No. 58 / Abril 2013 |
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Fraguascalientes y Víctor Sandoval, por Marco Antonio Campos*
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Decir Víctor Sandoval es hablar de varias facetas: del infinito promotor cultural, del admirable poeta de Fraguas, del gran amigo de sus amigos. La historia del promotor cultural es una historia que nació hace más de cuarenta años en Aguascalientes y creció en todo el país. Desde hace unos veinticinco años he tenido la oportunidad de trabajar, estando yo en la UNAM, a menudo con él; lo he visto como director de Promoción Nacional de Bellas Artes (1977-1982), como subdirector de Bellas Artes (1982-1988) y director de Bellas Artes (1989-1992), como ministro de cultura en España (1992-1994) y como secretario del Seminario de Cultura Mexicana, del cual soy miembro asociado. En esos años he podido observar y confirmar las grandes virtudes de Víctor en tareas: eficacia, imaginación, prudencia, paciencia, una tenacidad invencible. Él formó en mayor o menor medida al equipo que ocupa aún hoy puestos culturales: a Jaime Vázquez, a Eduardo Langagne, a Enrique Romo, a Víctor Manuel Cárdenas y, sobre todo, a mi antiguo y buen amigo Saúl Juárez, que tanto me recuerda en el buen trato a Víctor. Él, a su vez, siempre ha visto como un modelo de su actividad al ex gobernador aguascalentense Enrique Olivares Santana.
Cuando el primero de enero de 1977 Juan José Bremer invita a Sandoval a la ciudad de México como director de Promoción Nacional de Bellas Artes, fue una suerte para la cultura del país. Es cuando se idean y se ponen las primeras y modestas raíces para el desarrollo cultural del norte, que ahora tiene en algunos estados una insólita pujanza, cuando se empieza a tejer la gran red de talleres y premios con que cuenta Bellas Artes y echa a andar asimismo diversos festivales: el Festival Nacional de Teatro, el Festival de Arte Popular, el Festival de Danza de San Luis Potosí, el Festival de Música de Cámara en San Miguel Allende. Como se sabe es también el fundador de la revista y las ediciones de Tierra Adentro. Al pedirle el ex presidente López Portillo la renuncia a Juan José Bremer en 1982, el nuevo director Javier Barros Valero, quien no conocía a Sandoval, lo nombra, para la sorpresa del designado, subdirector de Bellas Artes. Me enorgullece recordar que en los años ochenta, cuando él era subdirector de Bellas Artes y yo jefe de departamento y después director de Literatura de la UNAM, él, Saúl Juárez y yo echamos a andar numerosos encuentros internacionales, nacionales y regionales de poesía, de literatura y de periodismo, de los cuales el que más ha perdurado y del que se siente más cercano es el de Poetas del Mundo Latino, que en su segunda época ha tenido un doble vigor. No olvido en su momento la viva y creativa colaboración que nos dieron generosamente Margo Glantz, Felipe Garrido y Jaime Vázquez en la dirección de Literatura de la UNAM y, desde la UAM, Jorge Ruiz Dueñas y Evodio Escalante. Pero asimismo echamos a andar el Encuentro de Narradores Latinoamericanos en Morelia y el caóticamente exitoso Encuentro de Escritores Jóvenes. Asimismo, Bellas Artes y la UNAM iniciaron una serie de homenajes a poetas y escritores relevantes que después se volvieron una infinita y mala costumbre. En algo Sandoval, Saúl y yo coincidíamos entonces: dar un vivo apoyo a los poetas y escritores jóvenes, y a los de los estados de la república. México, contra lo que han creído muchas veces en la ciudad de México, es un país y no una gran ciudad. Sandoval se fue en 1992 a Madrid con cargo de ministro cultural. A él debo haber permanecido cerca de tres meses en la Residencia de Estudiantes. A nadie trató tan bien como a mí. Por varios meses tuve la oportunidad de seguir su trabajo: fundó el Instituto de México, empezó a formar la biblioteca de autores mexicanos en el instituto, llevó a cabo numerosos actos culturales y, sobre todo, como donde quiera que ha pasado, ganó muchos amigos. Nada más lejos de eso que Víctor Sandoval. Víctor es de esos hombres que cuando le piden un servicio o un favor buscan hasta lo último hacerle un favor o servicio a quien se lo pide, y si es amigo se desvive por hacerlo. Si pudiera definirlo afectivamente diría que Víctor es un gran amigo de sus amigos y yo, considerándome su amigo, sólo he recibido de él muestras de su bondad. Con él jamás he notado ni la diferencia de edades ni ideológicas. Él siempre ha sido priísta, orgullosamente priísta, y yo he creído que el intelectual no debe tener partido para tener la libertad crítica. No siempre el PRI se ha portado bien con él y, curiosa o paradójicamente, la administración panista que ahora se despide, desde el primer día hasta el último, le tendió la mano y escuchó siempre con atención sus propuestas, muchas de las cuales se llevaron a cabo. Tanto el ex gobernador Felipe González como el gobernador interino León Rubio, y muy especialmente Alejandro Lozano, director del Instituto de Cultura, le tuvieron toda suerte de consideraciones, las cuales hoy culminan con la apertura de este Centro de Estudios Literarios Fraguas, que lleva el nombre de su mejor poema, sin duda el mejor poema que ha escrito un aguascalentense, y uno de los poemas mexicanos más importantes del siglo que apenas nos dejó, y el cual tiene como fondo la ciudad que llama Fraguas, pero que puede parecerse a Aguascalientes imaginada o soñada por un hombre que se reúne con un grupo de amigos en el Café de Andrea, que es simbólicamente el antiguo Café Fausto del Hotel Francia. Ese hombre, quien es dentro del poema el cronista minucioso del nacimiento, desarrollo, auge y destrucción de la ciudad. Sin buscarlo o quererlo acaso el propio Sandoval, el poema pertenece ya al imaginario colectivo aguascalentense y Fraguas se convierte en Aguascalientes, o mejor, en Fraguascalientes: una ciudad forjada en la fragua, no con hierro sino con palabras. Esas palabras que desdichadamente hoy no pueden oír en su admirable armonía el padre ideal de Víctor, Salvador Gallardo Dávalos, ni el hermano y compañero del alma tan temprano Desiderio Macías Silva, pero que lo acompañan como sombras presentes, como lo acompañamos sus amigos para decirle gracias, muchas gracias Víctor, tú sabes cuánto te debemos y te queremos, y decirte que pocos árboles de setenta y cinco años tienen en sus ramas tal número de buenos frutos. El Aguascalientes al que vuelves ya es otro. No son los mismos los ruidos de Fraguas, ni existe el yunque de diamante de tu padre ni su tren de esmeraldas. Pero queda el corazón, y en poesía lo que habla es el corazón. (2004) |
* Publicado en La Jornada Aguascalientes, 25/03/2013. ** Portada de Parteaguas, Instituto Cultural de Aguascalientes, núm. 3, invierno de 2006, publicada por Straycatblue en página de Wikipedia dedicada a la publicación. |