No habrá lugar para todos
| Dossier, Traducciones
Kiev, capital de Ucrania
Versiones indirectas al español de Alberto Paredes
¿Sabemos algo de la literatura ucraniana? ¿Recordamos que el gran disidente Nikolái Gógol y también Mijaíl Bulgákov son ucranianos? ¿Que uno de sus poetas es “un nombre que suena” en la nominación del Premio Nobel de Literatura? (Se trata de Vasil Holoborodko). Recordemos también que Mme Hanska, el amor de la vida de Balzac, pertenecía a la nobleza polaca, pero la principal mansión familiar estaba en Verkhovnia, Ucrania, donde ella mataba el tiempo leyendo novelas francesas… hasta que descubrió al narrador y le escribió una primera carta.
Ucrania, país dentro de la zona de influencia de las potencias vecinas (Rusia, Polonia, Turquía, al sur del Mar Negro, e históricamente el Imperio Austrohúngaro), que siempre ha luchado por preservar su identidad y autonomía territorial, ahora ha vuelto a padecer una invasión militar. “Y usted, ¿qué ha hecho durante la guerra?”, reza el viejo estribillo admonitorio. ¿Basta con seguir las noticias de los avances rusos, la contraofensiva nacional, las difusas negociaciones y las medidas coercitivas de la Unión Europea y de Estados Unidos?
La guerra ha vuelto a estallar en los límites de Europa. Es cierto que una parte acaso mínima de la población ucraniana cree, en las circunstancias actuales, que la única reacción viable es una ideología nacionalista de extrema derecha y, con ella, la profesión de una intolerancia racial y religiosa. El caso más notorio es el Batallón Azov, de innegable perfil radical y posiblemente neonazi; surgió en mayo de 2014, en un momento de crisis nacional. Originalmente fue una formación ciudadana paramilitar; en la actualidad, el gobierno ucraniano —con Volodímir Zelenski a la cabeza— la ha reconocido dentro de su guardia nacional. La amarga moraleja es que, en una confrontación militar entre dos países vecinos, quien más pierde es la población civil.
En 2014, la Guerra de Donbass ya había mostrado de sobra la agresividad expansiva del actual régimen ruso; en marzo de ese año, la Federación Rusa apoyó militarmente la separación de Crimea respecto a Ucrania para conducir, acto seguido, a la anexión de esa península. En la misma región geopolítica, los observadores internacionales señalan habitualmente el carácter de “república vasalla” de la Bielorrusia bajo la presidencia de Aleksandr Lukashenko y su gobierno dictatorial que data de 1994. Añádase la siempre difícil autonomía de la República de Georgia. La guerra ha vuelto desde el 24 de febrero de 2022 en que las tropas rusas cruzaron la frontera ucraniana, provocando la destrucción de ciudades enteras, el exilio masivo y la muerte de un número de civiles difícil de precisar. 2014-2022: un capítulo negro en la historia que amenaza con alcanzar los diez años.
Una forma de honrar al pueblo ucraniano es recordar que forman parte del patrimonio común a toda la humanidad, y que no pocos de sus hijos han aportado obras y valores considerables. Tanto como lo han hecho, por supuesto, los artistas, intelectuales, periodistas y líderes de oposición que, pertenecientes a Rusia, se niegan a reconocerse súbditos de Vladímir Putin. Una noticia reciente es que una estrella mediática rusa, la cantante y actriz Ala Pugachova, se ha expresado abiertamente por el cese de hostilidades respecto al ejército de su país.
