La idea de que lo que ocurre ahí en el texto poético, en el tejido interior, y por ende en la experiencia de adentrarse en esa zona es siempre presente, revela una postura que llega a la médula del asunto. Si sólo hay presente (si se logra ello) los préstamos, las referencias, las traducciones, las reescrituras que allí acontecen no restan potencialidad alguna; al contrario, son ya una misma cosa, una materia de la experiencia actualizada (pues no hay sensaciones fuera del aquí y ahora).
Argentina
Ocasión de memoria
En la poesía de [Denise] León [Tucumán, Argentina, 1974) ni las palabras ni sus sentidos se precipitan. La lentitud oficia como una clave de lectura al tiempo que forma parte de esa tradición, más allá de la familia, en la que la poeta rescata sobre todo a las mujeres.. “Mujeres que dejan pasar los días/ lentamente”, escribe en el inédito De muerte ke no manke; mujeres que cargan cosas al ritmo moroso y melancólico de los días en los que transcurren las tareas cotidianas.
Es la noche que mira
Nunca/
nadie/
dijo/
su nombre/
pero yo/
lo sé./
Su sombra/
cuerpo de velo/
se vuelve/
espejo oscuro/
sobre mi cama./
Refleja/
lo que carga/
y purifica/
con pétalos/
de obsidiana/
observa/
sin ojos.
La belleza convulsiva de Erzsébet Báthory. Notas acerca de La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik
Sólo frente al inevitable vínculo entre la muerte y el orgasmo, Pizarnik deja de ser impersonal. Es justamente aquí cuando la “máscara” de la tercera persona cae y el yo, en palabras de la misma Pizarnik, empieza a “vibrar animado” […] “Vibra”, al hablar de un goce tan intenso, con un placer tan agudo y penetrante que nos deforma, y nos muestra, en nuestro mismo cuerpo deformado, la coincidencia entre orgasmo y muerte. Y “vibra” —¿cómo podía no vibrar?— al hablar del mal del siglo XVI, tan antiguo como contemporáneo: la trágica pérdida de la armonía rítmica con el mundo que experimenta un alma melancólica.
El hilo fantasma
Los días se suman hasta ser un pasaje, vivo/
en el espacio material de mi presencia/
no hay soledad sino un eje suficiente./
Pequeñas partículas vuelven a unirse, puedo crear/
cualquier conjunto, mirar la lámpara/
pasar nudillos por la pared rocosa/
aceptando las marcas.
cómo hacer que las cosas permanezcan
todo lo que tengo lo sirvo/ sobre la mesa materna/ mamá mira el plato/
y me da un vaso de agua/ de las formas del pasado/
aprendí que el vacío es la constante/ las partes se unen/
por donde la ausencia de materia/ deja su grieta/
no podías vivir con eso/
33 años dedicada al diálogo/ con la naturaleza desde tu patio/ y nunca comprendiste/
que ni era el mismo pájaro/
apenas si era el mismo árbol de la infancia/ las aves del mar
Autorretrato sin yo. La poesía del exilio de Mariano Peyrou
En este libro los poemas trazan un mapa sobre la experiencia exiliar, tanto desde el punto de vista del cuerpo como desde el punto de vista del espíritu (léase aquí como el lenguaje). En esa extrañeza se construye una nueva relación con el mundo, donde se siembra desde la herida: “la patria de un escritor es su malestar con la lengua”, escribe [Mariano] Peyrou. Y vamos a conectar esto con otro de los elementos más significativos de su obra: el desplazamiento del yo a la identidad plural.
Políticas del nombre
Al principio el ojo de la cámara/
intenta capturar el balanceo de las ramas./
El objetivo/
quiere grabar el bosque de caldenes,/
las hojas del algarrobo que se mueven/
casi imperceptibles.
Telesio: una poética de la fragilidad
En este volumen de lúcidos poemas, parcos y afilados, Margarit no pretende convencernos de que es Bernardino Telesio quien habla; antes bien, permite que su escritura sea permeada por el pensamiento y la vida de Telesio, para ingresar así en nuevas regiones, para conquistarle algo de terreno a lo que resta por decir.
Gabardina rosa y sombrilla de flores. La poesía de Cecilia Pavón
¿Sobre qué escribe Cecilia Pavón (Mendoza, Argentina, 1973)? Sobre el amor (“pienso en el amor como en un departamento / de qué barrio? / de cualquiera / en una ciudad grande” dice, así, un solo signo de interrogación, en el poema sin título que empieza con “En la tarde, por la Boca…”). Sobre los chicos (“mi novio mide 1,92 es rubio, de ojos celestes y lleva sólo ropas claras. Sus parientes son ricos y dice que me amará para siempre” dice en –por supuesto que ése sería el título– “La vida me sonríe”). Sobre la literatura (“para mí la Literatura es mi cuerpo / Para mí la Literatura es mi madre”, en “Para mí la Literatura”).