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Por Emiliano Álvarez |
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Todos los dragones de nuestra vida son quizás princesas que (R.M. Rilke, Cartas a un joven poeta)
En Oriente, el dragón es un ser divino, símbolo de la sabiduría, síntesis de los contrarios, creador del cielo y de la lluvia, guardián de los cuatro elementos. A pesar de las diferencias, existe en su figura simbólica, algo que no cambia: "Todos los temas simbólicos y alegóricos relacionados con el dragón se condensan alrededor de un tema constante: el de la lucha […] Los papeles que el dragón toma en esta lucha son fundamentalmente dos: el del devorador y el del guardián" (Massimo Izzi, Diccionario ilustrado de los monstruos.). Así pues, el dragón es sinónimo de lucha y encarna dos fuerzas opuestas: la del orden y la de la destrucción. La poesía me recuerda a los dragones, y viceversa: La poesía es otro monstruo presente en todo el mundo desde siempre. Es también esa lucha, eso que es a la vez reposo y amenaza, creatividad y destrucción. ïsla del dragón es un libro que hace evidente esta similitud, no sólo por el título y el dibujo negro en su portada, sino también porque la lucha es lo central en cada poema. Porque leerlo es enfrentarse con los dragones del mundo y los dragones que nos esperan siempre en los espejos. Porque es un libro que destruye, que arroja fuego de las fauces, que devora… Pero todo eso y más, para que una vez sufrido lo suficiente, desgarrado lo suficiente, arañado lo suficiente, uno pueda salir de nuevo a pisar el mundo, con garras nueva y mejores manos para construir mejor ya sea el hogar, o la vida, o la propia sed. El dragón es también ese monstruo, que como la ballena de Jonás, engulle y vuelve a escupir a su presa después de haberla transfigurado. "Mapa para un nómada", uno de los poemas más representativos de ïsla del dragón y con el que concluye, nos recuerda esa travesía de la que no siempre se sale vivo, una travesía similar a la que el lector empieza avanzando como un nómada por el estómago de este libro que es un dragón hambriento: “hora conozco mejor mis lenguas/ siempre sedientas/ de andar por caminos ásperos/ casi muertos/ yo era nómada/ andaba en mis cuatro patas de animal”. ïsla del dragón también es lucha, en tanto que las manos de esta joven poeta no sólo sirvieron para tomar la pluma o golpear las teclas: Anaïs Abreu pertenece al colectivo de Las Poetas del Megáfono, un grupo de mujeres comprometidas con hacer llegar a la poesía lo más lejos que se pueda. Así, ellas mismas son responsables de la impresión y encuadernación de toda una colección de libros que contienen sus poemas. Los libros se pueden conseguir todos los martes en el Café del Teatro (Tonalá 261, entre Aguascalientes y Tlaxcala, en la colonia Roma de la Ciudad de México) a las nueve de la noche, o en otras lecturas y actividades anunciadas en su página de internet: http://www.poetasdelmegafono.blogspot.com Así pues, este libro de rabia, de destellos de ternura, de música y de ritmo, de dolor, de melancolía, es como el dragón, un ser en lucha: en lucha con el mundo, con los medios de producción, con lo establecido. Un ser en lucha en el amor, en lo cotidiano, en lo trascendente. Uno es engullido y al terminar uno tiene la sensación de haber ayunado en el desierto. De ser otro, “parecido a lo que fue, pero con otra sed distinta y otra hambre”..
Leer poemas…
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