Diego Espíritu
(Guadalajara, Jalisco, 1990)
El día que murió Nietzsche
Dios ha muerto. Dios sigue muerto.
Y nosotros lo hemos matado.
¿Cómo podríamos reconfortarnos,
los asesinos de todos los asesinos?
El más santo y el más poderoso que el mundo
ha poseído se ha desangrado bajo
nuestros cuchillos.
Nietzsche
El día que murió Nietzsche
algo encima nuestro
soltó una carcajada
algo que desangra
bajo nuestros cuchillos
ese día cavaron esclavos
una fosa para sus huesos
ese día
nacieron los huérfanos
de los que hoy
ya tenemos nombre
curas lamieron el himen
de prostitutas vírgenes
monjas rezaban con bolas chinas
desde la boca hasta el ano
sin misterios ni gloria patri
un padrenuestro
diez avemarías
primitivos stenciles tapizaron Weimmar donde
años después la Bauhaus sin saberlo esculpiría
una casa sin aristas derrumbada por las autoridades
prusianas
¿no se la pasará leyendo
Mein Keimpf por las noches
ese algo encima nuestro?
¿no nos habremos confundido
al colocar debajo nuestro
el purgatorio y la caseta de cobro es esto
que pisamos y el peaje
un campo enrejado con olor a azufre?
nosotros no escuchamos la risa
de ese loco que se mira a sí mismo
todos los días
ese día Nietzsche
bailó con una sola pierna desnudo
a la mitad de un campo de amapolas
y ese algo sin nombre encima nuestro
soltó una carcajada sin mirar el cuerpo
que se desangra, ese algo sin nombre
se la pasa leyendo Mein Keimpf sin ropa
en un páramo con olor a azufre y mira
con un solo ojo esto que pisamos
y con el otro juega monopoly ese loco
sin cabello que se mira a sí mismo todos los días
cree que solo basta quitarse la ropa
para bailar como Nietzsche. |