Con la población civil en prolongado exilio; con las ciudades, las fábricas y los campos de cultivo destrozados, los artistas, científicos y humanistas ucranianos, dispersos dentro y fuera de sus fronteras, se esfuerzan por resistir y persistir en actividades que encarnan los valores humanos, artísticos y culturales comunes a nuestra especie. En Europa han sido numerosas no solo las manifestaciones populares en favor del pueblo ucraniano, sino también las jornadas culturales dedicadas a esa nación. En efecto, la poesía, las naciones y los pueblos deben subsistir; de lo contario, la noción misma de humanismo y humanidad está en riesgo. Vaya, pues, una mínima muestra de la poesía ucraniana de nuestros días. Todos los poemas que aquí presentamos son anteriores a la década actual. Los ofrecemos en versiones al español a partir de traducciones del original ucraniano al inglés. En particular destaca la sensibilidad verbal de Anatoli Kudriavitski como editor y traductor de su compilación de 2017, significativamente titulada The Frontier. Con sus fronteras violadas, la Ucrania actual es terreno de guerra, de ciudades destruidas y abandonadas, de bombardeos con misiles, de probable uso de armas químicas prohibidas, de ataques y contraataques. Y sin embargo…
—Alberto Paredes
La retaguardia
hambre, sed y pérdida de la memoria
pueden ser paliados corriendo,
sombras amenazantes, muerte y olvido,
riéndose
está calentando
pero no nos sacamos los guantes
ni corregimos los relojes
al horario de verano
hemos cambiado nuestros billetes
por monedas
hay vino en nuestras botas (odres)
y galletas en nuestras mochilas
todavía humean las tierras baldías quemadas
Les Beley (Uzhorod, 1987)
Guerreros
los guerreros
del cielo y el infierno
tienen miedo de enfrentarse en la batalla
ayer golpearon / atacaron / hicieron blanco
la luna creciente a sus espaldas
confundiéndola con el enemigo
ignoran
lo que pasará con la frontera
entre el cielo y el infierno
cuando caiga la noche
Tetiana Bondar (Lutsk, 1978)
Gallito de los vientos
mis padres del Este
mis amigos del Oeste
mis abuelos del Norte
y mis hijos del Sur
y también
mis parientes y mis
enemigos desconocidos, los amigos
de mis enemigos, una jauría de perros
una manada de gatos, mis libros favoritos
y techos, canciones, héroes y palabras…
todos tienen su propio lugar
en esta área geográficamente delimitada
deberemos también definir la posición de los besos
con respecto a los puntos cardinales
todo para evitar ir más allá
del círculo trazado a mano
y permanecer en el centro
del universo
Katrina Haddad (Soledar, 1978)
Nuestra lengua
Cada palabra
de nuestra lengua
pertenece a una Canción ya cantada
y usamos esas palabras
cuando hablamos
con nuestros hermanos de sangre
Cada palabra
de nuestra lengua
se registra en la Crónica Viva
de modo que nuestros enemigos sepan
qué palabras usamos
cuando estamos a solas y nos callamos
Vasil Holoborodko (Andrianopil, 1945)
Muerte
Antes pensaba que venía la muerte
cuando el mar se vuelve piedra
cuando la marea cubre la playa
ahora creo que la muerte
es una palabra
hecha de letras desconocidas
dime muerte
incomprensible dentro de ti misma
qué significa fallecer
dime y regresa
a mi cuerpo
flotando
corriente abajo del Tisza
Lo contemplaré
una y otra vez
este corazón mío
tu bote dentro de mí
Marianna Kijanowska (Zhovkva, 1973)
Refugio antiaéreo
Soñé con un refugio antiaéreo en las afueras de mi memoria,
el único remanente del adiestramiento militar en la escuela.
“Ya no habrá más guerras” –nos dijo la profesora.
“Pero todos deben tener presente lo siguiente:
en caso de una explosión nuclear,
o si se usan armas de destrucción masiva,
o cualquier otra conflagración,
deben bajar al refugio conservando la calma,
lleven solamente lo necesario
y nada más;
necesitarán ropa abrigadora si la guerra se prolonga hasta el invierno;
no hay calefacción en los refugios, ya lo saben”
“Pero no hará calor ahí?” –se oyó el agudo comentario
desde una fila trasera.
“En lo que a ti respecta, Maestro Grinovets, nadie puede saber
si te dejarán entrar.
No habrá lugar para todos;
las reservas de agua y comida estarán limitadas…
Estoy segura que
A la hora de Armagedón la ansiedad será incontrolable.
¿Cuánta gente será arrollada
en el último refugio?
