5 noviembre, 2018

Tierra y movimiento: la voz poética de la naturaleza

de Yeni Rueda | Reseñas

Forrest Gander, Eiko & Koma, traducción y edición de Alfonso D’Aquino, Libros Magenta, México, 2016, 164 pp.

A los diez años me gustaba observar piedras. Casi todas las tardes exploraba con los pies desnudos el enorme terreno baldío que se extendía afuera de la casa de mi bisabuela. Mi actividad preferida era treparme en los enormes pedruscos fracturados del cerro, mirar en sus adentros y recorrer con los dedos los surcos de la corteza rosácea. Podía pasarme horas observando detenidamente el brillo de los cristales fluctuando con la intensidad de la luz solar. Ese mismo estado me produjo la lectura de Eiko & Koma (Libros Magenta, 2016) de Forrest Gander. El libro es una revisión exhaustiva de los distintos registros que el poeta norteamericano ha labrado a lo largo de su trayectoria. También se trata de una muestra amplia que nos permite profundizar en el trabajo de un poeta que ha dialogado de manera cercana y constante con autores fundamentales de la poesía mexicana, como Pura López Colomé, Coral Bracho y Alfonso D’Aquino.

Por los temas, la forma en que se construye la voz poética y la naturaleza del proyecto, puede definirse como un libro tan raro como encomiable dentro del panorama literario de nuestro país. El autor no cae en la tentación de armar su poesía con entramados efectistas para llamar la atención momentánea del lector. Todo lo contrario. Su discurso poético construye también desde lo que no se dice, como evocando el espacio negativo —tan valorado, por ejemplo, en la estética oriental—; así, los poemas no son sólo una acumulación de imágenes poéticas, sino que también parten de gestos literarios que son atravesados por diferentes disciplinas artísticas. Gander no es un poeta de imágenes escandalosas: apenas sugiere los trazos para que los lectores activen el mecanismo final que develará la imagen poética en toda su plenitud. Una de las habilidades de Gander es lograr capturar los distintos movimientos de los organismos naturales, desde el halo de luz que atraviesa una roca hasta el despliegue corpóreo de la danza Butoh. Sin embargo, no sólo se trata de atraparlos y hacerlos poesía, sino de diseccionarlos para convertirlos en figura lingüística. La intención gráfica tampoco es gratuita, como si el autor trazara puntos cartográficos de un terreno poético, seductor por lo que oculta, ávido de mostrarlo.

Respecto al trabajo de traducción al español, como sucedió en fungus skull eye wing (Copper Canyon Press, 2013) —libro de Alfonso D’Aquino traducido por Forrest Gander al inglés—, no es un mero traslado de palabras de una lengua a otra, sino una reconstrucción semántica, formal y gráfica del poema que conserva la misma fuerza natural que en su lengua originaria. Como editor y traductor, D’Aquino nos ofrece una mirada sobre temas recurrentes, aunque poco analizados, de la poesía: las piedras, la vegetación y la ciencia. Eiko & Koma y otros poemas es una suerte de gabinete de curiosidades que nos ofrece una mirada íntima, pero no morbosa, a los intereses de dos poetas que se han esforzado por crear espacios poéticos ajenos a la coyuntura, a la exposición que se extingue pronto y al facilismo retórico. Cada una de las estancias no sólo presenta diversas etapas de la obra de Gander sino toda una propuesta estética y temática de la configuración de la voz poética. Por un lado, tenemos los extensos y elaborados poemas de «Mano»:

¿A dónde vas? Fantasma empolvado. ¿De dónde has venido?
Roma resolución del montón de rocas, árida monarquía.
Una araña lobo del tamaño de una mano, incrustada en la basura al
[borde de los escombros.
Lo que aquí cruza tiene colmillos o espinas y extrae su color del suelo.
Jántica sombra en los bordes.
¿A dónde vamos? Fantasma empolvado. ¿De dónde venimos?

En contraste con la sutileza, muy cercana al haikú, de «La colección de piedra azul»:

Un venado al sol
cubierto de moscas.

En otros momentos, el lenguaje poético construye —a través de imágenes muy concretas— historias vegetales que parecen formar parte de un espacio sin tiempo, como sucede en «Lovegreen»:

      Que el tronco, sumergido en el aire,
girando sus hojas, salga del umbral. En la corteza de
              su rama principal, un paro carbonero
      de capucha negra prende orugas y crisopas.

Este lenguaje se basa en un sentido muy controlado de la exploración de la naturaleza, de un mundo aparentemente no humano que no hace más que expresarse bajo términos corpóreos. Es como si el poeta intentara hacernos ver que la supuesta “civilidad” que nos separa de otras especies no es más que evasión mental. Esta exploración alcanza un momento sumamente interesante en la última estancia del libro.

Eiko y Koma son dos de los más importantes intérpretes de danza Butoh. Durante varios meses, Gander acompañó a la pareja de artistas y escribió una serie de poemas que logran recrear el ambiente etéreo que se forma cuando los danzantes se encuentran en el escenario:

Y empiezan a emerger. Desde su
prolongado flotar. Desde los basamentos del sueño.
Aquí en la húmeda estación
de la tierra. Pelo y hojas mezclados
con hojas y pelo. Visión desprendida
para hacer espacio a la visión.
Dos figuras y
cesura, un espacio de
anhelo. Atadas a lo
no escrito. Sin despertar

En el ensayo «Filosofía de la danza», Paul Valéry reflexiona sobre esta expresión estética. La danza rompe con la utilidad del cuerpo, los músculos se doblan para alcanzar algo desconocido y poco lógico en el mundo “real”. Y lo busca porque, a través del movimiento, el danzante crea un mundo para sí mismo y para quien lo observa. Para Valéry, la danza es poesía: “Un poema, por ejemplo, es acción […] Este acto, al igual que la danza, no tiene otro fin que el de crear un estado; este acto se asigna a sus propias leyes […] Empezar a recitar versos es entrar en una danza verbal”. Esto mismo sucede con Eiko y Koma, aunque en este caso particular, el movimiento de la imagen poética no sólo se da en el espacio de la oralidad. El texto está vivo: se tuerce, se contrae y se yergue durante la lectura, como los danzantes en el escenario.

Los poemas de Gander no sólo son un registro emocional y momentáneo, sino la existencia continua de la sensorialidad del discurso. Esto se nota en un libro de tan discreta y celebrarble manufactura. D’Aquino le otorga total presencia a la poesía de Gander, a lo literario.

Este libro es el resultado de un cuidadoso y constante trabajo de lectura y traducción realizado entre ambos poetas desde hace dos décadas. Eiko y Koma y otros poemas presenta una exhaustiva selección realizada por D’Aquino, una recopilación antológica de los textos de Gander y una lectura personal de su poesía. Libro multidimensional, incorpora distintas disciplinas (poesía, fotografía, danza y ciencia), y constituye un punto de referencia para comprender las posibilidades contemporáneas del discurso poético, desplegado y transformado en un libro pero que, sin duda, va más allá de los límites impresos.



Yeni Rueda / Morelos, 1990. Narradora y editora. Durante ocho años dirigió la revista Moria. Textos suyos han aparecido en Rio Grande Review, Tierra Adentro, Voz de la tribu y en la plaquette Tres gotas de agua (Simiente, 2014).