Campo de Fiori
Como si ardiera el mar * en compañía del río * hasta la isla Tiberina * El cielo se derrite lentamente * cae como cera o parafina dulce * y voy a lomos de todos mis sentidos * perdido en el aire
Águila o Pegaso * sin poder extender mis alas hasta la orilla lúcida * de las constelaciones
Me han traído desnudo * para mi vergüenza * por el Trastévere * risas llanto aceptación * atado a un poste de madera * criminal * inocente de la razón y la inteligencia
Por orden de la Bestia Triunfante
Mi lengua adherida a una especie de trampa * casi in- forme * para que no justifique mis actos con palabra alguna
Liberación del vicio y de las supersticiones * dije una vez * sin pensar en consecuencias posibles * frente al ser en la naturaleza * en la que reside la pasión de la verdad
Solo la lluvia podría endulzar la sequedad del aire * la fiebre encarcelada de mi degradación matinal
Oigo a lo lejos * puesto que no hay arriba ni abajo * en la distancia del corazón a las cerezas * un canto infinito * dulce y de esperanza * que solo entonan los labios * no contaminados * de los que conceden valor a la inmanencia
No existe sitio en mí * para la no ética * aunque un amigo me traiciona
Me pongo a arder * por orden de la Bestia Triunfante
Arden mis pies * mi vientre se despliega * se encoge como papel quemado * por la esfera perfecta del dolor * a qué la vida * el pensamiento
Quisiera soñar * pero no puedo * que voy hacia la muerte.
11
Comprendo aunque me cuesta que asisto en estos días por vez primera como protagonista a la llegada improrrogable de las últimas mareas
Con cierta aceptación como quien sabe lo que significa travesía con cierta pers- pectiva inusitada con cierto aplomo ante lo inevitablemente cierto
Las últimas mareas de la tarde encinta de lo inesperado de inútiles deseos que no podrán cumplirse
Porque es mi turno ahora cuando des- cubro en mi rostro mañana tras mañana ante el que soy en el espejo un nuevo indicio oscuro e imborrable de vejez
Cuando los párpados pintados sin re- medio por la frondosidad de las lágrimas se hinchan a deshora
Cuando la piel del cuerpo como las dunas de arena suavísima que se ondulan al soplo del mistral se arruga lentamente con acordes de mi menor
Y el cansancio ay este cansancio de furia de piedra y fuego que se sube de los pies a los brazos para que yo me abandone |