en la pintura, Gertrude Stein afirmaba sobre los paisajes de Picasso dedicados a Horta del Hebro: “El pintor destacó ante todo el especial modo de construir las casas en los pueblos españoles, en los que las hileras de casas no siguen el paisaje, adaptándose a él, sino que penetran en el paisaje, se confunden con él. Este fue el principio fundamental del camuflaje de cañones y buques durante la guerra.” Camuflaje. Las redes crean camuflajes, simulaciones donde, en múltiples ocasiones, ya no vemos lo invisible (el lenguaje, el poema) sino los entramados visuales, hipervisibilizados de la personalidad del autor. Habría que anotar también que, en el mundo “real”, la poca distribución de los libros de poesía no ayuda a desmontar este espacio. Un ávido interesado en la poesía tendrá dificultades en encontrar una mesa de novedades, o siquiera un espacio en una librería, dedicada a la poesía contemporánea. El lector de poesía sería entonces el gran rebelde a los mecanismos de consumo inmediato. Los “necios” encontrarán las vías para encontrarse con la poesía. Preguntarán, se cuestionarán hasta llegar a un panorama plural de las escrituras poéticas. Los miles de sitios dedicados a la poesía que utilizan las imágenes como método y forma para atraer a posibles lectores podrían acabar por invisibilizar con el tiempo y por cotidianidad aquello que trataban de destacar en un principio: el poema. Parecería que la poesía se revela hoy día a partir de su ocultación.
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