Ni siquiera quiero imaginarme cómo hará Dios la selección…
¿Uno de cada mil?,
¿de cada millón?
¿Y qué hay de los errores aritméticos?
Espero que no haya discriminación
por razones de sexo, raza o religión;
espero que…
¿Cuántas bocanadas de aire bastarán
hasta que comparezca el deus ex machina?”
“Cada grupo deberá seguir a su profesor”,
Nos dijo la instructora.
“Repito: nada de correr entre las literas.
Deberán colocar etiquetas con su nombre en el bolsillo superior.
Claramente escritos;
tu caligrafía no va a servir, Fedechko…
¿Por qué las etiquetas rotuladas? – También me lo pregunto…
Tal vez…
Para los ángeles
que removerán las almas
(porque no habrá sobrevivientes),
para los ángeles en vestimenta blanca
con cruces rojas bordadas
(¿y medias lunas crecientes también?)
para los ángeles, de modo que sepan cómo llamar a cada cual,
mi pequeño…”
Muchas cosas desaparecen
muchas cosas desaparecen
antes de que nos demos cuenta
muchas cosas no se aparecen
ante nuestra vista
como el hombrecito del tiro al blanco al que disparábamos
hace veinte años
en el están de tiro del parque
cuando me di cuenta
ya no se le veía
¿quién mató al pobre condenado
con una balita
del rifle con cañones torcidos?
¿quién se dio cuenta a tiempo?
¿quién lo eliminó
en unos cuantos evanescentes
domingos de verano,
casi todos idos y olvidados?
Halina Kruk (Leópolis, 1974)
1918
Lo que queda de una bala expansiva
a veces no es más que esquirlas.
Lo que recuerdo de la guerra
es un caballo
que se cayó de un vagón de tren
en una torcedura del indicador
justo antes de que la guerra terminara.
Nadie regresaría por él, nadie
lo recogería del dique.
Los niños lo alimentaban con pasto,
estaba ahí, echado,
las patas rotas, la vista nublada,
la piel rezumaba una viscosidad negra
como una señal de que la noche,
retirándose, abandonaba el terreno
en favor de la noche
que estaba por llegar.
Libro de texto
Sabes, Alinka, alguien
nos da vida cuando nos da un libro de texto.
Aburrido pero obligatorio.
Lo hojeamos superficialmente,
señalando dos o tres palabras
con la uña.
Con más frecuencia golpeamos a alguien con él,
o lo usamos para escudarnos de un golpe.
A veces nos damos la vuelta
cuando nos estamos yendo
y lo metemos en medio de las puertas dobles
que de otra forma se cerrarían
a nuestra espalda: he aquí
mi vida – y he ahí la tuya;
vuelan como libélulas unidas en el aire,
insensibles, olvidadizos, con nada más que una cabeza
entre ellas.
Ostap Slivinsky (Leópolis, 1978)
000 232
Y entonces se rajó la tierra.
Exclamaciones y polvo, siempre vienen juntos.
Entrelazados.
Perdimos la maña de salir por la puerta.
Alguna cosa bloqueaba la ventana.
Vi luz a través de las nubes grises,
Se lo llevaban en un camión de ganado.
A mí me llevaban en otro camión, con gente.
“No llores. Dejé todo. Lo he visto todo.
He encanecido por la edad y la cocaína.
Estoy blanco como la hidroquinona. Blanqueado.”
No tuve tiempo de aventarle una máscara antigases,
Conforme me llevaban.
Ellos también se estaban alejando.
Pero alcancé a ver sus ojos por un momento, nítidamente.
Ya no tenía heridas.
“Porque las alas no pueden recibir los estigmas”
– Oí su voz por la vez última.
(Y ya no hubo nada nunca más.)
Khrystia Vengryniuk (Chernivtsí, 1987)
Dice que todo estará bien
dice: han bombardeado tu vieja escuela
dice: se están acabando las provisiones de comida
y no hay más dinero
dice: los camiones blancos de ayuda humanitaria
son nuestra única esperanza
dice: de los camiones blancos acaba de volar metralla sobre las cabezas
se acabó la escuela
¿cómo es posible que ya no haya escuela?
