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Cantantes y compositores que alcanzan la madurez |
Por Jorge Fondebrider |
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Cantantes y compositores que alcanzan la madurez |
Música y poesía Con todo, el libro tiene partes interesantes. Por ejemplo, el análisis que se hace del movimiento de cantantes compositores –para no usar la fea palabra “cantautores”– de los años sesenta y setenta. Mercer escribe: “Tal vez un movimiento de compositores fundado en la pérdida de algo –en este caso, los ideales colectivos– no fuera a durar, pero quizás la decadencia en la calidad de la composición autobiográfica a lo largo de la década de 1970 se relacione con la falta de habilidad y de honestidad. Mientras que Dylan, a mediados y fines de los años sesenta, evocaba el desencanto a través de imágenes francas, estremecedoras e impresionistas, los compositores que vinieron después, preocupados apenas con la propia interioridad, se limitaron al desencanto. Aun cuando cantaran en primera persona, Mitchell, con su impulso musical, y Dylan, con su fervor poético, siempre aspiraron a iluminar verdades humanas más amplias”. ¿Cómo aspirar a ellas? La autora responde así que apelando a la antigua tradición teatral del Tin Pan Alley –vale decir, de la composición de canciones para las comedias musicales de Broadway– “contando historias y creando monólogos dramáticos que canten personajes inventados”. Y es aquí donde cabe la siguiente reflexión: la poesía del Romanticismo, la que se escribió durante la mayor parte del siglo XIX, establecía una ficción que equiparaba la vida con la obra a tal punto que, por ejemplo hoy, nos cuesta diferenciar entre los que sabemos de Lord Byron y lo que éste realmente escribió. Ese principio de identidad, falso sí, pero vivido como real, fue roto cuando algunos poetas –el británico Robert Browning, tal vez en primer término–, comenzaron a escribir detrás de personajes |
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