Lengua materna, de Yelitza Ruiz (Iguala, Guerrero, 1986), se vuelve un libro imprescindible para tratar de acercarnos a ese misterio eleusino; recorrer sus páginas nos plantea la posibilidad de mirar cómo la poeta ve trastocado el orden que la cultura patriarcal nos impone: la madre, de quien se esperan los cuidados, es ahora quien debe ser cuidada.
El Ala del Tigre
Fascinación y pánico
En «Ventana cerrada» se apuntan los detalles de una historia compartida donde nos percatamos del deterioro del discurso y de nuestra marginalidad respecto a la Gran Historia o al curso de los astros interpretados por el horóscopo chino. Hay, en la provocación de este libro, fascinación y pánico, imágenes sobre la incomodidad, el tiempo y las pérdidas narradas en álbumes familiares &mdas;donde el personaje lírico es fotografía, retrato, póster, portada de disco o de libro, y ojo detrás de la Polaroid.
Por eso el color rojo nos asusta
Mis hermanos solo saben rezar en español,
todo lo demás lo articulan en una lengua
que no es la de mi madre,
rezar es su forma de memorizarla.
Nosotras en cambio,
todavía cantábamos el “México lindo”
y zapateábamos al ritmo de chilenas.
La colonización nos alcanzó poquito,
nos adaptamos,
pasamos desapercibidas haciendo del pozole una isla,
navegando entre caldos de mollera.
Mi tributo a la sublevación
Mis estaciones jóvenes esfumados en el combate,/
asaltos y encañonamientos del ejército /
depositados en la memoria de mi verdor./
Con mis letras deletreo el sufrimiento,/
símbolo del fusil que resiste, /
lucha de mi abolengo en siglos.
Mi carne más viva y más sedienta
Nunca supiste que te ibas y por eso/
tampoco escuchaste las trompetas/
de la que a pasos grandes se acercaba,/
tan llena de hoces y puñales,/
la que todo lo taja y lo desteje,/
la poderosa, la limpia, la sin nombre/
que todo sobre esta tierra lo derrota.
Un poco de todo y un tantito de nada
Llegó un año después
De Diana Ross
Mil novecientos cuarenta y cinco
Fue el año del Gallo
Y de la bomba nuclear
Pimientinha
Le decía Vinicius y otros
La llamaban Furacão
Pero su sobrenombre más conocido
Fue Hélice