Cinco estampas de La Jerusalén Liberada, de Torquato Tasso

La ira vence a la razón y al arte/
y es el furor quien manda en el combate./
No hay golpe vano, pues la espada siempre/
hiende o parte la malla o la coraza./
Caen por tierra pedazos de armadura/
llenos de sangre y de sudor mezclados./
Son las espadas llamas al lucir,/
truenos al chocar, rayos al herir.

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Recetas para el asombro. Conversaciones con Antonio Deltoro (1947-2023)

Me quedé para siempre con esos dos versos: “No se puede amar lo que tan rápido fuga. / Ama rápido, me dijo el sol”. Y tenía tanta razón. No sabía que poco más de un año después, Toni no iba a llegar a tutoría y su vida cambiaría para siempre. Pero cuando leo este poema, él me acompaña. Hay poemas que amamos porque guardan las voces de los ausentes. Éste de Watanabe contiene dentro de sí, en esa combinación particular de sonidos, la contraseña de la voz de mi maestro.

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Ne hmädi, ge ma tsa bi faspi:
sor Juana Inés de la Cruz en otomí-hñähñu

Me gusta creer que Sor Juana Inés de la Cruz pensó y quizá soñó en náhuatl, y sé que en algún momento de su andar escuchó el otomí en alguna de sus variantes. Motivada por estas suposiciones, me he adentrado a traducir algunos sonetos, los más conocidos por ahora; llevarla al otomí-hñähñu a través de la traducción, me concede escuchar su voz desde ese otro lugar, desde el universo otomí y es ahí donde puedo acercarme a ella.

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Poemas para otros no vistos y no nacidos

Cuando escribí de las mujeres en sus bailes, salvajes, fue una máscara,/
en su montaña, cazando dioses, cantando, en orgías,/
fue una máscara; cuando escribí del dios,/
fragmentado, exiliado de sí, su vida, el amor unido con el canto,/
fui yo misma, partida por la mitad, incapaz de hablar, exiliada de mí.

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No quiero que sea difícil
el camino que conduce a mí

¡Que alguien me oiga!/
Estoy llamando desde que nací./
Ni un momento he dejado de agitar/
mi blanco pañuelo de presencia./
¡Que alguien me vea,/
que alguien se detenga a escucharme!/
No quiero nada extraordinario,/
sencillamente quiero incorporarme./
No quiero ser; quiero tan solo formar parte.

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Vamos a buscar lo que es nuestro. Reflexiones sobre caminar

Caminar siempre será un acto de recomienzo, una especie de regreso al origen. Camino porque quiero hacerlo; hallarme y hallar en el camino una respuesta que no me entrará por la cabeza, sino por los pies. Caminar es un acto antiguo y sin embargo entrar en él es siempre nuevo, desconocido, porque su enseñanza va desvelándose paso a paso sin que su objetivo sea dar una lección. Cuando camino soy yo misma; es mi oportunidad de estar conmigo y de inventarme una ruta personal.

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Juan Carlos Bustriazo Ortiz: la flor del exterminio

porque mentí desde los umbrales/
porque este libro es para tu boca/
mi tenida de luna en luna/
mi arrimada de siesta en siesta/
vos estaráste en él mi quejona/
hasta saber que érate tuyo/
porque este libro es para tu boca/
él fuéme entero por los maíces/
por las calandrias reyentonas/
por los caballos de alma dorada/
por el silencio amoratado/
porque este libro es para tu boca

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En una historia que creía cerrada

Mi muerte y yo hablamos como viejas amigas/
pues la tuve cercana desde mi nacimiento./
Fuimos compañeras de juegos y lecturas/
y acariciamos a los mismos hombres./
Como un águila ebria desde lo alto de los cielos,/
sólo ella me revelaba medidas humanas.

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