¿que esté vacía? ¿está llena de hoyos o
la han destruido por completo?
¿qué fue de mi foto
en el cuadro de honor?
¿qué fue de mi profesora sentada en el salón?
dice: ¿foto? ¿a quién diablos le importa una fotografía?
dice: la escuela se fundió – este invierno es muy caluroso
dice: no he visto a tu profesora, por favor
no me pidas que la busque
dice: vi a tu madrina; ya no está más con nosotros
huyeron todos ustedes
abandonaron todo y huyeron
deja tu casa, tu sótano con tarros de mermelada de chabacano
los crisantemos rosas en la terraza
dispara a tus perros, para que no sufran
deja esta tierra, nada más vete
dice: no digas tonterías, todos los días arrojamos tierra a los ataúdes
dice: todo va a estar bien, pronto vendrá la salvación
dice: la ayuda humanitaria está en camino
Liuba Yakimchuk (Pervomaisk, 1985)
Réquiem
Encienden las velas una por una bajo el hielo,
y han elevado hasta tus ojos un estandarte de vidrio.
Las velas se consumen una por una bajo el hielo.
Siluetas se inclinan sobre la cuna mientras
las sombras de los árboles invernales oscurecen tus mejillas.
Todo lo que te han dicho –o susurrado al oído–
te privará de tu derecho de echar una última mirada.
Así que párate en el hielo
sin mirar atrás.
Oksana Yefimenko (Járkov, 1988)
Bonus Track: Pájaros
Para Svetlana Myronenko
He recordado que en las afueras de Weimar
en lo alto de una colina de Turingia la idílica
–el roble de las siestas de Goethe estaba en medio
inútil manzana de la concordia–
espera a los curiosos uno de esos museos del horror
–noche y niebla– nombrado Buchenwald
“Bosque de hayas”
turistas y pájaros podemos llegar de un solo impulso
El fuego aliado tumbó el roble
adiós pájaros! esos no volverán!
El espectáculo no ha cesado
el mapamundi se salpica de nombres
que sin quererlo alimentan la lista negra
Se podrán visitar aquellos que
el Soviet Supremo edificó
para que el Gran Oso se purgue?
Es posible señor Putin?
Qué pájaros si algunos vuelan por encima?
Serviría de algo decir que misiles y balas de obuses
iluminan como espadas rabiosas las abandonadas calles
abandonadas por los niños sus madres y maestras
bajo el cielo sin luz de Odesa y Mariúpol?
(Aquella vez desde Kiev
no tuve el tiempo de tomar el tren al sur)
Algunos árboles se obstinan
siguen ofreciendo sus ramas raquíticas al viento reseco
Las aves no entienden
se aturden en un laberinto sin referencias
ciertas imágenes de noticieros muestran
(sin que a nadie le importe)
que su frágil vuelo sin historia
va y viene de la horqueta de las ramas
donde han escondido a sus polluelos
Y esas, ¿volverán?
Alberto Paredes
Para prolongar la lectura, tres obras de referencia:
- Mark Andryczyk (editor), The White Chalk of Days: The Contemporary Ukrainian Literature Series Anthology (Estudios Ucranianos), Academic Studies Press, 2018.
- Anatoli Kudriavitsky (editor y traductor; edición bilingüe), The Frontier; 28 Contemporary Ukrainian Poets, Tilburg, Países Bajos, Glagoslav Publications, 2017.
- Oksana Maksymchuk y Max Rosochinsky (editores), Words for War: New Poems from Ukraine (Estudios Ucranianos), Academic Studies Press, 2018.
Alberto Paredes
/ Pachuca, Hidalgo, 1956. Poeta, ensayista, crítico literario, editor y catedrático. Es doctor en Letras por la UNAM y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma institución. Algunos de sus libros de poesía son Cantapalabra (2003) y Tres cuadernos (2010), así como el libro de ensayos La poesía de cada día: un viaje al modernismo brasileño (2000).