diciembre 2015 / Miscélanea

No.088_Detox – Sobre la absoluta visibilización del ser

No. 88 / Abril 2016



Detox


Sobre la absoluta visibilización del ser

 

Rocío Cerón

 

88_especiales_ceron.jpgSi el artista para Ranciére estaba destinado a hacer visible lo invisible, hoy día parecería que la sobreexposición, la hipervisibilización ha generado la invisibilidad de lo visible. Frente al monitor se agolpan las imágenes: imágenes de autores, portadas de libros, sucesión de nombres y, al final, los poemas. Cada tanto hay un sitio que proclama la poesía de su “momento”(ya no se puede hablar de un tiempo o generación específicas). Miro. Leo. Adoramos la visibilización autoral. Salto a otra página, una revista, lo mismo, grandes imágenes, los poetas son personalidades, posan, se muestran, nos muestran su singularidad, luego vienen los poemas. Leo. No miro las imágenes. Leo. Leo. Lo hago en voz alta, algunos me sorprenden, son desenfadados, poemas destello, erráticos. Otros demuestran ya el manejo total de su articulación poética, palabras precisas. Otros más, administran sus dones (autores que sabemos escriben bien y que se sienten cómodos haciéndolo bien con la misma fórmula). Busco una zona de fricción, de crítica, no de comentarios inútiles y viles (como el sufrido por el poeta Luis Eduardo García, editor del recién abierto blog de poesía mexicana Poesía Mexa). La marea de contenidos poéticos es abrumadora. Entre los corredores y salones de los poetas, se murmura, se habla sobre los excesos de uno y otro grupo (de toda índole): anécdotas, solo anécdotas. ¿Dónde encontrar coordenadas de lectura? Para quienes, ya avezados en el mundo de la poesía, destejen la paja del pajar, es sencillo, no lo es para quienes en un interés inicial (y a veces iniciático) se pierden entre las fotos de los autores antes de llegar al poema. El cuerpo del poema, el poema en su carga de lenguaje, sonoridad, imagen y significado, es una entidad que se ve empañada por los artilugios en boga de la adoración a la imagen, al culto de la personalidad. No digo estar exenta de ello, mi propio sitio en la red estrecha lazos entre imagen y textos. Sin embargo, esta cuestión me hace reflexionar sobre los pros y contras de ello. Los poemas, los miles de poemas en la red, están ahí.

Entre el control, vigilancia y domesticación a la que nos llevan las redes y sus contenidos, habría que pensar en la hipervisibilización que hacemos de los personajes/personas/autores y la poca concentración, y crítica, que hay de los poemas, de la poesía. El tiempo vertiginoso en que vivimos nos abre grandes posibilidades de difusión, de contacto con un posible lector, pero ese lector observador en su gran mayoría ve más que lee. Encontrará detritos de ideas, conceptos y universos. Encontrará poemas sueltos, en selección de sus autores la mayor de las veces, libros en PDF en otros pocos casos. Panoptismo silencioso, en el cual se cree tener conocimiento profundo. La anti-visión sería leer a profundidad, sin pasar por las imágenes, sin leer solo un puñado de poemas de un autor, leyendo libros enteros. Leyendo el continuum de la obra de un autor, es decir su discurso poético, sus formulaciones escriturales, conceptuales, sus aciertos e imperfecciones. Conocimiento a profundidad más allá de la inmediatez. Más allá de los camuflajes y simulaciones que nos atrapan en las redes. Ya, en épocas anteriores, en la pintura, Gertrude Stein afirmaba sobre los paisajes de Picasso dedicados a Horta del Hebro: “El pintor destacó ante todo el especial modo de construir las casas en los pueblos españoles, en los que las hileras de casas no siguen el paisaje, adaptándose a él, sino que penetran en el paisaje, se confunden con él. Este fue el principio fundamental del camuflaje de cañones y buques durante la guerra.” Camuflaje. Las redes crean camuflajes, simulaciones donde, en múltiples ocasiones, ya no vemos lo invisible (el lenguaje, el poema) sino los entramados visuales, hipervisibilizados de la personalidad del autor.

Habría que anotar también que, en el mundo “real”, la poca distribución de los libros de poesía no ayuda a desmontar este espacio. Un ávido interesado en la poesía tendrá dificultades en encontrar una mesa de novedades, o siquiera un espacio en una librería, dedicada a la poesía contemporánea. El lector de poesía sería entonces el gran rebelde a los mecanismos de consumo inmediato. Los “necios” encontrarán las vías para encontrarse con la poesía. Preguntarán, se cuestionarán hasta llegar a un panorama plural de las escrituras poéticas. Los miles de sitios dedicados a la poesía que utilizan las imágenes como método y forma para atraer a posibles lectores podrían acabar por invisibilizar con el tiempo y por cotidianidad aquello que trataban de destacar en un principio: el poema. Parecería que la poesía se revela hoy día a partir de su ocultación.

 

 

 


diciembre 2015